Los primeros en engañarse sobre los resultados de un referéndum sobre
la independencia, son los propios independentistas: de haberse autorizado, lo
hubieran perdido. Por mucho que la gencat se haya preocupado de controlar
férreamente los mecanismos de formación de la opinión pública, lo cierto es que,
el resultado de 40 años de gestión está claro en la sociedad: los niveles de
utilización del catalán hace 20 años que no prosperan, la escuela catalana está
tan pulverizada como la del resto del Estado y ni siquiera sirve para mentalizar
a los alumnos y los medios de comunicación amamantados por la gencat decrecen
en audiencia y peso social. El resultado es que, si nunca ha existido fuerza
social suficiente para un proyecto independentista, los apoyos que se ganaron
artificialmente en la década que ahora termina, declinan. Solamente las cúpulas
independentistas no se han enterado… a pesar de que les ha informado TV3.
Ayer estaba tomando unas copas en Torredembarra sin preocuparme por el
informativo de TV3 a todo volumen en el restaurante, cuando dieron una noticia
que llamó mi atención: el descenso notabilísimo del apoyo al independentismo.
Si esperaban remover las conciencias y revitalizar al cadáver, tras la
sentencia del 1-O, lo que ha ocurrido es justamente lo contrario: cuando, hasta
el CIS catalán amamantado por la gencat reconoce que el apoyo a la
independencia de Cataluña ha bajado al 41% y que los que están en contra han
subido hasta un 48,8%, es que, definitivamente, incluso para la cocina del
Centre d’Estudis d’Opinio, la cosa está clara: se recupera la normalidad en
la opinión pública, a pesar de que haya “últimos mohicanos” capaces de seguir
haciendo la vida imposible a sus vecinos. En julio, los partidarios de la
independencia eran el 44% (siempre según el CEO) y en marzo el 48%... Según
esta misma curva descendente, en seis meses tocarán lo que en buena lógica es
su techo: el 35%.
Se da la paradoja de que los que, hasta hace poco, eran votantes del
“nacionalismo moderado” (es decir, de CiU), se han transformado en los más
radicales (ahora con la sigla JuntsxCat), mientras que -como habíamos
proclamado en varios artículos previos- el espacio “moderado” empieza a ser
ocupado por ERC.
Ahora bien, otro extremo de la encuesta del CEO es, igualmente,
significativa: solamente un 33,6% quiere un “Estado independiente” que
responde, así mismo, a lo que desde siempre hemos proclamado: que el “techo
máximo” de independentismo se sitúa entre los que solamente hablan catalán
habitualmente (35% de la población). Si tenemos en cuenta que no todos
ellos son independentistas, lo lógico es pensar que los partidarios de la
independencia se sitúan entre el 19% (techo mínimo hace 10 años cuando comenzó
la fiebre de los referendos de chichinabo con la consulta de Arenys de Munt) y
por debajo de ese 35%. Item más: el 28% prefiere seguir como “comunidad
autónoma”, el 21% como “Estado dentro de una España federal” y el 7,8% consideran
a Cataluña como “región del Estado Español” y están manifiestamente en contra
del “régimen autonómico”.
¿Cómo será la situación real cuando hasta una encuesta del CEO,
siempre proclive a las tesis nacionalistas tiene que reconocer que está
creciendo la oposición al “autonomismo”?
Completo esta información con otras dos: la primera me llega de los
directivos de una agencia de modelos que facilita extras para series de cine,
para spots y películas: “Las empresas del sector se están yendo a
Madrid”. Otro amigo me comenta: “En la franja de poniente [que
los independentistas reivindican como “Cataluña”, pero que forma parte de
Aragón] los polígonos están a rebosar de empresas huidas de Cataluña”.
Cuando se hizo público que 3.000 empresas -casi todas grandes firmas- se habían
ido de Cataluña antes del 1-O, los indepes dijeron: “Ya volverán”. No solamente
no vuelven, sino que se han ido y se están yendo más y más. Nunca en la
historia de Cataluña se había visto algo semejante.
¿Cómo se lo toman los indepes? Hoy me cuentan que han ocupado la
estación de Sans intentando aislar Barcelona… El miércoles vi una ciudad vacía
de tiendas de campaña sucias y olvidadas interrumpiendo desde hace semanas el
tráfico por Gran Vía y las Rondas (ver artículo y fotos en FALTA DE AUTORIDAD EN LA CIUDAD DE LAS
MISERIAS). Y siguen sin enterarse: la ruralización del voto
de JxCat y las dudas crecientes de los votantes y de la dirección de ERC, o el
radicalismo infantil de las CUP-CDR o del Tsumani Democratic (sigla de fortuna
de Puigdemont), no bastan para compensar este pequeño dato del CEO que abunda
en algo tan elemental como que ni ahora ni nunca el independentismo ha tenido
mayoría social.
Lo que puede terminar ocurriendo es que, mientras los indepes utilicen
a la gencat como palanca para la independencia, la institución autonómica
seguirá desprestigiándose más y más, siendo, en lugar de la expresión
autonómica del pueblo catalán en un organismo indepe como puede ser el Omnium o
la ANC. Porque no hay ningún no independentista en Cataluña que considere que
el actual gobierno de la gencat (insisto en las minúsculas) es representante de
toda Cataluña, ni mucho menos que gobierne para toda Cataluña.