El pasado día 6 hubo un acto en el Salón de Cent de
Barcelona, organizado por la alcaldesa y su milonguero de cámara, el concejal
Picharelli. Realmente, pocos se han enterado de las alocuciones de ambos y la
conferencia del profesor Martín Rodrigo Alharilla que, con mucho, fue lo mejor.
Si los barceloneses leyeran lo que dicen
sus “máximas autoridades municipales”, no solamente se abochornarían, sino que
asaltarían el edificio del ayuntamiento para desalojar a las bravas a los que
ellos mismos pusieron allí. Y harían bien, porque quienes les prometieron
todo, sólo están hoy interesados en conquistar el voto de los manteros. Me quejo de la tonta del bote, no contenta
con hundir un poquito más en la mierda a la ciudad que me vio nacer, además,
haya “pedido perdón por el pasado
esclavista de Barcelona”. En realidad, de lo que me vuelvo a quejar es
de que existan personas como la Colau y Barceloneses que, en su momento, creyeran
que servía para algo más que para salir como figurante televisiva.
Nada que alegar a la intervención del profesor,
especializado en el nacimiento de la burguesía catalana. Su tesis doctoral
versó sobre la familia de Antonio López, Marqués de Comillas. En sus libros y
siempre ha trabajado el tema de los indianos. Bien por él. Es un tema
apasionante. Me permitirán que les cuente algo sobre mi familia. La casa
familiar tenía cuatro palmeras y otras tantas la de los tíos, en San Pere de
Ribes, signos de nuestras raíces indianas. Recuerdo que, de pequeñito, mi
padre, buscando en los archivos familiares se encontró un par de documentos de
mediados del siglo XIX que todavía conservo: es el recibo por la compra de
cuatro esclavos. Está claro que con la mentalidad
del siglo XXI, no puede juzgarse lo que hacía el bisabuelo a mediados del XIX y
en el mar de las Antillas. Así que no tengo porque ir pidiendo perdón a los
manteros, ni pagar a una ONG para expiar las culpas de mi familia.
Con Vázquez Montalbán tuve una discusión por este tema. Me
sostenía que Josep Xifré, nacido en Arenys de Mar (tuvo incluso negocios
inmobiliarios en Nueva York y parte de Wall Street era de su propiedad),
traficaba con esclavos. Yo le decía que no, que esa calumnia la difundió un
amigo de su hijo que terminó disputando con los Xifré y escribió una novelucha
con papá Xifré como protagonista. Xifré se ganó la vida con el comercio de
pieles, los negocios en Cuba y en Nueva York, todos ellos respetables (si es
que la especulación inmobiliaria puede ser respetable, claro). No hay ni rastro
de que participara en el comercio de esclavos. Es más, se dice que los suyos –Xifré,
en Cuba, tenía más de un centenar- estaban orgullosísimos de trabajar para él,
iban perfectísimamente vestidos y en el sombrero de copa mostraban sonrientes
una placa con las iniciales “J.X.” que les acreditaba como “propiedad” del de Tabarnia.
No conocí a mi bisabuelo, pero no tengo ningún motivo para pensar que fuera una
persona despótica, sino más bien todo lo contrario. Él y su esposa eran
apreciados y todavía hoy en Sant Pere de Ribes hay una calle dedicada a su
esposa: la calle de la Milana. Así que nada de lo que avergonzarme. Ni, por
extensión, nada de lo que los descendientes de indianos puedan avergonzarse,
salvo por haber contribuido a levantar los países en los que residieron.
