jueves, 5 de junio de 2025

REFLEXIONES SOBRE LA CRISIS DE ESPAÑA (VI): UNA MANIFA EN EL CENTRO NO SOLUCIONARÁ NADA

El PP se ha decidido a hacer una “oposición dura”… Ha convocado -lo sabéis todos- una manifestación de protesta en Madrid pidiendo la dimisión del gobierno. Adelantamos cifras: 20.000 personas según el ministerio del interior, 100.000 según la guardia urbana de Madrid y 250.000 para los organizadores. En definitiva: más de lo mismo. Sánchez no se irá por una manifa más o menos. Ni siquiera por un nuevo escándalo de corrupción que salpique a alguien de su partido o a él mismo. Más vale que el PP se vaya haciendo a la idea de que si su techo de “dureza” es esta manifestación, pero luego accede a sentarse en alguna mesa de negociación con la banda criminal de Ferraz, en Europa o en cualquier otro foro, estará haciendo un flaco servicio a los que queremos que esta historia, sin duda la más triste de la “España democrática”, pase de una vez por todas.

¿UNA MANIFESTACIÓN EN EL CENTRO DE MADRID?
¡UNA Y MIL VECES, NO! UNA MANIFESTACIÓN RODEANDO LA MONCLOA

Alguien del PP nos dirá: “¿Y qué queréis que hagamos?”. Muchas cosas. Por ejemplo: en lugar de convoca la manifestación en el centro de Madrid, ¿por qué no la convocáis frente al recinto de La Moncloa? Enseñadle a Sánchez que solamente está seguro en el interior del recinto amurallado de Moncloa. Mostradle que salir de La Moncloa es exponerse a insultos, abucheos, y que siete años de gobierno han convertido a Madrid en fortaleza del anti-sanchismo. Porque no se trata de manifestarse de 11:00 a 13:00 h. e irse a casa: Se trata de mantener a los manifestantes en la calle rodeando La Moncloa el máximo de tiempo posible.

En 1789 se gritó “¡A la Bastilla!” y cayó un régimen. En 2025, en Madrid, el grito que corresponde es “¡A la Moncloa!” y que sea la justa ira popular la que haga el resto. Porque, en estos momentos, lo que menos necesitamos son los paños calientes que ofrece Feijóo.

Claro está que Feijóo no se atreve a cargar mucho las tintas: piensa en el post-sanchismo y en quién será su compañero de gobierno y mucho nos tememos que todavía contemple como “primera opción”, una alianza con lo que quede del PSOE liberado ya de la tiranía del pedrosanchismo. ¿Acaso no hemos visto en Alemania como la Democracia Cristiana formaba gobierno con los socialdemócratas el día después de las elecciones, cuando hasta la “jornada de reflexión”, éste era presentado por Mertz como el “enemigo secular” de Alemania?

Feijóo, por lo demás, lo ha dicho en demasiadas ocasiones: su aliado natural es el PSOE, partido con el que queda garantizada la “alternancia” centro-derecha | centro-izquierda en el gobierno. El “régimen constitucional” se prolonga porque los dos grandes partidos están compinchados para no tocar ni una coma del texto constitucional, ni reducir a 1 el número de aforados, ni facilitar y agilizar la investigación, el juicio la sentencia en casos de corrupción, ni realizar una efectiva separación de poderes, ni reforzar los poderes de la Casa Real, ni poner coto a la centrifugación, ni límites al endeudamiento, ni restar parcelas de poder a los partidos y devolverlas a la sociedad.

PSOE 2025 = ORGANIZACIÓN CRIMINAL

Es cierto que la llegada de un psicópata de manual a La Moncloa ha hecho que el ordenamiento constitucional se tambalee, pero no como dejar que caiga: cuando Feijóo alude a los pactos con el post-sanchismo, siempre introduce la muletilla de que un acuerdo así siempre es posible cuando el PSOE se haya liberado de la camarilla del psicópata y de sus mediocres adláteres. Y, por lo demás, España no puede permitirse el lujo de que, tras el primer psicópata que accede a la presidencia, sigan otros. Por que la partidocracia es el sistema que más facilita el que un psicópata (con su capacidad para la mentira y la simulación, su falta de escrúpulos y su amoralidad), vuelva a seducir a un sector de la población, colonice con su banda los lugares estratégicos del Estado y compre al peso a los medios de comunicación.

Lo esencial, a estas alturas y después de lo que estamos viendo y oyendo en las dos últimas semanas, es que ya nadie puede dudar que el problema no es el sanchismo, sino el PSOE, convertido, en su conjunto, en una “organización criminal”. O, digámoslo de otra manera: un PSOE que ha caído en manos de una “organización criminal” y que, por tanto, se ha convertido en tal.

