domingo, 11 de julio de 2021

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: ¿PERO QUE HA PASADO EN FRANCIA CON EL EX FRONT NATIONAL? (4 de 4) – LOS PARTIDOS TAMBIÉN PUEDEN MORIR

 

O se quiere construir un mundo nuevo o se aspira a aprovechar los residuos de un mundo en descomposición. Tal es la alternativa que Marina Le Pen no parece haber superado. 

Por ejemplo, Sebastián Chenu: un hombre notable, ingresó en Rassemblemente Bleu Marine (RBM), vinculado al Front National en 2014. Pronto se convirtió en uno de los más próximos colaboradores de la presidenta del partido que lo nombró delegado nacional de RBM y fue elegido como consejero regional de Hauts de France en 2016. En las legislativas de 2017 fue elegido diputado y luego nombrado portavoz del Front Nacional. No era un hombre muy apreciado por las bases. Había pasado por varios partidos liberales (Partido Republicano, Democracia Liberal), para terminar luego en la Union por un Movimiento Popular (UMP) del que fue, secretario general encargado de la “diversidad cultural”. Pero sus dos aspectos más “negros” fue su cargo de jefe adjunto del gabinete de la ministra Christine Lagarde (sí, la actual presidenta del Banco Central Europeo) y su papel como fundador de la asociación GayLib, asociación que, entre 2001 y 2013 estuvo bajo la órbita de la UMP, creada para la defensa de los derechos del colectivo LGTBIQ+… Ciertamente, éste colectivo criticó el ingreso de Chenu en el FN-RN, pero lo que nos interesa aquí es que esta integración, en un puesto dirigente, de una persona que procede del entorno ultraliberal y preocupado porque no se discrimine a los gays a la hora de realizar donaciones de sangre, parece el perfil más adecuado, no tanto para ganar “nuevos espacios electorales”, como para generar confusión entre los votantes del FN-RN. Y no es un caso único.

Julien Odoul, un tipo curioso, que inicia su carrera en el Partido Socialista (2006), para pasar en 2009 al Nouveau Centre y tres años después a la Unión de Demócratas e Independientes. Tres años más en esta formación y reaparece en el FN. En 2015 es uno de los consejeros elegidos por el FN-RN en el departamento de Borgoña-Franco Condado. Durante dos años es uno más de los diputados electos, pero una crisis interior (la presidenta del grupo, Sophie Montel, que había militado en el partido de 1987 a 2017 y que era diputada regional desde 1998 hasta 2015 y diputada europea, de línea “identitaria”, se escinde por discrepancias con la dirección parisina) hace que Odoul se convierta en el hombre de Marina Le Pen en la región. Ha aparecido en múltiples programas de televisión: es lo que en España se llama “un metepatas”. Chistes de mal gusto sobre el suicidio de campesinos, discusiones desafortunadas en la calle y filmadas con móvil y sobre el tema del velo islámico con posiciones, más que radicales, mal hilvanadas, que fueron incluso censuradas por Marine Le Pen, difusión de un vídeo de carácter sexual (surgido de un “ajuste de cuentas” interior del partido), acusación de haber creado un empleo ficticio para una colaboradora, generaron una polémica en la que, incluso varios miembros de la lista electoral en las pasadas elecciones regionales, le pidieron que se retirase. Borgoña-Franco Condado era una de las regiones en la que los sondeos decían que el FN-RN podía vender. El resultado fue mucho peor del previsto: llegó en segundo lugar en la primera vuelta con un 23,2% de votos. Poco después, seguramente en premio por los servicios prestados, fue nombrado portavoz del partido.

