¿Quién iba a decir que Pedro Sánchez es la última esperanza
de la izquierda europea? En efecto, el “doctor
cum fraude”, el “okupa de la Moncloa”, el “Zapatero versión 2.0.”, el “hombre
que nunca fue elegido”, “falconeti”, es lo que queda de la izquierda
europea, aquella que se llevó la crisis de 2007. Se entiende perfectamente esa
obstinación del que merece todos estos adjetivos, porque España, es hoy por
hoy, la última puerta abierta a la inmigración en Europa. Todas las demás,
sistemáticamente, se han cerrado. Repasemos un poco:
Lo peor de la crisis económica generó el que las puertas de Grecia, uno de los países más afectados
por la crisis, gobernado casi de continuo por la izquierda, se cerraran.
Además, los inmigrantes no quieren llegar a cualquier país, sino a uno en el
que los subsidios y las subvenciones estén a la orden del día y ningún
gobierno, ni siquiera el de la nueva izquierda griega estaba en condiciones de
atreverse a subsidiar el fenómeno mientras reducía los salarios a los
funcionarios y a los jubilados.
Luego estaba Serbia,
país que tenía una cuenta pendiente con los países de la OTAN (y, con los de la
Unión Europea) a causa de los bombardeos gratuitos de que fue objeto en 1999.
Como se sabe riadas de inmigrantes turcos y chinos, entraban a través de la
frontera Serbia a la Unión Europea, especialmente en dirección Hungría. Pero,
desde que Viktor Orban ocupó la presidencia de aquel país y se enfrentó
decididamente a la entrada de riadas de inmigrantes, por allí ya no entran más
inmigrantes.
A partir de ese momento, la migración se orientó hacia Italia, país que desde principios de la
década ya presentaba fuertes resistencias a la llegada de inmigrantes. Las
escenas de barcos procedentes de Libia en las inmediaciones de Pantelaria y
Lampedusa, generaron el que cada vez más italianos se concienciaron del riesgo.
Unos años después, la llegada al poder de la Lega Nord en coalición con el
Movimento 5 Stelle y el hecho de que el presidente de aquel partido fuera
nombrado Ministro del Interior, cerró definitivamente la “puerta italiana”.
La puerta alemana y, más en concreto, la irresponsabilidad
de Angela Merkel a la hora de forzar la llegada de dos millones de inmigrantes
en el verano de 2015, haciéndolos pasar como “refugiados políticos”, no
solamente comprometió la mayoría absoluta de la Merkel sino que, además, generó
la irrupción de Alternativa por Alemania,
un nuevo partido cuyo primer punto consistía en oponerse a esta práctica. Las
manifestaciones de PEGIDA demostraron que una fracción creciente de la
población alemana se oponía activamente a la invasión. En los dos últimos años,
la puerta que representaba Alemania
se ha cerrado.
Las puertas en Francia
y en el Reino Unido permanecen
también cerradas. El Brexit y las elecciones presidenciales francesas, supusieron
nuevos aldabonazos. De hecho, lo que se votó en el referéndum inglés no fue
tanto la permanencia de aquel país en la Unión Europea, sino si se deseaba que
la Unión Europea siguiera siendo un colador de inmigración ilegal hacia el Reino
Unido. Y la población votó no. El 40% de votos que obtuvo la candidatura de
Marina Le Pen en las pasadas elecciones francesas, probablemente hubiera sido
todavía mayor, si el Front National hubiera seguido insistiendo en su programa
anti-inmigración que recogió el consenso de franceses llegados de todos los
horizontes políticos.
Cerradas las puertas francesa e inglesa ¿cuál quedaba abierta? Sólo la española. Apenas han bastando ocho meses
del gobierno de Pedro Sánchez para que Vox coagulara a la opinión pública
contraria a la inmigración. Pero éste, no se ha dado por enterado y la atávico
de los argumentos que sigue presentando para lograr ese fin es sorprendente.
En efecto, parece increíble, pero 23 años después del inicio
del fenómeno migratorio, cuando Aznar abrió las puertas alegando que gracias a
la inmigración se lograrían pagar las pensiones de los abuelos, todavía algunos
siguen pensando de la misma manera, a pesar de que está muy claro que la
inmigración recibe mucho más de lo que da y que la inmigración es hoy un
fenómeno subsidiado que, para colmo, tira a la baja en los salarios por un
simple efecto estadístico. Sin olvidar que la llegada descontrolada de
inmigración ha generado efectos secundarios perversos en la sociedad española y
especialmente en la seguridad ciudadana.
