En las elecciones autonómicas de
2015 se impuso el bloque independentista con 62 diputados y un 40% de los
votos. Hasta ese momento, el Estado no se había tomado en serio la posibilidad
de que este sector protagonizase un proceso sedicioso: era evidente que no
existían ni base social suficiente, ni apoyos internacionales, ni siquiera proyecto
capaz de suscitar consenso en esa dirección. Sin olvidar que en Cataluña el uso
habitual de la lengua catalana está reducido al 30–35% de la población. A
partir de 2015, la seguridad del Estado trató por todos los medios de averiguar
quién estaba animando el independentismo entre bambalinas. En otras palabras,
conocer si alguien “movía los hilos”. Una posibilidad era que, George Soros,
estuviera detrás, envenenando, una vez más la situación y tratando de repetir
lo que ya había conseguido en Yugoslavia: ser uno de los factores determinantes
del desmembramiento del país.
SOROS: UN FANTASMA QUE PLANEA SOBRE CATALUÑA
Soros es uno de los nombres más
conocidos de la cúspide del poder económico mundial. Nacido Schwartz György en
Hungría en 1930, durante la Segunda Guerra Mundial su padre cambió el apellido
familiar por el de “Soros” para eludir la persecución de la que eran objeto los
judíos. Todos los miembros de la familia eran conocidos esperantistas y
compartían la aspiración del Doctor Zamenhof (fundador de este idioma artificial)
de unir mediante una lengua común a todos los pueblos del mundo. Tal es el
origen de sus ideales “universalistas”. El joven Soros, aprovechó un congreso
esperantista en Suiza para dar esquinazo a las autoridades comunistas de su
país.
Se matriculó en la London School of Economics (LSE), centro
fundado por miembros de la Sociedad
Fabiana (una de cuyas impulsoras era Annie Bessant, la presidenta de la Asociación Teosófica y sucesora de
Helena Petrovna Blavatsky). La LSE,
desde su fundación en 1895, ha formado a las élites mundialistas que luego se
han integrado en las distintas asociaciones internacionales (Club de Bildelberg, Comisión Trilateral,
Club de Roma, Pilgrims Society, etc) que constituyen círculos concéntricos
del “nuevo orden mundial”.
Con el paso de los años, Soros
desarrolló un fino olfato político que le llevó a interesarse por los países
del Este de Europa. Su orientación política corresponde a lo que se conoce en
EEUU como “ultraliberal” o “radical progresista” (que en Europa viene a ser,
más o menos, equivalente a socialista), propia de la LSE donde estudió. Una vez
convertido en multimillonario, financió el sindicato Solidarnosc durante los últimos años del gobierno comunista en
Polonia, impulsó la Carta de los 77
que precipitó la caída del gobierno comunista Checoslovaco, aportó fondos para
la “revolución de las rosas” en Georgia y fue el principal inductor del
desmembramiento de Yugoslavia y de la independencia de Kosovo. Se calcula que
su fortuna, hoy, asciende a 7.000 millones de dólares. Su influencia es mayor
aún.
Soros es miembro del Council Foreing Relations, sin duda el
grupo de presión más poderoso (y más antiguo) de los EEUU y utiliza como medio
“amable” de penetración en los países en los que mantiene intereses, la Open Society Institute. Pues bien, esta
fundación mantiene una antena en Cataluña con el nombre de Iniciativa Sociedad
Abierta para Europa (calle Elisabets, 24, Barcelona) dirigida por Jordi Vaquer
del que apenas existen datos en Internet y es una de esas personas que
visiblemente buscan proteger sus actividades con el anonimato.
La aportación de Soros al
independentismo catalán, hasta ahora se ha reducido a una casi simbólica
aportación de 27.049 dólares donados a Diplocat
(un embrión de “ministerio de asuntos exteriores” de la Generalitat de Cataluña),
para financiar unas “jornadas sobre
xenofobia y euroescepticismo” celebradas en 2014. En la misma dirección fue
otra aportación de 24.973 dólares transferidos por Soros al CIDOB para otro
seminario sobre el mismo tema. El CIDOB (Centro
de Información y Documentación Internacionales en Barcelona) fue fundado
por grupos vinculados al cristianismo progresista de 1973, pasando a ser una
fundación privada en 1979. Se le considera un think–tanks especializado en política internacional, obviamente
relacionado con la Generalitat (que lo subvenciona) y vinculado
internacionalmente al Real Instituto de Estudios Internacionales con sede en
Chathan House (Londres).
