Cuando ha pasado un mes desde los resultados de
las elecciones europeas la mayor parte del Movimiento Identitario todavía no ha
percibido que estamos ante el inicio de
una nueva época política. Las líneas que siguen están destinadas a resumir
los rasgos de esa nueva época y lo que representan para nuestro ambiente
político. Suponen también un recordatorio sobre lo que la lógica política más
elemental sugiere como estrategia de trabajo. Se aspira también a recordar la
responsabilidad histórica de las direcciones de este ambiente político y la
necesidad de que sus ideas estén presentes en un futuro proceso de regeneración
política de nuestro país.
[El autor de estas líneas no tiene más interés
que el participar en un proceso de este tipo como escritor y analista político,
excluye cualquier tipo de protagonismo o participación, no sólo porque sus circunstancias
personales lo sitúan con un pie fuera de España, sino que, por vocación, está
más predispuesto al análisis y al estudio que al protagonismo y el liderazgo].
La nueva situación
histórica
No debemos perder la perspectiva de lo que ha
sucedido en estas tres últimas semanas:
1) Los resultados de las elecciones europeas
indican muy a las claras que el bipartidismo ha muerto en España.
2) La abdicación de Juan Carlos I es un intento
de salvar el esquema constitucional vigente desde 1978 a la vista del
desprestigio de la institución, derivado del caso Urdangarín.
3) El proceso centrífugo catalán, lejos de
remitir, se encamina con paso firme hacia el período crítico que se iniciará el
11–S de 2014 y alcanzará su límite el 9–N.
4) La versión oficial sobre la salida a la
crisis contrasta con la situación real de la calle que experimenta la crisis
cada vez con mayor dramatismo.
5) La aparición de nuevos casos de corrupción
se produce a diario revelando sin sombras de dudas que la corrupción en el
rasgo característico del régimen nacido en 1978.
6) Las reformas fiscales fraudulentas que
solamente aumentan la presión sobre las clases medias, y la disminución del
valor de los salarios, se han confirmado nuevamente.
7) Reiterados asaltos a la valla de Melilla
indican que la presión migratoria prosigue y si disminuye el número de
inmigrantes es por los 3.000.000 de inmigrantes que tienen nacionalidad
española, no porque retornen a sus países de origen.
Todo esto ocurre cuando nuestro país ha entrado
en el “sexto año triunfal de la crisis”
y la persistencia de la crisis económica hace tiempo que abrió un nuevo frente
de crisis social (con 6.000.000 de parados y un 25% de la población próxima al
umbral de la pobreza) que, al prolongarse, ha enajenado simpatías al sistema y
a sus gestores, abriéndose una profunda
crisis política que indica a las claras que el sistema político está llegando a
su fase final: la fase agónica en la que solamente queda esperar su muerte
natural por desplome o su regeneración mediante una reforma radical.
Absolutamente nadie, ni siquiera los
observadores y tertulianos más “constitucionalistas” y devotos del régimen se
atreverán hoy a afirmar que éste goza de buena salud y que los problemas que
está evidenciando sean meramente coyunturales que desaparecerán cuando pase la
crisis:
– Esta
crisis nunca pasará, la crisis es el
estado natural del sistema mundial globalizado porque el capital financiero
en su búsqueda de beneficios es incapaz de fijarse durante mucho tiempo en un
espacio geográfico concreto y migra constantemente a medida que varían las
posibilidades de obtener mayores rendimientos a las inversiones financieras,
dejando atrás estallidos de burbujas, e inestabilidad económica mundial.
– El
impacto de la crisis iniciada en 2007 ha sido excesivamente profundo como para
pensar que, de superarse, no dejará heridas profundas en España, la primera
de todas, el descrédito de los portavoces del régimen, la brecha entre casta
política y población, el aumento de las diferencias de ingresos entre las
rentas más altas (que siguen aumentando) y entre las rentas más bajas (que
siguen disminuyendo), la insostenible cifra de parados y el hecho de que una
cuarta parte de la población esté próxima al umbral de la pobreza, los ocho
millones de inmigrantes llegados desde 1996 e imposibles de acomodar en el
maltrecho mercado laboral, las dificultades de los jóvenes para formar
familias, la caída en picado de la natalidad, los salarios de miseria forzados
para “ganar competitividad”, etc, etc.
