miércoles, 15 de octubre de 2025

LEYES PSICOLÓGICAS DE LA EVOLUCIÓN DE LOS PUEBLOS - GUSTAVE LE BON

Prólogo

Este es, sin duda, el libro más polémico escrito por Gustave Le Bon. No levantó tanta polémica en el momento en que se escribió, 1894, como el que generaría en la actualidad. Es uno de esos libros que la UNESCO, preferiría quemar hasta el último ejemplar.

El tema, en sí mismo, parece banal e incluso cientifista. Casi darwiniano. En realidad, no es así, la intención de Le Bon es enunciar los principios que rigen la evolución de las culturas y sociedades, y cómo la psicología de masas influye en la evolución de las naciones. Todas las ideas tratadas en esta obra se centran en la naturaleza de la mente colectiva, su capacidad para la sugestión y cómo los productos culturales como el lenguaje y los mitos reflejan y moldean la evolución de un pueblo. Y, hasta aquí, todo parece banal: una simple investigación psicológica…

Pero las cosas se complican cuando Le Bon afirma que el comportamiento de un pueblo está regido por lo que llama “el alma de la raza”. Y esto si que choca frontalmente con las líneas maestras diseñadas por la organización de la que todos conocemos su sigla (UNESCO), pero muchos menos su significado (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura)… Y sorprende que una agencia especializada de las Naciones Unidas, niegue la existencia de las razas.

Porque, en efecto, la UNESCO, esa organización que vela por la educación, la ciencia y la cultura y que declara “patrimonio de la humanidad”, la paella o el sake, el día de los muertos en México o la dieta mediterránea, sostiene que “las razas no existen” y lo afirma con una seriedad pasmosa, sosteniendo, oh maravilla de maravillas, que lo que históricamente se conoció como "raza" es un constructo social que carece de fundamento científico y que ha sido usado para justificar el racismo y la desigualdad. 

Últimamente, todo se justifica como “constructo social”: desde el sexo hasta la belleza. Quien carece de otro argumento o su pereza mental le evita investigar algo mejor, se limita a pronunciar la sentencia definitiva que cierra la discusión… Todo lo que a un progresista no le gusta, tiende a considerarlo como una construcción artificial y deformadora de la verdad roussoniana originaria.

Claro está que a los que quienes niegan que el sexo sea ese “constructo”, tienen razón en recordar que existen cromosomas XX que dan como resultado “mujeres” y cromosomas XY de las que salen “hombres”. La cosa parece definitiva y enunciada por la ciencia más actual, asestando un golpe demoledor a la teoría del “constructo social”. Se podrá hablar de un determinismo genético, pero no una construcción artificiosa.

Sorprende todavía más que quienes desprecian la realidad genética del ser humano, en cambio la utilicen para justificar la inexistencia de las razas humanas. Esta, de nuevo y paradójicamente, es la postura de la UNESCO. Nos dicen que las diferencias genéticas entre las razas “son tan pequeñas que apenas importan”. La evidencia científica generada por la secuenciación del genoma humano, demostraría que la variación genética entre todas las personas es mínima, lo que valida que todos los seres humanos pertenecen a una misma y única "raza humana"… La UNESCO nos dice que el 99’9% del ADN humano es compartido por todos los individuos, añadiendo que eso “invalida la idea de razas biológicamente distintas”. No existen, pues, distintas “razas”, sino una sola “raza humana”.

Por tanto, Gustave Le Bon perdió el tiempo explicando que el “alma de una raza” es lo que determina la cultura, la historia, el pasado y el devenir de un pueblo. Así que, usted ha perdido el dinero comprando este libro y puede tirarlo a la basura: la materia que estudia Le Bon ha sido “cancelada” por la UNESCO. Todo lo que usted necesita saber ha sido dicho en la Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales, aprobada en 1978 por la UNESCO y que condena el racismo “científicamente infundado y promueve la igualdad de dignidad y derechos para todos los humanos”.

