lunes, 6 de octubre de 2025

GAZA: AFINIDADES ELECTIVAS Y SOLIDARIDADES HUMANITARISTAS (2) - LOS COMPAÑEROS DE VIAJE DE LOS "SOLIDARIOS CON GAZA"


GAZA: AFINIDADES ELECTIVAS Y

 SOLIDARIDADES HUMANITARISTAS

(2)


3. Un problema de “afinidades electivas”

“LO SEMEJANTE SE UNE A LO SEMEJANTE”

El gran problema de la “solidaridad humanitarista” son los “compañeros de viaje”. Esto tiene mucho que ver con las “afinidades electivas”. Obviamente, un militante de izquierdas, que crea en el wokismo, que considere como iguales a las oleadas de inmigrantes que llegan para sustituirnos, que considere que el cristianismo ha sido un muro contra el “progreso”, que juzgue que la Europa del siglo XXI está dominada por “los americanos”, que sea anticapitalista, que no experimente ninguna reserva mental hacia el terrorismo yihadista y que tienda a justificar cualquier forma de lucha contra “el capitalismo”, “la burguesía”, “el imperialismo”, etc, se pondrá inmediatamente de lado de Hamás (que es, repetimos, quien controla la totalidad de la vida en Gaza en tanto que organización armada) y mostrará una “solidaridad” con Gaza y una condena al Estado de Israel. Esa es una “afinidad electiva” o, como dice, el viejo refrán español “Dios los crea y ellos se juntan”, o el viejo adagio hermético “lo semejante se une a lo semejante”

Hay contradicciones, por supuesto: los tiempos van cambiando y la realidad del mundo en 1989 cuando cayó el Muro de Berlín no es la misma treinta y tantos años después. Ya no puede hablarse del “capitalismo” como un todo, sino más bien de “bloques”: uno que retrocede, el “capitalismo occidental” y otro que se amplía “el capitalismo estatal chino”. ¿El imperialismo? Es algo más difícil aún de definir: nada que ver con las proclamas antiimperialistas de las guerrillas castristas de los años 60, ni con los movimientos “antiimperialistas” de los 70 (recomendamos, a este respecto, la lectura del libro de Daniel Inmerwahr Cómo ocultar un imperio para tener una visión global del problema). ¿La “burguesía”? Una clase social ya muy difícil de definir que busca paz, tranquilidad, prosperidad y estabilidad en un mundo en el que todos estos valores burgueses ya no tienen cabida a medida que cada día surge nuevos elementos de inquietud, conflictos, dudas ante el futuro, racket fiscal y falta de perspectivas. El mundo de hoy es completamente diferente al de hace 40 años. Y la “izquierda progre” ha optado por practicar la política de la caña al viento: según hacia donde sople, hacia allí se inclina. Y los vientos, como se sabe, pueden ser contradictorios. Hoy con Ucrania y contra Putin, mañana con Palestina y contra Israel, pasado contra Trump y contra su plan de paz, siempre contra el capitalismo y contra los especuladores, salvo con Soros, por supuesto, del que se alaba su “filantropía”

EL TRISTE PAPEL DE CIERTA EXTREMA-DERECHA CLÁSICA

Más triste es todavía el papel de los solidarios de extrema-derecha clásica. Sin ningún apoyo, con razonamientos que no pasan de la consigna de una línea, sin poder realizar acciones concretas para cristalizar su “solidaridad”, hecho de emotividad y romanticismo sentimental, solos, en una inmensa y triste soledad, viendo conspiraciones y “sionistas” por todas partes, se arriesgan a aparecer con símbolos propios en una manifestación pro-palestina y ser linchados tanto por miembros de la extrema-izquierda como por inmigrantes musulmanes instalados en Europa; sin poder ni siquiera mostrar su “solidaridad humanitarista” más allá de una web o de una red social, nunca en las calles, nunca con rostro propio, nunca tomando iniciativa alguna, sólo recordando anteriores muestras de solidaridad de hace 30 o 40 años (que tampoco fueron importantes, sino reiteraciones de temas panfletarios de antes).