Los siete rasgos de la crisis política que se
han evidenciado en estas semanas y que hemos resaltado, lejos de ser coyunturales son estructurales e indican que el régimen ha
entrado en una fase terminal caracterizada por la fragilidad de sus estructuras
y la sensación de que podrá prolongar solamente durante un tiempo limitado su
supervivencia en las actuales circunstancias, pero que ese tiempo es breve
antes de que se produzca un colapso total de las instituciones.
Lo que implica esta
nueva situación
Es en este contexto en el que hay que insertar
la acción del movimiento identitario.
Entendemos por
Movimiento Identitario al conjunto de organizaciones, círculos, asociaciones y
movimientos que asumen los valores del patriotismo social y la defensa de los
derechos de nuestro pueblo frente a cualquiera que pretenda situarlos por
detrás de los derechos del capital financiero y por detrás de los derechos de
los recién llegados en el aluvión de la inmigración masiva. Entendemos que las pasadas
elecciones europeas han demostrado la existencia de un pujante movimiento
identitario en toda Europa, con mayor o menor implantación según los países,
que oscila entre el mero euroescepticismo o la protesta activa contra la clase
política cuya ineptitud ha alterado el sustrato antropológico y cultural de
nuestro continente y, comiendo de la mano de los “señores del dinero” nos ha
entregado a los depredadores de la globalización.
El hecho de que el
Movimiento identitario todavía no haya cristalizado en nuestro país se debe a
circunstancias objetivas que han hecho imposible que en el interior del régimen
nacido en 1978 pudiera existir una corriente de este tipo. En efecto, durante los pactos de
la transición suscritos entre los “franquistas evolucionistas” (y
particularmente impulsados por Manuel Fraga) y la “oposición democrática”, se
establecía el aislamiento y liquidación de la “extrema–derecha”. En aquel
momento se consideraba extrema–derecha a cualquier forma del franquismo que no
aceptase la evolución y que reconociese un vínculo de lealtad con el anterior
Jefe del Estado. Ese pacto fue suscrito no solo por estas dos partes políticas
sino también por el conjunto de fuerzas mediáticas representadas por Cadena Z, Cadena 16 y PRISA y dispuso, así mismo, del apoyo de
servicios de inteligencia nacionales y extranjeros.
A partir del 23–F de 1981, cuando la transición
pudo darse por concluida y, mucho más claramente, a partir de la victoria del
PSOE en las elecciones de septiembre de 1983, la extrema–derecha franquista
resultó completamente barrida del escenario político español, desapareciendo
como tal y reduciéndose a pequeños círculos de nostálgicos. A lo largo de los
años 80 y 90, se sucedieron distintas siglas, ninguna de las cuales consiguió
alcanzar los estándares de presencia en las instituciones que ostentaban otros
partidos en los distintos países europeos. Y esto ha seguido así hasta ahora.
El paso del tiempo hizo que el carácter
“franquista” de los partidos de extrema–derecha se fuera atenuando y
desapareciendo prácticamente, pero el “pacto de acero” suscrito en la
transición abarcaba no solamente a la extrema–derecha franquista sino a
cualquier formación que se manifestara contra la partidocracia y la
socialdemocracia o, como Manuel Fraga había establecido gráficamente en 1978,
incluía todo lo que estaba a la derecha de Alianza Popular (hoy PP): “nada a mi
derecha”.
De ahí que cuando el franquismo se extinguió
como fenómeno político, cualquier forma política que hubiera surgido al margen
del sistema político y con ambiciones de regenerarlo, pasara a ocupar ese
espacio ya vacío y se hiciera acreedor del mismo cerco de silencio y
hostilidad. Y eso ha valido también para los “despuntes” del Movimiento Identitario
que han ido apareciendo en Cataluña con PxC, en la Comunidad Valenciana con
E2000 y en otras zonas de España con PxL y distintos círculos y asociaciones.
