viernes, 9 de julio de 2021

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: ¿PERO QUE HA PASADO EN FRANCIA CON EL EX FRONT NATIONAL? (3 de 4) - ¿Y QUÉ ME DICEN DE LOS CANDIDATOS?


Un partido como el FN-RN que tiene entre 20 y 25.000 afiliados, no debería tener problemas a la hora de componer las listas electorales. Hay base suficiente para incluir candidaturas en toda Francia y no falta militancia para ocupar las plazas, ni siquiera en unas elecciones como las del pasado mes de junio en la que coincidían dos convocatorias: elecciones regionales y elecciones cantonales. Al menos en teoría, hay bases e implantación suficiente como para presentar listas en todos los distritos electorales. Sin embargo, esto no es exactamente así.

Algunos datos son particularmente reveladores: el 60% de los candidatos presentes en las listas regionales aparecían también en las cantonales, dándose la circunstancia de que varios candidatos se presentaban en una región para las regionales, pero para las cantonales lo hacían en otro departamento. Esto tiene cierto parecido en España con lo que hemos conocido durante años: algunas formaciones de extrema-derecha presentaban candidatos en toda España que eran completamente desconocidos en su distrito electoral. Yo mismo fui presentado en alguna elección en la lista de DN por Extremadura. Todo fuera por cumplir las condiciones que daban acceso a los medios públicos. Luego sabemos lo que ocurría inevitablemente: el número de votos de estas candidaturas, en muchos casos, era menor al número de candidatos presentados…

Pues bien, lo que ocurre en el FN-RN no es exactamente esto debido a las dimensiones y a los recursos de la organización, sino algo bastante más complicado que es paralelo -salvando las distancias- a lo que le ocurrió a Plataforma per Catalunya en sus mejores momentos, cuando en las elecciones municipales de 2011 presentó 108 candidaturas, obteniendo 67 concejalías (algunas de ellas en pueblos importantes: Hospitales, Santa Coloma, San Baudilio, Mataró, Mollerusa, Tárrega, Amposta, Tortosa…). Aquellas candidaturas se elaboraron a prisa y corriendo, atadas con alfileres. Luego, a lo largo de los cuatro años siguientes, se fueron perdiendo entre 15 y 20 concejalías, la mayoría escindidos, desinteresados otros, sin contar algunos que resultaron elegidos y no eran del municipio con lo que apenas acudían a los plenarios del ayuntamiento o simplemente lo ignoraban todo sobre la ciudad de la que eran representantes.

Algo parecido ha ocurrido en el FN-RN. Estas son las cifras: sobre 358 puestos regionales conquistados en 2015, en los seis años siguientes se perdieron 94, es decir, un 26%. Los diputados departamentales, en principio 62, pasaron a ser 52 cuando se convocaron las nuevas elecciones (merma de un 16%). ¿A qué se han debido estas pérdidas?

Hay de todo: cargos electos no suficientemente identificados con la línea del partido y que votan según su conveniencia e interés; otros que son excluidos por faltas disciplinarias de todo tipo; los ha habido que se han escindido y otros, simplemente, han sido expulsados. Todo esto entra dentro de lo humanamente posible, pero no de lo políticamente admisible: pensemos lo que ocurriría si el 26% de los diputados autonómicos del PSOE se dieran de baja del partido, o si el 16% de los concejales del PP, cambiaran de formación… ¿Qué pasa, pues, dentro del FN-RN para que existan esa inestabilidad en las candidaturas y en los cargos electos?

Cualquiera que se dedique a la política electoralista evidencia tener un ego suficientemente fuerte, especialmente en provincias y en localidades de tamaño medio. Sobre todo, si han sido elegidos por la dirección parisina: eso les confirma en su papel protagonista. Luego, cuando son dueños de la poltrona, todo cambia para muchos: hacen lo que quieren sin respetar la línea del partido. Les favorece el hecho de que no son las organizaciones de base del partido quienes proponen candidatos, sino la dirección parisina la que estima quién es oportuno y quién no. El resultado, con demasiada frecuencia, es que un candidato impuesto al margen de la opinión de la federación local, o bien no tiene el apoyo de ésta, o ni siquiera se preocupa de buscarlo. A fin de cuentas, el acta de cargo electo va a su nombre.