Y todo ¿por qué? En primer lugar, porque entienden que si se es de extrema-derecha, forzosamente hay que ser “antisionista”. Ya se sabe: si Abascal o Silvia Orriols, Marina Le Pen u Orban, Nigel Farage o Alice Weidel, muestran algún tipo de reticencia o, incluso, de solidaridad con Israel, es que han sido “comprados” por el “sionismo”, son “títeres del sionismo”, “traidores”… Para deslegitimar a cualquier partido euroescéptico y anti-inmigración (a estas alturas, ¿todavía habrá alguien que dude de que el principal problema para el futuro de Europa es el cambio del sustrato étnico?), para olvidar que la extrema-derecha clásica ha sido rebasada y anulada por partidos de nuevo cuño (cuyo último éxito fue ayer de de octubre de 2025 en Chequia), se alega que en tal o cual ocasión, alguno de sus dirigentes viajó a Israel o se entrevistó con algún judío, y se olvida lo que para la mayoría es esencial: que son partidos comprometidos especialmente en la lucha contra la inmigración en Europa. Existen y son seguidos para cumplir esa idea-fuerza. Si traicionasen pasarían al estado gaseoso en el mismo momento.

“DO UT DES” – YO TE DOY, TU ME DAS

Pero estábamos hablando de “solidaridades”. La solidaridad unilateral es algo que nunca ha existido en la historia. La historia de la política universal se basa en el “do ut des”, literalmente “doy para que des”. Se espera siempre una acción recíproca: “yo te doy mi solidaridad, para que tú me des algo a cambio”. La noción se remonta al derecho romano y parte de la base de que nadie da algo a cambio de nada. Nadie salvo los ingenuos que creen en la idea estrábica de “bondad universal”. Intuimos lo que reciben de Soros los miembros de la “flotilla Sumud”: la mayoría se contentan con sus quince minutos de fama, y para las “figuras”, una remuneración contante y sonante, para todos, un crucero inolvidable de 40 días de vacaciones pagadas y, como peaje obligatorio, 48 horas en una celda judía (en el que una silla dura es considerada como “tortura”).

Nos equivocaríamos si considerásemos a Soros como único culpable. Desde el año 2000, la UE ha entregado 1.440 millones de euros a la Autoridad Nacional Palestina y una ayuda adicional de 472,9 millones para el período 2024-2026… sin recibir nada a cambio. No hay peor forma de educar a un pueblo que hacerle pensar que se lo merece todo y al que no se le exige nada. Y ¡claro que los palestinos podían dar algo en su desgracia!: el reconocimiento de los errores cometidos, la renuncia al terrorismo, por citar unas pocas contrapartidas.

Una parte importante de ese dinero europeo se ha perdido en la corrupción que ha protagonizado la ANP, la corrupción nepotista y sin descaro que rodea a Mahmoud Abás el presidente de la entidad palestina. Si alguien creía que esos fondos iban a servir, como sirvió la inyección alemana de fondos a Israel entre 1948 y 1962 para construir un Estado y una industria próspera y competitiva, para crear un Estado Palestino viable, simplemente, se ha equivocado. Así pues, a la ayuda de la UE (procedente de nuestros impuestos, por cierto) la contrapartida, el “do ut des”, es, simplemente, “tu me das dinero, yo lo utilizo para corromperme, como haces tú en tu tierra”, con añadido de, “además, no tengo que darte explicaciones de lo que hago con tu ayuda”. Y volvemos así al popular axioma de la Ley de Mahoma: tan culpable es el que da como el que toma.

Con una Autoridad Palestina corrupta, una franja de Gaza controlada por islamistas radicales chiitas de Hamás, con Hezboláh aplastado y deportado al norte del Líbano, con la OLP y Al Fatah, en Cisjordania tratando de controlar más fondos “humanitarios” que se pierden por el camino, ¿dónde está el “pueblo palestino”? Respuesta: aprisionado en la pinza formada entre el proyecto del “Gran Israel” a un lado y al otro su odio secular al judío, sus décadas de errores en la defensa de su causa, la corrupción ejercida gracias al dinero descontrolado que corre a espuertas por manos de la ANP ¿cómo ayudar a ese pueblo? Lo ignoro. Dudo incluso que, aparte del “Plan Trump”, hoy por hoy, se pueda hacer algo más.


LAS AFINIDADES ELECTIVAS EN ASUNTOS SOLIDARIOS

¿Solidarizarse con los palestinos? Si tenemos en cuenta, literalmente, el “ganado” que recibe estímulos para solidarizarse con Palestina (de Soros y de su entorno, especialmente) formado por “profesionales de la solidaridad” (las Thunbergs o las Colaus), o procedentes -a falta de algo mejor- de la “izquierda caviar”, por mujeres islamizadas y casadas con marroquíes, por activistas multiuso capaces de movilizarse no importa si es por una dana, por un bosque en llamas y unirlo al “cambio climático”, por Irak o por Ucrania, por cualquier cosa que se presente con la sola intención de encontrar un modus vivendi incrustándose en alguna ONG subsidiada, con presencia de restos de la extrema-izquierda en putrefacción o con antiguos terroristas o simpatizantes del terrorismo, con incautos que hace dos días colocaban pancartas de “Welcome refugies” y todavía no se creen que han perdido el favor popular y, para colmo, con inmigrantes musulmanes instalados en España, todos ellos con escasos conocimientos sobre la génesis del conflicto árabe-israelí… amén de buena gentes de almas sensibles, con una conciencia humanitaria tan grande como mínima es su capacidad crítica…, este es el personal junto al cual hay que solidarizarse.

