En un mundo globalizado el destino de España no se decide en
territorio nacional. Son los poderes financieros internacionales los que han
propulsado ese nuevo modelo de economía a partir de la caída del Muro de Berlín
y de la doctrina del “fin de la Historia”. De hecho, la crisis de la burbuja inmobiliaria
(iniciada en 2007 en EEUU), la crisis financiera (iniciada al año siguiente con
la quiebra de Lehman Brothers) y la crisis de la deuda (iniciada a partir de
2009 en España), constituyen el fracaso de la globalización. La globalización
ha tenido a un pequeño número de beneficiarios (los gestores del capital
financiero internacional) y a una inmensa mayoría de afectados (especialmente a
las poblaciones del mundo desarrollado que en pocos años han visto como su
industria se deslocalizaba y llegaban a sus países oleadas de inmigrantes para
abaratar el coste de la mano de obra y ganar en competitividad. Intento absurdo
porque los salarios medios en Europa no pueden rivalizar con los 150 euros/mes
pagados en China, no con los 75 euros/mes pagados en Vietnam, ni con los 33
euros/mes pagados en África negra…
El problema más importante al que se enfrenta España en la
segunda década del nuevo milenio es, precisamente, el fracaso de la
globalización y la imposibilidad de enderezar nuestra economía de manera
autónoma o al menos junto a los países europeos que tienen una estructura
económica y unos costes de producción próximos a los nuestros. A esto se une un
sistema de alianzas impuesto durante la transición como condición previa para
el ingreso en las Comunidades Europeas y que ha supuesto una profundización en
la línea seguida por Franco desde 1956 cuando suscribió los pactos de ayuda y
amistad con los EEUU, ingresando en la OTAN, participando luego en las
aventuras coloniales de los EEUU y comprometiéndose en el “escudo antimisiles”,
todo lo cual indica que nuestra política exterior, desde hace casi 70 años está
condicionada por las actitudes de los EEUU y sirve más a sus intereses que a
los nuestros.
Todo ello crea un marco extremadamente catastrófico para
nuestra política exterior y, especialmente, marca la imposibilidad –mientras se
persista en estas actitudes: 1) aceptación acrítica de la globalización, 2)
integración en la OTAN, 3) seguidismo hacia los EEUU- de modificar los
lineamientos erróneos en política exterior que contribuyen a aumentar el peso
de las catástrofes descritas anteriormente: el política porque los EEUU imponen
un modelo político que no es el que más conviene a nuestro país, en economía
porque precisamente el gran lastre de nuestra economía es nuestra inclusión en
la globalización y en cultura porque seguimos un modelo nacido fuera de
nuestras fronteras, el “modelo americano”.
Por tanto, los problemas que se suscitan en este terreno son:
a. Somos vasallos de un país en decadencia que corre el
riesgo de arrastrarnos en su caída- Decimos “vasallos” y no aliados porque los
“imperios” tienen vasallos, nunca aliados.
- EEUU tienen hoy una deuda acumulada de más de 12 billones
de euros. Una deuda así es imposible de cubrir y evidencia la debilidad del
imperialismo norteamericano que sigue viviendo en la actualidad gracias
1) a que diariamente desde hace casi
20 años, se inyectan más de 1.000 millones de euros diarios en las bolsas
norteamericanas, lo cual garantiza el consumo interior y permite que las
empresas norteamericanas prosigan su depredación por todo el mundo. Esos 1.000
millones proceden de los petrodólares, de China y de Europa.
2) a que la inmensa mayoría de los grandes consorcios
multinacionales, a pesar de que, por definición, son internacionales, tienen su
sede social en los EEUU y actúan en la misma dirección que el llamado complejo
militar-petrolero-industrial.
3) a que la alianza entre los EEUU y el capital en manos
judías goza de buena salud y el poder militar de los EEUU es hoy por hoy la
gran salvaguardia del Estado de Israel, si bien el judaísmo norteamericano
tiene connotaciones culturales (es prácticamente laico en sus élites
económicas), económicas (la élite del judaísmo norteamericano, en buena medida,
cree que el mantenimiento del Estado de Israel es excesivamente costosa, es
decir, no es un judaísmo sionista) y mito-políticas (especialmente desde el
conservadurismo norteamericano se ha insistido en que Israel es el “pueblo
elegido de la antigüedad” mientras que los EEUU son el “pueblo elegido de la
modernidad” y que, por tanto, los destinos de ambos países están unidos) que
complican extraordinariamente el problema en el momento actual.
4) a que la presencia de los marines en 250 bases militares
extendidas por todo el mundo y el desarrollo de una industria armamentística
basada en los conceptos de ataque masivo a distancia, y guerra asimétrica (con
0 bajas propias y destrucción total del adversario), contribuyen por el momento
a mantener la fidelidad de los vasallos, a sabiendas de que quien cambie de
posición se arriesga a represalias político-económico-militares.