La fundación dirigida por Vaquer
no parece desarrollar una actividad particular y el conjunto de 50.000 dólares
entregados por Soros a entidades catalanas son apenas una gota de agua
comparado con lo que ha invertido la Generalitat en el proyecto secesionista.
Así pues, no es Soros quien está detrás, ni siquiera quien aporta seguridades
al grupo dirigente del proyecto.
PUIGDEMONT “EXAMINADO” EN LONDRES
Ahora bien, Soros es miembro del Council Foreing Relations (CFR), el poderoso
grupo de presión norteamericano que trabaja permanentemente en contacto con el Real Instituto de Asuntos Internacionales
(RIIA)(*) de Londres, más conocido por la dirección de su sede en “Chathan House”. Las élites
mundialistas, que capitanean la marcha hacia un “nuevo orden mundial” en el
mundo anglosajón se reúnen en estos dos foros (de los que la Comisión
Trilateral o el Club de Bildelberg son “círculos concéntricos” exteriores).
“Chathan House” fue el escenario
de una conferencia del presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles
Puigdemont cuyos rastros han sido borrados. En la web de este instituto no queda
ningún dato que permita pensar que Puigdemont fue allí, sin embargo, existen
fotos de su conferencia y una web vinculada a la Generalitat (VilaWeb) ofreció el texto íntegro del
discurso. Su lectura resulta sorprendente: se trata del mismo discurso
pronunciado por Carles Puigdemont el pasado 11 de octubre ante el Parlamento de
Cataluña, un verdadero “refrito” del que pronunció originariamente en Chathan
House, cuando fue invitado para ser examinado y valorado por los representantes
de lo que se ha dado en llamar “los amos del mundo”.
En su discurso alardeó de estar
apoyado por “millones de personas en las
calles”, pero no convenció sobre las garantías jurídicas, ni sobre la
legalidad del proceso secesionista, únicos argumentos que interesaban al mundo
del dinero que se mueve en el RIIA–CFR. Los datos que ofreció no coincidieron
con los que ellos disponían de fuentes directas (estudios del Banco Central
Europeo y del FMI, especialmente). El discurso de Puigdemont en aquel foro fue
el típico “discurso electoral”, una mera enumeración publicitaria y
voluntarista sobre la inédita “República Catalana independiente”.
Su falta de realismo provocó
ironías entre los dueños del RIIA–CFR que conocen mucho mejor que él la
situación de la economía mundial y las implicaciones de la propuesta
independentista. En la parte final del discurso procuró tranquilizar a los
asistentes garantizando que el proceso independentista sería “tranquilo y pacífico” (lo que alejaba,
incluso, la posibilidad de que el “complejo militar–industrial” también
representado en esa institución tuviera oportunidad de lucrarse…). A partir de
ahí cometió errores en cadena.
Mostrando una ignorancia suicida
sobre la naturaleza y fines del RIIA–CFR, se empeñó en demostrar que Cataluña
quería ser miembro de la UE (cuando la institución es un foro de influencia del
ámbito anglo–sajón para el que la UE es completamente secundaria), cometió la
torpeza de decir, textualmente, que “si
Europa se ha reformado para evitar que el Reino Unido abandone la UE, también
sabrá adaptarse para que Cataluña continúe en la UE cuando sea un Estado
independiente”, demostrando además que ignoraba las condiciones de
pertenencia a la UE, su arquitectura interior y el hecho de que no estaba ante crédulos
electores a los que podía convencer argumentando que la potencia económica de
Cataluña es “imprescindible” en la UE.
