El PP se ha decidido a hacer una “oposición dura”… Ha convocado -lo
sabéis todos- una manifestación de protesta en Madrid pidiendo la dimisión del
gobierno. Adelantamos cifras: 20.000 personas según el ministerio del
interior, 100.000 según la guardia urbana de Madrid y 250.000 para los
organizadores. En definitiva: más de lo mismo. Sánchez no se irá por una manifa
más o menos. Ni siquiera por un nuevo escándalo de corrupción que salpique
a alguien de su partido o a él mismo. Más vale que el PP se vaya haciendo a la
idea de que si su techo de “dureza” es esta manifestación, pero luego accede a
sentarse en alguna mesa de negociación con la banda criminal de Ferraz, en
Europa o en cualquier otro foro, estará haciendo un flaco servicio a los que
queremos que esta historia, sin duda la más triste de la “España democrática”,
pase de una vez por todas.
¿UNA
MANIFESTACIÓN EN EL CENTRO DE MADRID?
¡UNA Y MIL VECES, NO! UNA MANIFESTACIÓN RODEANDO LA MONCLOA
Alguien del PP nos dirá: “¿Y qué queréis que hagamos?”. Muchas
cosas. Por ejemplo: en lugar de convoca la
manifestación en el centro de Madrid, ¿por qué no la convocáis frente al
recinto de La Moncloa? Enseñadle a Sánchez que solamente está seguro en el
interior del recinto amurallado de Moncloa. Mostradle que salir de La Moncloa
es exponerse a insultos, abucheos, y que siete años de gobierno han convertido
a Madrid en fortaleza del anti-sanchismo. Porque no se trata de manifestarse de
11:00 a 13:00 h. e irse a casa: Se trata de mantener a los manifestantes en la
calle rodeando La Moncloa el máximo de tiempo posible.
En 1789 se gritó “¡A la Bastilla!” y cayó un régimen. En 2025,
en Madrid, el grito que corresponde es “¡A la Moncloa!” y que sea la justa ira
popular la que haga el resto. Porque, en estos momentos, lo que menos
necesitamos son los paños calientes que ofrece Feijóo.
Claro está que Feijóo no se atreve a cargar mucho las tintas: piensa
en el post-sanchismo y en quién será su compañero de gobierno y mucho nos
tememos que todavía contemple como “primera opción”, una alianza con lo que
quede del PSOE liberado ya de la tiranía del pedrosanchismo. ¿Acaso no
hemos visto en Alemania como la Democracia Cristiana formaba gobierno con los
socialdemócratas el día después de las elecciones, cuando hasta la “jornada de
reflexión”, éste era presentado por Mertz como el “enemigo secular” de
Alemania?
Feijóo, por lo demás, lo ha dicho en demasiadas ocasiones: su
aliado natural es el PSOE, partido con el que queda garantizada la “alternancia”
centro-derecha | centro-izquierda en el gobierno. El “régimen constitucional”
se prolonga porque los dos grandes partidos están compinchados para no tocar ni
una coma del texto constitucional, ni reducir a 1 el número de aforados, ni
facilitar y agilizar la investigación, el juicio la sentencia en casos de
corrupción, ni realizar una efectiva separación de poderes, ni reforzar los
poderes de la Casa Real, ni poner coto a la centrifugación, ni límites al
endeudamiento, ni restar parcelas de poder a los partidos y devolverlas a la
sociedad.
PSOE 2025 = ORGANIZACIÓN CRIMINAL
Es cierto que la llegada de un psicópata de manual a La Moncloa ha
hecho que el ordenamiento constitucional se tambalee, pero no como dejar que
caiga: cuando Feijóo alude a los pactos con el post-sanchismo, siempre introduce
la muletilla de que un acuerdo así siempre es posible cuando el PSOE se haya
liberado de la camarilla del psicópata y de sus mediocres adláteres. Y, por lo
demás, España no puede permitirse el lujo de que, tras el primer psicópata que
accede a la presidencia, sigan otros. Por que la partidocracia es el sistema
que más facilita el que un psicópata (con su capacidad para la mentira y la
simulación, su falta de escrúpulos y su amoralidad), vuelva a seducir a un
sector de la población, colonice con su banda los lugares estratégicos del
Estado y compre al peso a los medios de comunicación.
Lo esencial, a estas alturas y después de lo que estamos viendo y
oyendo en las dos últimas semanas, es que ya nadie puede dudar que el problema
no es el sanchismo, sino el PSOE, convertido, en su conjunto, en una “organización
criminal”. O, digámoslo de otra manera: un PSOE que ha caído en manos de una “organización
criminal” y que, por tanto, se ha convertido en tal.
