viernes, 23 de mayo de 2025

España ¿tiene todavía remedio? (III). Un "cirujano de hierro" para el Siglo XXI

 

La situación actual la podemos resumir con estas palabras: la constitución es culpable, pero no podemos reformarla. Para reformarla haría falta que PP y PSOE se pusiera de acuerdo y, a la vista de las simetrías políticas actuales y de la presencia de partidos menores, hay que descartar por completo esa posibilidad. Y, por lo demás, a la vista de que el nivel de nuestra clase política no es menor que la que teníamos en 1978, sino muchísimo menor, más impreparada en un mundo mucho más complejo, no habría que descartar que una “reforma constitucional” diera como resultado un marco todavía más nefasto que el actual

Así pues… ¿qué queda? O, dicho en otras palabras: ¿qué tenemos por delante?

LO QUE TENEMOS POR DELANTE

Mejor no hacerse ilusiones con falsos artificios. Para eso está la prensa subsidiada y los canales oficiales de comunicación. Tenemos una situación que empeora cada minuto que pasa. Pero no tenemos la posibilidad de revertir la situación a la vida de la imposibilidad manifiesta para reformar la constitución o establecer otra nueva.

Todo esto implica:

1) que nuestras estructuras políticas están cada vez más desprestigiadas (partidos, autonomía, acciones de gobierno, estructuras del Estado),

2) que nuestros servicios públicos están cada vez más erosionados (transportes, educación, sanidad),

3) que la situación político-económico-social se degrada (inmigración masiva, aumento del paro, aculturización creciente, brutalización de la sociedad, creación de empleo público innecesario y presentado como “éxito”, precariedad creciente),

4) el orden público está fuera de control en algunas zonas (narcotráfico, mafias, delincuencia étnica, okupaciones, yihadismo),

5) la situación económica evoluciona de la peor manera posible (coyuntura internacional con restablecimiento de aranceles, aumento de la deuda y de los intereses a pagar, presión fiscal disparada, mala utilización de recursos por parte de todos los niveles de la administración),

6) con una moral pública por los suelos (amnistía e indultos a delincuentes políticos condenados por tribunales ordinarios, percepción directa de los ciudadanos de dificultades cada vez mayores, encarecimiento de la vida visible en la cesta de la compra, noticias alarmantes, encarecimiento de la vivienda, imposibilidad de tener hijos, aumento asindótico de la inmigración masiva e ilegal subsidiada, entes públicos convertidos en chiringuitos para colocar a inútiles, cuñados y a queridas y así sucesivamente).

Y, cada hora que pasa, todo esto aumenta más y más y más. Lo que traducido quiere decir que las posibilidades de salir del hoyo disminuyen en la misma medida.

Así, pues, la pregunta sigue en pie: ¿Qué nos queda?

LA PRIMERA ALTERNATIVA: ADDIO ESPAÑA, ADDIO:

La posibilidad más fácil, incluso razonable y sensata, es, sin duda, abandonar el país, establecerse en un país extranjero (o bien en algunos países de la Europa del Este o en países iberoamericanos). Lo que implica reconocer que España no tiene remedio.

Los que decidan quedarse, lo van a pasar mal o muy mal en los próximos años. Y no por riesgo de ese conflicto internacional del que la UE nos va advirtiendo solo para justificar el gasto militar franco-británico, sino por desplome interior de la sociedad y del Estado (que puede producirse en cualquier momento y por circunstancias muy diversas: cese de las subvenciones a los grupos subsidiados, mayoritariamente de origen no europeo, caos del orden público al intentar acabar con el fenómeno de la ocupación, conflicto internacional con Marruecos, el único conflicto internacional posible contra el único enemigo de España: el enemigo del Sur, guerra civil étnica, social y religiosa impuesta por el islamismo radical, suspensión de pagos del Estado con impago de sus obligaciones contractuales, especialmente contra el sector más débil: los jubilados). Todo esto es más que viable en la medida en que ninguno de los dos partidos mayoritarios habla claro a la ciudadanía y le explica la situación real.

Los que decidan quedarse deben asumir la dimensión de la crisis y, sobre todo, el hecho de que ninguno de estos partidos mayoritarios está en condiciones, ni siquiera interesado, en hacer nada por el ciudadano medio.

Lo hemos visto ya demasiadas veces: los partidos tienen tantos afiliados como cargos públicos y estos defiende “lo suyo”, no lo de la comunidad. Y los intereses de los partidos -lucrar a sus miembros durante los cuatro años que estén en el poder, sin pensar en lo que pueda ocurrir el día que lo abandonen-, nunca como hoy, han estado tan divorciados de los intereses de los ciudadanos y desinteresados por el futuro de la Nación.

EL CIRUJANO DE HIERRO COMO ÚNICA ESPERANZA

Seguimos sin responder a la pregunta central: ¿Hay alguna esperanza? El cirujano de hierro, por supuesto. El líder nietzscheano que actúa al margen de la legalidad vigente, de espaldas a los intereses del stablishment y de los partidos que lo amamantan, que prefiere caer en la ilegalidad ante leyes coyunturales, antes que en una traición a su Patria.

Ese “cirujano de hierro” no necesita tres quintos de los diputados para modificar la constitución, sino una papelera próxima, porque, a fin de cuentas, por mucho que se la haya sacralizado, la constitución no es más que un papel. Simple papel, porque como norma de convivencia no sirve: cada cual la interpreta según le conviene.

