viernes, 29 de marzo de 2019

365 QUEJÍOS (299) - ¿POR QUÉ JUZGAIS A LOS DEL 1-O? AHÍ TENÉIS A ORIOL PUJOL…


A Oriol Pujol le han dado el tercer grado con una condena de dos años y medio de prisión. No puedo por menos que exhibir el agravio comparativo. Servidor, con una condena menor -dos años de prisión- por un delito que ni siquiera generaba alarma social -manifestación ilícita- pasó en prisión tres meses en Alcalá Meco y otros quince en la prisión Modelo de Barcelona. En total 18 meses… o más sorprendente fue que el “equipo de clasificación y tratamiento”, a pesar de ser consciente de que se trataba de la primera condena, de que no tenía “peligrosidad social”, que tenía trabajo, estabilidad familiar y demás requisitos para obtener el tercer grado me lo negó hasta última hora alegando “que no existía garantía de no reincidencia”…

Hay que recordar que, en aquel momento, la única competencia que tenía la gencat en materia de justicia era prisiones. Item más: en el momento en que el equipo de clasificación y tratamiento deliberaba sobre mi promoción al tercer grado recibió la orden de la consejería de que los miembros del equipo debían anotar con nombres y apellidos quienes estaban a favor de mi puesta en libertad… otra forma de presionarme. Más aún: mi madre -en su ingenuidad- acudió a Mosén Fenosa, confesor de Pujol y hombre de confianza del entonces presidente, con el que estábamos vinculados familiarmente. Fenosa, simplemente, le dijo que no podía hacer nada… por mucho que había realizado otros muchos favores, bastante más comprometidos, a otros miembros de la familia, tipificables como “tráfico de influencias”. Hay que decir, por cierto, que varios miembros del equipo de clasificación y tratamiento, entre ellos su directora, fueron condenados poco después por traficar y vender grados. Muestra de la moralidad de algunos de sus integrantes…


No me sorprendió nada de todo esto, por supuesto y, como he dicho otras veces, tengo mi paso por la Modelo como una experiencia más, endurecedora y enriquecedora. Claro está que todo cambia si eres hijo del Jordi Pujol y si estamos en la Cataluña del siglo XXI.

Y esto viene a cuento de que en la Audiencia Nacional se está juzgando al equipo promotor del 1-O. No están todos los que sin, ni mucho menos son todos los que están. Por Waterloo anda el capitán araña que esquivará sus responsabilidades y predicará que es presidente de la república de TV3, la república de los idiotas, en una palabra.

Poco importa las condenas a las que se hagan acreedores. Cumplirán en una cárcel catalana y serán puestos en libertad dos meses después, sin que nadie se sonroje, ni cese la victimización de los condenados (por qué, sea cual sea la sentencia, a nadie se le escapa que alguna responsabilidad habrán tenido en todo este entuerto). Claro está que, de la multa, del pago de las costas y de la inhabilitación para ejercer cargos públicos, no se salvarán, pero esta es otra historia. Es lo que tienen los saltos mortales: que entrañan ciertos riesgos. Sabemos, pues, cómo va a acabar la fiesta. Exactamente igual que ha terminado con el caso ITV protagonizado por hijo del “molt honorable” (dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces) Pujol.

¿Conclusiones? Votaré a quien proponga una reforma de las leyes penales: cumplimiento completo de condenas por corrupción y aplicación solamente de medidas de reducción de condena (tercer grato y libertad condicional) solamente tras haber devuelto las cantidades sustraídas y en la misma condición que cualquier otro preso (aplicable solamente a partir de la mitad de la condena). Y, claro está, trabajo penitenciario para pagar la estancia en prisión.

Sí, es cierto que el caso de Oriol Pujol es particular: solamente se logró demostrar que falsificó varias facturas para pagar 72.000 euros y que luego negoció con la fiscalía una condena de dos años y medio y pago de 76.000 euros, pero no es menos cierto que su caso generó “alarma social” y que la utilización de dinero público para fines personales no es un simple delito porque no afecta a una víctima, sino que toda la sociedad es la víctima del fraude. Pasar 65 días de prisión por haber robado 72.000 euros a todos los españoles, es casi una broma, especialmente cuando un robagallinas pasa la misma estancia en prisión por un delito sin importancia.

Platón decía en la República que en la historia (y lo escribía en el siglo VII a. JC) no se ha dado nunca el caso de un político que actúe y legisle contra sus propios intereses. Esta observación sigue vigente hoy en día. La clase política -la casta, la castuza, la mafia política- se protege a sí misma y no esperéis nunca, absolutamente nunca, que endurezca las medidas represivas contra su propia corrupción… Ingenuo e incauto el que piense lo contrario.

¿Por qué en otras formas políticas la corrupción es menor o, simplemente, no existe? Fácil de explicar: cuando el servicio público se considera como un apostolado casi de naturaleza religiosa, cuando los funcionarios y representantes públicos tienen la conciencia de servir a la comunidad y no entra en sus planes el servirse de la comunidad, entonces existe una vacuna moral contra la corrupción, mucho más eficiente que las leyes, los tribunales o las policías. Y, en esos casos, cuando aparece la corrupción, el paredón es la única alternativa. Porque lo importante es que los bienes públicos se administren de manera responsable, si no es por principios morales, que al menos lo sea por miedo a las consecuencias. Hoy no tenemos ni lo uno ni lo otro, no extrañe, pues, que los simulacros de justicia sean grotescos y que la corrupción sea el único elemento dominante y común en toda la clase política.