Así pues, estaba claro que mientras el sistema nacido en 1978 gozase de buena salud, no existía absolutamente
ninguna fisura en la “gran muralla” formada por las instituciones y la “banda
de los cuatro” (PP+PSOE+CiU+PNV), a través de la cual pudiera insertarse en la
vida política del país. Eso explica el porqué entre 1983 y 2008
prácticamente no existieran ni siquiera concejales electos en las listas del
Movimiento Identitario, ni mucho menos diputados autonómicos o nacionales.
Simplemente, el sistema gozaba de “buena
salud” y generaba anticuerpos que impedían avanzar a las distintas componentes
del Movimiento Identitario.
PERO ESTO SE HA ACABADO. En pocos años, el
régimen político español ha pasado del triunfalismo que caracterizó al período
de José María Aznar y que tuvo su prolongación en la primera legislatura de
Zapatero, a una sensación de que todo está corrompido, a un desprestigio
absoluto de la clase política, a la impresión de impotencia y al camino de la
desintegración. El régimen está, pues, en
una situación de DEBILIDAD ESTRATÉGICA, es vulnerable por todas partes como
demuestra el hecho de que un movimiento como Podemos cuyos objetivos utópicos y un análisis superficial, erróneo
e ignorante de lo que es la globalización, haya obtenido un clamoroso éxito
electoral que no se debe tanto a su actividad y a sus propuestas, como a la
debilidad y a los errores de la “banda de los 4”. Esa debilidad es lo que ha
generado a prisa y corriendo la abdicación de Juan Carlos I, lo que ha hecho,
igualmente, que al “perro viejo” (el Estado) todo se le antojen pulgas
independentistas y que aparezcan fenómenos propios de todo proceso de
desintegración política.
Pues bien, lo que antes era imposible (el
insertar al Movimiento Identitario en unas instituciones blindadas por quienes
habían diseñado la arquitectura constitucional), AHORA YA ES POSIBLE. Los adversarios del Movimiento
Identitario y quienes le cerraban las puertas, los que se preocupaban
constantemente de que no pudiera avanzar, ni siquiera de que pudiera levantar
la cabeza, AHORA SON ELLOS LOS QUE ESTÁN EN CRISIS TERMINAL.
¿Qué ha sido de la “banda de los 4”? El PSOE
está en fase de dispersión (extremadamente avanzada en Cataluña) y los rostros
que aspiran a suceder a Rubalcaba en su secretaría general son el reflejo de la
falta de liderazgo, del desplome de los ideales de la socialdemocracia (que no
han soportado la primera crisis del “capitalismo con rostro humano” que querían
construir) y de una clase política reducida a mero look con un acompañamiento de consignas panfletarias difundidas por
insolventes. El hecho de que la crisis del PSC catalán revista caracteres ya
inequívocamente estructurales hace imposible que el PSOE vuelva a obtener una
nueva mayoría absoluta en el Estado. En cuanto al PP, las próximas elecciones
autonómicas y municipales supondrán un marasmo para su prepotencia: no
solamente perderá comunidades autónomas en las que hasta ahora ha ido
gobernando cómodamente, sino que miles de sus concejales quedarán en el paro.
Por su parte, tanto PNV como CiU, tras haber inaugurado peligrosas iniciativas
centrífugas, antes de consumarlas, se están viendo rebasados y superados por
los que hasta ahora eran sus “retoños extremistas” (Amaiur, ERC, etc.).
En lo que se refiere a los grupos mediáticos,
no solamente han aparecido otras formas de comunicación y otras herramientas
para el tránsito y conocimiento de la información, sino que los grupos
empresariales que se hicieron portavoces del “nuevo régimen” desde los años de
la transición, y los principales mantenedores de los nuevos intereses
oligárquicos, todos están en proceso de desintegración: PRISA es una sombra de lo que fue hace sólo veinte años y, al igual
que Cadena Z, ha sufrido distintas
dentelladas de sus acreedores, perdiendo medios y en situación de dependencia
absoluta de la Banca y del capital financiero internacional y, sobre todo, una
pérdida de fuerza y unos niveles de endeudamiento imposibles de soportar que
los están asfixiando. En cuanto a la Cadena
16 es sólo un recuerdo e indica la vía que están recorriendo las otras dos
cadenas mediáticas.
