Hemos traducido y adaptado este artículo de
Guillaume Faye publicado el pasad 29 de junio de 2016. Vale la pena hacer
algunos comentarios previos. Alude al “comunitarismo”, un término que todavía
no se suele utilizar en España y por el que hay que entender una concepción de
la ciudadanía basada en que sus componentes compartan los mismos referentes
morales, lingüísticos y culturales por el hecho de pertenecer a la sociedad
civil y recibir los derechos derivados de la ciudadanía. El progresismo francés
y buena parte de las fuerzas conservadoras creen que esta noción es la que hay
que transmitir a la inmigración árabe-africana. Lamentablemente, después de 40
años, de prédica, ni en Francia, ni en lugar alguno de Europa, se ha conseguido
llevarlo a la práctica. En segundo lugar, al lector no se le escaparán varias
alusiones al Front National, sino crítica, sí al menos, escépticas en relación
al giro que ha dado durante su proceso de “desdiabolización”. Faye es, sobre
todo, un divulgador de ideas. No tiene porqué preocuparse de ganar votos para
una formación concreta. De ahí que pueda permitirse unos niveles de libertad
propios de los que no están vinculados a ningún partido. Hemos conservado tales
alusiones, aun a riesgo de poder confundir a algunos lectores en la confianza
de que los europeos tenemos ante el futuro dos momentos estratégico: el primer
es el de contener a la inmigración, el segundo, de revertirla. Pero nada de
todo esto puede hacerse sin acceder al poder. Y para hacerlo, obviamente, hay
que moderar el discurso.
Inmigración: 10
principios del sentido común
29 DE DE
JUNIO DE, 2016 POR GUILLAUME FAYE
El debate sobre Islam,
laicismo, integración, asimilación, "comunitarismo", la
"radicalización" anti islámica, etc. está desconectado de la
realidad y del sentido común, se ha intelectualizado, por lo que resulta
completamente inútil. En realidad, más que un debate es una ensalada de
supuestos ideológicos y la expresión de deseos piadosos. Pero el eje del
problema es práctico, es material, demográfico, cuantitativo, y sobre todo
también étnico. Siguen a continuación diez principios que deberían resultar
obvios.
1) No combatir los
efectos de la inmigración, sino especialmente las causas
Se quieren prohibir
los velos en lugares públicos, el control de la financiación y la altura de los
minaretes de las mezquitas que aparecen como champiñones, el rechazo a la
escuela, al hospital -y en todas partes- las prácticas islámicas conquistadoras,
etc. Y todo esto mediante leyes y reglamentos, lo cual resulta muy
necesario… Pero se tiene la batalla perdida por anticipado si no se
comprende que todo esto es totalmente insuficiente. Todas estas medidas apuntan
(débilmente) contra los efectos, nunca contra las causas. Estos esfuerzos
fracasarán mientras ni apuntes contra la fuente
del problema. Ésta es, en última instancia, a la vez puramente
cuantitativa y demográfica, pero también étnica: la inmigración extra-europea
de mayoría musulmana está en progresión exponencial y con una fecundidad ampliamente
superior a la europea. Tal es la doble causa que es preciso abordar.
2) Pensar
medidas a largo plazo antes que inmediatas y a corto plazo
Matemáticamente, si no
se hace nada para bloquear la expansión y le aumento de la inmigración, si no se
lleva a cabo ninguna "re-migración"
(el retorno al país de origen), en la segunda mitad de este siglo Francia ya no
será étnicamente un “país europeo” y el Islam tendrá una clara
mayoría. Francia será un país afro-árabe musulmán (al igual que varios de
sus vecinos) que se verá aquejado de una violencia incesante de carácter étnico-religiosa,
acompañada por un empobrecimiento generalizado y un éxodo de los últimos
europeos nativos. Guerra civil étnica endémica muy probable. Tal es
la ley de hierro de la demografía (natalidad e inmigración). En este caso,
Francia desaparecería por completo, y tal vez incluso su nombre se borrara del
mapa. Pero esta perspectiva de medio y largo plazo es completamente
ignorada por las oligarquías (los dirigentes actuales habrán muerto para
entonces o serán nonagenarios cuando sobrevenga el final) que piensan sólo a
muy corto plazo. Tal es el reflejo de una sociedad de la inmediatez, que
no se proyecta hacia el futuro, que olvida su pasado y toma Prozac o humo para no pensar en el
presente.
3) Entender que las
fuerzas que buscan la destrucción étnica de la Europa ya están actuando.