La segunda parte de drama, estriba en que, antes o después, Pedro
Sánchez caerá y, cuando eso ocurra, las traiciones, la ruptura de la omertá
mafiosa, el sálvese quien pueda, hará que se multipliquen los acuerdos con la
fiscalía: datos de responsables a cambio de la reducción de penas. Pocos
dudamos de que, a medida que se vaya aproximando, el ocaso irreversible del
sanchismo, aparecerán 1, 2, 100, 1.000 “Aldamas”. Todos declararán haber
actuado por “obediencia debida”. Y todos serán condenados a penas anecdóticas,
se verán favorecidos por beneficios penitenciarios, sino por un indulto generalizado…
EL PP NO ES LIBRE DE TIRAR LA PRIMERA PIEDRA
Y nadie, absolutamente nadie, nos asegura que lo que vendrá
después será algo más sano, más moral, más ético, con más principios y más
responsabilidad de Estado que lo que hemos vitos en todos los ciclos de
gobierno socialista. Porque el PP no es un ejemplo de nada: ni siquiera de
honestidad. También lo han demostrado en demasiadas ocasiones: Gürtel, el caso
Naseiro, el caso Púnica, el caso Andrach (Baleares), el caso Arena (Galicia), el
caso Auditorio (Murcia), el caso Baltar (Galicia), el caso Bárcenas, el caso
Biblioteca (Murcia), el caso Bitel, el caso Funeraria y el caso Bonsai (Baleares),
el caso Brugal, el caso Emarsa, el caso Fabra y el caso CAM (Valencia) y un
largo etcétera.
Estos casos, numéricamente, casi -y decimos “casi” porque a la
sigla PSOE le corresponde, indiscutiblemente, el título de “partido más
corrupto de la España democrática”- equilibran las exacciones cometidas por
gentes del PSOE. No, definitivamente, el PP no puede -con este historial a sus
espaldas- liderar la lucha contra la insoportable corrupción que tenemos hoy en
España. No vayamos a olvidar que si tenemos a un psicópata de manual en el
poder es a raíz de una moción de censura contra Mariano Rajoy, por tolerar en
su entorno casis de corrupción y financiación ilícita.
Mi impresión es que esta situación ha llegado demasiado lejos.
La diarias maniobras de intoxicación llevadas a cabo por los “hombres, mujeres
y demás del gobierno”, permitidas y aceptadas por sus socios de gobierno
(Sumar, entre cuya miríada de siglas está incluida Izquierda Unida y lo que
queda del Partido Comunista de España) y por los que le dan mayoría
parlamentaria (PNV, Bildu, ERC y Junts), resultan intolerables especialmente en
este mes en el que todos tenemos que pagar a Hacienda y en un momento en el que
la presión fiscal resulta insoportable, unido a multas injustificables, tasas
inexplicables e incapacidad manifiesta del Estado para ordenar su pagos y
disminuir el gasto público (por cierto, ¿cuál fue la última campaña electoral
en la que el PP prometió disminuir el gasto público?).
EL PELIGRO DE PONER MASAS EN LA CALLE
Esto ya no da más de sí: el Estado no solo precisa un relevo de
partidos en el gobierno, sino sobre todo un nuevo proyecto constitucional. El ciclo “constitucional” está concluyendo en medio de una agonía
prolongada que el PP está dispuesto a extender unos años más. Así cayó el ciclo
de la “restauración” hace algo más de 100 años.
Ahora bien, ¡cuidado con convocar manifestaciones en la calle! Una
manifestación de masas es como un rebaño que cualquier pastor puede guiar y
dirigir hacia donde quiera. En 1975, la Iglesia convocó
“Misas por Portugal” que se convirtieron en manifestaciones de masas contra la progresiva
izquierdización del país, especialmente en el Norte; el mecanismo era siempre
el mismo: misas por Portugal organizadas en las catedrales de las grandes
ciudades del norte; luego, tras el ite misa est, se oyen algunos gritos “¡A
la sede de los comunistas!”. No son muchos (¿25, 50, 200?) los que corean
la consigna, apenas unas cuantas decenas de agitadores distribuidos entre la
masa. Saben lo que quieren y saben a dónde llevar a las masas. Y la masa -como
no podía ser de otra manera se dirige a las sedes del Partido Comunista de
Portugal, las asalta y las incendia… Esto ocurrió en Oporto, Coimbra, Braga, Guimaraes,
Famaliçao. Era el mes de agosto de 1975. A partir de ese momento, se
restableció la normalidad en Portugal y las experiencias de ultraizquierda
fueron abandonadas para siempre. De no ser por las manifestaciones ante las
sedes comunistas, que demostraron la existencia de una “fracción activa de las
masas” capa de reaccionar más allá de una piadosa “misa por Portugal”, el
izquierdismo portugués se hubiera enfeudado en el poder, como ha ocurrido en
Venezuela. Aquella manipulación de las masas católicas fue justa, necesaria
y conveniente.
El problema de una manifestación no es el número de manifestantes,
sino el efecto psicológico que genera: y, aquí y ahora, lo que debe generar en
el cerebro enfermo de Sánchez y de su séquito, es que su “reino” no pasa de la
garita de guardia del complejo de La Moncloa. Está sitiado. Sin posibilidades de escapar. Sin poder recibir auxilio
exterior. Obviamente, el PP no va a convocar una manifestación que ponga
sitio a La Moncloa. No se la quieren jugar. Ven su triunfo muy próximo y
quieren mantener las formas “democráticas”, la “cortesía parlamentaria” y demás
chorraditas telecomandadas en este momento pre-transhumanista.