En lo que se refiere a los que fueron los auténticos
“motores del cambio” en 1976–78 (los intereses del capitalismo español, los
intereses del capitalismo internacional y los intereses geopolíticos de los
EEUU) la situación es también completamente diferente: el capitalismo entró a partir de 1989 en su fase globalizadora y el
capital se ha ido transformando progresivamente de productivo en especulativo.
La misma estructura del capitalismo español ha cambiado extraordinariamente
desde 1983: la entrada en la Unión Europea y en la Zona Euro nos ha configurado
como una nación “periférica” y de servicios que tiene vedado el acceso a la
gran industria, con un sector primario regresivo y un sector industrial
sometido a deslocalización, absolutamente dependiente del turismo y de las
exportaciones (esto es de las modas y de la vitalidad económica del
extranjero). En 1975, el capitalismo internacional tenía interés en España y el
capitalismo español se forjaba ilusiones de poder crecer y obtener nuevos
mercados en el momento en que se “normalizara” el sistema político. Hoy ya no
ocurre nada de todo eso: al margen de los buenos negocios realizados a la
sombra del poder, el capital español se invierte especialmente en Iberoamérica
y en cualquier otro escenario, una parte importante ha pasado del área
productiva al área especulativa y financiera.
En lo que se refiere a los intereses geopolíticos de los EEUU también han variado. En 1975
era necesario que España ingresase lo antes posible en la OTAN para dar
“profundidad” a la Alianza Atlántica y mejorar la coordinación con las fuerzas
armadas de otros países europeos de cara a la disuasión ante el bloque
soviético, ahora ya no existe casi nada de todo esto. La URSS y el bloque
soviético han desaparecido. Putin no amenaza a Europa. Las aventuras
norteamericanas en Irak y Afganistán se han saldado con sendos sonoros
fracasos, otro tanto ha ocurrido con las “revoluciones árabes” y la intentona
de hacer bascular a Ucrania al “bloque occidental” todavía no ha terminado,
pero en Crimea, el Estado Ruso se ha cobrado su primera victoria. Si la deuda
del Estado Español es de un billón de dólares, la deuda de los EEUU es de doce
billones… absolutamente insoportable para cualquier Estado que no tuviera el
apoyo de los marines, de los drones, del ala de bombardeo estratégico y de la Navy dispersa por todos los mares…
Pero
los fracasos militares y políticos de los EEUU han redimensionado mucho de todo
esto, sin olvidar que en estos momentos la economía norteamericana se está
ralentizando de nuevo y que el país está roto por la presencia de la comunidad
hispana que ha aportado otra lengua, otros valores y otras estructuras,
diferentes a las que hasta ahora habían sido tradicionales en la sociedad
anglosajona, blanca y protestante. En EEUU
se está produciendo en estos momentos una ruptura antropológica, lingüística,
política, religiosa y cultural que tendrán que pone en entredicho el futuro de
ese país y, desde luego, sus posibilidades de intervención en el exterior, en
España, por ejemplo.
Tal es el análisis que hacemos de las fuerzas
que estaban vivas en 1978 y que impulsaron el sistema constitucional español: EN
UN PAR DE AÑOS YA NO QUEDARÁ APENAS NADA DEL SISTEMA DE FUERZAS NACIDO EN 1978.
Muy poco, en realidad. Y que no se piense que lo que ha sido hasta ahora
estable durante 37 años, seguirá siéndolo por tiempo indefinido. Se está acabando un ciclo histórico y
empieza otro.
