jueves, 2 de octubre de 2025

SOBRE EL GRIAL – de Julius Evola – El anexo al “Rivolta” que se convirtió en otro libro

En el volumen recientemente editado por la editorial francesa Ars Magna, Feu Secret (Château-Thébaud, 2025) está incluido este texto que debería haber sido un apéndice a la primera edición del Rivolta contro il mondo moderno, publicada en 1934. Finalmente, el texto no se incluyó. Evola prefirió desarrollarlo más ampliamente en un volumen que aparecería cuatro años después, El misterio del Grial y la tradición gibelina del Imperio. En el momento de escribir este Apéndice, Evola no había recurrido a las “fuentes originales” y extrajo los elementos que menciona del libro de Víctor Émile Michelet El secreto de la Caballería, y del Rey del Mundo de René Guénon. Hemos eliminado del texto las referencias que hace Evola a las páginas de la primera edición italiana del Rivolta. Fue a partir de este texto cuando estudió los textos medievales del ciclo del Grial y del Rey Arturo y sus caballeros. Como puede apreciarse, en esta primera aproximación al Grial, el contenido es muy concreto, pero bastante sumario, resumido y casi “acelerado”. Evola se daría cuenta de que el tema precisaba un estudio más amplio y detallado y optó, finalmente, por no incluirlo en el Rivolta. Fue así como este texto, inicialmente concebido como apéndice del Rivolta, se convirtió en paradigma del Misterio del Grial

 

SOBRE EL GRIAL

Julius Evola

En relación con lo que decíamos sobre el Grial como «alma» de la caballería gibelina, conviene mencionar también una elaboración diferente de la leyenda, además de la que ya se ha relatado. Según esta elaboración, cuando Lucifer cayó, la esmeralda que llevaba como diadema en la frente cayó a la tierra. Esta esmeralda, tallada en forma de copa con ciento cuarenta y cuatro caras, constituyó el Grial. Poseído por Adán en el paraíso terrenal, donde permaneció, incluso cuando este fue expulsado, su hijo Seth pudo volver a apoderarse de él y logró traerlo de vuelta a la tierra después de permanecer en el paraíso durante cuarenta años.

Posteriormente, el Grial reapareció en manos de los romanos, en poder de Poncio Pilato, quien se lo entregó a un caballero, José de Arimatea, a cambio de los servicios que este había prestado al representante de la autoridad imperial. Después de recoger la sangre de Jesús, José de Arimatea llevó el Grial a Gran Bretaña, y gracias este objeto y a sus caballeros se construyó el «castillo venturoso» y se creó una orden, presidida sucesivamente por el rey Arturo [1].

Hay tres componentes en esta leyenda: un elemento de origen antiguo, a través de una adaptación bíblica; una adaptación cristiana posterior, con una cuasi-interpolación; y un tercer elemento que remite a tradiciones nórdico-celtas igualmente antiguas, precristianas y extra-semíticas.

1.- La caída de Lucifer. Se trata de una variante del tema de los intentos «heroicos» frustrados, que son intentos de reconquista viril del «estado primordial».

2.- Como se ha señalado, la piedra caída de la frente de Lucifer recuerda clara y significativamente a la piedra frontal —urnd—, que, en el simbolismo indoario, ocupa a menudo el lugar del «tercer ojo» de Shiva [2] y que figura notoriamente en la frente en las representaciones de Buda, el asceta real. A este ojo «solar» se le asocia un poder de visión trascendente, o bien un poder «fulgurante».

En cuanto a este último, ya hemos recordado la tradición según la cual Shiva fulmina con este ojo al dios de la pasión que había intentado distraerlo mientras estaba sentado en el trono «polar» del «señor universal», el monte Meru. Por otra parte, en las tradiciones esotéricas, el ojo frontal pertenece a la misma raíz que âjna-chakra, centro del mando (âjnä) en un sentido absoluto, y la sede más alta de la «virilidad trascendente» [3].