¿Y la diversidad cultural? Bueno, eso es, nos dice la UNESCO, el “ejercicio del derecho a la diferencia”. A partir de ahí, decir que “yo soy de raza blanca y aquel es de raza amarilla”, es algo digno de pasar por la “fiscalía del odio”. Porque, libros como éste, podrían ser considerados, como “racistas”, al aludir a las distintas “almas de las razas” (¿no sería, precisamente eso, ejercer el “derecho a la diferencia”?).

En realidad, una cosa es la UNESCO y la ONU y otra sus cuerpos funcionariales. La ONU no es, como se desprende de su enunciado, una “organización de naciones unidad”, eso sería únicamente su Asamblea General en la que están presentes delegados de cada nación. Pero, detrás de la Asamblea General existe un cuerpo de funcionarios que son los que gestionan el organismo, y, no se limitan a velar por la paz y la resolución de los conflictos -empeños en los que, históricamente, la ONU ha obtenido resultados pobres o pobrísimos- sino que “tienen ideas”. La Agenda 2030, por ejemplo.

Al ser aprobada en Asamblea General y elaborada por el cuerpo funcionarial, la Agenda 2030 llegó a los gobiernos como “norma superior”, prácticamente de obligado cumplimiento. En realidad, solamente en la UE se ha tomado en serio y la ha asumido íntegramente como eje inspirador de sus políticas (¡y así nos va!). En el resto del mundo apenas ha generado comentarios y mucho menos acciones concretas, salvo de ONGs subsidiadas y de partidos que la evolución de las sociedades ha dejado sin doctrina y sin señas de identidad.

¿Qué objetivo tienen las clases funcionariales de la UNESCO y de la ONU? Respuesta: la “unificación mundial”, perspectiva en la que ellos serían la élite y el núcleo central inspirador del “gobierno mundial”. Su “producto”, por tanto, es el “mundialismo”, a no confundir con la “globalización” que sería solamente el aspecto económico -y, por tanto, importante- de esa “unificación mundial”. Para ello era necesario abolir todos los “constructos sociales”: ¿las naciones? Residuos del pasado, meros “constructos” artificiales y artificiosos, como las razas o los sexos. Lo importante y “universal” son cosas como la paella, el sake o la dieta mediterránea que pueden ser compartidas en todo el mundo, no así el jamón de Guijuelo o el vino de Rioja que excluiría vegetarianos, abstemios y… musulmanes.

En esas organizaciones internacionales reside el “núcleo duro” inspirador de cualquier concepción “progresista” y su motor.

Hay que recordar la base del progresismo: Juan Jacobo Rousseau, un hombre extraño, poco comunicativo, huraño, un neurótico de manual, perdido en fantasías primitivas que se han demostrado falsas: “el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad le ha hecho malvado”, luego, “reformemos la sociedad, hagamos una sociedad igualitaria y problema resuelto”. Tan simple como eso.

La pena era que el punto de partida de Rousseau era, hoy lo sabemos, una simple mamarrachada, de la cual se han nutrido las sucesivas generaciones de “progres” incautos. Pues bien, la culminación de aquel error originario, ha sido la Agenda 2030 y la teoría del “constructo” racial…

Ya que la UNESCO alude a que las diferencias entre las razas son mínimas y las reduce a un 0’1% de nuestro material genético, deberíamos recordarle que cualquier funcionario de la UNESCO comparte con una mosca, el 60% de los genes. La diferencia no reside en la cantidad total de bases de ADN, sino en la gran cantidad de genes en común que regulan funciones vitales y procesos biológicos fundamentales para ambos. Más aún, ese mismo funcionario de la UNESCO se sorprendería al saber que su material genético apenas está separado del de un chimpancé por un 1’2%... Pue bien, este 1,2% es lo que nos hace seres de dos especies distintas: el chimpancé y el humano. Por tanto, hay que relativizar los porcentajes de ADN: aunque entre los humanos exista un 99’9% de genes comunes, eso no implica que las razas sean “constructos humanos”.

