Colaboración activa
Basándose en sus ideologías similares sobre la etnicidad y la
nacionalidad, los nacionalsocialistas y los sionistas trabajaron juntos por lo
que cada parte consideraba su propio interés nacional. En consecuencia, el
gobierno de Hitler apoyó enérgicamente el sionismo y la emigración judía a
Palestina desde 1933 hasta 1940-41, cuando la Segunda Guerra Mundial impidió
una colaboración más profunda.
Incluso cuando el Tercer Reich se cerró aún más, muchos
judíos alemanes, probablemente la mayoría, siguieron considerándose, a menudo
con gran orgullo, alemanes, ante todo. Pocos se mostraron entusiasmados con la
perspectiva de desarraigarse para comenzar una nueva vida en la lejana
Palestina. Sin embargo, cada vez más judíos alemanes se convirtieron al
sionismo durante este período. Hasta finales de 1938, el movimiento sionista
floreció en la Alemania de Hitler. La difusión de la revista bimestral de la
Federación Sionista Jüdische Rundschau aumentó enormemente. Se
publicaron numerosos libros sionistas. «La actividad sionista estaba en pleno
auge» en Alemania durante esos años, señala la Encyclopaedia Judaica. En
1936 se celebró una convención sionista en Berlín, que reflejaba «en su
composición la vigorosa vida del partido sionista alemán»[1].
Las SS se mostraron especialmente entusiastas en su apoyo al
sionismo. Una circular interna de las SS de junio de 1934 recomendaba un apoyo
activo y amplio al sionismo por parte del Gobierno y del Partido, como la mejor
manera de fomentar la emigración de los judíos de Alemania a Palestina. Para
ello era necesario una mayor concienciación de los judíos. Las escuelas judías,
las asociaciones deportivas judías, las asociaciones culturales judías, en
definitiva, todo lo que pudiera fomentar esta nueva percepción y
concienciación, debía ser alentado, recomendaba la circular[2].
El oficial de las SS Leopold von Mildenstein y el
representante de la Federación Sionista Kurt Tuchler partieron juntos hacia
Palestina durante seis meses para evaluar el desarrollo del sionismo en ese
territorio. Basándose en sus observaciones de primera mano, Von Mildenstein
escribió una serie de doce artículos ilustrados en el importante diario
berlinés Der Angriff [el periódico lanzado por Goebbels en 1927, NDT],
que se publicaron a finales de 1934 bajo el título «Un nazi viaja a Palestina».
Los artículos expresaban una gran admiración por el espíritu pionero y los
logros de los colonos judíos. El desarrollo del sionismo, escribía Von
Mildenstein, había dado lugar a un nuevo tipo de judío. Elogiaba el sionismo
como un gran beneficio para el pueblo judío y para el mundo entero. Un hogar
nacional judío en Palestina, escribía en su último artículo, «muestra el camino
para curar una herida secular en el cuerpo del mundo: la cuestión judía». Der
Angriff acuñó una medalla, con una esvástica en una cara y una estrella de
David en la otra, para conmemorar la visita conjunta de las SS y los sionistas.
Unos meses después de la publicación de los artículos, Von Mildenstein fue
ascendido a jefe de la Dirección de Asuntos Judíos del Servicio de Seguridad de
las SS (SD), con el objetivo de apoyar más eficazmente la emigración y el
desarrollo sionistas[3].
El periódico oficial de las SS, Das Schwarze Korps,
proclamó su apoyo al sionismo en una página editorial en mayo de 1935: «Puede
que no quede mucho tiempo para que Palestina vuelva a acoger a sus hijos
perdidos durante más de mil años. Nuestros mejores deseos, junto con la
benevolencia oficial, los acompañan»[4].
Cuatro meses más tarde, apareció un artículo similar en el periódico de las SS[5]:
“El reconocimiento del judaísmo como una comunidad racial
basada en la sangre y no en la religión lleva al Gobierno alemán a garantizar
sin reservas la separación racial de esta comunidad. El Gobierno está en
perfecto acuerdo con el gran movimiento espiritual dentro del judaísmo, llamado
sionismo, con su reconocimiento de la solidaridad judía en el mundo y su
rechazo de cualquier noción asimilacionista. Sobre esta base, Alemania está
tomando medidas que sin duda desempeñarán un papel significativo en el futuro
para abordar el problema judío en el mundo. Una de las compañías navieras
alemanas más importantes abrió una línea directa entre Hamburgo y Haifa, en
Palestina, en octubre de 1933, proporcionando «comida estrictamente kosher en
sus barcos, bajo la supervisión del Rabinato de Hamburgo»[6].
Con el apoyo oficial, los sionistas trabajaron
incansablemente para «reeducar» a los judíos de Alemania. Como escribió el
escritor estadounidense Francis Nicosia en su estudio de 1985, El Tercer
Reich y la cuestión de Palestina: «Se animó a los sionistas a transmitir su
mensaje a la comunidad judía, a recaudar fondos, a proyectar películas sobre
Palestina y, en general, a educar a los judíos alemanes sobre Palestina. Se
ejerció una presión considerable para enseñar a los judíos de Alemania a dejar
de identificarse con los alemanes y despertar en ellos una nueva identidad
nacional judía»[7].