- En el momento en el que falle algunos de estos cuatro
elementos (flujo diario a las bolsas, potencia militar, dinero judío y quiebra
de algunos consorcios), los EEUU corren el riesgo de desplome
económico-militar. Si a ello se unen problemas sociales (el aumento de las
tensiones internas entre latinos y anglosajones, dos comunidades absolutamente
diferenciadas y con identidades completamente diferentes e incluso opuestas) y
las tensiones entre el “centro” federal y la “periferia” de los Estados, si
tenemos en cuenta que la privatización de servicios e infraestructuras ha
generado obsolescencia en muchos sectores y falta de capacidad de reacción del
poder central, factores todos ellos que nos indican que el futuro de los EEUU
es particularmente problemática y que el país camina hacia una guerra civil que
puede ser, a la vez, racial y social.
- Si es cierto que la hegemonía norteamericana toca a su fin
y que los días de los EEUU como única potencia mundial están contados, habrá
que reconocer que esto se aproxima justo en el momento en el que España está
privada a causa de la crisis para ejercer una acción política exterior y cuando
nuestra situación de dependencia en relación a las orientaciones de la defensa
de los EEUU nos comprometen con el “caballo perdedor”. El futuro
desmantelamiento de la política exterior de los EEUU puede acarrear el que,
bruscamente, nos encontremos con la necesidad de establecer una política
propia, pero sin instrumentos suficientes para improvisarla.
- Hay que recordar que las políticas exteriores y de defensa
no son objeto de un gobierno concreto, ni de cortos períodos de tiempo, sino
que su credibilidad deriva de la ausencia de variaciones en sus orientaciones:
un país es tanto “más fiable” para otros países en la medida en que sus
políticas de defensa y de exteriores son más constantes.
b. Ante la previsible caída del “unilateralismo norteamericano”,
España no está en condiciones de proponer ni practicar una alternativa capaz de
convertirnos en dueños de nuestro propio destino y en país influyente.
- Lo dicho en el parágrafo anterior nos sitúa ante otro
problema incuestionable: el tiempo del unilateralismo se está acabando, han
aparecido nuevos actores internacionales en la escena, que, primero han
destacado en la esfera económica y tecnológica, para destacar luego como polos
de influencia en el panorama internacional. La política exterior y de defensa
española no ha tenido en cuenta la emergencia de estos nuevos centros de poder.
- Los gobiernos españoles de los últimos 60 años han dado
como inevitable el que España pertenezca al área de influencia de los EEUU y
han renunciado a crear una política exterior propia. Han aceptado el estar
ausentes del panorama internacional con vocación y potencia y se han resignado
a situarse a la sombra del paraguas protector de los EEUU. Esto ha tenido
costes pesados y el primero de todos ha sido compartir el destino de los EEUU,
renunciando a la creatividad y a la búsqueda de vías propias. Si se hubiera
previsto desde hace décadas que el poder de los EEUU periclitaría, se hubiera
experimentado la necesidad de asumir tareas necesarias para tener voz propia en
un futuro mundo multipolar. No se hizo así y ahora, en plena crisis económica,
España es un país “apestado”, gobernado por una clase política que no inspira
respeto ni en el interior ni en el exterior del país y que, por tanto, no está
en condiciones de diseñar un destino propio que pueda interesar a un grupo de
pueblos en similares condiciones. No estamos preparados para el reemplazo que
supondrá pasar del unilateralismo al multilateralismo.
- A la quiebra del unilateralismo que sucederá a la quiebra
del americanismo se une un tercer factor que, a modo de receptáculo, encierra a
estos dos fenómenos: el fracaso de la globalización.
c. Si entre 1989 y 2001 el mundo vivió bajo el ensueño de la
globalización y del “fin de la historia”, a partir de 2007, se desvaneció la
viabilidad de la globalización. Nadie en España, todavía, salvo el sector
alternativista, cuestiona la existencia de un mundo globalizado.
- El mundo es demasiado diverso como para poder realizar una
globalización económica, en cuento al multiculturalismo y al mestizaje cultural
que acompañan a la idea mundialista, el mundo es demasiado rico en matices como
pensar que alguna vez todos ellos se terminarán fusionando en un todo uniforme.