LA LARGA AGONÍA DEL SANCHISMO Y DE SUS SOCIOS
Pero también resulta muy claro que, sin estrechar el cerco al
sanchismo, éste prolongará su agonía al máximo. Morirá matando. La legislatura se agotará a no ser que Sánchez sea abandonado
por alguno de sus socios. El problema es que, el PNV, Junts, ERC, Sumar, saben
que la suerte de las urnas les resulta, hoy por hoy, muy adversa: mañana será
peor para ellos; serán señalados como los mindundis que mantuvieron al
sanchismo unos meses más en el poder, a cambio de treinta miserables monedas.
No es como para sentirse orgulloso.
En Cataluña, tanto Junts como ERC huelen a carne rancia, dirigidos
por los mismos rostros que durante el “procés” y en una región con problemas
crecientes. En un par de elecciones, por mucho énfasis que ponga TV3 y La
Vanguardia, están condenados a ser deglutidos, por Montse Orriols que,
además, de alertar sobre el peligro de islamización e Cataluña, es
perfectamente consciente de que la región necesita liberarse de la corrupción.
Ninguno de los aliados de Sánchez corta esta agonía, porque todos
ellos saben que no están en su mejor momento y quieren -como el propio Sánchez-
prolongar al máximo su peso en las instituciones. Nunca más volverán a tener el
peso y la capacidad de influencia que tienen con Sánchez. Algunos es posible
que desaparezcan en tes o cinco años. ¿Quién se acordará de Puigdemont tras las
próximas autonómicas? ¿Qué dirá Junqueras a sus afiliados después de conocer
las cifras de islamización masiva de la autonomía? Es lógico que quieran
prolongar al máximo sus beneficios institucionales.
Estamos próximos al “derrumbe” del sanchismo. La cuestión es si lo
que vendrá después será más de lo mismo, pero está vez bajo el signo del PP. O
si, a lo peor, no terminamos en una solución “a la alemana” en donde la “gran
coalición” asfixia cualquier forma de libertad de expresión y condene a los
partidos de oposición al silencio, a la represión y a la autocensura. Dos alternativas y ninguna buena.
POR UN PROGRAMA DE VOX QUE APUNTE A LAS RAÍCES DE LOS PROBLEMAS
El PP, por tanto, dista mucho de ser la solución: es la otra cara
del problema. Así pues, “sólo nos queda Vox”. Desde hace unos meses, Vox ha
sido atacado desde la izquierda, pero también desde el centro-derecha. Los
electores del PP no podrían entender, por mucho que se esforzaran en que Feijóo
contara para su gobierno con un “PSOE sin Sánchez”. Por eso Feijóo precisa un
Vox debilitado y, por eso, ha animado disidencias internas y jaleado a los que
se han ido del partido con cualquier excusa. Para Vox la respuesta es fácil:
incidir en todo aquello que los programas de los partidos mayoritarios ignoran
y que el ciudadano de a pie tiene que sufrir.
Vox debe insistir en la REGENERACIÓN NACIONAL y la DEPURACIÓN DE
RESPONSABILIDADES por los casos de corrupción. Sin compasión y sin miramientos.
Caiga quien caiga. LEGISLACION ESPECIAL y TRIBUNALES ESPECIALES DE LUCHA CONTRA
LA CORRUPCION. El que la hace, la paga: y con intereses de demora, multa,
inhabilitación y pago de costas. Hay que tratar a los corruptos, como
Hacienda trata a los ciudadanos honrados y liberar a estos del rackett a
que los somete el Estado de los mil y un subsidios y del endeudamiento
permanente. NI CÁRCELES ESPECIALES PARA CORRUPTOS, NI POSIBILIDADES DE
INDULTO, NI MEDIDAS DE GRACIA, MIENTRAS NO DEVUELVAN TODO LO ROBADO. Renegociación
del Tratado de adhesión a la UE o bien Hispanexit. Políticas de revitalización
de la agricultura. Achicamiento del Estado. Menos poder para los partidos, más
poder para la sociedad civil. Liquidación de escalones administrativos: o
desaparecen las autonomías, o desaparecen las diputaciones provinciales, o
ambas, y, por supuesto, los “consells comarcals” catalanes que solo
sirven para crear puestos funcionariales y multiplicar la burocracia: toda
esta morralla faraónica debe acabar en el crematorio de las malas ideas.
Y, para proponer todo esto hace falta demostrar mucho valor. Pero ¿qué
sentido tiene, si no, la presencia de Vox en la política española? ¿Ser un
partido más? ¡No! Debe ser el partido que proponga un cambio en las reglas del
juego!
El programa de Vox debe ser el que asumiría cualquier ciudadano de
a pie, triturado por las exacciones fiscales. Lo que el PP jamás se atreverá a
proponer ni legislar. El camino por el que el PP no tiene la más mínima
intención de transitar.
Lo dicho: que
el día 8 de junio, el grito unánime sea