¿Tiene usted ánimo para figurar en este pelotón? ¿Es que hay otro digno de mención? ¿Asume usted la “afinidad electiva” de solidarse junto a esta peña…? ¿Pueden estos “extraviados de la vida” reconocer una “causa justa”?

Claro está, que además siempre hay partidos políticos que temen ir en contra de lo que, en un momento dado, parece la “voluntad popular”. Por algún motivo, el “genocidio de Gaza” llama la atención mas que los 56 conflictos armados que se están desarrollando en este momento en el planeta (ver el Indice de Paz Global 2025). Y esto cuando los conflictos armados más importantes en este momento, se dan en países islámicos (Yemen, Sudán, Sudán del Sur, Afganistán, Libia) o a causa del incremento de la yihad (como es el caso de las constantes masacres que cristianos en Nigeria). ¿Por qué sólo Gaza? La respuesta es: gracias a los fondos movilizados por Soros que apunta contra el conservadurismo de Trump. “Yo practico la solidaridad que pides y tú me pagas por ello”. Ya hemos explicado el motivo.

4. Dónde queda el “pensamiento objetivo”

La peña solidaria, amamantada por Soros, tiene rasgos muy característicos que han sido estudiados por la psicología. El “complejo de dios” (ver artículo de divulgación en psicoactiva), y, entre otras cosas, consiste en “la creencia inquebrantable y exagerada de una persona en su propia capacidad, privilegio o infalibilidad, a menudo acompañada de un sentido de superioridad moral y dogmatismo en sus opiniones”. 

El aquejado del “complejo de dios” tiende a creer que sus intuiciones siempre son justas y que eso le exime de un conocimiento profundo de los problemas. Se cree amparado por la “opinión de la mayoría” y, por tanto, está donde cree que va a estar la mayoría o lo que percibe como mayoría. En algunos casos, se trata de personalidades narcisistas, que nunca han sido nada, nunca han hecho nada de valor, con una baja autoestima, que intenta compensar con grandes palabras, consignas megalómanas y una fuga evidente de la realidad.

El aquejado por el “complejo de dios” describe a personas que no desean aprender, que tienen pereza para cambiar de opinión, o cuestionarse las propias ideas o adaptarlas a tiempos cambiantes. Buena parte del desencadenante consiste en una esclerosis del cerebro, un decir “sobre este tema lo conozco todo y nadie me puede decir nada nuevo (por mucho que mis conocimientos sean panfletarios). De hecho, siempre hay alguien más indocumentado que yo…”.

La posibilidad de diálogo, de contraste de ideas, se excluye de partida: “si dudas de tal o cual tema es que estás ‘comprado’ o que has ‘traicionado’”, “si vas en contra de mi opinión es que te has aliado con mi enemigo”. Palabras rotundas que delatan inseguridad, negativa a dialogar, repetición verdaderos panfletos parlantes de temas mal aprendidos en otra época. Y lo peor de todo: pensamiento subjetivo.

Julius Evola afirmaba que la única forma de “ser uno mismo” es estar permanentemente en guardia (Gustav Meyrink había escrito en su novela El rostro verde: “Velar lo es todo”) realizar un esfuerzo continuo por la búsqueda de la objetividad, el tratar de ver el mundo y a uno mismo tal como son, sin distorsiones generadas por las sombras del pasado, por los miedos del presente, por un futuro preconcebido sin aportación de datos objetivos, por ambiciones insatisfechas o por la presión de fracasos propios. En la juventud, esto puede disculparse, pero cuando se ha adquirido cierta experiencia en la vida, esa subjetividad denota ese “complejo de dios” al que me he referido y que se manifiesta estos días en la cuestión de Gaza ¡como si un problema que dura 100 años pudiera despacharse en una consigna de media línea!

Es difícil solidarizarse de forma efectiva con Gaza a la vista de las “afinidades electivas” y fuera de la extrema-izquierda. A quienes lo intenten, les deseamos la mejor de las suertes. Pero esa lucha no es nuestra lucha. Nuestra lucha está aquí en la sagrada tierra de Europa, en su defensa y en sus valores. Y quien diga que ambos temas son compatibles, le instamos a que nos lo demuestre de manera práctica…