Lo más curioso de estos razonamientos “progresistas” es que nadie pone en duda que África es el “continente negro” o que “China es el país de los chinos”… pero decir que “Europa es el continente de los blancos” ¡sea anatema! Decir -como dice Le Bon- que existe un “alma de la raza” ¡sea anatema! Establecer una jerarquía entre razas humanas merece la hoguera. Así pues, si usted cree en las teorías de la UNESCO sobre las razas, con este libro podrá encender un buen fuego.

Hablando de fuego. Otra de las grandes gestas de la UNESCO ha sido defender que no fueron los islamistas quienes quemaron la biblioteca de Alejandría. La organización de la “cultura” y la “educación” prefiere creer que fueron los romanos y, luego los cristianos, quienes la incendiaron. Nunca los islamistas, por mucho que el escritor del siglo XIII Bar Hebraeus (obispo de la Iglesia Ortodoxa Siriana) citara a Omar diciéndole a Juan Filópono (Yaḥyā al-Naḥwī): «Si esos libros están de acuerdo con el Corán, no tenemos necesidad de ellos; y si se oponen al Corán, destrúyelos», frase que puede ponerse en duda, pero no el hecho de que la intolerancia islámica puede llegar a eso y a mucho más. No en vano es la única religión que propone en su libro sagrado la “guerra santa” como forma de expansión.

El porqué de esa preferencia por el islamismo deriva de ser la última religión revelada y, por tanto, de la que la ONU y la UNESCO han extraído la idea de la “umma”, la “comunidad mundial de los creyentes” que ellos interpretan en clave de “unificación mundial”. Claro está que el “catolicismo” deriva del latín tardío catholĭcus, que a su vez proviene del griego katholikós (compuesto por kata -"sobre" o "acerca de"- y holos, "todo"), cuyo significado es "universal". Pero, la preferencia por el islam deriva de la presencia masónica entre los fundadores de ambas instituciones internacionales y la consideración de que la Iglesia había traicionado a su espíritu “universal”, persiguiendo a otras creencias y obstaculizando el “progreso”…

La lectura de la obra de Le Bon nos sugiere una constatación: por mucho que estos organismos internacionales hayan trabajado en favor de los “derechos humanos”, al menos uno de ellos, ha menguado: la libertad de expresión. Lo que podía decirse tranquilamente a finales del XIX, hoy está sometido, por una parte, a autocensura y por otra al riesgo de “cancelación”. La obra de Le Bon, dedicada a la psicología de las multitudes, a la psicología de las revoluciones, a la psicología del socialismo y, como esta, a la psicología de las razas, estaría vetada para las nuevas generaciones.

*     *     *

Una última advertencia. Somos contrario a asumir “integralmente” a un determinado pensador como “guía”. Pero sí reconocemos que determinados elementos tratados por determinados investigadores si deben tomarse en consideración. No todo en él es válido, hay especulaciones personales que tenían lógica a finales del XIX, pero están superadas en el primer cuarto del siglo XXI. Pero hay elementos que siguen vigentes y que pueden ser utilizados en un contexto de crítica a la modernidad. El tema de las desigualdades raciales, sin ir más lejos.

Es un problema de “cultura”. Y vale la pena hacer un alto, antes de empezar la lectura de esta obra. Originariamente, la palabra “cultura” derivaba de “cultivo”, pero no aludía a los masters o a los títulos universitarios, ni siquiera a las lecturas realizadas, sino del carácter.

Una “persona culta”, era una persona “con carácter”. Y poco importaba que se sentara en el sillón X de la Real Academia o bien fuera un pobre pastor de ganado: lo importante y lo que le definía era “tener carácter”. Algo que hoy se ha olvidado.