Otro más: Thierry Mariani, en cuyo historial volvemos a encontrar el rosario de estancias breves en distintos partidos a partir de 1976. Podemos decir, para resumir, que ha pasado por todas las formaciones de la derecha (RPR gaullista, UMP, Les Republicains, etc). Fue ministro de transportes en el gobierno de Sarkozy entre 2010 y 2012. En 2010 fue el cabeza de lista de la UMP en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA). Ya por entonces, participó en la formación de La Droite Populaire junto con otros de la UMP, que utilizaría como trampolín para pasar al FN-RN. A pesar de no sumarse entonces al partido, fue elegido en la lista del RN en las europeas de 2019. Otro de los fundadores de La Droite Populaire, Jean-Paul Garraud, ha tenido un recorrido muy parecido al de Mariani, pasando también de la UMP al FN-RN. La dirección del partido le puso en el primer puesto de la lista para las regionales de 2021, en Occitania, desplazando a Julien Sanchez (favorable a los identitarios), una región de la que lo desconocía casi todo. El resultado fue que el 48% de los votos que había recibido el FN en 2015, se evaporaron.

En teoría, todos estos nombres y otros muchos como estos, debían de haber “centrado” el partido (como, de hecho, así ha sido), pero el problema es que era tan evidente que se trataba de políticos profesionales habituados a cambiar de sigla como quien cambia de camisa y con un discurso poco “sensible” para las capas más desfavorecidas de la sociedad (que hasta ahora han constituido la columna central de los electores del FN-RN) que ese “centrado” se ha traducido en una pérdida de influencia social.

Hay que decir que esta política de “desdiabolización” y “centrado” establecida entre 2015 y 2021, ha tenido como resultado el que solamente dos de los cabezas de lista en 2015, repitieran en 2021. Sobre treces listas, once estaban dirigidas por gentes que llevaban menos de 10 años en el partido y de estos, seis, apenas 5 años.

La pregunta es: un partido que tiene casi 50 años ¿no ha sido capaz de generar candidatos propios para llenar sus listas? ¿por qué esa tendencia a recurrir a “notables” quemados en media docena de siglas previas, que “fueron” algo y ya no lo son, pero cuyo nombre y carrera remite siempre a aquel “viejo orden” que una buena parte de los franceses quieren dejar atrás?

La región PACA, allí donde Marion Marechal se presentó en el 2015 obteniendo el 45,22% de los votos, con un programa basado en un programa que llamaba a las cosas por su nombre y en cuya lista se encontraban personalidades conocidas en su región, en sus departamentos y en sus ciudades. Fue el mejor resultado obtenido a nivel nacional, lo que supuso 41 escaños. Seis años después, Therry Mariani volvió a quedar en segundo lugar con el 42,70%. Pero considerar sólo el porcentaje sería engañoso: Marion Marechal obtuvo 886.147 votos y Mariani 524.902. ¿Dónde han ido a parar esos 361.245 votos que faltan y que suponen la pérdida del 40,76% del patrimonio electoral?

Todo esto demuestra que una sucesión de buenos resultados y de éxitos previos, no garantiza necesariamente los buenos resultados futuros. Cada partido debe ser fiel a lo que ha sido hasta ese momento, o, de lo contrario, sus electores le abandonarán a su suerte y, como ha ocurrido en esta última convocatoria electoral, las regionales y cantonales francesas de 2021, no quiere decir que vayan a votar a otra sigla, sino que se van a refugiar en la abstención. Tal como venían previendo varios medios de la “oposición nacional” en Francia -el semanario Rivarol, especialmente- lo que ha ocurrido es que las malas decisiones han operado una especie de alquimia a la inversa: esto es, la transformación del Oro en plomo. El blog Polemia ya sugirió hace unos meses que Marina Le Pen se había convertido en una máquina de generar abstencionismo en el electorado francés. Éste, ha tenido que pasar, decepción tras decepción, a la inhibición electoral. La última esperanza, el que el FN-RN fuera algo radicalmente diferente, tanto en sus propuestas como en su práctica política, al resto de partidos históricos franceses, se ha visto decepcionada. No queda más que refugiarse en la abstención antes que recibir una nueva frustración buscando entre la panoplia de siglas nuevas (que nunca faltan).

