Mirando hacia atrás me sorprende la cantidad de atracadores que se han cruzado en mi vida. Educado en valores de orden y honestidad, nunca jamás participé en atraco alguno, pero en cierta época de mi vida, a causa de un extraño relativismo moral que me hizo subordinar precisamente la honestidad a la lógica de algunas organizaciones en las que milité, acepté el hecho de que algunos camaradas se convirtieran en atracadores. Era lo propio de las agrupaciones políticas que vivían en climas extremos. Desde hacía más de veinte años no había vuelto a pensar en todo esto que fue propio del clima enrarecido de la España de finales de los 70 y principios de los 80, sin embargo, un suceso hizo que todos aquellos recuerdos y personajes reafloraran de nuevo.
La continuación de éste texto se encuentra en el libro de Ultramemorias