Lo peor que tiene la clase política española es que no
atiende a razones de ningún tipo, ni mira más allá del día de hoy. Ni
perspectiva de futuro, ni lógica, ni por, supuesto, proyecto de Estado. Lo
más absurdo de la actual situación es que, PSOE y Podemos hubieran podido
ponerse de acuerdo hace medio año y nos hubiéramos evitado nuevas elecciones y
meses de incertidumbre y provisionalidad. Ahora, en cambio, tenemos un
pacto suscrito a prisa y corriendo que promete estallar en cuanto aparezcan las
primeras críticas y el PSOE demuestre su verdadera naturaleza y queden
resabiados en Podemos excluidos del reparto de poder.
LOS PUNTOS DEL ACUERDO
Los “ejes prioritarios” del pacto son: el primero de todos,
el relativo al “empleo”. Hablan de hacer “crecer” el empleo y “combatir
la precariedad”. Difícil sino imposible ante la crisis que se avecina. El
segundo es la “lucha contra la corrupción”… pero el juicio por los ERES de
Andalucía sigue estancado. “Proteger los servicios públicos, especialmente
la educación”, interesante, pero imposible si tenemos en cuenta que el PSOE
es el principal responsable del hundimiento de la educación en este país. “Ayuda
a la dependencia”, también necesario, pero hay que recordar que la Ley de
Dependencia fue una ley zapateriana espectacular que se aprobó demagógicamente
sin que se habilitara antes el cálculo presupuestario para hacerla posible.
Hoy, sigue en vigor con los mismos problemas que al principio. “Blindaje de
las pensiones”, “asegurar su sostenibilidad”, “revalorización conforme al coste
de la vida”… ¿cómo no estar de acuerdo? “Apostar por la ciencia como
motor de innovación”: declaración voluntarista en un país líder europeo en
fracaso escolar y en donde las matemáticas son una asignatura tabú. “La
vivienda como derecho y no como mercancía”… Termina el punto con una
peregrina propuesta de “controlar la extensión de las casas de apuestas”
(que Sánchez hubiera podido controlar en sus dos años de gobierno).
Todos estos elementos, contenidos en el punto 2 tienen un
pequeño problema: suponen un esfuerzo presupuestario imposible para un país que
se aproxima 1.250.915.000.000 (es decir ¡un billón y cuarto!) de déficit
público. Porque para cada una de estas partidas habría que duplicar la
inversión y la fiscalidad no da para tanto, aunque la corrupción quedara
reducida a cero (que no quedará porque la corrupción es endémica en el país y
el PSOE figura entre sus promotores.
En economía el programa acordado es un ensueño
voluntarista: “fortalecer a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos”,
“impulsar la reindustrialización y el sector primario”, “facilitar creación de
riqueza, bienestar y empleo”, vaguedades contenidas en el punto 4 que sigue
al tópico punto tercero sobre “amor a los animales” y “ecología”.
Lo mas fácil y lo primero que llegará será la Ley de
eutanasia contemplada en el punto 5, cuyo redactado indica que España será “país
de memoria y dignidad”. Y sabemos lo que se quiere decir con eso: dinero
para excavar fosas, matraca con borrar signos reales o supuestos del franquismo.
“Asegurar la cultura”, “fomentar el deporte” en el
punto 6 y, claro está, las “políticas feministas” presentes en todo el
punto 7, mera colección de tópicos sobre la temática. “Apoyo decidido a la
España vaciada”…
El punto 9 es quizás el más importante: “garantizar la
convivencia en Cataluña”. Se fomentará el “diálogo siempre dentro de la
constitución” (ese chicle que puede estirarse a voluntad). “Se
fortalecerá el Estado de las Autonomías” (ese engendro fracasado: y,
atención, cuando se dice “fortalecer”, quiere decir más dinero para las
autonomías, especialmente para las que más guerra den).
El último punto es el más maravilloso porque entra en contradicción
con todo lo anterior: si alguien pensaba que las medidas hasta aquí habilitadas
iban a desequilibrar el presupuesto, aquí se nos tranquiliza. En absoluto, lo
que la coalición pretende es “justicia fiscal y equilibrio presupuestario”, “control
del gasto público”, “reforma fiscal para que se eliminen privilegios fiscales”…
La suma de los votos de PSOE y Podemos ni siquiera supone mayoría
parlamentaria. Para tenerla, les será preciso el apoyo de otros grupos. ERC, de
momento, ya ha dicho que no. Y lo mismo cabe decir de Bildu. Apoyo a cambio de
indulto… Bien, pero ¿y en los próximos juicios por el 1-O? Otro tanto cabe
decir de JxCat que, de momento, rechaza el programa. Solamente Más País y
Compromis (en total 3 miserables escaños de otros derrotados el 10-N) han dado
su sí. El PNV está a la expectativa. Y Teruel Existe, pide garantías por
escrito, a pesar de que el punto 8 del acuerdo iba en su dirección. Los
diputados de Ciudadanos votarán en contra y proponen una “gran coalición” en la
que ellos participen.
La investidura no está todavía clara del todo. Queda
negociar y en la negociación con todas las fuerzas políticas, se comprobará la
solidez del pacto y su viabilidad. Podemos aportaría un vicepresidente que
recorrería Europa con chepa, coleta y tres ministerios de tipo “social” (aspiran
a Defensa, aunque la OTAN tirará de la oreja a Sánchez para evitarlo).