El problema, a partir de ahora, es que muchas cosas van a tener que cambiar en el seno del FN-RN para invertir la tendencia regresiva (si es que se puede invertir: en España hemos visto, cada cierto tiempo, formaciones ascendentes que, un buen día, dejaron de serlo y poco después desaparecieron. Plataforma per Catalunya fue una de ellas. En aquel momento, el gran error consistió en eludir por completo el gran debate que estaba teniendo lugar en la sociedad catalana (el referéndum soberanista), cultivar una indiferencia por este tema e insistir en la inmigración. Aquellas elecciones autonómicas supusieron el arranque de Ciudadanos… el no ser consciente de dónde procedían los votos de PxC, y resistencias dogmáticas internas llevó a prescindir del tema estrella de aquellas elecciones. Si en aquellas elecciones, PxC hubiera defendido la unidad del Estado, presentado a PSC, CiU y ERC como los principales de la inmigración masiva, seguramente, jamás hubiera despuntado la sigla Ciudadanos y los votos que en aquella ocasión recogió Ribera, hubieran pasado a la mucho más conocida PxC. Pero el error se paga y aquel error, llevó a la desintegración de aquel partido, de la misma forma que el error de Arrimadas de tratar coquetear con Sánchez ha entrañado el fin de esa misma formación. El que los errores de unos se conviertan en aciertos de otros, no quiere decir que estos sean bendecidos por una infalibilidad electoral.

Este es el obscuro futuro que presenta el FN-RN en estos momentos. Está claro que Marina Le Pen presentará su candidatura a las elecciones presidenciales de 2022: le deseamos sinceramente suerte, pero no creemos, objetivamente, que la vaya a tener. ¿Pasará a la segunda vuelta o no, y en caso de pasar a esa segunda vuelta, superará su anterior cota electoral? La tendencia actual indica: que difícilmente pasará a la segunda vuelta y que, si lo hace, es casi imposible que revalide anteriores resultados. De hecho, incluso parece difícil que pueda recuperar al que ha sido su electorado natural desde principios del milenio.  

Las cosas no van bien para el FN-RN. Pérdida de votos, pérdida de escaños, pérdida de militantes, son los resultados de abandonar los “temas estrella” y de la política de “desdiabolización” y “centrado”.

El “centrado”… en España, los grandes fracasos políticos han tenido como protagonistas a los que han querido “centrarse”: UCD hace 40 años y Cs en nuestros días. El “centrismo desdiabolizado” es, siempre, flor de un día, pasado el cual, se descompone y se pudre ante la debilidad de su propio discurso político y al tratar de ocupar un espacio político con demasiadas “novias” (centro-derecha, centro-izquierda, centrismo radical, extremo-centro, centrismo antinacionalista, etc, etc, etc).

Los políticos honestos deberían no olvidar que hay un momento en el que el elector está tan desesperado, engañado y frustrado que es capaz de votar el diablo en persona si éste le promete hablar claro y resolver “radicalmente” (yendo a la raíz) los problemas cotidianos que se vienen arrastrando décadas y décadas. Francia -como España, como otros países de Europa Occidental- espera al famoso “cirujano de hierro”, armado con su escalpelo, sin pelos en la lengua, sin respeto por la “corrección política” y sin miedo de los censores en las redes sociales. ¿Para qué “desdiabolizarse” si el electorado potencial lo que quiere es una espada flamígera que limpie la política y, poco le importa, quien empuñe esa espada?

Si ese “cirujano de hierro” no llega, el elector no está dispuesto, desde luego, a asaltar los “palacios de invierno”, ni urdir conspiraciones, simplemente se retira: una sigla que hasta ese momento le interesaba, deja de interesarle. El elector tiende a recluirse en sí mismo, permanecer ajeno, disociado y desvinculado de las opciones políticas -de todas- consciente de que, si ninguna le aporta soluciones, no queda más remedio que prepararse, personal y familiarmente, para lo inevitable: el desplome interior del sistema político (que en Francia revestirá los rasgos de una guerra civil de carácter racial, religiosa y social).