miércoles, 22 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (115) – EL “TÍO EMO” DEL INDEPENDENTISMO


En política, lo importante no es dramatizar, sino ponderar las cosas en su justa medida. Hay digitales de medio pelo y partidillos del mismo nicho que se obstinan por no entender lo que está pasando en Cataluña y tienden a establecer una visión apocalíptica según la cual nos encontraríamos ante una próxima ruptura del Estado. Quim Torra, sustituiría como rostro agresivo, al flequillo de Puigdemont, a la mandíbula de Artur Mas, o a la tripa de Oriol Junqueras. Él, a fin de cuentas, reuniría las características más indeseables de todos estos personajillos. Vamos a intentar poner los puntos sobre las íes, porque me quejo de que muchos ni siquiera se han enterado de lo que ha ocurrido en Cataluña y de lo que está ocurriendo.

Empecemos por el principio. ¿Quién diablos es el tal Quim Torra? Respuesta: un ilustre desconocido. Nadie, absolutamente nadie en Cataluña, salvo quizás los más iniciados en las familias del independentismo, lo conocían. Ha escrito entre 2007 y 2013 cinco libros ninguno de los cuales ha tenido el más mínimo éxito de público ni siquiera en el sector independentista radical. El hombre es de Blanes, población gerundense y, dato importante, procede de Unión Democrática de Catalunya (UDC). Trabajó sin éxito en Winterthur, fue sargento de complemento en su servicio militar y tiene un título de derecho. De UDC pasó al Reagrupament, una escisión por la derecha de ERC. Luego pasó, en la órbita de CDC al Omnium y a la ANC. Y, claro, entendió que como mejor se vive en Cataluña es a la sombra de la administración autonómica. En cualquier caso, es un tipo que no ha tenido ni grandes cargos, ni era conocido cuando lo eligieron como “molt honorable presidente”.

¿Y de qué va el fulano? Eso es lo más bueno y eso es lo que define el actual momento del independentismo. Él mismo se define como “independentista emocional”. Ese es el primer dato. Pujol, Colom, Carod, el propio Mas, tenían mucho de “emocional”, pero, siempre les quedó, en mayor o menor medida, cierto tacticismo. El problema es que ese “tacticismo” ya ha demostrado sus límites (y ni siquiera ha servido para poder negociar un referéndum independentista, sino simplemente para negociar traslados e impunidades a la autonomía catalana). Hoy ya no hay espacio para el “tacticismo”, porque, simplemente, aquellos nacionalistas que creían que se podía alcanzar la independencia sin conflicto civil, ya se han desengañado. Quedan sólo los fanáticos. Así pues, cuando Torra se define como “independentista emocional” hay que leer “independentista fanático”.
Ahora que lo tenemos situado emocionalmente, habrá que ver cuál es su inspiración para redondear su ubicación política. Es un tipo cuya mentalidad no es del siglo XXI, sino más bien del primer tercio del siglo XX. Sus inspiradores son Eugenio Xammar, Daniel Cardona, Miguel Badía… Sobre ellos ha escrito y a ellos ha glorificado a pesar de que los tres tenían poco por glorificar y la propia generalitat ha hecho bien en estos últimos 40 años en recluirlos en el baúl de los irrecordables. Los tres eran independentistas emocionales de pocas ideas y menos habilidad política (en esta artículo hay datos sobre toda esta temática lamentable).

Así pues, Quim Torra es, en primer lugar un independentista, de extrema-derecha propiamente dicha (cuando se dice que se apoya en la idea de “raza catalana” es, rigurosamente cierto y esto vale para toda su tendencia histórica). Como los de su variante taxonómica es un “militarista” (la variante independentista del nacionalismo catalán es siempre militarista en la onda con la carrera del “coronal Macià”) y Torra lo intentó ingresando en las Milicias Universitarias como hemos visto y especializándose en el estudio de este sector que fue, sin duda alguna, el más irrelevante de todo el período repúblicano (y, dicho sea de paso, el más conflictivo).

El problema es que el independentismo catalán lo ignora todo sobre sí mismo. Entre otras cosas que no está hecho para las gestas armadas. Cuando lo han intentado han dado la medida de su valor: asalto al cuartel del Ordal durante la dictadura de Primo, “hechos de Prats de Molló”, 6 de octubre de 1934… Terra Lliure, crónica de fracasos y más fracasos en donde los alegres “independentistas emocionales” se cubrieron de ridículo. Si en el siglo XX Cataluña no estaba para “heroicidades”, ahora es que ni siquiera las contempla como posibilidad remota. El propio Torra obtuvo el puesto 450 de su promoción de sargentos compuesta por 560 hombres

Entonces ¿qué diablos hace Quim Torra de “molt honorable”? El que un tipo de extrema-derecha independentista, con unos ideales históricos de hace 100 años que ya en su tiempo fueron ridiculeces de baja cota, indica a lo que se ha llegado en ese ambiente: comprobado el fracaso de la dinámica independentista, ya no había nadie de me diana tallana policía hacia abajo capaz de asumir la responsabilidad de desmovilizar al sector y decirle con claridad “la hemos cagao… una vez más, y esta es la última”. Así que hacía falta el rostro y el temple de un fanático de pocas luces para que siguiera manteniendo viva la llama y, de paso, se llevara las eventuales últimas “palos” que, antes o después, recibirá, sino de la justicia del Estado, de sus propios colegas. Los “tacticistas”, se han retirado. Mejor que se queme el que se tiene por reencarnación del independentismo radical de los años 30 y que, a fuerza de repetir que aquellas iniciativas fueron “heroicas” se lo ha terminado de creer.

http://eminves.blogspot.com/2018/07/iberia-alternativa-mision-y-destino-de.html

Así pues, ¿qué puede importar el que un tipo así diga que quiere “atacar al Estado”? Ni siquiera es una frase de cara a la galería, ad usum delphini que se dice. Es un exabrupto, como puede ser una ventosidad producto de sobredosis de fabas. Hace un año quizás no, pero ahora se sabe que una pareja de picoletos puede conducirlo al juzgado de guardia, sin esforzarse mucho. Multar la retirada de colgajos yellow, llenar las playas de cruces, mantener ad inphinitum trapos descoloridos de los balcones y la gigantesca ola para el próximo 11-S… son los últimos fuegos de paja del independentismo.

Lo que saldrá de las próximas elecciones generales será un gobierno en el que los independentistas no tendrán la opción ni de negociar un nuevo referéndum (sea cual sea la combinación estarán Cs, el PSOE y el PP y cualquiera de ellos sabe que sobrevivir en el resto del Estado implica mantenerse firme en la periferia de Tabarnia). En dos o tres años, los hoy enjaulados, se habrán llevado condenas disuasivas ante nuevas intentonas y en ocho o diez años, los partidos catalanes se habrán reconfigurado completamente. No se habrá resuelto la situación porque en las escuelas catalanas se seguirá enseñando una historia de colorín… pero, la noticia complementaria, es que el sistema educativo catalán está destruido, así que lo que puedan aprender los críos en la escuela tendrá poca importancia en su futura condición de ni-nis. Es triste, pero es así.

El independentismo ha perdido la partida. ¿Saben por qué?  Porque no es cosa del siglo XXI. De hecho, si en el XX perdió también la partida, es porque era algo propio del siglo XIX, de cuando el romanticismo alemán marcó la pauta. Lo que pasa es que algunos retrasadillos no se han enterado. 

Es de lo único que me quejo sobre el tal Torra y sobre la hora política catalana.

https://www.amazon.es/El-Viaje-Ninguna-Parte-Independentista/dp/1973210290