Ahora falta ver si las fuerzas que están
llamando a la puerta (y poco importa cuál es su orientación, sino que lo que
cuenta es su extrañeidad a la “banda de los 4”) logran fuerza social suficiente
como para abordar esta nueva fase ante la cual, AL HABER CEDIDO LOS RESORTES
QUE HASTA AHORA MANTENÍAN LA COHESIÓN DEL SISTEMA, ESTE HA ENTRADO EN UNA FASE
DE INESTABILIDAD QUE PERMITE A OTRAS FUERZAS –ENTRE ELLAS AL MOVIMIENTO
IDENTITARIO– EL INSERTARSE EN LAS INSTITUCIONES Y TRABAJAR DESDE EL INTERIOR DE
LAS MISMAS PARA CONSEGUIR UNA REGENERACIÓN DEL ESTADO Y UN NUEVO ORDEN
LEGISLATIVO Y CONSTITUCIONAL.
Si ahora el Movimiento Identitario va a
encontrar menos resistencias (y estas serán infinitamente más débiles de lo que
han sido hasta ahora en los años que median de 1976 hasta ahora) es
precisamente porque la crisis del sistema genera zonas “débiles” en el interior
del régimen político. Mientras que la izquierda radical se encuentra en una
situación de OFENSIVA ESTRATÉGICA, las fuerzas que apoyan al régimen y el mismo
régimen está en una situación de DEFENSIVA ESTRATÉGICA. El Movimiento
Identitario se encuentra, por su parte, en una fase de reorganización y de
ACUMULACIÓN DE FUERZAS.
El instante clave: las
elecciones municipales
Hemos aludido a que el Movimiento Identitario
se encuentra en una fase de acumulación de fuerzas. Es importante entender lo
que supone, los ritmos y las posibilidades que se abren. Empecemos por los
ritmos.
Ante las dificultades para avanzar y la
modestia de los resultados (cuando se han producido), algunos sectores del
Movimiento Identitario han preferido hablar de la “carrera de caracoles” en la
que estaban inmersos estos grupos y que indicaba el “ritmo” de los avances…
Pues bien, ante la crisis del sistema YA NO HAY CARRERA DE CARACOLES, SINO MAS
BIEN UN RÁPIDO PROCESO DE REAJUSTES DE LAS FUERZAS POLÍTICAS. Dependerá ahora exclusivamente de la habilidad
de las direcciones que forman el Movimiento Identitario (y no de factores
externos) que se avance a mayor o menor velocidad. Porque existe la posibilidad
objetiva y cierta de pisar el acelerador…
Las posibilidades del Movimiento Identitario
dependen solamente de un factor: su
capacidad para adaptarse a las realidades de la sociedad española en cada
momento. Es evidente que no estamos hablando ya de adoptar determinadas
formas históricas que pudieron tener los movimientos patrióticos hace 40, 70 o
130 años, esta discusión ya está más que superada: la historia es historia; la política es otra cosa.
El Movimiento Identitario, ni siquiera puede
anclar sus posiciones en la “autonomía histórica” (esto es, en el
reconocimiento de que su acción política hoy no puede estar “secuestrada” por
modelos del pasado): eso ya se da por supuesto y discusiones de ese tipo que
supusieron una catarsis en medio de la indigencia que estos grupos tenían hace
veinte años, hoy tampoco puede tomarse en consideración. Quien no lo ha
entendido, no lo entenderá jamás y, por tanto, se anclará en el
testimonialismo, y nunca logrará insertarse en la política real. El Movimiento Identitario debe huir del
testimonialismo como huye de la peste.
