jueves, 12 de septiembre de 2013

11-S, Cataluña: ni p’alante ni p’atrás


Infokrisis.- Por casualidad he pasado el 11–S en Cataluña y, francamente, no ha sido para tanto, algunas banderas independentistas colgadas de las ventanas que no superarán el otoño (no es vano son de “calidad china”, fabricadas en la República Popular China y vendidas por establecimientos chinos, así que ya me contarán…), unos tipos de amarillo dándose de la mano en las carreteras, y poco más. Si este es el do mayor del independentismo hay que pensar que el tenor es estrecho de pecho. No, con esos mimbres cogidos con alfileres, ni se crea una nueva nación, ni se rompe otra. Era realmente enternecedor ver a niños con la camiseta amarilla regalada vaya usted a saber con cargo a qué presupuesto de no se saben bien qué oficina autonómica, sin saber bien de qué iba la fiesta y era patético ver los tenderetes de venta de gadgets independentistas lanzar sus nuevos productos para mayor gloria del consumismo. Pero todavía más enternecedor y casi generaba una irremediable tristeza ver a la gente de ERC creer que la independencia es posible porque Artur Mas convocará un referéndum por el derecho a decidir…
Sigue la yenka nacionalista

En realidad, Artur Mas ha desarrollado mal que bien una habilidad para bailar la yenka (ya se sabe el baile aquel de finales de los sesenta que consistía en “derecha–derecha, izquierda–izquierda, un, dos tres, adelante, atrás…” y vuelta a empezar. En eso consiste su “gestión de gobierno”. Sólo en eso que al menos le sirve para seguir percibiendo el racket del 3% (una deferencia si tenemos en cuenta que Bárcenas cobraba POR ANTICIPADO las adjudicaciones de obra pública), mientras Cataluña sigue paralizada con la ensoñación independentista que siguió a la ensoñación socialista–nacional de los años de Montilla y Maragall. Aquel fue el gran momento perdido para Cataluña: cuando en 2003 hubo posibilidades de romper con el ciclo nacionalista y resultó que el electorado socialista que había votado por esa vía se encontró con un arteriosclerótico Maragall con ideas propias (no disfruto precisamente recordando que la enfermedad de Maragall no es POSTERIOR a su dimisión, sino ANTERIOR a su nombramiento como candidato del PSC como sabe todo aquel que lo había oído hablar en público antes de hacerse cargo de la Generalitat, entre 1998 y 2003, mucho más errático y divagante que habitualmente).

Maragall optó por ser más nacionalista que los nacionalistas, aliándose con Carod–Rovira quien profetizó el horizonte independentista para 2014, después de pactar con ETA que no habría atentados en Cataluña demostrando lo que le importaba la vida en el resto de España y descubriendo la presunta existencia de un “Islam Catalá” (criatura…). Perdida esa ocasión se creó la ficción de que toda Cataluña quería un mayor techo autonómico a lo que contribuyó la fatalidad de que las bombas del 11–M sentaron a un tonto de baba en la Moncloa.

En realidad, lo que ocurría es que durante el ciclo pujolista los medios de comunicación catalanes bien engrasados por la Generalitat repetían por activa y por pasiva que todos los problemas de Cataluña procedían del otro lado del Ebro y que en Cataluña todo iba bien. Los catalanes seguían siendo –y este era el núcleo del discurso nacionalista desde fines del XIX– la “parte seria” del Estado, siendo el Sur un cachondeo y Madrid la síntesis de todos los arribismos, las corruptelas y las impotencias. La Generalitat era “pura i neta”. Ese control mediático y el hecho de que tanto el PP como el PSOE dejaran a Pujol iniciativa total en la enseñanza difundiendo las más despiporrantes tesis sobre Cataluña y los catalanes, es lo que treinta años después, ayudado por camisetas regaladas, transportes y peajes pagados y convenientemente subvencionados las organizaciones independentistas, dé la sensación de que el 52% de los catalanes son independentistas (el porcentaje es de la SER) o de que toda la sociedad civil lo es…

Agit–Prop de la Generalitat, éxitos y derrotas

Agit–prop es lo que ha hecho La Vanguardia en los últimos 15 días. Cada día, sin faltar uno, en la edición digital de La Vanguardia o del Avui–Punt Diari (¿quién paga por leer eso? ¡Dios mío!) se mencionaba a algún catalán famosillo que optaba por la independencia: Susana Griso, Juanjo Puigcorbé, Risto Mejide, Buenafuente… nombres para recordar. El día de la “cadena” los Mossos d’Esquadra echaron el todo por el todo, decenas de helicópteros de alquiler han sobrevolado la “cadena” que ha movilizado a 300.000 catalanes y que seguirán movilizándolos mientras la Generalitat siga pagando la broma.