El tono del discurso de
Puigdemont en Chathan House les pareció poco convincente, sin equipo político–económico
solvente detrás y manejando datos cuestionables. Para colmo, una de las
presentes, catalana, la editora Miriam Tey, le formuló una pregunta que terminó
por agriar la intervención: “Soy catalana y no os puedo llamar presidente
porque estáis aquí buscando el apoyo internacional para vulnerar la ley española y
romper la instituciones”. Luego le recordó
que su proyecto apenas tenía el apoyo del 37% del censo electoral. Puigdemont quedó descompuesto.
Ningún medio londinense se hizo eco de la conferencia y los propios organizadores
borraron los rastros de su presencia en la institución. Los conspiranoicos atribuyen este secretismo al apoyo secreto prestado
por el RIIA-CFR al proyecto independentista. En realidad, demuestra que Puigdemont
no superó el “examen de acceso” en el club mundialista; y eso explica, al mismo
tiempo, el porqué la prensa vinculada a estos sectores, o bien no ha informado
o se ha mostrado hostil (o incluso muy hostil) al “procés”. Explica, también, la
tranquilidad de Rajoy y el que tardara tanto en reaccionar: simplemente no
había nada importante detrás de la intentona independentista: apenas un fuego
de paja.
Lo que se dio en 1926 y luego en 1934, volvía a repetirse en 2017.
MACIÀ Y COMPANYS FUERA DE ESPAÑA:
UNA CADENA DE ERRORES
El fracaso internacional de
Puigdemont y su absoluta irrelevancia en la escena internacional, tiene sus
precedentes en los recorridos realizados por Francesc Macià a través de París,
Moscú, Bruselas y en su figa por las principales capitales Iberoamericanas. La
única diferencia, es que el “Avi”, dotado de un mayor prestigio y carisma
personal, logró contactar con personalidades del mundo de la cultura (la
Condesa de Noailles y, a través de ella, con notables de la literatura francesa
que frecuentaban su salón) y con dirigentes políticos de indudable importancia
(aunque solamente en la URSS consiguió ser recibido por personalidades de
primer nivel). En cuanto a Companys, nunca pareció interesarse especialmente
por los escenarios internacionales, a pesar de que a partir de 1938 sondeara
las posibilidades de una paz por separado por mediación de Inglaterra y
Francia. En este terreno, puede decirse que quien llegó más lejos fue en sus
experiencias internacionales fue Macià, mientras Companys, hasta 1938 se
desinteresó completamente, y Puigdemont, por su parte, en tanto que personaje
mediocre entre los mediocres, ha visto cerradas las puertas desde su fracaso en
Chatham House.
1. Macià: loa vuelta al mundo en 80 pifias
A poco de autoexiliarse en
Francia, Macià empezó a conspirar para lograr la independencia de Cataluña por
la vía insurreccional. Intentó para ello distintas fórmulas que fueron
fracasando una tras otra. Consciente de que le faltaba “base social” para un
proyecto secesionista, intentó implicar a la CNT en la aventura, e incluso
logró comprometerla, por mucho que los anarcosindicalistas desconfiaran del
que, a fin de cuentas, había sido un militar español de alta graduación y luego
se convirtió en un terrateniente consorte por su casamiento con una pubilla leridana. Cuando estaba ultimado
el pacto con la CNT, apareció Pepe Bullejos, entonces secretario general de
minúsculo Partido Comunista de España (más minúsculo todavía en Cataluña donde
la CNT le dejaba muy poco espacio para actuar) proponiéndole una visita a Moscú
para presentarle a los amos del Kremlim. Ellos, estaba seguro, le ayudarían en
su proyecto contrario a la dictadura de Primo de Rivera. Y allí que se fue
Macià Carner Ribalta (que luego contó todas las peripecias de Macià en un denso
libro publicado a finales de los 70). En Berlín, los agentes de la
Internacional le dieron 60 dólares para primeros gastos y tras unos días de
viaje en tren fueron recibidos, en primer lugar por Andreu Nin, entonces probo
funcionario de la Internacional que luego desaparecería en mayor de 1937 en Las
Ramblas, y que efectuaría funciones de traducción.