De momento, en la apertura del IBEX se ha producido un
desplome y esta mañana, si el país tuviera más interés por la política y un
espíritu crítico más desarrollado, estaría recorrido por la inquietud. Mucho
más que ayer.
Es fácil prever que este programa supondrá un ascenso de
la deuda pública hasta el billón y medio en el primer año. Porque la única
forma que tiene ese programa voluntarista de cristalizar es mediante la
inyección de deuda en un momento en el que el mercado laboral está empezando a
mermar.
No creemos, ni por asomo, que el programa de “reformas”
pueda aplicarse, al menos en los elementos que interesan a la sociedad: lo
que implicaría un sesgo antiglobalizador que resulta increíble e impracticable
en las actuales circunstancias. Es un programa “voluntarista” que costará caro
y que, incluso sería de muy difícil aplicación en momentos de bonanza económica
y déficit cero.
Lo primero es convencer a la granizada de partidos menores
con representación parlamentaria de que apoyen al nuevo gobierno o se abstengan
en la votación. Y esto cuesta más concesiones a cada una de las siglas. Y más y
más. En lo que respecta al contenido del pacto, parece claro que las dos
únicas iniciativas viables son la Ley de Eutanasia y todo lo relativo a “igualdad
de género” y “memoria histórica”. Todo lo demás es voluntarista, tópico y
fantasioso.
El PSOE querrá aplicar estas reformas con lentitud esperando
que la crisis económica remita en poco tiempo y pueda alardear de buenas cifras
en el empleo. Podemos tendrá prisa en que se noten efectos sociales reales de
su compromiso con los socialistas. Los primeros alegarán que los compromisos “se
están cumpliendo”, los segundo se darán cuenta de la vaguedad de lo que han
firmado.
En realidad, lo que ha ocurrido es que la izquierda se
está dando cuenta de que las segundas elecciones han supuesto una pérdida para
la izquierda de dos millones de votos y el que ha irrumpido el voto a Vox en
barrios obreros. La fórmula “frente popular” parece algo demodé y corre el
riesgo de que ocurra como en 1936: no con un peligro de guerra civil, sino de
transformar el día a día del ciudadano en un sobresalto continuo, cuando no por
un tema (la crisis económica), por otro (la “cuestión indepe”) …
COALICIÓN Y MODELO GEOMÉTRICO
En el artículo Un
modelo geométrico para entender la política española 2019,
aludíamos a un espacio de centralidad y a una periferia política. Decíamos que
la lógica política en una democracia liberal como la española, y en un momento
de dispersión del voto, con imposibles mayorías absolutas, tendía, casi
necesariamente, a la colaboración entre las fuerzas que ocupan ese “espacio de
centralidad” (PP y PSOE). Sin embargo, lo que se ha producido es la
colaboración una de las fuerzas que ocupan esa “centralidad” (el PSOE), con una
coalición de partidos (y partidos que, a su vez, con coaliciones de círculos,
Podemos) que se encontraba en el área de la “periferia política”. No ha
sido la lógica lo que ha orientado las decisiones de Pedro Sánchez, sino el
afán de supervivencia y el odio acumulado por décadas de ver la política como
una oposición entre derecha-PP e izquierda-PSOE, algo que pertenece al último
cuarto del siglo XX y que se mantiene por inercia, mucho más que por diferencias
entre los programas (el comportamiento de ambos en materia económica ha sido en
los últimos 40 años exactamente el mismo).
Decíamos que, bajo el gobierno, siempre salido de esa “centralidad”,
se encontraba el poder económico como verdadero poder que influía en el día a
día de la nación, a través del gobierno. Ahora, sin embargo, lo que tenemos es,
un partido partícipe del espacio de “centralidad” que se presta a colaborar con
otro partido situado en la “periferia política”, incluso en sectores marginales
de esa periferia. Siguiendo ese modelo geométrico, lo que va a ocurrir es que
se va a producir una situación “excéntrica”: el poder político y el poder
económico van a estar en dos verticales distintas. El espacio de centralidad no
va a pivotar sobre el poder económico, sino que va a adquirir un movimiento
excéntrico como esos platillos de los malabaristas chinos que giran sobre un
eje, oscilando en todas las direcciones. Si ese eje se centra de nuevo, el
platillo se cae…
Es fácil prever:
1) Que esta coalición deberá todavía limarse y ganar votos hasta llegar a los 175 diputados o bien cambiar concesiones por votos, aumentando la inviabilidad económica de estos acuerdos.
2) Que el desfase entre poder económico y poder político va a generar tensiones en el interior mismo del PSOE y mucho más en la sociedad española (de las que la caída del IBEX es el primer aviso)
3) Que al pacto tendrá corta duración y se verá regado por un aluvión de críticas interiores, especialmente entre los sectores de Podemos que hayan quedado fuera del reparto de poder y entre las baronías del PSOE. No es un “pacto de futuro”, sino una solución temporal protagonizada por partidos estancados o en retroceso.4) Que ninguno los puntos de acuerdo entre ambas formaciones no dan solución viable a ninguno de los dos problemas de la sociedad española: la crisis económica que tenemos encima y la “cuestión catalana”, en donde los indepes van a ver las concesiones que Sánchez deberá darles, como un paso adelante en su programa de independencia.
Dicho de otra manera: a partir de ayer, el acuerdo
PSOE-Podemos, va a aumentar la inestabilidad de la sociedad española y agravar
sus niveles de inseguridad integral.