El testimonialismo es
hoy el mas peligroso “retardador” para su ascenso en tanto que mira
irreprimiblemente hacia atrás en lugar de contemplar los nuevos y amplios
horizontes que abre la crisis del sistema. Es más, podemos establecer un axioma que se
cumple tanto en la derecha como en la izquierda: cuanto más lastres históricos tiene un movimiento político, cuanto más se
obstina en mirar hacia atrás, menos avanza. Eso explica el porqué Podemos ha despegado, mientras que
Izquierda Unida ha avanzado solo ligeramente. El vídeo electoral de Podemos era una ejercicio de autonomía
histórica; mientras, el partido de Cayo Lara seguía hablando de “memoria
histórica”, realizando homenajes a los ex combatientes de las Brigadas
Internacionales, pontificaba sobre el destino del Valle de los Caídos y se
empeñaba en localizar fosas comunes de hace casi ochenta años…
Así mismo, hay que excluir a la sempiterna
mentalidad grupuscular que nutre a algunos minúsculos grupos después de 14 o de
20 años de actividad, de constantes bandazos en sus líneas políticas (pero
dirigidos siempre por los mismos rostros, lo cual indicaría, en palabras de
Ezra Pound, que o “ellos no valen nada o sus ideas no valen nada”) y que se
obstinan en mantenerse en su “espléndido aislamiento” para obtener unos pocos y
ridículos miles de votos, a cambio de desgastar a otra generación de militantes
ingenuos. Existen siglas que han demostrado con el paso de los años una
incapacidad absoluta, no solamente para integrarse en grupos mayores, en intentos
de coordinación sino, simplemente, para sentarse juntos a comer una paella de
marisco… También aquí puede establecerse un axioma: cuanto más pequeño es un grupúsculo, cuanto más insiste en su “pureza
revolucionaria” o cree percibir que otros conspiran contra él, más sectarismo y
odio destila y, por tanto, más alejados hay que mantenerse de ellos.
En el Movimiento Identitario tiene sólo lugar
aquel que aporta algo tangible: medios, voluntades, votos, en absoluto quien
aporta unos pocos perfiles de Facebook,
odios eternos y pequeños resentimientos nacidos no se sabe de qué. Esto es lo
que se demostrará después de las próximas elecciones municipales de 2015:
PESARÁN SOLAMENTE AQUELLAS SIGLAS QUE OBTENGAN CONCEJALES AVALADOS POR VOTOS
REALES, nada más. En las actuales circunstancias de debilidad del sistema, lo
que cuentan son los resultados, no las proclamas dramáticas, ni los post triunfalistas, ni el bluff mantenido hasta el momento del
recuento de votos…
Cuando se cierren las
urnas el próximo mes de mayo de 2015 veremos cuáles han sido los resultados del
Movimiento Identitario y cuál es la correlación de fuerzas que se produce. Está claro que las distintas siglas
que participan de este sector van a tener que colaborar y que el primer paso
para esta colaboración es personalizar en
un rostro al Movimiento. Hace falta, no solamente un líder, sino una
generación de líderes. Es evidente que existirán distintas áreas de influencia,
es también evidente que existirán distintas sensibilidades y tendencias (como
existen en todos los partidos identitarios de Europa, por lo demás) y, que el
primer esfuerzo consistirá en elaborar un manifiesto y un programa de cara a
las elecciones generales del año siguiente.
Pero para llegar a esta parte va a ser preciso
obtener resultados tangibles en las elecciones municipales. En el mes de
septiembre quedarán nueve meses para preparar las candidaturas, dotarlas de
medios, formar a los candidatos e iniciar la pre–campaña.
El Movimiento Identitario debe fijarse un
objetivo: obtener un mínimo de 80–100
concejales entre sus distintas siglas en todo el territorio nacional.
Solamente así conseguirá situarse en la recta de salida para las elecciones
generales de 2015. Y entonces se trata de introducir a diputados en el
Parlamento porque es muy posible que ese
sea ya la última legislatura del actual régimen.
Durante décadas, este
ambiente político ha acometido los procesos electorales con moral de derrota. Conscientes de que no podían ganar
(aunque ignorando las razones por las que les estaba vedada su presencia en las
instituciones), habían adoptado de partida la moral testimonialista, la moral
de la derrota. Es más, si alguien obtenía algún pequeño éxito, indudablemente, los
otros lo consideraban como “traidor”. La derrota era el acompañante inseparable
de todas estas fuerzas, el único resultado en el que se reconocían. Pero esto ha cambiado: la “gran muralla” que
protegía al régimen se está resquebrajando y permite colocar la piqueta de
demolición en muchos flancos… (entendemos por “piqueta de demolición” el
comprometer a sectores cada vez más amplios de la sociedad española en la tarea
de regeneración nacional del país, devolver al Estado su dignidad perdida,
barrer la corrupción, proceder a la repatriación de bolsas de inmigrantes cuya
presencia ya no está justificada por cuestiones económicas, restar poder a los
partidos y devolverlo a la sociedad y a sus cuerpos intermedios, poner coto a
la globalización, situar el bienestar de los españoles por delante de los
rendimientos del capital, movilizar a la juventud, generar una riada de
entusiasmo y un nuevo curso político, etc, etc.).