En otras ocasiones, cuando se produce una discrepancia interior, en lugar de apercibir al cargo electo, llamarlo al orden, ilustrarlo sobre la línea del partido, lo que se produce es una expulsión fulminante.

Y también, claro está, hay diputados decepcionados con la línea del partido: “Esto no es para lo que me llamaron”, dirán alguno. Los hay que dimiten, pero otros optan por mantener el puesto, con sus prebendas y sus beneficios, hasta el final de la legislatura y luego, simplemente, renunciar a presentarse de nuevo en una candidatura del FN-RN. En estas últimas elecciones de 2021, ¡dos tercios de los consejeros departamentales electos no se han vuelto a presentar!

Las razones para esto son muchos. La tendencia de la dirección a nombrar candidatos que puedan pagarse su promoción y candidatura a despecho de aquellos militantes que “han batido el cobre” en las bases, es una de ellas. Estos “notables”, al ser elegidos, o bien no se sienten competentes o está aislados del resto de partidos, sin aliados posibles, o, una vez satisfecho su ego, aquello empieza a aburrirles; por decirlo en pocas palabras: no están suficientemente motivados. Nadie les había explicado lo que era la política departamental y la política regional y, una vez en la oposición, experimentan aburrimiento, hastío, impotencia, decepción…

Esto es posible a causa de la debilidad de las estructuras centrales del FR-RN. También aquí pueden establecerse algunos paralelismos con Plataforma per Catalunya: una vez elegidos, los cargos no recibían ni información, ni formación, ni orientaciones, por parte de la dirección. En el caso del FN-RN, esto, unido a la falta de experiencia de muchos de ellos, hace que no presenten si iniciativas, ni propuestas, ni críticas a los gestores cantonales o regionales. Un estudio crítico sobre la línea del partido que ha llegado a nuestras manos, se plantea: “¿Quién puede recordar una iniciativa de cargos electos del RN en el seno de un consejo regional?”. El candidato electo, una vez jurado su cargo, parece olvidado por la dirección central del partido y, al cabo de las semanas, él mismo deja de esperar orientaciones y actúa según su leal saber y entender… entonces se produce lo que hemos dicho antes: deja de tener conciencia de pertenecer a un partido, con lo que se inicia el ciclo que le lleva a la disidencia, al transfuguismo o al hastío o a la también mencionada sensación de aislamiento.

Uno de los motivos por los que el FN-RN se ha desplomado es por la invisibilidad de sus cargos electos. Esto ocurre en 2015-2021, veinte años antes, Louis Alliot nos decía que uno de los problemas de los cargos electos del FN-RN era que carecían de experiencia y preparación en gestión municipal. Y el propio Alliot puso como ejemplo la ciudad de Tolón en donde el FN gobernó entre 1995 y 2001, agregando que los servicios públicos se habían deteriorado por falta de capacidad del equipo de gobierno. Veinte años después, la situación no ha cambiado.

Otro elemento más a tener en cuenta: el FN-RN ha tenido en los últimos años muchas crisis interiores. Y no nos referimos a la escisión “megretista” que fue orquestada desde fuera del FN y contra el FN, sino de crisis interiores que han tenido lugar durante el período de presidencia de Marina Le Pen y están vinculados a personalidades del partido. Por el momento van cuatro de estas crisis: la crisis de Bruno Gollnisch, la crisis de Marion Marechal, la crisis de Florian Philipot, el aislamiento y alejamiento de los identitarios considerados como “extremistas”… La pérdida de todas estas personalidades y tendencias, ha supuesto mucho más que la baja o la irradiación de un “notable”: ha desmovilizado a sectores enteros, los ha desmoralizado, los ha disociado, todo lo cual es mucho más grave, tratándose de militancia con experiencia, curriculum e ideas claras. Sus puestos han sido cubiertos por “jóvenes lobos” de los que Jordan Bardella es quizás el paradigma y el elemento más característico: de 26 años, el clásico “relaciones públicas” con un arsenal de ideas oportunista y vacío de ideas, que abría la cabeza de la lista de RN para el Parlamento Europeo en 2019.

Copiamos de un artículo publicado por críticos en otro tiempo próximos al FN: “El pequeño mundo RN de Marine Le Pen da vueltas en una espiral del vacío. Candidatos mediocres, poco competentes y poco animados, inexistentes sobre el terreno y en sus asambleas, al servicio de un discurso electoral edulcorado… ¿quién puede creer que podrían haber dado otro resultado?”.