- La globalización, inicialmente, aludía solamente al libre
tránsito de capitales de un lado a otro del planeta. Sin embargo, quienes lo
impulsaron, pronto se percataron de que, podía conducir a un “gobierno mundial”
(idea que ya estaba implícita en los delirios humanitaristas-universalistas de
la UNESCO y de los altos funcionarios de Naciones Unidas) a condición de que se
hiciera alusión a una globalización no sólo económica sino también política,
cultural, religiosa y étnica. El éxito de la globalización dependía de su
viabilidad en el plano económico, y quedaba reforzada por todos los demás
frentes. Pero si la globalización acompañaba a una crisis económica, la
globalización de las costumbres (el multiculturalismo), de la política (la
Alianza de Civilizaciones en sus contenidos), de la religión
(seudo-espiritualidad newage) y étnica (las migraciones masivas y el
mestizaje), crearían las condiciones para un segundo intento globalizador
cuando las circunstancias estuvieran más maduras. Nosotros estamos ahora en ese
punto.
- La crisis económico-social iniciada en 2007 ha demostrado a
las claras la imposibilidad de una globalización en la que el Primer mundo
siempre será la zona más afectada, debiendo renunciar a su objetivo de extender
el Estado del Bienestar, dando lugar a formas neoliberales en los que la
privatización de los servicios sociales sea el elemento central. Si hoy todavía
no existe una revuelta generalizada contra la globalización se debe
fundamentalmente a la ausencia de un extendido movimiento político-social que
realice una crítica sistematizada a ese modelo.
- La globalización ha generado que nuestro país renuncie a
algo tan básico como la autonomía alimentaria y a renunciar a la industria
pesada, mientras que está en marcha un proceso creciente de desertización
industrial. Nuestro país depende completamente del exterior en materia
energética y alimentaria y cada vez producimos menos bienes de consumo y
manufacturas. Esto hace que el mercado laboral cada vez se contraiga más (lo
que está en contradicción con la llegada masiva de inmigrantes teniendo como
consecuencia una caída en picado del precio de la mano de obra escasamente
cualificada).
- Por tanto nuestra país (uno de los eslabones más débiles
del mundo capitalista occidental) tiene un doble peligro: si la globalización
progresa y se afianza, nuestra sociedad sufrirá un trauma que situará a la
mayor parte de la población a la precariedad; pero, por el contrario, si la
globalización se muestra imposible, nuestro país saldrá de este período con un
grave déficit de industria y con un mercado laboral completamente
distorsionado, en unas condiciones de conjunto completamente inadecuadas para
afrontar un período post-globalizador. En cualquiera de los dos casos, la
conclusión al proceso globalizador, sea cual sea, no puede ser sino
extremadamente negativa para nuestro país.
d. Desde su creación, en 50 años, el Mercado Común Europeo,
luego llamado Comunidades Europeas y finalmente Unión Europea, ha estado
sometida a distintas orientaciones. La “unión política” que se expresó como
intención en el Tratado de Maastrich con el frustrado intento de redactar una
“constitución europea” y la “unión monetaria” (creación del Euro y del Banco
Central Europeo), han constituido un estrepitoso fracaso. Desde la transición
política (1976-1983) España aposto por “Europa”, sin percibir que algunos de
sus impulsores no aspiraban a otra cosa más que a la conquista de un área de
influencia sin ejércitos pero con tecnócratas.
- España en la transición política creía que verdaderamente
la solución a todos sus males económicos era la “integración en Europa”.
Existía en el subconsciente colectivo la idea de que “no éramos Europa”, sino
algo exótico situado entre África y Europa. La negociación con la UE fue
llevada a cabo por Felipe González en un marco de apresuramiento y presión,
máxime cuando el socialismo español debía a la socialdemocracia alemana su
propia existencia y el hecho de que fuera el SPD alemán el que construyera a
partir de la nada y a golpe de talonario al PSOE a partir de 1976. Pronto se
vio que Alemania exigió de Felipe González un alto pago por haberlo situado en
el poder. La negociación excesivamente rápida costó el desmantelamiento de
sectores estratégicos de nuestra economía.
- Hubo que esperar a la primera reconversión industrial y a
la llegada masiva de fondos estructurales durante veinte años para que se
produjera espejismo de que la “integración en Europa” había sido un éxito. Pero
el final de la llegada de fondos estructurales y el inicio del período en el
que España debía de aportar grandes cantidades para el desarrollo de los nuevos
socios de la UE, precedió en apenas un año (2006) al inicio de la gran crisis
económica (2007), con lo que se juntaron tres efectos perniciosos: fin de la
llegada masiva de ayuda europea, inicio del pago de España de sus cuotas para
fondos estructurales e inicio de la gran crisis con contracción de los
mercados, estallido de las burbujas y aumento consiguiente del paro y de la
deuda soberana.
