martes, 9 de julio de 2019

LOS MENAS O LA ACCIÓN DEL “MINISTERIO DE LA VERDAD”


Ayer hubo manifestación de apoyo a los MENAS en Masnou. Hay fotos. Unos medios hablan de 500 asistentes (lo que incluso para Masnou sería poco), otros de “cerca de 300”, pero las fotos indican que no se trataba de más de 50-60 personas. Si examinamos las fotos con detalle veremos que algo más de la mitad eran de origen magrebí. En cuando a los autóctonos eran, claro está miembros de la CUP. En Europa existe una palabra para definir esta actitud de autóctonos que toman partido, contra viento y marea, incluso contra toda lógica, a favor de la inmigración masiva, especialmente en casos como éste, fáciles, y en donde todo es blanco y en botella. Se les llama “etnocidas”, es decir, asesinos de su propia identidad. Yo creo que el palabro es excesivo y que más les cabría el de pobres diablos que no han meditado sobre el problema.


La manifestación se hacía con una pancarta en la que se podía leer: “Contra el racismo – un solo pueblo – contra el machismo”.

Que es como decir, “en el mercado venden habas, pero yo quiero berenjenas, o mezclar la velocidad con el tocino. Y este es el problema: que los MENAS son machistas, proceden de una cultura machista muy arraigada. No son los únicos “machistas” y no es sólo eso lo que se les reprocha en Masnou. Si la población de Masnou fue porque, además, causaban otros muchos problemas de inseguridad ciudadana que no tenían nada que ver con el machismo y que han olvidado los pocos manifestantes contra el “racismo”.


Para los progresistas de la CUP, el problema es que los MENAS precisan ser “educados” (aunque se nieguen a recibir esa educación en su inmensa mayoría e incluso la hagan imposible) para abandonar esos hábitos “machistas”. Educados y subvencionados hasta los 23 años. Para el resto de manifestantes magrebíes todo el problema consiste en cómo seguir convenciendo al ayuntamiento de Masnou y a la Generalitat de que los trate como un colectivo “vulnerable” que merece ser ultrasubvencionado.


La minúscula manifestación de ayer en Masnou (pueblo en donde todo el mundo se conoce y en donde se sabe perfectamente cuál es el problema, cómo se ha originado y quién lo ha originado) no es algo nuevo. De hecho, el problema en Masnou y en Premiá se remonta a principios de la anterior década. Se trata de un pueblo de trabajadores que, bruscamente, empiezan a ver que la presencia masiva de niños inmigrantes en las escuelas les resta todas las becas de comedor y libros a los autóctonos. Hubo protestas y manifestaciones en la época. Luego, todo eso quedó ocultado con el “proceso soberanista”, hasta que la instalación de un albergue de MENAS ha hecho que aflorara de nuevo. Los Pujol tienen campos de flores en la zona (en donde, ya en los 90 habían contratado a algún ilegal). De los 25.000 habitantes, una quinta parte son inmigrantes. Pero se hacen notar, especialmente porque el ayuntamiento, primero convergente, hasta que en 2003 se iniciaron ocho años de socialismo y luego, a partir de 2011, de independentismo, ve en esos 5.000 habitantes, los “nuevos catalanes” que estarán a favor de la independencia… mientras se les siga subsidiando.

En síntesis: la inmigración la trajo a Masnou CiU, la trató a cuerpo de rey el PSC y el independentismo los ha transformado en ciudadanos privilegiados, por delante de los autóctonos. Y quien no esté de acuerdo, es racista… Así de sencillo. Y así tenemos que los defensores de la independencia y de la “identidad catalana” se han configurado como los que más han contribuido a desfigurar esa identidad. Su error consiste en creer que el Islam se puede “catalanizar”, cuando, en realidad lo que tiende únicamente -es una fe religiosa dogmática- es a “islamizar” el territorio en el que se implanta.

