Galicia nunca ha sido una región “políticamente potente”, es, como
Extremadura o La Rioja, regiones que parecen contar poco o muy poco en la
gobernabilidad del Estado. Esto a pesar de que Galicia, ha dado a la derecha
buena parte de sus líderes, que allí realizan su aprendizaje y se familiarizan
con la gestión política. Salvo Fraga Iribarne, al que le precedía un largo
aprendizaje en la tecnocracia franquista, tanto Rajoy como Feijóo son hijos de
Galicia. Así pues, lo que ocurra allí tenía, en principio, importancia solo
para la derecha. Pero eso era hasta ahora. En estas elecciones gallegas lo que
se juega es mucho más: y nos afecta a todos. Y esto por varios aspectos.
Si el PSOE cae en picado en relación a sus resultados de 2020,
será otro torpedo contra la línea de flotación del pedrosanchismo. Hay que
recordar que, en aquella ocasión, el PSOE quedó con 14 escaños, los mismos que
había obtenido en 2016, pero en esa ocasión, ya había perdido 4 en relación a
la convocatoria anterior. Estos habían ido a parar a En Marea (que agrupaba a
toda la extrema-izquierda gallega, salvo al BNG) y que, en 2016, se había
quedado con 14 escaños, mientras que el BNG apenas obtenía 6. Pero tras las
elecciones de 2016, En Marea había estallado en distintas tendencias, que
Yolanda Díaz ahora ha intentado reciclar en Sumar. De En Marea hoy ya no queda
ni el recuerdo.
Los votos de En Marea fueron heredados en 2020 por el BNG que,
bruscamente, se vio provisto de un grupo parlamentario de 19 diputados, 13 más
que en las anteriores elecciones y 4 más que el PSOE. De estar igualado con En Marea (cada uno con 14 diputados), pasó
al tercer lugar con 5 diputados menos que el BNG. Hoy, la cuestión es si ese
margen se ampliará o se reducirá: en caso de que el BNG aumente su
distancia en relación al PSOE, las noticias para el pedrosanchismo pueden ser
desastrosas. Y las encuestas no le son muy favorables: en la publicada el
lunes, el BNG llega a 22 escaños (3 más que en 2020) y el PSOE se queda con 12
(2 menos que en las anteriores elecciones). Bastante tendrá Sumar si logra
entrar en el parlamento gallego con lo que Yolanda Díaz haya logrado salvar de
la quema de En Marea.
¿Revalidará el PP su mayoría absoluta? No está del todo claro; es
mucho más seguro que Vox no conseguirá entrar en el parlamento gallego. Falta saber cómo responderá su electorado ante la noticia de que
Feijóo negoció con Junts la cuestión de la amnistía, una información que puede
sembrar confusión entre sus filas.
Ahora bien, Vox que, presumiblemente, apenas obtendrá unos
miles de votos, también se la juega en estas elecciones: esos votos pueden ser
imprescindibles para que el candidato popular, Alfonso Rueda, revalide mayoría
absoluta. En otras palabras: quizás no sirvan para que Vox obtenga un acta,
pero pueden servir para que el PP pierda algún (o algunos) diputados a causa del
reparto de los “restos” por la Ley d’Hondt. Y eso supondría, no solamente
una catástrofe para el PP, sino también para Vox que podría comprometer,
incluso, su futuro.
Una hipótesis de este tipo, convertiría la derrota del PSOE en una
“dulce derrota”: a fin de cuentas, el
beneficiario de sus votos sería el BNG con el que formaría inmediatamente
coalición de gobierno. Supondría un balón de oxígeno para el pedrosanchismo
que le proporcionaría una relativa comodidad hasta conocerse el resultado de
las elecciones europeas de junio.
Es cierto que nadie puede fiarse de las encuestas, especialmente
en estos momentos en los que los dos bloques están muy igualados con ligera
ventaja para el PP… pero el brusco corrimiento de unos cientos de votos hacia
Vox (acaso por la noticia de las negociaciones con Junts) podría decantar la
situación hacia la izquierda…
En los pocos días que quedan de campaña vamos a ver todo tipo de
promesas de unos y de otros y de bajas maniobras. De hecho, estas elecciones
empezaron con el asunto de los “pellets de microplásticos”, presentados como la
“nueva marea negra” del Prestige. En realidad, la izquierda, sobreactuó en este
tema visiblemente e interesadamente, pero el gobierno gallego reaccionó pronto
y transformó el asunto en un ataque contra el gobierno de Madrid que no avisó
de lo que le había comunicado los portugueses sobre el vertido tóxico.
Es la primera vez que unas elecciones gallegas tienen importancia
a nivel nacional.
Una derrota de la derecha tendría un doble impacto:
- de un lado, se utilizaría para cuestionar el liderazgo de Feijóo al frente del PP y supondría un formidable impulso a la candidatura de Díaz Ayuso al frente del partido;
- de otro la estrategia de Vox quedaría en entredicho, especialmente si los resultados confirman que los miles de votos obtenidos por esta formación contribuían a restar diputados al PP y dárselos al BNG.
Pero una derrota de la izquierda podría suponer:
- El primer varapalo electoral después de los pactos del pedrosanchismo con media docena de grupo nacionalistas, independentistas y de extrema-izquierda, que indicaría muy a las claras que el electorado rechaza esos equilibrios.
- En segundo lugar, si el BNG aumenta su distancia del PSOE y éste sigue perdiendo votos y escaños, la cuestión para Sánchez sería todavía más grave: demostraría que sus aliados ganan más con estos pactos de lo que gana el PSOE, con el riesgo de convertirse en residual en la política gallega.
- En tercer lugar, de los resultados de Sumar depende también el futuro político, no solamente de Yolanda Díaz, sino también de su coalición, atada con alfileres y torpedeada por sus antiguos socios de Podemos que encontrarían argumentos para redoblar sus ataques de “vendetta” contra sus exsocios.
[ENCUESTA DE "LA REGIÓN"]
Y todo esto en un momento en el que la aparición de un nuevo
partido, Democracia Orensana, puede terminar trastocándolo todo. En
efecto, una de las encuestas publicadas hoy lunes 12 de febrero, le da un diputado.
De cumplirse este pronóstico, hará falta ver hacia dónde se orienta el voto de
esta pequeña formación que, de momento, gobierna el ayuntamiento de Orense.
Tanto el BNG, como el PSOE y, por supuesto, el PP, se niegan a negociar con
esta pequeña formación en la que ven un reducto de populismo personalista de
derechas. ¿Hace falta recordar que, en las actuales circunstancias,
cualquier pequeña formación puede plantear cualquier exigencia desmesurada para
entregar su voto a no importa quién?
Si la mayoría de votos en el parlamento regional se alcanza con
los 38 diputados, hay que recordar que las encuestas más optimistas adjudican
al PP, 39, apenas uno mas de los necesario… mayoría muy frágil que la Ley d’Hondt
puede hacer peligrar.
[ENCUESTA DE OKDIARIO]
Nada está por tanto asegurado en esta ocasión en Galicia. De hecho, en la política española nada esta asegurado, solamente la poltrona de Marlaska y Dios sabrá porqué Pedro Sánchez sigue manteniéndolo en el cargo a pesar de ser uno de los ministros más desgastados de ésta y de la anterior legislatura. ¿Lo sabremos algún día? En cambio, el resultado de las elecciones gallegas lo conoceremos en menos de una semana.