En una entrevista después de la guerra, el antiguo líder de
la Federación Sionista de Alemania, el Dr. Hans Friedenthal, resumió la
situación:
«La Gestapo hizo todo lo posible para fomentar la inmigración
durante ese periodo, especialmente hacia Palestina. A menudo recibíamos su
ayuda cuando solicitábamos algo a otras autoridades en relación con los
preparativos para la inmigración»[8].
En el Congreso del Partido Nacionalsocialista de septiembre
de 1935, el Reichstag aprobó las llamadas «leyes de Nuremberg», que prohibían
los matrimonios y las relaciones sexuales entre judíos y alemanes y, de hecho,
proclamaban que los judíos eran una minoría nacional extranjera. Unos días más
tarde, el editorial del periódico sionista Jüdische Rundschau acogió con
satisfacción las nuevas medidas[9]:
“Alemania... se suma a las demandas del Congreso Sionista
Mundial al declarar que los judíos que viven actualmente en Alemania son una
minoría nacional. Ahora que los judíos han sido clasificados como minoría
nacional, vuelve a ser posible establecer relaciones normales entre la nación
alemana y el judaísmo. Las nuevas leyes otorgan a la minoría judía en Alemania
su propia vida cultural, su propia vida nacional. En el futuro, podrá abrir sus
propias escuelas, su propio teatro y sus propias asociaciones deportivas. En
resumen, puede crear su propio futuro en todos los aspectos de la vida
nacional...
Alemania ha dado a la minoría judía la oportunidad de vivir
por sí misma y le ofrece la protección del Estado para esta vida separada de la
minoría judía: de este modo, se fomentará el proceso de crecimiento del
judaísmo dentro de una nación y se contribuirá al establecimiento de relaciones
más soportables entre las dos naciones.
Georg Kareski, líder de la Organización Estatal Sionista
«Revisionista» y de la Liga Cultural Judía, y antiguo líder de la comunidad
judía de Berlín, declaró en una entrevista en el diario berlinés Der Angriff
a finales de 1935[10]:
“Durante muchos años he considerado la separación completa de
los asuntos culturales de ambos pueblos como una condición previa para convivir
sin conflictos... Hace tiempo que recomiendo dicha separación, demostrando que
se basa en el respeto por la nacionalidad extranjera. Las leyes de Nuremberg (...)
me parecen, aparte de sus aspectos legales, totalmente conformes con este deseo
de una vida separada, basada en el respeto mutuo. (...) Esta interrupción del
proceso de disolución en muchas comunidades judías, que se había visto
favorecido por los matrimonios mixtos, es, por lo tanto, desde un punto de
vista judío, totalmente bienvenida”.
[1] «Berlin», Encyclopaedia Judaica
(Nueva York y Jerusalén: 1971), vol. 5, p. 648. Para conocer un aspecto de esta
«vida vigorosa», véase: J.-C. Horak, «Zionist Film Propaganda in Nazi Germany»,
Historical Journal of Film, Radio and
Television, vol. 4, n.º 1, 1984, pp. 49-58.
[2] Francis R. Nicosia, The Third Reich
and the Palestine Question (1985), pp. 54-55.; Karl A. Schleunes, The Twisted
Road to Auschwitz (Urbana: Univ. of Illinois, 1970, 1990), pp. 178-181.
[3] Jacob Boas, «A Nazi Travels to
Palestine», History Today (Londres), enero de 1980, pp. 33-38.
[4] Reimpresión facsímil de la portada de
Das Schwarze Korps, 15 de mayo de 1935, en: Janusz Piekalkiewicz, Israels
Langer Arm (Frankfurt: Goverts, 1975), pp. 66-67. También citado en: Heinz
H_hne, The Order of the Death's Head (Ballantine, 1971, 1984), p. 377. Véase
también: Erich Kern, ed., Verheimlichte Dokumente (Múnich: FZVerlag, 1988), p.
184.
[5] Das Schwarze Korps, 26 de septiembre
de 1935. Citado en: F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question
(1985), pp. 56-57.
[6] Lenni Brenner, Zionism in the Age of
the Dictators (1983), p. 83.
[7] F. Nicosia, The Third Reich and the
Palestine Question (1985), p. 60. Véase también: F. Nicosia, «The Yishuv and
the Holocaust», The Journal of Modern History (Chicago), vol. 64, n.º 3,
septiembre de 1992, pp. 533-540.
[8] F. Nicosia, The Third Reich and the
Palestine Question (1985), p. 57.
[9] Jüdische Rundschau, 17 de septiembre
de 1935. Citado en: Yitzhak Arad, con Y. Gutman y A. Margaliot, eds., Documents
on the Holocaust (Jerusalén: Yad Vashem, 1981), pp. 82-83.
[10] 16.Der Angriff, 23 de diciembre de
1935, en: E. Kern, ed., Verheimlichte Dokumente (Múnich: 1988), p. 148.; F.
Nicosia, Third Reich (1985), p. 56.; L. Brenner, Zionism in the Age of the
Dictators (1983), p. 138.; A. Margaliot, «The Reaction...», Yad Vashem Studies
(Jerusalén), vol. 12, 1977, pp. 90-91.; Sobre la notable carrera de Kareski,
véase: H. Levine, «A Jewish Collaborator in Nazi Germany», Central European
History (Atlanta), septiembre de 1975, pp. 251-281.











