lunes, 14 de enero de 2019

365 QUEJÍOS (242) – PARA REFERENDUMS SOBERANISTAS, LOS DE HITLER… (A 84 AÑOS DEL PLEBISCITO DEL SARRE)


Hoy se cumplen 84 años del referéndum mediante el cual el Sarre se reincorporó al Estado Alemán después de doce años de ocupación francesa. Hubo un referéndum controlado internacionalmente por la Sociedad de Naciones y convocado por el Canciller Hitler que dio como resultado un 91% de votos favorables a la reincorporación. Sin lazos amarillos, sin ilegalidades y son dudas sobre la limpieza de la consulta y sobre la voluntad popular. Todo un ejemplo para los soberanistas catalanes que mitifican el 1O, realizado sin garantías de ningún tipo, convocado ilegalmente y en el que, a pesar de los fraudes, sostienen que ganaron… La historia sigue siendo el mejor proveedor de casuística para demostrar donde está la realidad y quién se refugia en fantasías.

El 11 de enero de 1923, las tropas francesas, auxiliadas por unidades del ejército belga, habían ocupado la región del Rhur en represalia por un retraso en el pago de indemnizaciones de guerra por parte de Alemania. Obviamente se trataba de una excusa, el interés francés estaba puesto en amputar la región del Rhur y, por extensión, toda Renania al país vencido en 1918. Las minas de magnesio, uranio y los yacimientos de petróleo atribuían una extraordinario importancia geoeconómica a la región y, por lo demás, la cuenta del Ruhr era el primer pulmón industrial de Alemania. Ya en el tratado de Versalles se estableció que la zona debía estar completamente desmilitarizada para garantizar su seguridad a los países del Benelux y a Francia. Se prohibía al gobierno alemán construir fortificaciones o mantener tropas en la orilla izquierda del Rihn en una faja de 50 kilómetros a la derecha. Los pactos de Locarno confirmaron esta cláusula. También se establecía el derecho de los aliados a invadir la zona si Alemania incumplía alguna cláusula del Tratado: y esta fue la excusa –un simple retraso en el envío de 3.000 troncos para postes telegráficos– para invadir la región. Se sabe lo que ocurrió después: huelga general primero, resistencia pasiva y cadenas de atentados de los supervivientes de los freikorps que dieron al NSDAP alguno de sus primeros mártires.

Los franceses siguieron ocupando Renania hasta 1930 y se retiraron cinco años antes de lo que establecía el Tratado de Versalles como signo de buena voluntad (en realidad, la crisis de 1929, había golpeado a Francia y le impedía tener un cuerpo expedicionario acantonado en Renania), pero subsistía la prohibición de que Alemania no pudiera tener tropas en toda la región (que suponía una séptima parte del total del territorio alemán. Esta prohibición era lo que esgrimían los nacionalistas alemanes para considerar que el agravio seguía en pie y que solamente cuando pudieran moverse con libertad tropas regulares del ejército alemán en la zona, esta volvería a ser libre e incorporada de pleno derecho a la Nación. Catorce millones de alemanes estaban todavía discriminados por las cláusulas del Tratado de Versalles.


En este tratado se establecía, además, que la región el Sarre (poblada por 800.000 alemanes) sería administrado durante quince años (de 1920 a 1935) por la Sociedad de acciones y luego se celebraría un plebiscito para que la población decidiera si deseaba incorporarse a Francia, a Alemania o seguir bajo administración internacional. La zona era una de las más ricas de Alemania y –dato esencial– sus ricas minas de carbón fueron cedidas a Francia que, además había impuesto que, en la Comisión Internacional que administraba el territorio siempre figurara un representante francés. Francia se hacía la ilusión de que los habitantes del Serre, en el futuro no desearían la incorporación de su territorio a una Alemania rota, vencida y dividida y que optarían por mantener el estatuto (que, en la práctica implicaba un control directo por parte de Francia, especialmente de sus riquezas naturales y de su industria) o bien incorporarse al Estado galo.

Cuando se produjo el nombramiento de Hitler como canciller del Reich, el Sarre, en tanto que región de habla alemana, se convirtió en una especie de lugar de encuentro de refugiados políticos de las distintas izquierdas radicales que se sentían seguras allí bajo la protección de la Sociedad de Naciones (Alemania, a todo esto, había ingresado en esta institución internacional tras los acuerdos de Locarno). Hitler tenía la intención de resolver la cuestión del Sarre con arreglo a lo establecido en Versalles así que el 13 de enero de 1935, cuando se convocó el preceptivo referéndum para que la población del Sarre eligiera su futuro, puso toda la carne en el asador.

Es importante recalcar que, el referéndum, realizado bajo control internacional, fue “limpio” en todos los sentidos y su resultado es incuestionable: todas las partes pudieron expresarse libremente y sin cortapisas de ningún tipo. 2.000 electores en libertad, eligieron la opción de incorporarse a Francia, 45.000 se manifestaron a favor de que se mantuviera el statu–quo (la zona bajo control de la Sociedad de Naciones) y 445.000 lo hicieron a favor de reintegrarse en la comunidad germánica. Había votado el 98% de la población y en un 90% apoyaron la incorporación a la Alemania nacional–socialista.  El Sarre volvía a ser parte de Alemania, pero Renania seguía desmilitarizada. Hitler pudo declarar a un periodista norteamericano en el Obersalzberg que “uno de los actos irracionales de Versalles había sido finalmente eliminado” (J. Fest). Pero Alemania era todavía débil para ir más lejos.

El 17 de enero de 1935, la Sociedad de Naciones aprobó la reincorporación del territorio del Sarre a Alemania. Josef Bürckel, uno de los primeros miembros del NSDAP, fue nombrado Comisario del Reich para la reunificación del Sarre. Bürckel había sido uno de los organizadores del NSDAP en aquella región ocupada a partir de 1925. La cuestión era que el resultado del referéndum en el Sarre había sido ampliamente favorable a Alemania, pero Renania, así pues, existía base legal para la reincorporación de este territorio al Reich, pero existía el problema de que en virtud del Tratado de Versalles la zona seguía desmilitarizada. En la práctica el territorio era alemán, pero Alemania no podía considerarlo como propio ni ejercer una soberanía efectiva sobre el mismo.

Quizás los resultados del referéndum del Sarre, la legalidad escrupulosa en función de la que se convocó, la limpieza de la campaña y la nitidez de los resultados, deberían ser estudiados por la gencat para ulteriores aventuras y, por lo mismo, para recordar que la frase “la república catalana no existe, idiota”, es algo más que el exabrupto de un mosso d’esquadra harto de insultos: es la frase lapidaria que figurará en la tumba del proyecto soberanista catalán hasta el fin de los tiempos. Así ni se convocan referéndum, ni se construyen patrias.

http://eminves.blogspot.com/2018/11/la-historia-de-la-revolucion-nacional.html