La segunda parte de drama, estriba en que, antes o después, Pedro Sánchez caerá y, cuando eso ocurra, las traiciones, la ruptura de la omertá mafiosa, el sálvese quien pueda, hará que se multipliquen los acuerdos con la fiscalía: datos de responsables a cambio de la reducción de penas. Pocos dudamos de que, a medida que se vaya aproximando, el ocaso irreversible del sanchismo, aparecerán 1, 2, 100, 1.000 “Aldamas”. Todos declararán haber actuado por “obediencia debida”. Y todos serán condenados a penas anecdóticas, se verán favorecidos por beneficios penitenciarios, sino por un indulto generalizado

EL PP NO ES LIBRE DE TIRAR LA PRIMERA PIEDRA

Y nadie, absolutamente nadie, nos asegura que lo que vendrá después será algo más sano, más moral, más ético, con más principios y más responsabilidad de Estado que lo que hemos vitos en todos los ciclos de gobierno socialista. Porque el PP no es un ejemplo de nada: ni siquiera de honestidad. También lo han demostrado en demasiadas ocasiones: Gürtel, el caso Naseiro, el caso Púnica, el caso Andrach (Baleares), el caso Arena (Galicia), el caso Auditorio (Murcia), el caso Baltar (Galicia), el caso Bárcenas, el caso Biblioteca (Murcia), el caso Bitel, el caso Funeraria y el caso Bonsai (Baleares), el caso Brugal, el caso Emarsa, el caso Fabra y el caso CAM (Valencia) y un largo etcétera.

Estos casos, numéricamente, casi -y decimos “casi” porque a la sigla PSOE le corresponde, indiscutiblemente, el título de “partido más corrupto de la España democrática”- equilibran las exacciones cometidas por gentes del PSOE. No, definitivamente, el PP no puede -con este historial a sus espaldas- liderar la lucha contra la insoportable corrupción que tenemos hoy en España. No vayamos a olvidar que si tenemos a un psicópata de manual en el poder es a raíz de una moción de censura contra Mariano Rajoy, por tolerar en su entorno casis de corrupción y financiación ilícita.

Mi impresión es que esta situación ha llegado demasiado lejos. La diarias maniobras de intoxicación llevadas a cabo por los “hombres, mujeres y demás del gobierno”, permitidas y aceptadas por sus socios de gobierno (Sumar, entre cuya miríada de siglas está incluida Izquierda Unida y lo que queda del Partido Comunista de España) y por los que le dan mayoría parlamentaria (PNV, Bildu, ERC y Junts), resultan intolerables especialmente en este mes en el que todos tenemos que pagar a Hacienda y en un momento en el que la presión fiscal resulta insoportable, unido a multas injustificables, tasas inexplicables e incapacidad manifiesta del Estado para ordenar su pagos y disminuir el gasto público (por cierto, ¿cuál fue la última campaña electoral en la que el PP prometió disminuir el gasto público?).

EL PELIGRO DE PONER MASAS EN LA CALLE

Esto ya no da más de sí: el Estado no solo precisa un relevo de partidos en el gobierno, sino sobre todo un nuevo proyecto constitucional. El ciclo “constitucional” está concluyendo en medio de una agonía prolongada que el PP está dispuesto a extender unos años más. Así cayó el ciclo de la “restauración” hace algo más de 100 años.

Ahora bien, ¡cuidado con convocar manifestaciones en la calle! Una manifestación de masas es como un rebaño que cualquier pastor puede guiar y dirigir hacia donde quiera. En 1975, la Iglesia convocó “Misas por Portugal” que se convirtieron en manifestaciones de masas contra la progresiva izquierdización del país, especialmente en el Norte; el mecanismo era siempre el mismo: misas por Portugal organizadas en las catedrales de las grandes ciudades del norte; luego, tras el ite misa est, se oyen algunos gritos “¡A la sede de los comunistas!”. No son muchos (¿25, 50, 200?) los que corean la consigna, apenas unas cuantas decenas de agitadores distribuidos entre la masa. Saben lo que quieren y saben a dónde llevar a las masas. Y la masa -como no podía ser de otra manera se dirige a las sedes del Partido Comunista de Portugal, las asalta y las incendia… Esto ocurrió en Oporto, Coimbra, Braga, Guimaraes, Famaliçao. Era el mes de agosto de 1975. A partir de ese momento, se restableció la normalidad en Portugal y las experiencias de ultraizquierda fueron abandonadas para siempre. De no ser por las manifestaciones ante las sedes comunistas, que demostraron la existencia de una “fracción activa de las masas” capa de reaccionar más allá de una piadosa “misa por Portugal”, el izquierdismo portugués se hubiera enfeudado en el poder, como ha ocurrido en Venezuela. Aquella manipulación de las masas católicas fue justa, necesaria y conveniente.

El problema de una manifestación no es el número de manifestantes, sino el efecto psicológico que genera: y, aquí y ahora, lo que debe generar en el cerebro enfermo de Sánchez y de su séquito, es que su “reino” no pasa de la garita de guardia del complejo de La Moncloa. Está sitiado. Sin posibilidades de escapar. Sin poder recibir auxilio exterior. Obviamente, el PP no va a convocar una manifestación que ponga sitio a La Moncloa. No se la quieren jugar. Ven su triunfo muy próximo y quieren mantener las formas “democráticas”, la “cortesía parlamentaria” y demás chorraditas telecomandadas en este momento pre-transhumanista.