Estuvo a punto de no poder entrar
en la URSS cuando el aduanero vio sus manos tersas que no eran, precisamente,
las de un obrero y más aún cuando vio que en la cartera llevaba una pequeña
bandera independentista estelada… con la estrella blanca, no con la roja. La
Internacional le había procurado un pasaporte falso a nombre de “Maurice Morel”
Había ido a entrevistarse con
Trotsky, pero éste se encontraba en San Petersburgo, atado por la crisis en la
organización comunista de aquella ciudad y delegó el encuentro en el líder de
la Internacional Comunista, Bujarin, y con el miembro del Politburó Zinoviev.
Macià, pudo traspasar los altos muros del Kremlin. Los dirigentes soviéticos le
dijeron que tenía todo su apoyo. Macià sacó la lista de sus exigencias para la “revolución”:
presupuesto y armas. Bullejos alegó que los tiempos no estaban maduros para la “revolución”
en España y Bujarin quedó en enviar un observador de la Internacional a París
para contactar con Macià y cristalizar todo el apoyo, por mucho que él tampoco
veía clara la posibilidad insurreccional.
Cuando llevaban un mes en Moscú,
Macià empezó a ponerse nervioso. Temía que otros le arrebataran la posibilidad
insurreccional. Por entonces, un grupo extremista estaba preparando el llamado “Complot
del Garraf” (colocar una bomba en los túneles del Garraf para asesinar a
Alfonso XIII, a su séquito, a los maquinistas y a quien viajara en el convoy).
Así que tenía prisa en ser el primero en tomar las armas en defensa de la República
Catalana Independiente. Así que decidió no esperar a Trotsky y volver a París
para reiniciar el complot apoyado ahora por la URSS.
Para fatalidad suya, al día
siguiente de abandonar la capital soviética se desencadeno la crisis en el seno
del PCUS que llevó a las primeras purgas: Bujaron y Zinoviev fueron destituidos
y el delegado de la Internacional jamás llegó a París. Pero esto no fue lo
peor: la CNT, que ya por entonces estaba a la greña con los comunistas, al
saber de este viaje, se desentendió de cualquier pacto suscrito por Macià. Por
si esto fuera poco, el Partido Nacionalista Vasco, que no dejaba de ser un
grupo separatista de extrema-derecha, censuró los contactos de Macià con los
bolcheviques y rompió cualquier contacto con él.
Lo que siguió es conocido: Macià
calculaba inicialmente que su plan insurreccional podía salir bien con una
inversión de 8.000.000 de pesetas y 4.000 hombres que “invadieran” Cataluña.
Lamentablemente para él, solamente pudo movilizar a unos pocos exiliados
catalanes (Roc Boronat, Ventura Gassol, etc.) y una panda de aventureros
italianos antifascistas exiliados en París: la Legión Garibaldina, dirigida por
el mismísimo Riccioti Garibaldi, descendiente del unificador de Italia…
Riciotti unía a su condición de masón, la de enviar confidencias a la OVRA
(inteligencia italiana) y al ministerio del interior francés. Cuando se
desencadenaron los hechos ya se había puesto en contacto con el embajador
español para vender las mismas informaciones sobre Macià…
El proyecto consistió en “invadir”
Cataluña con dos columnas que partirían de la frontera francesa, cerca de Prats
de Molló y que deberían tomar Olot. Lo sorprendente era que apenas pudo reunir
a 200 aventureros entre los catalanes, unos 50 y los italianos. Apenas hubo
entrenamientos, por mucho que Macià hubiera instalado un “puesto de observación”
en una masía en la parte francesa de la que la Guardia Civil tenía noticias
desde mucho antes del Día D. Hay que decir que en Olot se encontraba un cuartel
del ejército de tierra, otro de carabineros y otro de la Guardia Civil, además
de tener un somatén particularmente numeroso. Fuerzas, en cualquier caso, bien
armadas y entrenadas. Al otro lado, los entrenamientos habían sido pocos (con
fusiles y bombas caseras que inevitablemente no explotaban; es Carner quien lo
cuenta). ¿El resultado? Un fracaso anunciado. Los conspiradores fueron
detenidos cuando iban convergiendo sobre Prats de Molló. Afortunadamente se
evitó lo que hubiera sido un verdadero suicidio por parte de aquellos
inconscientes dirigidos por alguien al que el historiador socialista italiano
Gaetano Salvemini calificó como “cabeza hueca”.