Se infiltran en el
Estado francés, en la tecnocracia europea, en las oligarquías mediáticas, partidocráticas
(incluyendo el FN) y sindicales. Imponen la ideología inmigracionista y
colaboran con la islamización. Fundamentalmente antidemocráticas
(“anti-populistas” según la jerga), animadas por un sentimiento nihilista de
odio a la cultura, a la historia y al arraigo de las naciones europeas, aliadas
objetivas del islam invasor, mueven a las autoridades políticas, de izquierda o
de derecha, a un etnocidio de los
europeos. Todo
está concebido para dejar entrar a la marea migratoria y para destruir las
raíces culturales de las identidades europeas, especialmente en la educación
pública y en los medios de comunicación
4) El etnopluralismo,
como el motor de agua, no ha funcionado nunca, ni funcionará jamás.
Tal es una idea a
desechar en el cementerio de las utopías, junto al comunista. Existe una
incompatibilidad de vida en común (cohabitación territorial) en una misma
unidad política entre poblaciones étnicamente diferentes; sobre todo si algunas
son árabe-musulmanas o africanas. Las excepciones sólo son burbujas
artificiales protagonizadas por élites. Incluso si esta evidente de la
imposibilidad del etnopluralismo (ya señalada por Aristóteles) es un tabú, una
prohibición ideológica, es todavía más una evidencia para quienes viven en zonsa
de mezcla étnica. No es experimentada por las élites inmigracionistas y antirracistas
simplemente porque estas, a la inversa de los “blancos pobres”, ni viven ni han
estado jamás en contacto con sus queridos inmigrados árabe-musulmanes o
africanos, que para ellos no son más que abstracciones. Por eso despliegan este
concepto de “vivir juntos” para los demás, no para ellos mismos.
5) ¿Combatir el "comunitarismo"? Demasiado
tarde.
La lucha contra el
"comunitarismo" (esa palabra-trampa que se utiliza
para enmascarar el término "colonización étnica") no sirve
para nada, como tampoco sirve combatir contra la islamización y el yihadismo
radical. Ya es muy tarde. Todavía era posible en los años 80 para
integrar y asimilar en la "República" y en la cultura franco-europea a
los inmigrantes procedente de fuera de Europa. Ahora es
absolutamente imposible desde el momento en que llegan en porcentajes
considerablemente, mayoritarios en algunas zonas urbanas. Es inútil intentar
mejorar las cosas, hay que invertir las reglas del juego. Es decir, bloquear
los flujos migratorios e invertirlos.
6) No aferrarse
desesperadamente a que sean "nuestros compatriotas": no quieren
Es absolutamente
imposible hacer una nación unida con una proporción creciente de población árabe-musulmana y africana, incluso
aunque sea francófona. La candidez de los integracionistas y
asimilacionistas, desde el FN al PS, que quieren que esos millones de
inmigrantes o hijos de inmigrantes sean "nuestros compatriotas" choca
directamente con el rechazo y la hostilidad
creciente de un número cada vez mayor de ellos -especialmente entre su
juventud- a considerarse como franceses –o belgas, alemanes, etc- incluso aun
cuando tengan ya la nacionalidad. Ellos no se quieren integrar
o asimilar. Como dice el refrán: "un burro que no tiene sed,
no bebe". Cada vez más jóvenes árabes musulmanes, africanos
o turcos, en cualquier lugar de Europa, incluso con naturalización y pasaportes
europeos, se consideran a sí mismos como ciudadanos de sus países de origen y tienen
a Europa -detestada- como una tierra de conquista. Ellos tienen un reflejo
racista. Ese es su problema.
7) Crear
un “Islam francés” es una utopía ridícula
El Islam no sólo es
incompatible con la "república", lo es con cualquier cosa que no sea
con él mismo, ya sea religión o cultura. Es una actitud que evidencia un
arraigo psíquico profundo, étnico, en definitiva. De Gaulle lo había visto, y
de ahí su rechazo a la Argelia francesa como apéndice de Francia. La idea de
una “Islam de las Luces” moderado y reformado es un callejón sin salida. Los
musulmanes franco-compatibles o republicano-compatibles son, o bien minorías
utópicas, o frecuentemente grupos poco sinceros en cuanto a sus fines. El islam
es intrínsecamente hostil a todo lo que representa la civilización europea.
8) Contra el terrorismo islámico: desislamizar Francia
No es solamente siguiendo e intentando desmantelar policialmente a las
redes islamistas como se impedirán los atentados, ni llevando a sus miembros las
prisiones (esas escuelas de criminales) tras las ridículas e inoficaces
(incluso contraproducentes) operaciones de “desradicalización”. Prohibiendo,
sobre todo, la entrada en el territorio (inmigración cero) a todo nuevo
inmigrado musulmán e invirtiendo el flujo migratorio mediante salidas masivas
hacia los países de origen, es la única forma como se puede resolver el
problema. Es lamentable decirlo, pero el riesgo de atentados terroristas en un
país occidental es proporcional a la importancia numérica de su población
musulmana.