En cuanto al otro poder, el poder de la «visión», esta cobra importancia en la leyenda del Grial, debido a que la piedra frontal de Lucifer es una esmeralda, considerada por los antiguos como la piedra de la «profecía» [4]. Según este carácter, el Grial reproduce exactamente la virtud del misterioso vaso Azewladur, que preexistía a la copa en la tradición celta, sobre el que se dice precisamente que «inspira al profeta, da sabiduría, revela los misterios del mundo, todo el tesoro del conocimiento humano» [5]. Pero, en un sentido superior, la visión del tercer ojo simbólico es el bodhi, como «despertar» o «visión cíclica», cuya obtención significa inmediatamente la destrucción del estado humano y la reconquista del estado primordial.

Cabe recordar también que, en la tradición nórdica, el mito «sacrificial» de Odín, que abandona un ojo cerca del «árbol del mundo» —pasando así a tener un solo ojo, o tercer ojo— y que por este medio posee el misterio de las runas [6], tanto por sabiduría como por poder, puede relacionarse con el mismo significado.

3.- La piedra luciferina como piedra caída del cielo remite, de manera más general, al simbolismo de las «piedras del rayo», los aerolitos o piedras caídas del cielo, que a menudo se identifican con las «piedras negras» a las que se refieren numerosas tradiciones. Esta piedra negra, al igual que un recipiente místico y una lanza —es decir, los equivalentes exactos de los objetos de la leyenda del Grial—, se encuentra además entre los objetos que la raza divina prehistórica de los Tuatha da Dannan habría traído a Irlanda desde Avalon: se trata de la piedra que proclama a los reyes legítimos. Además, con un aerolito se habrían formado los ancilia, los «juramentos del imperio», de los salios en Roma; mientras que un lapis niger abría la «vía sagrada» en Roma.

Se ha señalado que «las «piedras del rayo» son piedras que simbolizan el relámpago; no son más que hachas de sílex prehistóricas [...] El hacha de piedra es la piedra que rompe y divide, y por eso representa el rayo» [7]. Esta hacha no solo forma parte de los atributos de Shiva, sino que también corresponde al hacha de Paraçu-Râma y al doble martillo mijôlnir de Thor, es decir, las armas con las que estas figuras divinas de la raza aria abaten las apariciones telúricas y titánicas. Por lo tanto, simboliza la misma fuerza del rayo con la que Zeus fulmina a los titanes, corresponde al fulgurante vâjra de Indra, y así sucesivamente. Al final, volvemos a la idea de esa misma fuerza terrible y celestial que hemos visto consagrar esencialmente la realeza divina, la que rompe y arrastra a quienes intentan usurparla «prometeicamente» [8].

Pero en la leyenda medieval, el Grial también es vivificante y transfigurador para los elegidos, mientras que es terrible para aquellos que quieren acercarse a él sin ser dignos. Lucifer y Adán nos aparecen, pues, como representaciones de un tipo incapaz de soportar el doble poder de «visión» y «fuerza de mando» fulminante simbolizado por el ojo frontal primordial y, posteriormente, por el Grial.

Por último, en la leyenda más reciente del Grial, es curioso que el «rey pescador», castigado por querer ver el Grial sin ser digno de él, sea herido en los muslos [9]. La conciencia desempeña, en efecto, un papel enigmático en la mitología clásica, por ejemplo, en Pitágoras, que habría obtenido un título apolíneo a través de la conciencia áurea que lo unía al dios de Delfos, o en Dioniso, a quien Zeus habría salvado del «fuego» gracias a su muslo [10]. De hecho, se ha señalado que conciencia, aquí, μηρός, en griego, es una palabra casi fonéticamente idéntica a Meru, la residencia polar de Shiva como «señor universal» [11], y que ciertas similitudes aleatorias —en el mundo tradicional— contienen más «inteligencia» de lo que cabría suponer. Véase también lo que decíamos sobre el castigo de Prometeo, pero sobre todo sobre Atlas, cuya función de «polo» se transforma en castigo.