- Si durante el gobierno de Felipe González, España se limitó
a aprobar todas las decisiones tomadas en Bonn primero y en Berlín después, con
la llegada de Aznar España reforzó el obstruccionismo del Reino Unido en la UE
en su condición de segundo gran aliado de EEUU en el seno de Europa. El hecho de
que a partir de 2004 esta política saltara por los aires con el gobierno
Zapatero, lejos de beneficiar a España, contribuyó a castigarla todavía más:
para distanciarse del aznarismo, Zapatero apoyó incondicionalmente al eje
franco-alemán y se negó a vetar las firmas de acuerdos preferenciales con
países no europeos que lesionaban gravísimamente los intereses de los
agricultores españoles. Con Rajoy esta política no ha variado y España es el
“gran mudo” de la UE, acaso porque tiene por delante la petición de un
“rescate” financiero.
- En el momento actual se ha demostrado que la moneda única
es perjudicial para las economías más débiles de la UE que ya no tienen en sus
manos una política monetaria para salir de la crisis y están sometidos a la
rigidez impuesta por Alemania y por Francia en torno al euro y en torno al
Banco Central Europeo. Si tenemos en cuenta que cinco países de la UE ya han
pedido “rescate” se entenderá que ya nadie hable de la “construcción política
de Europa” y de “profundizar” en la constitución de la UE o en la redacción de
una “constitución europea”. La UE empezó siendo un “mercado común”, después de
dos décadas de intentar una difícil unión política, hoy el aspecto económico
vuelve a ser el esencial pero no acompañado por la euforia de que la
desaparición de las fronteras beneficiará a la economía, sino por las dudas
sobre si el Euro sobrevivirá a la crisis.
- En el último cuarto se siglo, España se ha configurado como
una “nación de servicios” dentro de la UE, un país periférico, carente por
completo de industria pesada, apenas un paraíso residencial para jubilados
ingleses, holandeses y alemanes y para más de 50 millones de turistas. Pero
hemos dejado de ser una potencia industrial, hemos renunciado incluso a la
autonomía alimentaria y somos completamente dependientes de Europa… de una
Unión Europea que ni siquiera está claro si sobrevivirá a la actual crisis
económica.
- Para colmo, la Unión Europea no se ha configurado como un
espacio libre de economía cerrado a la globalización y a sus peligros, sino que
ha cometido el error de transformarse en la “pieza europea” del mundo
globalizado. A las dudas sobre el futuro y sobre la viabilidad de la UE, se
unen precisamente ahora las dudas sobre la viabilidad del sistema mundial
globalizado.
- Todo esto llega en un momento en el que la economía español
y especialmente la industria manufacturera, está extremadamente deslocalizada,
esto es, debilitada. Las dudas sobre el futuro de la UE se unen a las dudas en
torno a la globalización y a la hegemonía norteamericana, generando demasiados
eslabones cuya resistencia es problemática y hacen que la actual situación no
puede prolongarse durante mucho tiempo.
e. Históricamente, el único factor que ha facilitado el dejar
atrás las crisis económicas (como la del 29) ha sido el estallido de guerras
generalizadas. En esta ocasión no será diverso: de la crisis iniciada en 2007
en EEUU solamente se saldrá con un nuevo conflicto que constituirá la guerra
para salvar al capitalismo.
- En 1929 estalló la gran crisis
del capitalismo. Contrariamente a lo que han propagado periodistas poco
exigentes, el “new deal” de Roosevelt (que, fundamentalmente, consistió en
inyectar dinero público en la creación de infraestructuras y programas
sociales, unidos a algo de proteccionismo). Sin embargo, en 1937, se volvió a
producir una recesión. Hay que decir que la crisis del 29 afectó a todos los
países desarrollados… salvo a la URSS que estaba regida por otro sistema
económico. Y, por supuesto, Alemania que había llevado a cabo una política muy
agresiva a partir de 1933 de lucha contra la economía liberal. Hjalmar Schacht,
ministro de economía de Hitler, negoció con los acreedores de Alemania el
cobrar inmediatamente las cantidades adeudadas a condición de invertir ese
mismo dinero en la reconstrucción del Reich. Aceptaron. En pocos meses, el
régimen empezó a absorber el paro. No así en EEUU en donde el “new deal” no
pudo evitar la irrupción de un 25% de parados… Pronto, el capitalismo llegó a
la conclusión de que sin una guerra que volviera a poner en marcha los
mecanismos de producción y de consumo, no quedaría atrás la crisis. Alemania
marcaba el camino: se estaba impulsando la industria armamentística y esta
“tiraba” del resto de sectores económicos. Pero el problema en EEUU y en el
Reino Unido es que –a diferencia de Alemania- el ejército ya existía. En
Alemania, como se sabe, había sido prácticamente disuelto después del tratado
de Versalles y reducido a su mínima expresión hasta el punto de que oficiales
alemanes debían entrenarse en la URSS para eludir las condiciones impuestas.