El “alma de la raza”, para el autor de este libro, era lo que, en cierta medida determinaba, los caracteres individuales de los pertenecientes a esa raza. Por eso, en el fondo, Le Bon va a converger con determinadas concepciones de Julius Evola sobre el tema racial. Ambos coinciden en que hay razas “puras” que ya han sufrido “mestizajes” en su carácter: salvajismo, indolencia, sumisión, servilismo, nunca han sido los rasgos ideales de “nuestra raza”, pero es evidente que están presentes desde mucho antes de que se iniciaran los tránsitos migratorios y, antes de que existiera un “mestizaje racial”, éste había sido precedido por un “mestizaje cultural”. Por tanto, el mejor complemento para la lectura de esta obra son los escritos de Julius Evola sobre la raza; su concepto de una “raza del alma”, tiene mucho que ver con “el alma de la raza” de Le Bon.

Y ahora, le dejamos en manos de Gustave Le Bon, esperando que el lector tenga el “carácter” suficientemente desarrollado para cribar el eje de su argumentación, de las divagaciones ocasionales que realiza el autor.


 
HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN NACIONAL-SOCIALISTA EN TRES VOLÚMENES


Sumario

INTRODUCCIÓN

LAS IDEAS IGUALITARIAS MODERNAS Y LAS BASES PSICOLÓGICAS DE LA HISTORIA 

LIBRO PRIMERO: LOS CARACTERES PSICOLÓGICOS DE LAS RAZAS 

CAPÍTULO I - EL ALMA DE LAS RAZAS 

CAPÍTULO II - LÍMITES DE VARIABILIDAD DEL CARÁCTER DE LAS RAZAS

CAPÍTULO III - JERARQUÍA PSICOLÓGICA DE LAS RAZAS 

CAPÍTULO IV - DIFERENCIACIÓN PROGRESIVA DE LOS INDIVIDUOS Y DE LAS RAZAS

CAPÍTULO V - FORMACIÓN DE LAS RAZAS HISTÓRICAS 

LIBRO SEGUNDO - CÓMO SE MANIFIESTA EL CARÁCTER PSICOLÓGICO DE LAS RAZAS EN LOS DIVERSOS ELEMENTOS DE SUS CIVILIZACIONES 

CAPÍTULO I - LOS DIVERSOS ELEMENTOS DE UNA CIVILIZACIÓN COMO MANIFESTACIÓN EXTERIOR DEL ALMA DE UN PUEBLO 

CAPÍTULO II - CÓMO SE TRANSFORMAN LAS INSTITUCIONES, LAS RELIGIONES Y LAS LENGUAS 

CAPÍTULO III - CÓMO SE TRANSFORMAN LAS ARTES 

LIBRO III - LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS COMO CONSECUENCIA DE SU CARÁCTER 

CAPÍTULO I - CÓMO LAS INSTITUCIONES DERIVAN DEL ALMA DE LOS PUEBLOS 

CAPÍTULO II - APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS ANTERIORES AL ESTUDIO COMPARATIVO DE LA EVOLUCIÓN DE LOS EEUU Y DE LAS REPÚBLICAS HISPANOAMERICANAS 

CAPÍTULO III - CÓMO LA ALTERACIÓN DEL ALMA DE LAS RAZAS MODIFICA LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS PUEBLOS 

LIBRO IV - CÓMO SE MODIFICAN LOS CARACTERES PSICOLÓGICOS DE LAS RAZAS 

CAPÍTULO I - EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA VIDA DE LOS PUEBLOS 

CAPÍTULO II - EL PAPEL DE LAS CREENCIAS RELIGIOSAS EN LA EVOLUCIÓN DE LAS CIVILIZACIONES 

CAPÍTULO III - EL PAPEL DE LOS GRANDES HOMBRES EN LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS 

LIBRO V - LA DISOCIACIÓN DEL CARÁCTER DE LAS RAZAS Y SU DECADENCIA

CAPÍTULO I - CÓMO LAS CIVILIZACIONES SE DESVANECEN Y SE EXTINGUEN 

CAPÍTULO II - CONCLUSIONES GENERALES


Características:

Tamaño: 15x23 cm.

Páginas: 224

Portada en cuatricomía.

Impreso en papel de 80 gr.

Precio de Venta al Público: 22,88 €

Pedidos: Leyes Psicológicas de la Evolución de los Pueblos

O bien a: eminves@gmail.com