LA LARGA AGONÍA DEL SANCHISMO Y DE SUS SOCIOS

Pero también resulta muy claro que, sin estrechar el cerco al sanchismo, éste prolongará su agonía al máximo. Morirá matando. La legislatura se agotará a no ser que Sánchez sea abandonado por alguno de sus socios. El problema es que, el PNV, Junts, ERC, Sumar, saben que la suerte de las urnas les resulta, hoy por hoy, muy adversa: mañana será peor para ellos; serán señalados como los mindundis que mantuvieron al sanchismo unos meses más en el poder, a cambio de treinta miserables monedas. No es como para sentirse orgulloso.

En Cataluña, tanto Junts como ERC huelen a carne rancia, dirigidos por los mismos rostros que durante el “procés” y en una región con problemas crecientes. En un par de elecciones, por mucho énfasis que ponga TV3 y La Vanguardia, están condenados a ser deglutidos, por Montse Orriols que, además, de alertar sobre el peligro de islamización e Cataluña, es perfectamente consciente de que la región necesita liberarse de la corrupción.

Ninguno de los aliados de Sánchez corta esta agonía, porque todos ellos saben que no están en su mejor momento y quieren -como el propio Sánchez- prolongar al máximo su peso en las instituciones. Nunca más volverán a tener el peso y la capacidad de influencia que tienen con Sánchez. Algunos es posible que desaparezcan en tes o cinco años. ¿Quién se acordará de Puigdemont tras las próximas autonómicas? ¿Qué dirá Junqueras a sus afiliados después de conocer las cifras de islamización masiva de la autonomía? Es lógico que quieran prolongar al máximo sus beneficios institucionales.

Estamos próximos al “derrumbe” del sanchismo. La cuestión es si lo que vendrá después será más de lo mismo, pero está vez bajo el signo del PP. O si, a lo peor, no terminamos en una solución “a la alemana” en donde la “gran coalición” asfixia cualquier forma de libertad de expresión y condene a los partidos de oposición al silencio, a la represión y a la autocensura. Dos alternativas y ninguna buena.

POR UN PROGRAMA DE VOX QUE APUNTE A LAS RAÍCES DE LOS PROBLEMAS

El PP, por tanto, dista mucho de ser la solución: es la otra cara del problema. Así pues, “sólo nos queda Vox”. Desde hace unos meses, Vox ha sido atacado desde la izquierda, pero también desde el centro-derecha. Los electores del PP no podrían entender, por mucho que se esforzaran en que Feijóo contara para su gobierno con un “PSOE sin Sánchez”. Por eso Feijóo precisa un Vox debilitado y, por eso, ha animado disidencias internas y jaleado a los que se han ido del partido con cualquier excusa. Para Vox la respuesta es fácil: incidir en todo aquello que los programas de los partidos mayoritarios ignoran y que el ciudadano de a pie tiene que sufrir.

Vox debe insistir en la REGENERACIÓN NACIONAL y la DEPURACIÓN DE RESPONSABILIDADES por los casos de corrupción. Sin compasión y sin miramientos. Caiga quien caiga. LEGISLACION ESPECIAL y TRIBUNALES ESPECIALES DE LUCHA CONTRA LA CORRUPCION. El que la hace, la paga: y con intereses de demora, multa, inhabilitación y pago de costas. Hay que tratar a los corruptos, como Hacienda trata a los ciudadanos honrados y liberar a estos del rackett a que los somete el Estado de los mil y un subsidios y del endeudamiento permanente. NI CÁRCELES ESPECIALES PARA CORRUPTOS, NI POSIBILIDADES DE INDULTO, NI MEDIDAS DE GRACIA, MIENTRAS NO DEVUELVAN TODO LO ROBADO. Renegociación del Tratado de adhesión a la UE o bien Hispanexit. Políticas de revitalización de la agricultura. Achicamiento del Estado. Menos poder para los partidos, más poder para la sociedad civil. Liquidación de escalones administrativos: o desaparecen las autonomías, o desaparecen las diputaciones provinciales, o ambas, y, por supuesto, los “consells comarcals” catalanes que solo sirven para crear puestos funcionariales y multiplicar la burocracia: toda esta morralla faraónica debe acabar en el crematorio de las malas ideas.

Y, para proponer todo esto hace falta demostrar mucho valor. Pero ¿qué sentido tiene, si no, la presencia de Vox en la política española? ¿Ser un partido más? ¡No! Debe ser el partido que proponga un cambio en las reglas del juego!

El programa de Vox debe ser el que asumiría cualquier ciudadano de a pie, triturado por las exacciones fiscales. Lo que el PP jamás se atreverá a proponer ni legislar. El camino por el que el PP no tiene la más mínima intención de transitar.

Lo dicho: que el día 8 de junio, el grito unánime sea

¡A LA MONCLOA!

¡TODOS A LA MONCLOA!

¡A POR EL ÚLTIMO REDUCTO DEL PSICÓPATA!