- Era preciso que estallara una guerra lo más
lejos del territorio metropolitano de los EEUU. En Europa, por ejemplo. Para
eso, EEUU contaba con un aliado preferencial, cerca del teatro de operaciones
europeo: el Reino Unido. De hecho, ya en aquella época Londres era la primera
plaza bursátil mundial y el nexo entre las finanzas anglosajonas de uno y otro
lado del Atlántico estaba sellado desde principios del siglo XIX cuando ya se
habían disipado los efectos de la guerra de independencia de las colonias. Fue
a través de este aliado providencial que Francia se vio envuelta en una guerra
que se saldaría con la peor humillación de su historia y que el Reich tuvo una
guerra que Hitler no deseaba. La excusa fue banal: el corredor de Danzig.
- El territorio nacional alemán había quedado
partido a raíz de las condiciones del Tratado de Versalles. Prusia oriental
estaba completamente descolgada del resto del territorio a raíz de la formación
del Estado Polaco. Una parte de Pomerania, que siempre había sido alemana,
bruscamente se convertía en territorio polaco. El 24 de octubre de 1938, el
gobierno alemán solicitó a Varsovia la devolución de la “ciudad libre” de
Danzig, unida aduaneramente a Polonia y permiso para tender una línea férrea y
una carrera a través del corredor, con estatuto de extraterritorialidad.
Varsovia apoyada, por supuesto, por el Reino Unido, rechazó la propuesta que no
atentaba ni contra su integridad territorial, ni contra su seguridad. En lugar
de eso, firmó un tratado de ayuda mutua con Londres. El camino para la guerra
estaba preparado. Se puede reprochar a Hitler que, desde la anexión de Austria,
hubiera jugado a la ruleta rusa y que, resultase inevitable que antes o
después, estallase la guerra. Pero la excusa de Danzig era excesivamente banal
y, por lo demás, a nadie se le escapa que era de justicia que un territorio que
había sido colonizado por la Orden de los Caballeros Teutónicos desde el siglo
XII, y que siempre había sido germano, no era de recibo que por una decisión
puntual internacional pasara a ser… polaca. No era raro que en París, el 3 de
septiembre de 1939, cuando Londres declaró la guerra a Alemania seguida por
Francia, muchos periodistas se preguntaran “¿Morir por Danzig?”… en efecto,
nadie hasta ahora, ha logrado convencer a ningún analista serio, ni a ningún
observador imparcial, de que Danzig valía los 51 millones de muertos (12 por el
Eje y 49 por los “aliados”)… Es más, si se produjeron 51 millones de muertos
fue solamente y nada más que para salvar al capitalismo y terminar con la
crisis iniciada en 1929.
- Aquella guerra sirvió solamente para
destruir Europa, generar un duopolio internacional USA-URSS que duró 45 años,
en el curso del cual, no solamente Alemania, sino especialmente Francia e
incluso el Reino Unido resultaron anuladas como grandes potencias. Y, eso sí,
el capitalismo resultó salvado y respiró profundamente desde los rascacielos de
Manhattan. Vale la pena no olvidar que aquella guerra no fue ni el blitzkrieg,
ni el holocausto, ni la guerra en el Mediterráneo o en Asia: fue sólo y
únicamente, pro encima de todo, la guerra para salvar al capitalismo. No lo
olvidemos, porque ahora tenemos encima una nueva guerra de consecuencias
imprevisibles de la que nuestro país y toda Europa debe de mantenerse por
encima de todo al margen.
- Casi tres cuartos de siglos después del gran
error de Danzig, las piezas del ajedrez vuelven a estar como entonces. El
escenario ha cambiado. El Islam y no el Reich es el “enemigo”. El teatro no es
Europa sino Oriente Medio. Pero el instigador es el mismo: la alta finanza
internacional, los grandes consorcios financieros y mediáticos. Y el objetivo,
por supuesto, es el mismo: salvar al capitalismo, preservar los beneficios,
rentabilizar el rendimiento del capital y devolver la alegría del crecimiento a
los poseedores del capital.
- Es relativamente fácil establecer dónde tomó
cuerpo la decisión de desatar un conflicto de dimensiones internacionales: en
la reunión del Club Bildelberg en Sitges en el año 2010 en el Hotel Dolce del 3
al 6 de junio. Allí se constató especialmente que el capital financiero
norteamericano, mayoritariamente judío, se desentendía del destino del Estado
de Israel. El mantenimiento de ese Estado es caro, especialmente cuando
Alemania ya ha agotado las indemnizaciones de guerra y cuando la demografía
interior del Estado judío ha ido variando (disminuyen los askenazíes y aumentan
los judíos etíopes, rusos y sudamericanos). Por otra parte, es bueno recordar,
que el judaísmo norteamericano no es, ni ha sido nunca, mayoritariamente
sionista y, por tanto, la creación de un “hogar nacional judío” le trae,
literalmente, al fresco. A partir de ese momento, otros escenarios que podían
haber sido tomados como ubicaciones para un conflicto generalizado quedaron
descartadas (especialmente Beluchistán).