El factor étnico es importante para los islamistas: “lo semejante se reconoce en lo semejante” dije el viejo adagio alquímico, “lo semejante se une a lo semejante”. Y para un islamista, lo semejante es otro islamista, y, no nos engañemos, el islam ha arraigado solamente en España a través de la inmigración procedente de países islámicos, apenas ha habido conversiones de autóctonos que siempre, incluso dentro de las mezquitas, llaman la atención por su excepcionalidad. Esto es lo que hace que, automáticamente, la comunidad islámica de Masnou salga en defensa de los “suyos”: los MENAS. Entienden -con toda la razón- que si se criminaliza a los MENAS y se les reconoce como “problema”, ellos mismos, los islamistas magrebíes, pueden perder sus posiciones privilegiadas. Porque, no olvidemos, que la inmigración magrebí es un grupo social ultrasubvencionado.  Sin más.


El axioma es: “allí donde aparecen los MENAS, inmediatamente, aparece la inseguridad”. La inseguridad no nace de campañas racistas y xenófobas (¿qué partido podría organizarlas? PxC ya no existe, no hay extrema-derecha activa en Cataluña y Vox tiene a su frente en esta región a un guineano…). Así que lo que la CUP, los ayuntamientos, los magrebíes llaman “xenofobia y racismo” no son más que reflejos populares de supervivencia, ante lo que perciben como amenaza. Y lo son. Las noticias están allí para confirmarlo: no solo agresiones sexuales “machistas”, sino robos, asaltos a la propiedad, tirones, insultos, riñas tumultuarias, hurtos, etc, etc, etc. ¿Puede reprocharse que los vecinos perciban a los MENAS como amenaza contra su seguridad?

Además, los MENAS son intocables: los “tutela” la gencat, las CUP los arropa con sus magras huestes y la legislación los convierte en seres privilegiados. No se defienda del ataque de un MENA o tendrá todas las de perder. Si intenta evitar que le roben y les causa un moretón, es usted quien puede acabar entre rejas. Si lo lleva de la oreja a la comisaria, tenga por seguro que será usted el que se quede. No digamos si reacciona ante un insulto con otro o si quiere recuperar un móvil que le acaban de robar. Si ve un MENA levante las manos, es la única garantía de que saldrá indemne de problemas judiciales y policiales. Déjese robar, deje que maltraten a su hija o que saqueen su propiedad. Ellos no se juegan nada: usted se lo juega todo. Lo hemos visto después de que tres vecinos detenidos en la protesta contra la presencia de MENAS en Masnou la semana pasada hayan visto como la gencat se convertía en “acusación particular”. Si es que los “menores” se lo merecen todo.

¿Qué año es este? 1984 de Orwell, en donde la Generalitat de Catalunya se ha configurado como el “Ministerio de la Verdad”, dentro de un simulacro de democracia. “La verdad es la mentira y la mentira es la verdad”. Decía la pancarta enarbolada por los magrebíes de Masnou: “La violencia machista no tiene geografía, vuestro racismo sí. Masnou feminista y antiracista”. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia:
¿HASTA CUÁNDO SE PODRÁ SEGUIR OCULTANDO QUE UN NÚMERO DESPROPORCIONADO DE VIOLACIONES ESTA PROTAGONIZADO POR DETERMINADOS GRUPOS ÉTNICOS NO EUROPEOS?
¿HASTA CUÁNDO LOS MEDIOS VAN A SEGUIR OCULTANDO EL ORIGEN ÉTNICO PROTAGONISTA DE DETERMINADOS DELITOS?
¿HASTA CUÁNDO LOS PERIODISTAS VAN A INFORMAR TORTICERAMENTE PARA EVITAR REACCIONES POPULARES?
¿HASTA CUANDO SE VA A EVITAR TOMAR MEDIDAS PARA CORTAR LA INMIGRACIÓN DESCONTROLADA PROCEDENTE DE PAÍSES CON GRUPOS ÉTNO-CULTURALES CONFLICTIVOS?
¿HASTA CUANDO VA A EXISTIR ESE PACTO TÁCITO MEDIOS-ADMINISTRACIÓN PARA EVITAR RECONOCER QUE LOS MENAS SON UN PROBLEMA?
Y, por favor, que no se hable de la CUP como “etnocidas”; estos xicotets, en cambio, si merecen el calificativo de mayordomos del Magreb y palanganeros de los MENAS. Algo tiene que hacer, ahora que empiezan a sospechar que la República Catalana, efectivamente, no existe.