Como hemos dicho, lo más patético es el papel de ERC: sabe que sola, sin el concurso de CiU, la propuesta independentista es inviable y evita atacarla de frente, a pesar de que la sensación que se tiene es que en ERC se está perdiendo la paciencia ante la ambigüedad de Mas. De momento UDC (la U de CiU) ya se ha descolgado de la euforia independentista. Y es que los democristianos tienen relaciones preferenciales con la patronal catalana y esta hace ya tiempo que está alarmada por lo lejos que están yendo las cosas.

En cuanto a Mas, depende del día, baila un paso u otro de la yenka: dos días antes del 11–S se descolgaba con la propuesta de “elecciones plebiscitarias” y el día antes volvía a insistir en que habría referendo y “derecho a decidir” en el 2014. En realidad, lo único que aspira es a sobrevivir hasta 2016 a la espera de que dentro de dos años la situación económica haya mejorado y que haya podido parar los juicios a la cúpula de CiU para no hundirse del todo.

En donde la Generalitat sí se ha adelantado al gobierno de Rajoy (en las nubes, como siempre) es en la internacionalización del conflicto. Nuestros representantes en el exterior no han sabido hacer frente a los engrases a la prensa realizados por los funcionarios volantes de la Generalitat.

¿Cuánto tiempo pasará antes de que se contabilice un muerto?

Hay algo mucho más grave y delicado. A la cadena independentista le ha faltado un muerto. Pero es cuestión de tiempo. Quien quiere un muerto, antes o después lo encuentra. ¿Cuánto tardara en celebrarse un match de alto riesgo Madrid–Barcelona en el que los hinchas de uno y otro bando se líen a estacazos y alguien quede reventado? Ese es el punto de no retorno en el que los independentistas se sentirían más cómodos ejercitando ese victimismo que desde la batalla de Muret viene siendo la característica consuetudinaria del catalanismo.

El muerto podría haber sobrevenido en la misma cadena del 11–S, si algún coche ignoto hubiera atropellado a algún “encadenado”. Al nacionalismo catalán le faltan muertos, los únicos que tiene en su haber son los cuatro terroristas de Terra Lliure que murieron víctimas de su impericia al manejar explosivos. En tanto que terroristas, más vale mantener sus cadáveres en la morgue del independentismo, no sea que las buenas gentes que reciben las camisetas regaladas o a las que se les pagan los peajes, se terminen inquietando por el hecho de que algunos independentistas de hoy eran los capitanes araña del terrorismo de Terra Lliure.

Hace falta un muerto caliente, aquí y ahora, y es cuestión de tiempo que lo tengan. Ese es el gran riesgo del momento actual: que las pasiones irracionales desencadenadas por la Generalitat de Mas se exasperen con cualquier desafortunado y lamentable incidente y quien las ha suscitado ya no las pueda controlar nunca jamás.

Algunas verdades a recordar

Reitero mi opinión: el independentismo catalán es flojucho, acojonado, interesado y cobardón. Ha podido avanzar solamente desde que ha contado con el apoyo de los presupuestos oficiales de la Generalitat. No es que sea un tigre de papel, sino más bien es un étnico cagané de resina fabricado en China. Pero no es peligroso especialmente cuando tiene delante un muro, el muro de la verdad, que le recuerde que la historia de ficción que ha creado para justificar sus aspiraciones nacionalistas es risible, mezquina y manifiestamente falsa; un muro que le recuerde que no estamos en la era de los micronacionalismos ni de las naciones de calderilla y que no hay vientos en Europa que soplen a favor ni de la Europa de las Regiones, ni de la Europa de las Etnias.

Y sobre todo que le recuerde que en Cataluña, sobre el territorio catalán, COEXISTEN DOS IDENTIDADES, la española y la catalana y que esto no es algo nuevo, sino que siempre ha sido así. Hay merluzos en Cataluña que insisten (os lo juro) en que Cervantes escribió el Quijote en catalán, que Santa Teresa de Jesús era priora del monasterio de Pedralbes y que el mismo Colón, lejos de ser Genovés, era, mira por donde, catalán (mirar lo que dice un tal Jordi Bilveny por si no os lo creéis). Merluzos subvencionados por la Generalitat, por supuesto.

Hoy se sabe que en la conquista del Reino de Valencia participaron apellidos catalanes en menor medida que vascos y castellanos, se sabe que Cervantes conocía perfectamente Cataluña y la pinta con singular maestría en El Quijote y se sabe que Rafael de Casanova y los defensores de Barcelona combatieron para que triunfara la causa austriacista en las Españas… se sabe que nunca hubo una “confederación catalano–aragonesa” más que en las calenturientas mentes nacionalistas e independentistas y que Próspero de Bofarull deliberada, sistemática y conscientemente destruyó documentos históricos que no encajaban con la tesis nacionalista…

Hace falta recordar, finalmente –y acaso esto es lo más importante– que el “derecho a decidir” es bueno que exista, pero que las naciones ni se crean ni se destruyen porque una generación dada en un momento dado haya decidido depositar su voto en una urna, sino que las naciones dignas de tal nombre, no las naciones de chichinabo de las que África es un buen ejemplo– son el resultado de procesos históricos y que tales procesos han sentenciado que Cataluña es una parte de España.