- Llevamos más de dos años asistiendo al
movimiento de las piezas. Las “revoluciones árabes” distan mucho de ser
movimientos providenciales. Si lo hubieran sido, ni la OTAN, ni EEUU hubieran
puesto tanto cuidado en derribar al régimen de Ghadaffi, ni en haber
permanecido ajenos a las peticiones de apoyo que formularon los dictadores
tunecino y egipcio que tantas veces habían apoyado las políticas
norteamericanas en la zona. Era evidente y hasta un ciego podía intuirlo que
cualquier movimiento en el mundo árabe generaría desequilibrios interiores que
facilitarían el ascenso de fuerzas políticas islámicas radicalizadas. Pero era
necesario que desaparecieran dictaduras laicas para abrir el paso a dictaduras
religiosas fanatizadas y que estas hicieran causa común con el gobierno iraní
para lograr que una vez iniciado el conflicto entre Irán e Israel, el teatro de
operaciones se extendiera desde el Atlas hasta Filipinas. Sí, porque ese será
el escenario y la excusa el ataque que en estos mismos momentos está preparando
Israel contra las instalaciones nucleares iraníes. Los halcones de Tel Aviv
piensan que el tiempo juega contra ellos y que contra antes ataquen antes se
verán libres del peligro de que Teherán cuente con ingenios nucleares. El hecho
de que Irán tenga armas atómicas es importante, simplemente, porque rompe los
equilibrios que se han dado hasta ahora en la zona (Israel tiene ese tipo de
armas, no firmó el Tratado de no Proliferación Nuclear y dispone de un número
de megatones no cuantificado pero superior a los que posee cualquier otro país
árabe… hasta ahora). En un escenario en el que los árabes tengan bombas
nucleares, Israel deberá negociar la paz a la baja. Y los cultivos del desierto
del Negev (pulmón alimentario de Israel) estarían siempre bajo amenaza de que
los árabes condescendieran a que las aguas de los acuíferos de Gaza y de las fuentes
del Jordán llegaran a los kibutz.
- En este escenario se entiende perfectamente
lo que en estos mismos momentos está ocurriendo en Siria. Se está fomentando
artificialmente un conflicto en ese país y se está engañando a la opinión
pública europea mediante un bombardeo diario de reportajes, filmaciones,
noticias y declaraciones construidas por los laboratorios de operaciones
psicológicas de los EEUU hasta el punto de que ya resulta imposible saber qué
informaciones tienen un poso de verdad y cuáles son completamente falsas en un
esquema similar al que hizo que la opinión pública europea permaneciera callada
ante la intervención de nuestros ejércitos en Libia.
- Si hoy Siria está en el ojo del huracán se
debe especial y únicamente a que es el aliado preferencial de Irán en Oriente
Medio y que es a través de este país como los tanques y los aviones iraníes
pueden llegar hasta la vertical de Haifa y de Tel-Aviv e incluso colocar sus
baterías convencionales y hacer llegar en pocos años ingenios nucleares lanzados
desde los altos del Golán. Mientras, los agentes del Mosad están realizando
operaciones secretas en Irán y en Siria. Científicos iraníes han sido
asesinados (cinco en apenas dos años).
+- EEUU es el primer interesado en el
estallido de este conflicto. No solamente porque ahí es donde está situado el
nudo del capitalismo mundial sino porque quiere también sacarse el mal sabor de
boca del fracaso de sus últimas intervenciones en la zona: Afganistán en donde
no han podido vencer a unos miles de cabreros armados toscamente, en Irak en
donde lo único que han logrado ha sido derribar un régimen laico y sustituirlo
por un régimen chiíta próximo a Irán (con un país que previsiblemente se
partirá en dos: parte chiita y parte sunnita, optando la primera por aliarse
con Irán). Washington sabe que en esta guerra sus tropas estarán en casa (salvo
que la amenaza de liquidación del Estado de Israel y la subida al poder de los
neoconservadores en las elecciones de noviembre de este año animaran a la
opinión pública de aquel país a intervenir en defensa del aliado hebreo… cosa
harto improbable a la vista del tradicional aislacionismo de la población
norteamericana que, sin embargo, a veces se ve basculado por extraños
episodios, desde Pearl Harbour hasta el 11-S y desde el Maine hasta el
hundimiento del Lusitania) pero que servirá armas y municiones a los
contendientes, directa o indirectamente.
