Uno de los motivos por los que me alejé de Barcelona es por
tener conciencia de que el rumbo que le habían impreso los ayuntamientos que la
dirigieron a partir de los mundiales de fútbol de 1982 era inviable y conducía
directamente a la inhabitabilidad. En aquella ocasión, el ayuntamiento dirigido
por Maragall descubrió que los italianos se encandilaban con las Ramblas y la
arquitectura monstruosamente kistch de Gaudí. ¿Por qué no organizar unas
olimpiadas? El socialista encontró eco en el Presidente del Comité Olímpico
Internacional de la época, un franquista de tomo y lomo. Fue la santa alianza
entre la socialdemocracia catalana y el desarrollismo franquismo. Pero no es de
esto de lo que me quejo.
En 1992 tuvieron lugar aquellas olimpiadas y se urbanizó una
zona abandonada de la ciudad que se intentó reconciliar con el mar. Como
aquello no era suficiente porque la ciudad seguía hasta el Besós, se convocó un
peripatético Forum Mundial de las Culturas doce años después, que supuso un
nuevo aporte especulativo en la Diagonal Mar en 2004. A partir de ahí la cosa
se desató: el turismo fue creciendo, la ciudad vaciada de sus habitantes de
siempre, sus viviendas convertidas en hoteles galácticos, los edificios de
barrios enteros transformados en pisos turísticos y la ciudad sufrió una
segunda desfiguración en apenas 20 años. En efecto, a la que había aportado la
inmigración masiva de carácter magrebí a partir de 1996, se unió la que trajo
el turismo masivo e insostenible.
PERO HOY NO ME QUEJO DE TODO ESTO, SINO DEL GANADO QUE LLEGA
A LA CIUDAD CONDAL (y que no es otro que
buena parte del que llega, igualmente, a cualquier otro lugar de un país
convertido en reserva turística).
Personalmente, me gusta viajar: NO SOY TURISTA, SOY VIAJERO,
me repito cada vez que cojo un avión para algún destino. ¿Qué diferencia hay
entre ambos conceptos?
1) El turista vaga de una ciudad a otra sin importarle mucho
lo que ve, piensa en pasárselo bien, es una actividad ligada a la dinámica
hedonista. El viajero, no solamente quiere conocer otros países, sino
impregnarse de ellos, observarlos, juzgarlos y entenderlos, aprender un poco
más del mundo que le ha tocado vivir.
2) El turista no cambia su estilo de vida, sino que lo
afirma allí a donde va: el putero busca putas baratas a cascoporro, el porrero
mas canabinoides a menos precio, el alcohólico cervezas a 26 céntimos lata, el
gay una buena red y el discotequero impenitente una ruta del babalao que absorba
su semana de ocio. El viajero busca conocer otros pueblos y otras culturas,
saber algo más sobre su presente y sobre su pasado.
3) El turista se adapta a lo que le ofrecen los paquetes
turísticos más baratos y masificados. Si se encontrara en solitario ante unas
ruinas históricas se sentiría mal: necesita masificación y proximidad humana,
cuanto más agobiante mejor. El viajero busca él mismo organizarse sus viajes,
los planifica, los prepara, los disfruta, en una palabra y sabe muy bien que
los circuitos turísticos, son siempre trampas para incautas y para gentes poco
exigentes.
ME QUEJO DE QUE EL TURISMO QUE LLEGA A BARCELONA HA
DESBARATADO SIMPLEMENTE LA VIDA CIUDADANA Y QUE UNA PARTE IMPORTANTE, NI
SIQUIERA PRECISABA PISOS TURÍSTICOS (QUE HAN ALTERADO HASTA DEJAR
IRRECONOCIBLES ALGUNOS BARRIOS), HUBIERA BASTADO, A LA VISTA DE SU NIVEL DE
EDUCACIÓN, CON ARROJARLOS A PORQUERIZAS Y CUADRAS PIOJOSAS. NI MERECEN MÁS, NI
CONOCEN MÁS, NI SU NIVEL DE EDUCACIÓN EN LA CONVIVENCIA DA PARA MÁS.