Y hace falta recordar todo esto con FUERZA Y VIGOR, sin medias tintas y sin conversaciones secretas (como las de Rajoy y Mas en donde la negociación será apenas por unos euracos de más o de menos): no ha habido en Cataluña gobierno tan corrupto como los que ha protagonizado CiU, quien se sienta a negociar con la corrupción es que él también es corrupto (la sombra con forma de bombona de butano y con gabán mafioso de Bárcenas, está ahí para calificar lo que es Rajoy).

¿De quién es la culpa de que estemos como estamos? No albergo ni la menor duda de que esa culpa reside en las ambigüedades de 1978 y en la redacción vaga de la constitución sobre ese punto. Con posterioridad, la arquitectura constitucional otorgaba al nacionalismo catalán una importancia desmesurada en relación a sus fuerzas reales a la hora de hacer gobernable España. Pujol rentabilizó este error y Mas, con mucha menos habilidad, pretende hacer otro tanto. La culpa de que hayamos llegado hasta aquí es, fundamentalmente, del PP y del PSOE que se han partido el pecho por obtener el apoyo de CiU. Hace falta ser claro en este punto.

La Generalitat cansa, aburre...

¿Qué va a ocurrir a partir de ahora? De momento, la fecha de 2014 como fecha de independencia se va alejando cada vez más. Ayer hubo gente en las concentraciones, pero no excesivas masas, ni desde luego más que el año anterior. Al independentismo le falta fuerza social para desencadenar un proceso secesionista que, hoy por hoy, solamente avanza por la debilidad del gobierno español y la crisis económica.

Ocurrirá en primer lugar que todo el debate en Cataluña estará centrado en la cuestión independentista y en el referendo, quedando inmovilizada la tarea de gobierno otros dos años más.

Ocurrirá en segundo lugar que el nacionalismo independentista buscará “su” muerto, el rostro o el cuerpo reventado en una manifestación, en un choque entre hinchas o entre hinchas y policías, que poder mostrar en sus estandartes para aumentar la tensión emotiva y sentimental.

Ocurrirá que CiU y ERC terminarán como el rosario de la aurora, denunciando unos que los otros son aventureristas y los otros tachándoles de traidores y botiflers.

Ocurrirá que dentro de un año volveremos a la misma campaña de agit–prop, los chinos volverán a vender sus banderas de temporada que apenas duran 15  días con los colores vivos y los geniales productores de gadgets nacionalistas crearán otros muchos que vayan alimentando su negocio, un negocio que se llama independentismo.

Ocurrirá que entre 5.000 y 10.000 pequeños negocios familiares habrán echado el cierre (3.000, de momento lo han hecho desde que se ha iniciado el año) y que entre 1.500 y 2.000 empresas habrán trasladado su sede social de Barcelona a Madrid (1.200 en los últimos 15 meses).

Ocurrirá que cada vez habrá una opinión más anticatalana en España y que dentro de diez años, los sucesores de Mas y los sucesores de Junqueras seguirán a la greña, tratando de demostrar quien es más traidorzuelo, más botifler y más aventurero. Y Cataluña, por entonces ya tendrá un tercio de su población de origen inmigrantes y quizás el Islam sea ya la primera religión practicada en Cataluña (si no lo es ya, poco le falta, creedme).

Ocurrirá que Cataluña habrá perdido población, que la que se siente “española” se irá (se está yendo) en cuanto tenga ocasión y que los jóvenes estudiantes, empezarán a rechazar la enseñanza en catalán a la vista de que sus hermanos mayores que se han ido a universidades extranjeras o a buscar trabajo allí, les dicen lo poco que les ha servido la lengua de Pompeu…

La realidad es que el nacionalismo, a la vista de la movilización del 11-S de 2013 en donde la Generalitat ha echado los restos, ha demostrado para quien quiera ver y entender que el nacionalismo, aún siendo la primera fuerza política de Cataluña, carece de la fuerza social suficiente como para alcanzar la independencia. Hoy, la sociedad catalana está fracturada en tres: los independentistas, los españolistas y una amplia mayoría que no tiene más preocupación que el salir adelante día a día.

Está claro que el independentismo ha crecido gracias a dos factores: los subsidios entregados por una Generalitat prácticamente en quiebra y los errores cometidos por los distintos gobiernos que se han sentado en Madrid, del PP hoy y del PSOE ayer. La debilidad y la torpeza del PPSOE, ese escuálido partido único del actual régimen, es la verdadera fortaleza del independentismo.

Si ara algo me ha servido este 11–S es para realizar estas reflexiones que me indican que en Cataluña la vida se ha detenido, todo está estancado, nada avanza, ni nada retrocede. Mientras el mundo gira, Cataluña da vueltas sobre sí misma. Siempre así. Eternamente así. Cataluña pierde, está perdiendo…

© Ernesto Milá – ernesto.mila.rodri@gmail.com–