A veces me pregunto
por qué, cuando un cerebro está vacío por completo y quiere hacer de la
política un modus vivendi, siempre
considera que la “vía del progre” es la que conduce más directamente a obtener
votos con el mínimo esfuerzo. Me respondo que se debe a que el pensamiento
único y la corrección política, van en esa dirección, así que no hay nada más
que hacer como los peces muertos, dejarse llevar por la corriente. Es lo
que han hecho el tándem Colgau-Pichareli. Con ellos debían de acabar los desahucios (nunca ha habido tantos deshaucios
en BCN como ahora). Con ellos debía de
detenerse la construcción de nuevos hoteles (en estos momentos, un 20% de
la vivienda en BCN esté dedicado a la hostelería). Con ellos debía de mejorar la calidad de vida del
barcelonés (BCN huele más a porro, a meada de perro y a gasolina quemada que
nunca). Con ellos debía iniciarse un
nuevo período en la historia de la ciudad (la ciudad ya no tiene ni salida,
ni futuro y que sobrevive gracias a un turismo de aluvión, chancleta, litrona y
porrito). Con ellos el barcelonés
tendría un ayuntamiento que se preocupase por ellos (pero la Colau vive
pendiente de los inmigrantes, especialmente negritos cuyos derechos, están, faltaría
más, siempre, por delante de los de los barceloneses y a los que la alcaldesa
ya no sabe como estimular el “efecto llamada”. Durante meses los barceloneses
tuvieron colgada del balcón municipal una pancarta con el “welcome refugiados”
y hay zonas por las que ni se puede pasear de tan cubierta que está de
manteros. Pero, al parecer, no son suficientes). Pues bien, todas estas promesas, todo su programa
electoral ha sido TRAICIONADO Y SE HA HECHO, JUSTO LO CONTRARIO.
En el acto del Consell de Cent en donde la tonta del bote
dijo entre otras lindezas: Pero
no podemos recordar la pérdida de derechos y libertades que efectivamente se
está produciendo en nuestra tierra sin recordar que también nosotros hemos
recordado derechos y perseguidos libertades a otros” y esta otra que tampoco está mal “También nosotros nos dedicamos durante
siglos a empobrecer y explotar los países de África, Asia y América Latina”.
Para añadir: “La identidad de Barcelona
es y queremos que sea diversa en orígenes, lenguas, culturas, creencias y
religiones”. O bien, “en Catalunya se
mantiene el racismo institucional por ejemplo a través de una Ley de
Extranjería que nos avergüenza y no nos representa” y ha pedido perdón por “formar parte de esta sociedad en la que aún
hay vecinos condenados a ser personas de segunda” por su procedencia.
Finalmente ha celebrado la retirada de la estatua al negrero Antonio López, que
ha tildado de “una de las alegrías de
este mandato”. ¡Acabáramos! La
retirada de la estatua de Antonio López, ¡ha sido el gran logro de los tres
años de su mandato…! Una estatua que llevaba allí desde la Exposición de 1889. La
Colau ha conseguido retrasar la revisión de la “memoria histórica” hasta el
último tercio del XIX. Cuando reivindiquen la legitimidad de la revuelta
del conde Flaminius Paulus contra el rey Wamba en la España visigoda, me
despiertan, que el tema me interesa y es clave… ¡A eso hemos llegado! A revisar la historia pasada con los ojos de una
cateta progre del XXI.
En realidad, lo que la Colau está haciendo
es buscar bolsas de votos. Sabe que cada vez hay menos barceloneses en
Barcelona y más inmigrantes con derecho a voto. Negro y en botella. Los
manteros de hoy son los barceloneses de postín: para ellos no hay reglamentos
municipales, ni leyes, tan solo subsidios, espacios públicos y manga ancha.
El filósofo Francesc Pujols se equivocó cuando dijo aquello de “Llegará el día en el que cuando un catalán viaje por el mundo lo tendrá todo pagado”, pero, parafraseándolo se podría decir: “Hemos llegado al tiempo en el que cualquier negro que venga a Barcelona lo tiene todo pagado”. De eso me quejo y de que la Colau siga hundiendo a Barcelona en un pozo –mira por donde- negro-negrísimo.
El filósofo Francesc Pujols se equivocó cuando dijo aquello de “Llegará el día en el que cuando un catalán viaje por el mundo lo tendrá todo pagado”, pero, parafraseándolo se podría decir: “Hemos llegado al tiempo en el que cualquier negro que venga a Barcelona lo tiene todo pagado”. De eso me quejo y de que la Colau siga hundiendo a Barcelona en un pozo –mira por donde- negro-negrísimo.