Igualmente inútiles fueron los
intentos realizados junto a miembros del Sin Fein de constituir una “liga de
las naciones oprimidas” y un viaje de visita por las comunidades catalanas en
Iberoamérica que reportó solamente algunas ayudas económicas.
El proceso al que fue sometido
junto a los conspiradores por los hechos de Prats de Molló fue apenas una
reprimenda. En realidad, poco podía pasarle, si tenemos en cuenta que la
presidencia de la República estaba ocupada por el masón de grado 33, Paul
Doumerge, iniciado en la Logia L’Écho du Gran Oriente de Nimes y los
ministerios del Interior y Justicia estaban también ocupados por dos notorios
masones: René Renoult y Camille Chautemps… El complot fue evitado por las
autoridades francesas para evitar que una aventura condenada al fracaso agriara
las relaciones entre Francia y España, cuando nuestro país estaba basculando
hacia la órbita italiana con Primo de Rivera.
2. Companys, el Pajarito, se movía mal fuera de Cataluña
Companys es, para el “mártir”
para el independentismo. Macià el “santo”. Falta saber qué lugar ocupará
Puigdemont, si es que ocupa alguno en el santoral independentista. Sus
defensores alegan que Companys fue un “gran patriota catalán” y señalan que más
que independentista era federalista y que el 6 de octubre de 1934 proclamó el “Estado
Catalán dentro de la República Federal Española”, lo cual es rigurosamente cierto…
Lamentablemente, pesa en contra el hecho de que el propio Companys había
colocado al sector más radicalmente independentista de ERC, al frente de los
departamentos clave de la Generalitat: Dencás en Gobernación y Miquel Badía
como Director de Seguridad… Hay que tener en cuenta que en aquel momento ERC
era un magma de tendencias contrapuestas y con una línea política que puede ser
definida de cualquier manera menos como clara.
Cuando el 19 de julio, Companys recibió
a Durriti y a García Oliver, según el testimonio de este último, les dijo “Fills meus, Gents de la CNT, sois la
única esperanza de Cataluña. Olvidadlo todo y salvad las libertades de nuestro
pueblo”. El “olvidarlo todo” venía a cuento de que, en el período anterior
a la revuelta del 6 de octubre de 1934, la CNT había sido durísimamente
perseguida y represaliada en Cataluña… A continuación los anarquistas le dijeron
que muy bien lo de “fills meus” pero que ¿dónde estaban las armas? Al negarse a
darlas, ellos mismos desvalijaron varios cuarteles. Se sabe lo que siguió. A lo
largo de ese período, Companys no actuó como hubiera debido hacerlo: para
recuperar el orden público y el control de la calle.
En un período que todavía
permanece sujeto a discusiones, Companys inició gestiones secretas en el
extranjero para lograr una paz por separada de Cataluña con Franco (a quien,
por cierto, conoció en Mallorca unos años antes). Si esos contactos fracasaron
fue porque los gobiernos de Francia y el Reino Unido no les gustaba la
presencia de anarquistas en el gobierno catalán y el hecho de que hasta mayo de
1937 hicieran y deshicieran a su antojo y dictaran la ley en la calle. Fue
entonces cuando se produjo el llamado “affair Revertés”. Se trató de un complot
organizado por Nosaltres Sols!, Estata Catalán y con núcleos de ERC. Estos
grupos acusaban a la CNT de impedir las negociaciones para una paz por
separado. Querían la independencia y la querían ya. En noviembre de 1936, la
Generalitat compró un cargamento de armas a Francia que debía ser trasladado a
Cataluña. El Comisario General de Orden Público de la Generalitat, Adreu
Rebertés, contaba con esas armas para asalta el poder, dar un golpe para la
independencia y desalojar a los anarquistas. Cambó desde Buenos Aires, estaba
al tanto de la operación y algunos exiliados de la Lliga dieron su apoyo.