Es importante que los concejales electos en las
próximas elecciones municipales tengan muy claro que su horizonte no puede
limitarse al término geográfico de su municipio, sino que estarán en vanguardia
de la construcción de un MOVIMIENTO IDENTITARIO DE CARÁCTER ESTATAL SIMILAR A
LOS EXISTENTES EN OTROS PAÍSES y con los que, finamente, tendrá que converger.
Es fundamental
comprender que en este momento histórico estamos en un punto en el que nuestro
sistema político va a entrar en una FASE DE INESTABILIDAD (un sistema diseñado para el
“bipartidismo imperfecto” es incompatible con una realidad multipartidista instalada
en el parlamento; la imposibilidad a partir de ahora de alcanzar mayorías
absolutas abre el paso a coaliciones inestables, no solamente en el gobierno de
la nación, sino en varias comunidades autónomas) DE LA QUE DERIVARÁ EL COLAPSO FINAL DEL RÉGIMEN O BIEN SU REFORMA.
Pero tanto la reforma
como el colapso pueden generar estadios todavía más negros y nefastos para
nuestro país, SI NO ESTÁN PRESENTES CARGOS ELECTOS DEL MOVIMIENTO IDENTITARIO
EN LAS INSTITUCIONES. Nunca como hoy es preciso que se conozca nuestra voz y
que nuestros dirigentes se puedan expresar ante la opinión pública. De lo
contrario, si no se logra esta presencia institucional en el plazo más breve
posible, los acontecimientos políticos se desarrollarán, no solamente SIN
NOSOTROS, sino especialmente CONTRA NOSOTROS, como ocurrió en la lejana
transición con la extrema–derecha.
De ahí la necesidad de tener lo antes posible
una personalidad política propia, un programa común, un cartel electoral y una
base que aporte fuerza social e impida que se pueda ignorar por más tiempo al
Movimiento Identitario. De ahí la responsabilidad de las actuales direcciones
políticas que componen cada una de las partes de este movimiento: por primera
vez ESTÁN OBLIGADOS A PENSAR EN TÉRMINOS POLÍTICOS (CASI DIRÍAMOS DE “GRAN
POLÍTICA”) en lugar de estar sometidos a las estrecheces y a las impotencias
propias de los grupúsculos como hasta ahora. Porque de lo que se trata no es
solamente de obtener más o menos concejales SINO DE ALUMBRAR UN PROYECTO
HISTÓRICO.
Las elecciones del mes de mayo de 2015 va a ser
un PUNTO DE SALIDA, en absoluto el punto de llegada, ni la gran batalla
política; pero es rigurosamente cierto que si el Movimiento Identitario no
queda suficientemente bien situado en la política municipal, no va a poder
optar a obtener resultados el año siguiente en las elecciones generales.
Vale la pena que las direcciones del Movimiento
Identitario mediten sobre estos extremos. Es la hora de recordar la letra de
Bob Dylan sobre los tiempos que van
cambiando:
“La línea está trazada y el destino está marcado,
los que ahora son lentos, serán rápidos mañana y
lo que ahora es presente será pasado, mañana;
el orden se desvanece rápidamente
y el que ahora es primero, será el último en llegar
porque los tiempos están cambiando”.
Y recordando los compases de esta balada de
hace medio siglo, será también preciso que se doten por primera vez de esa
“moral de victoria” que hasta ahora ha estado ausente de su discurso político.
Porque, ahora, por primera vez en décadas,
VENCER ES POSIBLE.
Ernesto Milá
27 de junio de 2014