- El escenario, repetimos, será éste: ataque
preventivo de Israel a las instalaciones nucleares iraníes y respuesta de este
país que, por mínima que sea, desencadenará el conflicto. Aunque Irán no se
creyera en condiciones militares de atacar, es evidente que tomaría algún tipo
de represalia (hoy mismo, en el momento en que escribimos estas líneas, Irán ha
suspendido el suministro de petróleo al Reino Unido y a Francia como represalia
por haber instigado las sanciones económicas). Y esa represalia solamente puede
ser el cierre del estrecho de Ormuz que constituye el verdadero cerrojo del
Golfo Pérsico e impediría que ni una sola gota de petróleo saliera de la zona
con destino a los mercados mundiales. Cada día 17 millones de barriles de
petróleo, un tercio del crudo mundial, pasan por Ormuz así que podemos intuir
lo que significaría el cierre del estrecho. Recientemente Ignacio Ramonet
recordaba que el Estado Mayor Iraní afirma que “nada es más fácil de cerrar que
ese Estrecho”. Y Washington ya ha recordado que el cierre de Ormuz sería
considerado como “casus belli”. Ormuz es Danzig.
- Pero hay otro contendiente
inevitable en el conflicto: Turquía. Este país está demasiado cerca del
conflicto como para que pudiera salir indemne. Tiene fronteras con Irak, Irán y
Siria y su territorio es imprescindible para hacer llegar suministros a las
distintas partes en conflicto. Ankara será presionado por todos los
contendientes para que se sume a sus filas: los EEUU le recordarán su condición
de miembro de la OTAN y los países árabes de su carácter religioso mayoritario.
Y, para colmo, Turquía, a causa de la cuestión del Kurdistán no se puede
permitir adoptar una posición contraria a Siria, Irak e Irán. Tiene que contar
con ellos o a ellos les costará poco crear un conflicto interior en el
territorio turco. Sin olvidar que los islamistas moderados gobiernan en Ankara.
- Ramonet afirmó en febrero pasado con una
ingenuidad que dice muy poco de la experiencia que ha aquilatado a lo largo de
los años, que “la hora de la diplomacia todavía no ha pasado” ¿sirvió algo la
diplomacia para resolver el contencioso de Danzig? ¿Sirvió algo la diplomacia
para evitar el miserable ataque a Irak con las miserables excusas que se
dieron? ¿Sirvió la diplomacia para que Sarkozy no se lanzara como un buitre
sobre Libia? No, bueno pues aquí tampoco servirá de nada. Y no servirá por la
sencilla razón de que los dados hace tiempo que están tirados y el futuro está
marcado: en Sitges en 2010, por un grupo de oligarcas, financieros y políticos
que comen de la mano de ellos, de todo el mundo. En Bildelberg. Después de
entonces ya no hay lugar para la diplomacia porque la diplomacia es solamente
un auxiliar de la política y esta hoy no es más que algo subordinado a la alta
finanza y a los intereses del capitalismo mundial. Ahora bien, si la suerte de los contendientes (Israel y los países
árabes) ya está decidida, lo único que a nosotros debe preocuparnos es
preservar nuestra seguridad y nuestra extrañeidad al conflicto. No podemos, la
Unión Europea, no puede tomar partido una vez más por los vencedores de 1945:
el capitalismo anglosajón. Ni por los agresores de 2003 que nos juraron y
perjuraron que había armas de destrucción masiva. Esta no es, ni será nuestra
guerra. Esta no debe ser la “Tercera Guerra Mundial” sino la “Cuarta Guerra
Árabe Israelí” y quedar así, no nos puede afectar. Debemos necesariamente
permanecer al margen de una guerra que puede revestir caracteres de destrucción
masiva como pocas antes.
-Por tanto, la única opción admisible en
Europa y desde Europa es el neutralismo. No es que Europa sea un “enano
político” (que lo es), es que en las actuales circunstancias la única garantía
de supervivencia de la Unión Europea es permanecer de espaldas al conflicto,
ofreciendo ayuda humanitaria como máximo, pero nunca armas, ni municiones, ni
apoyo diplomático a ninguna de las dos partes. EN ESTA GUERRA QUE SE AVECINA,
PARTICIPAR ES PERDER. Solamente el capitalismo cree que saldrá beneficiado… Hay
que permanecer, pues, vigilantes ante las mentiras con las que nos van a
obsequiar nuestros ministros de exteriores y nuestros políticos, incluso los
que parece que saben algo de política internacional y apenas saben otra cosa
que leer los dossiers de agitación belicista que les llegan de la CIA. Por no
hablar de los halcones de la prensa que hace menos de 10 años pontificaban
sobre las “armas de destrucción masiva” con un cinismo tan solo equiparable al
belicismo más odioso que ha visto este país. Están a la derecha, claro, pero no
solamente en la derecha. Y hoy están en el gobierno como lo estuvieron en 2003
cuando la agresión innoble a Irak o como lo estaban en 2001 cuando se produjo
la invasión de Afganistán.