El complot, claro está, fracasó, Rebertés
fue puesto fuera de combate pero indica el grado de chaladura de unos
independentistas que, en plena guerra civil, careciendo de fuerza social y
militante equiparable a la CNT-FAI o al PSUC, sin experiencia en combate, ni
habiendo estado nunca bajo el fuego enemigo, pretendían 1) dar un golpe de
Estado, 2) declarar la independencia de Cataluña y 3) negociar una paz por
separado con Franco a través de Francia y del Reino Unido. Y aquí sí que vemos
el absoluto desenfoque de los independentistas en noviembre de 1936 y de sus
nietos en 2017… Rebertés (que, además, había intentado apoderarse de lingotes
de oro que habían salido de Madrid a lugar seguro, sin olvidar que se había
visto envuelto en el asesinato de su madrastra) fue encarcelado. ERC lo sacó de
la cárcel con intención de trasladarlo a Andorra. Fue asesinado por el camino…
Tras las sucesos de mayo de 1938,
la CNT quedó arrinconada. Mientras el poder nominal en Cataluña lo tuvo
Companys, el poder real estuvo en manos del PSUC. A finales de 1938, Companys
envió delegados a París, Ginebra y Londres secretamente. Se trataba de Rubió i
Tudurí (a París), Nicolau D’Olwer (a Ginebra) y de Josep Mª Batista Roca (a
Londres). El nombre de este último reapareció en la transición española en
relación a los asesinatos del ex alcalde de Barcelona Viola Sauret y del
industrial Bultó, realizados por EPOCA. Pidieron mediación internacional para
llegar a un armisticio que garantizara la paz y la independencia de Cataluña…
Una idea tan extravagante no fue tomada en serio en ninguna cancillería
europea.
Companys fue considerado siempre
como un político oportunista, de poco carácter, frecuentemente a remolque de
las situaciones, poco efectivo, más un hombre de partido que un mediador, un
agitador que un estadista. Su fusilamiento le dio el marchamo del martirio. Al
igual que Macià, poco antes de morir, estaba sobre todo discutido por los
suyos. La gestión que hicieron de la Generalitat ambos, puede ser comparada a
la de Puigdemont: tuvieron el poder en sus
manos, pero no supieron que hacer con él. Su horizonte terminaba en la
independencia, todo lo que no era alcanzar ese objetivo parecía algo fuera de
su alcance: por ejemplo, gestionar el día a día de la sociedad catalana.
(*) El RIIA–CFR “examinó” a los actores de la transición
Los actores y protagonistas de la transición española, todos,
sin excepción, habían pasado por el RIIA–CFR: Felipe González pudo explicarse
en noviembre de 1977, siendo capaz de aclarar las dudas que existían sobre él y
sobre cuál sería su compartimiento una vez llegara al poder. Comprobaron que no
era “comunista”, se presentó como “amante de la paz”, pero no se negó a la entrada
en la OTAN. La forma de socialismo que expuso no estaba tan alejada del
“socialismo fabiano”, ideología dominante en esa institución. De hecho, en
marzo de 1978, González, Múgica (presidente de la Comisión de Defensa del
Parlamento) y Luis Solana volvieron a Nueva York para ser “examinados” por el
CFR. Unos días después acudió al mismo instituto Fernández Ordóñez (entonces en
UCD y que poco después pasaría al PSOE).
Santiago Carrillo también fue recibido y conferenció en el
CFR-RIIA en la Pascua de 1978. Curiosamente, al regresar, emprendió la voladura
controlada del Partido Comunista de España que hasta ese momento se había
mostrado como la formación más sólida y coherente de la oposición democrática.
Igualmente, a partir de 1979, David Rockefeller invitó a sus amigos españoles a
participar en las sesiones de la Comisión Trilateral (uno de los círculos
concéntricos del CFR–RIIE): Antonio Garrigues, Ferrer Salat, Claudio Boada,
Trías Fargas, etc. A partir de ese año la presencia española en el Club de
Bildelberg y en la Comisión Trilateral ha sido permanente.
Estas
asociaciones han estado constantemente presentes en la historia reciente de
España. No determinan quién va a dirigir este país, simplemente quien
“conocerlo”, entrevistarlo, valorarlo, luego, decidir, si es el hombre más
adecuado para la situación (y, por tanto, hay que apoyarlo), o si, en cambio de
un aventurero de corto recorrido.