4. - Como «monte», Meru remite al simbolismo de la altura, ya que es la base del significado etimológico original de la palabra «paraíso». La reconquista del Grial en el paraíso, realizada por Seth, es bastante significativa, dado que Seth es una palabra que tiene dos significados opuestos, como «fundamento» y como «tumulto» o «ruina» [12]. Según el segundo significado, Seth nos aparece como Nimrod, un símbolo del principio guerrero salvaje, separado de lo sagrado. Pero a través de la transformación «heroica», este principio se convierte, en su función real, en un «fundamento», es decir, un «polo». Seth recupera la posesión del Grial, que Lucifer y Adán habían perdido, en el Pardès, que es «altura», al igual que el monte Meru. Si se detuvo allí durante cuarenta años, hay que saber que el 40 es un número que, en estas tradiciones, se aplica recurrentemente a un ciclo de «purificación» y «reconciliación» [13].

José de Arimatea es también una figura de caballero, es decir, de guerrero, y es quien recibe el Grial: y aquí vuelve a aparecer el simbolismo del 40, según el número de años que pasa en prisión con el Grial, antes de que los romanos destruyan Jerusalén, centro de la tradición judía, y pueda ir a las tierras del norte y dar vida a la Orden del Grial [14].

Este «paso» a Gran Bretaña no es más que la aproximación de antiguos motivos con otros motivos, también precristianos, que existen en los ciclos heroicos celtas paganos.

5 - El número de caras talladas en la piedra luciferina para convertirla en el Grial, 144, es el cuadrado, es decir, la potencia, del número 12, número «solar» y que corresponde a los principales caballeros de la Mesa Redonda del rey Arturo.

En general, esta versión de la leyenda del Grial presenta así elementos de una tradición heroico-solar y real, con respecto a la cual la envoltura cristiana parece, por tanto, inesencial. Aunque no puede calificarse de «luciferina», ya que Lucifer no es más que la figura de un prevaricador y un vencido, la sabiduría del Grial debe definirse como «heroica» en el sentido específico que atribuimos a este término, y no cristiana.

Y si no fuera demasiado atrevido, podríamos incluso pensar que el hecho de que el Grial estuviera en manos del magistrado romano que dejó que Jesús fuera juzgado por los judíos, y que la vivificación del Grial por la mano de un «héroe puro» requiriera la lanza que traspasó a Jesús —que estos hechos, puestos en relación, por ejemplo, con la abjuración de la Cruz, es decir, la superación del cristianismo, atribuida como preliminar a la iniciación templaria, podrían existir sospechar en más de uno sobre la presencia de una doble fuente bastante alarmante en este mito «cristiano» de la Edad Media caballeresca.

Sea como fuere, aunque es cierto que la mayoría conoce hoy en día el Grial a través de su adaptación cristianizada y la melodía «mística» del Parsifal de Richard Wagner, a la vez insípida y lánguida, no se puede evitar pensar espontáneamente en la acertada afirmación de Nietzsche sobre este compositor, como representante de la decadencia y la corrupción.


NOTAS

[1] V. É. Michelet, Le secret de la Chevalerie, París, 1930, pp. 27-34

[2] R. Guénon, Le roi du monde, op. cit., p. 34.

[3] Véase Shatcakranirupana, 32-33; A. Avalon, The Serpent Power, Madrás, 1924, p. 76-79. Según este texto, en el âjnâ se manifiesta la tercera forma de la virilidad, linga, phallus —de Shiva, en forma de itara, interpretada también como aquella que comprende el poder de atravesar y vencer el curso del tiempo.

[4] V. E. Michelet, op. cit., p. 28.

[5] Ibíd., p. 26. Estas expresiones provienen del bardo Taliesin.

[6] Véase Hâvalnâl, 139, sq.

[7] R. Guénon, Les pierres à foudre, en “Le Voile d'Isis”, 1929, p. 437-438.

[8] El ojo frontal de los cíclopes debe entenderse como el poder que originalmente poseía una raza que pasó a una forma «demoníaca», de forma similar a la transición que se observa en el propio concepto de los Asura de la mitología indo-aria.

[9] V. É. Michelet, op. cit., p. 34.

[10] R. Guénon, Le roi du monde, p. 41.

[11] R. Guénon, «Sheth», op. cit., pp. 588-589.

[12] Véase Eurípides, Bacch., 279; Píndaro, 85; Juliano, Contra Er., 220 b, c.

[13] R. Guénon, Le roi du monde, op. cit., p. 35; Evola, La tradizione ermetica, p. 171-172.

[14] V. É. Michelet, op. cit., p. 30.