Todavía hoy, una institución inútil, la Autoridad
Independiente de Responsabilidad Fiscal, creada en 2013 por el gobierno español
“como desarrollo de un mandato
constitucional” y encargado de la “estabilidad presupuestaria”, organismo,
por supuesto, siempre en manos del partido de gobierno y que avala sus
propuestas, ha declarado que “La
inmigración se presenta como una de las soluciones más efectivas contra el
problema del envejecimiento de la población. La llegada de personas en edad de
trabajar y fértil puede ser una de las mejores armas de España para luchar
contra el déficit de la Seguridad Social, que amenaza con dispararse en las
próximas décadas”...
¿En cuántos
inmigrantes cifra ésta “autoridad”, las necesidades de España en materia de
inmigración? Sorprendámonos: ¡¡en 270.000 al año! ¡¡hasta 2048!! Lo que…
permitiría reducir en un 2,2% del PIB el déficit de la Seguridad Social. Y
añaden para avalar el disparate: “La
inmigración se presenta como un instrumento más efectivo que la natalidad o la
caída de la tasa de paro para reducir el grave agujero de la Seguridad Social.
De hecho, sin inmigración, España corre un grave riesgo de entrar en un
escenario de ‘japonización’ de la economía, con bajos niveles de crecimiento y
altas tasas de ahorro ante el temor de la quiebra del sistema público de
pensiones”…
A la vista de
noticias como esta, que proliferan cada día, cabe pensar que la única finalidad
del gobierno de Pedro Sánchez es el mantenimiento de la única puerta abierta a
la inmigración ilegal y masiva en Europa. ¿Dónde está la mentira
estadística en las cifras datas por la “Autoridad Independiente de
Responsabilidad Fiscal”? Es simple: calculan
de manera optimista que los 270.000 inmigrantes que entren hasta 2048
-8.000.000 de inmigrantes más que se sumarán a los 9.000.000 que ya se
encuentran en nuestro país (entre legales, ilegales, nacionalizados e hijos de
todos ellos, lo que supondría ¡¡un tercio de la población española!! De origen
no europeo), todos ellos encontrarán trabajo... A nadie se le ocurre pensar
que la totalidad de este contingente carece por completo de capacitación
profesional y solamente puede realizar trabajos agrícolas o de la más baja
cualificación en el sector servicios, su aportación a la seguridad social será
mínima; muchos de ellos, incluso, llegan en mal estado sanitario y, para colmo,
recibirán salarios propios de tiempo parcial inferiores al mínimo: todo lo cual
hará que puedan estar entre nosotros, en el umbral de la pobreza, recibiendo
subsidios y subvenciones. Además, no se
calcula que, en 2048, incluso la población inmigrante se habrá envejecido y
muchos ya estarán jubilados, la mayoría con edad para ello, prejubilados y el
resto, cobrando subsidios como hicieron desde el primer día de su estancia en
España…
Llama la atención como la izquierda europea está alertando
sobre lo que supondría la irrupción de Vox en la política española (de momento,
sin campaña previa, las encuestas le reconocen una intención de voto del 10% y
en algunas comunidades se de como hecho el “surpasso”, es decir el que el PP
obtendría menos votos que Vox), mucho más que el PSOE o Podemos. La izquierda
europea sabe que, en el continente, ahora solo puede entrar inmigración masiva
por España: y no pueden olvidar que han sido comisionados por los agentes de la
globalización para este fin, es decir, para hacer digerible el fenómeno
migratorio.
Entendamos bien este punto: Sánchez resiste contra viento y marea unos meses más en La Moncloa,
para facilitar la llegada de más inmigrantes al continente europeo. Obviamente,
también para lograr que los próximos presupuestos se desvíe una cantidad
espectacular de dinero para “políticas de género”, “subsidios a la inmigración”
y apoyo a las ONGs que, en un 5-10% serán devueltos bajo mano a los que han
firmado las entregas, y en cualquier caso contribuirán al último “reparto de
beneficios” siguiendo estas prácticas. Porque, enterémonos, el mapa político de Europa ha dado un
vuelco que se confirmará en las elecciones europeas de mayo y también en España
está a punto de darlo.