9) Admitir que la
influencia usulmana y árabe-africana afecta a todo el conjunto del territorio
nacional
La causa de todos los
problemas es democráfico y matemático. Patrice Ribeiro, secretario general del
sindicato de policía Synergie-officiers,
afirma: “Ningún lugar está a salvo, el
fenómeno de la comunitarización y de la insularidad de gran cantidad de barrios
se observa por todas partes con la infiltración y la invasión en el tejido
escolar, asociativo y deportivo, es un telón de fondo de sociedad”.
Menciona “la complicidad de cierto número
de cargos electos” que “muestran en
realidad aquiescencia y connivencia intelectual”. Piensa que “este angelismo o clientelismo cínico nos
conducirá a la catástrofe”. Nada que añadir. El problema es estrictamente demográfico,
nada más. Por razones de corrección ideológica y semántica, se habla de “comunitarismo”,
lamentable neologismo, cuando en realidad se trata, simplemente, una invasión,
del exterior (inmigración) y del interior (natalidad). Por su parte, el
escritor argelino Boualem Sansal analiza: “El
orden islámico intenta instalarse en Francia, es un hecho palpable; en algunas
zonas, ya está instalado” (FigaroVox,
entrevista, 17.06.2016).
10) Integración y asimilación: misión
imposible
La integración (es decir, la adopción parcial de las
costumbres del país de acogida, en especial de la lengua, pero conservando una
parte de sus usos y costumbres de origen) es posible si los inmigrados no
superan el 5% de la población de acogida. Para la asimilación (es decir,
la adopción total de la cultura de acogida y el abandono de la suya propia), el
porcentaje es aún más bajo. Al margen de todos los discursos (del FN, de la
derecha y del centro), ni la integración ni la asimilación son posibles por una
razón matemática: la proporción de extranjeros es ya demasiado fuerte.
La
masa actual de niños africanos o árabes de origen no podrán ser asimilados o realmente
convertidos en franceses por la escuela, salvo, evidentemente, excepciones. La
Francia universal, supracultural, supraétnica es una imposibilidad, el fruto de
una utopía intelectual abstracta construida en el tiempo en el que la
inmigración masiva no existía.
Conclusión: resolver el
problema global supondrá un enorme choc
Los
problemas del comunitarismo creciente, de la “guetización”, las fricciones y
los enfrentamientos incesantes con las costumbres musulmanas en expansión que
degradan la vida cotidiana de los autóctonos europeos, la criminalidad
multiforme en alza constante, el hundimiento del nivel de una escuela pública multiétnica,
el terrorismo evidente, son ecuaciones no serán jamás resueltas por medida
políticas interiores de reordenación por duras que sean.
El
referéndum británico a favor del Brexit ha sido en realidad un voto de
protesta –algo desesperado- de las clases populares inglesas contra la
inmigración. Pero una Gran Bretaña, separada de la UE –si el resultado del
referéndum es respetado- ¿limitaría la inmigración? No es seguro…
La solución general
vendrá primeramente por un restablecimiento de las fronteras nacionales y un
parón total de cualquier inmigración extra-europea, comprendida la
legal, por motivos de trabajo o de reagrupación familiar. En segundo lugar
procederá de una política resuelta de expulsión de todos los clandestinos e
inmigrantes en situación irregular y del retorno para los que están en
situación regular. En cuanto a los que son “Franceses de documentación” (o de
cualquier otra nacionalidad europea) por el “derecho suelo” (ius solis) –que deberá ser imperativamente
suprimido- su situación será más difícil de resolver pero deberá serlo.
Ciertamente, estas soluciones
precisan de un valor inmenso para ser aplicadas
Provocarán enfrentamientos,
choques, dramas, conflictos que será preciso afrontar. Pero continuar sin hacer
nada llevaría a una situación peor todavía. La ecuación es simple: a partir el
momento en que la invasión migratoria ha sido autorizada (y animada) por el
Estado desde hace 40 años, con una reproducción de dos a tres veces superior a
las poblaciones inmigradas en un 90% musulmanes, y una fuga de élites, Francia
está muerta en apenas 20 años.
© Guilaume Faye – J’ai
tout compris
© Por la traducción y adaptación,
Ernesto Milà – info|krisis – Prohibida la reproducción de este artículo sin
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