Reconozco que la primera vez que oí hablar del “padre Ángel”
fue sentado en el retrete cuando esperaba que la ley de la gravedad hiciera lo
suyo y andaba leyendo maquinalmente un ejemplar de la revista Pronto (en mi opinión, la mejor que se
está haciendo en España en estos momentos y desde hace mucho tiempo). Me sorprendió
un reportaje de dos páginas sobre un cura que había montado en una parroquia
madrileña un tinglado digno de encomio: alardeaba de que el agua bendita se
daba mediante un dispensador o que los yonkis tenían allí un refugio (decía que
la iglesia estaba abierta las 24 horas y que los yonkis se chutaban con el agua
bendita), sus opiniones sobre la Iglesia y la religión se reducían a que la institución
debería cuidarse de los pobres y avalaban sus palabras, unas fotos en las que
se hacía acompañar del famoseo madrileño de altos vuelos. Pues bien, me quejo de que el “padre Ángel” es la
muestra de lo que se ha convertido la religión crepuscular de nuestro ámbito
geográfico: el catolicismo.
Me quedé dudando sobre si el tipo era una buena persona o un
pinta, deseoso de salir en los medios mediante la coña humanitaria. Y
seguramente no habría vuelto a pensar en él de no ser porque su nombre sonó
como futuro ministro del nuevo gobierno de Pedro
Sánchez hace un mes y medio… Lo querían nombrar “jefe del Alto Comisionado para
la pobreza infantil”. Unos días antes se había autopromocionado
presentándose como “un rebelde”. No está
muy claro, lo reconozco, lo que hay de sinceridad en sus gestos y actitudes y
lo que es pura impostación progre.
Leo que da comida gratuita a los pobres (bueno, en realidad,
España 2000 también la da, aunque quizás la diferencia es que el “padre Ángel”
tiene particular predisposición hacia los inmigrantes y los toxicómanos). Leo
también que el famoseo le apoya y que se han presentado algunos en su parroquia
para colaborar con él (pero ya se sabe que en grandísima medida estos gestos de
solidaridad son de cara a la galería y que significan tan poco como las mises
que se declaran “a favor de la paz mundial”). Cuando el “padre Ángel” se muestra a favor de los musulmanes y pide
respeto para ellos, me parece muy bien… pero sería de desear que pidiera
reciprocidad y que recordara lo que es la intolerancia islámica. Y luego está
cuando habla de La Pasionaria y de Santa Teresa al mismo nivel: aquí no hay
dudas, el tipo o es tonto o se lo hace. O una mezcla de ambos. Cuando llegó el
Aquarius con 630 inmigrantes al puerto de Valencia, allí estaba el “padre Ángel”
calificando el día como “precioso e histórico”. Ver llegar a los inmigrantes al
puerto le pareció una “gozada”. Muy fino no anda el hombre.
¿Hay que decir que el “padre Ángel” es uno de los últimos
mohicanos progres que quedan en este país? Aparecieron en los años 60. Todos
ellos eran “rebeldes”. Les debo, entre otras cosas, el que –yo que iba a un
colegio escolapio y casi todos los curas eran del PSUC- perdiera la fe y
cambiara las historias del desierto contenidas en la Biblia por el Así habló
Zaratustra. Eran “curas obreros”, estaban del lado de los menesterosos y de
las víctimas de la injusticia. Eran demócratas y en la transición se pelearon
por figurar en las listas del PCE. Luego, sus fieles cayeron en la cuenta de
que para eso, no hacía falta ir a misa los domingos sino que se entretenían más en la Fiesta del PCE. Para todos ellos, la religión había quedado atrás.
El “Cristo obrero” había sustituido al “Cristo rey” y ellos, sobre todo,
estaban del lado de los obreros...
Hasta que se dieron
cuenta de que habían conseguido vaciar las iglesias y que estaban solos. Por lo
demás, ni siquiera quedaban obreros. Así que descubrieron a las “minorías”:
primero fueron las minorías sexuales (por algún motivo hicieron de las
reivindicaciones gays una causa) y luego, a partir de 1996, se centraron en la
inmigración. A fin de cuentas, el fenómeno estaba subvencionado e iba en
dirección a la corrección política: así
que seguían siendo “rebeldes” pero con subvención y poco les importaba su
oficio (algunos seguían siendo curas).
El resultado ha sido
que las iglesias siguen vacías, cada vez más dramáticamente vacías y muchas
parroquias se han convertido en tristes ONGs. Esta raza de curas progres nunca entendió ni lo
que es la espiritualidad, ni siquiera lo que es el fenómeno religioso. El marxismo de
los 60 les fundió algunas neuronas y se convencieron de que la tarea de la
Iglesia es la defensa de cualquier marginado, pensando que tras todo marginado
había una Magdalena potencial. Después de meditarlo, todavía no estoy muy seguro de si
el “padre Ángel” es un listillo o bien un tontorrón bienintencionado con algún
problema psicológico que le impide distinguir entre “causas justas” y “causas
promovidas por el capitalismo globalizado”. Porque tiene castaña que la
inmigración masiva, que es solamente, una de las dos vías a través de las
cuales se concreta un mundo globalizado (la otra es la deslocalización
empresarial), sea defendida a machamartillo por uno que va de “rebelde”. Lo verdaderamente "rebelde" sería irse a las misiones y tratar de eliminar la pobreza en África en lugar de importarla y que la paguemos usted y yo.
Hay algo todavía peor: gracias
a despistados o listos como el “padre Ángel”, en el Estrecho han muerto decenas
de miles de inmigrantes a los que ni los pesqueros, ni la marina, ni las
autoridades costeras han podido salvar de su loca aventura en pos del subsidio público,
los escaparates de consumo y las mujeres en top-less. ¿O es que el “padre Ángel”
cree que lo que les trae aquí es la “pobreza” (todos llegan con móvil) o el “trabajo”
(si no hay trabajo para gente cualificada ¿lo va a haber para otros que ni
siquiera chapurrean el idioma, ni tienen capacitación laboral?). De lo que me quejo es
de que se olvide que el “padre Ángel” parece ser un tipo con una psicología
particular que merecería estar en la sala de espera del doctor Freud. No me
quejo de nada más (y de nada menos).