- La diferencia entre la crisis del 29 y la
iniciada en 2007 es que en la primera el capitalismo tenía entonces áreas por
las que expandirse. Hoy, sin embargo, el capitalismo ya está extendido a todo
el mundo. Ha generado la madre de todas las desgracias: la globalización. Lo
hemos dicho en otras ocasiones: la globalización que se inició como un libre
tránsito de capitales (que era, en el fondo lo que interesaba únicamente al
capitalismo financiero internacional) ha terminado siendo una globalización de
la producción industrial y de las exportaciones e importaciones. Y el mundo es
demasiado desigual como para que esto se impusiera impunemente. Es cierto que
un trabajador chino cobra 133 euros/mes, pero es que uno vietnamita cobra 75
euros/mes y uno africano 33 euros/mes… así pues, ya sabemos a donde van a ir
migrando las industrias. O bien aceptamos la desertización industrial de tres
cuartas partes del mundo o bien rompemos con la globalización.
- Los ciclos económicos se agotan. Y el ciclo
del capitalismo está agotado: el capitalismo muere por la rapacidad
incontenible e irrefrenable de los propios capitalistas así como por la propia
ley interior del capitalismo, mayor beneficio en menos tiempo. Un sistema así
es insoportable a medio plazo. Y ese plazo ya se está agotando. Lo que ha
producido riqueza en un período histórico, no tiene porqué seguir produciéndola
a medida que va llegando a sus consecuencias últimas: cada vez más dinero está
en menos manos y, por tanto, la “libertad de mercado” es sustituida
automáticamente por el monopolio y el oligopolio. Así pues, a diferencia de la
crisis de los tulipanes en la Holanda del XVIII o de la crisis del 29, ésta es
una crisis sistemática que ha aparecido de la mano de la globalización y de la
mano de la concentración del capital. Y no hay remedio. En las actuales
circunstancias el capitalismo ya no toleraría nada parecido al “new deal”
rooseveltiano o el que los economistas keynesianos tomaran la iniciativa. Todos
estos aspectos del capitalismo han quedado atrás. Dicho de otra manera: tras la
globalización no hay una fase siguiente de evolución del capitalismo, sólo
queda su desintegración.
- La debilidad de España en materia internacional obligará al
gobierno español en el momento en el que estalle el conflicto, a tomar partido
y a seguir a los EEUU en esta nueva aventura, y lo hará a través de la OTAN. Es
muy probable que el presidente de gobierno que se siente en La Moncloa en ese
momento crea que la vía de la guerra puede ser, no sólo aceptable sino también
deseable para nuestro país y que tanto la participación en el conflicto como la
reconstrucción de las zonas afectadas supondrán un buen negocio que relanzará
la economía española. A diferencia de otras crisis económica anteriores, lo
esencial de este no es lograr poner en marcha las fábricas de armamento y que
estas arrastren a la economía en general, ni tampoco el proceso de
reconstrucción posterior de las zonas afectadas, sino que un conflicto de este
tipo hay que insertarlo dentro de una economía globalizada, por lo que en
última instancia el mal de fondo de la economía seguiría vivo y activo.
- Es fundamental entender, por lo demás, que en estos
momentos nuestro país no está preparado para un conflicto bélico, ni siquiera
para un conflicto asimétrico en el que algunos cientos o miles de nuestros
soldados murieran en una guerra organizada por los EEUU e Israel para salvar al
capitalismo. El estallido de un conflicto de esas características redundaría
todavía más en un desprestigio de las instituciones y del gobierno, agravando
aún más la crisis nacional. Pero, por el contrario, adoptar una posición
neutralista y no participar en el conflicto supondría un enfriamiento de las
alianzas tanto con los EEUU como con la UE, incomprensible desde el momento en
el que España es un país miembro de la OTAN y está obligada a participar allí
en donde el mando de la Alianza lo requiera.
- Estamos persuadidos de que un conflicto de este tipo, por
la gravedad y la evidente inmoralidad que va a suponer, puede ocasionar un
estallido político-social en nuestro país y precipitar todo el proceso de
aumento de las contradicciones internas del sistema político-económico. La
“guerra para salvar al capitalismo” puede convertirse, paradójicamente, en la
“guerra que hundirá a la constitución de 1978”.
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Las tensiones que debe soportar España son muchas y de muy
diversa naturaleza. Todas han coincidido en un espacio de los 10 años que
median entre 2007 y 2017: son demasiados y de demasiada magnitud como para
pensar que a partir de 2017 el sistema podrá superarlos. Es lógico pensar que
el sistema no estará en condiciones de afrontar todos estos problemas en cadena
y sucumbirá a lo que hemos dado en llamar “convergencia de catástrofes”.