¿Un militar? Hay que desengañarse sobre la capacidad de que el estamento militar desprenda ese cirujano de hierro, casi medio siglo de sometimiento a la cultura democrática y a las instituciones parlamentarias, han convertido a las FFAA en un grupo funcionarial más que solamente manifiesta su protesta cuando se ha jubilado o pedido la excedencia. El patriotismo que se enseña en la Academia Militar es el “patriotismo constitucional”, por lo tanto, hay más posibilidades de que los militares apoyen la “constitucionalidad” de un psicópata como Pedro Sánchez y a una “presunta organización criminal” como su partido, antes que a un cirujano de hierro que haya llegado para sajar los órganos enfermos y restablecer la asepsia del cuerpo social debilitado por los macroorganismos que están chupando hasta sus entrañas.

Es mucho más probable que el “cirujano de hierro” surja de un movimiento social nacido entre lo que queda de las clases medias, del conservadurismo clásico consciente de que ya tiene muy pocas cosas que conservar, en alianza con sectores tecnológicos emergentes conscientes de que la sociedad española (y, por extensión, en Europa Occidental), se encamina hacia una situación de crisis sin precedentes. En esas condiciones, con un Estado en quiebra y una sociedad caótica, multiétnica (y, por tanto, multirracista), una paz étnico-social comprada a base de subsidios y subvenciones, no es, desde luego, el mejor marco para el desarrollo y el aprovechamiento de las nuevas tecnologías.

LA ALIANZA ENTRE LAS CLASES MEDIAS Y LAS EMPRESAS TECNOLÓGICAS

En efecto, lo que estamos proponiendo es una alianza entre el conservadurismo español y las empresas tecnológicas surgidas de la Cuarta Revolución Industrial. Una alianza coyuntural y no exenta de contradicciones en el futuro, pero que tiene en la partidocracia, en la banca, en la voracidad de hacienda, en la falta de previsión y planificación de una clase política intelectualmente indigente y técnicamente infradotada, a su “enemigo principal”.

No somos muy optimistas, pero estamos persuadidos de que se aproximan convulsiones político-sociales en toda Europa Occidental, de una dimensión desconocida hasta ahora. Estas convulsiones, serán, fundamentalmente, de carácter étnico-social… pero superarán con mucho ese carácter: será también una crisis de deuda, una imposibilidad de reducir el gasto público y de aumentar aún más la fiscalidad, una guerra comercial con China en la que la UE ya se ha rendido (en cinco años, es probable que la industria automotriz europea haya desaparecido por completo o haya emigrado a EEUU) con la excusa del neoliberalismo y la globalización.

Y solamente aspiramos a que sea una lucha "radical": que no liquide solamente las contradicciones coyunturales, sino que apunte a las raíces del problema. ¿Cuáles son estas raíces? Partidocracia, en primer lugar. Corrupción, derivada de la partidocracia. Concepciones ultraliberales de la economía. Conceptos ultrahumanistas del género “Welcome refugies” o “ningún ser humano es ilegal”. Ideas y actitudes etnocidas.

LAS TAREAS TITÁNICAS DEL “CIRUJANO DE HIERRO”

¿Qué debería proponer y llevar a la práctica un cirujano de hierro?

1) Restablecer la autoridad del Estado (ya sea monarquía con poderes restablecidos -y la historia de España, es la historia de la monarquía desde el período visigótico), o una república presidencialista.

2) Convertir a los partidos en responsables civiles subsidiarios de las acciones de sus miembros.

3) Achicar el Estado liquidando escalones enteros de la administración.

4) Liberar a las clases medias del rackett de Hacienda.

5) Juicios sumarísimos con castigos ejemplares para casos de corrupción política.

6) Planificando la economía mediante técnicos, empresarios y expertos, asegurando en política económica, en política fiscal.

7) Estímulos fiscales y de vivienda a la natalidad entre españoles.

8) Política de defensa orientada a afrontar la soberanía de nuestras fronteras y a contener al “enemigo del Sur”: no más inmigración de la necesaria.

9) Repatriaciones de menas, delincuentes e inmigrantes que en dos años de permanencia en España no hayan conseguido cotizar un mínimo a la seguridad social.

10) Cero delincuencia, cero delincuentes en las calles.

11) En política internacional, líneas constantes inamovibles gobierne quien gobierne: renegociación acuerdo con la UE o Hispanexit y estrechamiento de vínculos con Iberoamérica.

12) Reforma institucional: optimizando los niveles administrativos, asegurando la división de poderes.

13) Reducción drástica del peso de los partidos en la vida social, política y económica: introducción de una cuota de representantes de colegios profesionales, de las FFAA, de las universidades y del asociacionismo en el parlamento. En una palabra, disminuyendo el papel de los partidos en la sociedad y aumentando la capacidad de decisión de técnicos y expertos de indudable patriotismo y capacitación.

14) Reforma del “sufragio universal” con medidas de “crédito social”: la estúpida idea de “un hombre – un voto” debería de ser abandonada. Hoy sabemos que la mayor parte de la población es influenciable por la propaganda o por la información sesgada. De la misma forma que se eligen miembros de las mesas electorales al cumplir determinadas condiciones y no está abierto a todos los electores el ejercer como “sumo sacerdote” en un altar electoral, el voto debería computarse según el nivel de conocimientos e intereses, de responsabilidad y de preparación. No es posible que el voto de un experto en relaciones internacionales, valga lo mismo que el de alguien al que le trae al fresco las cuestiones internacionales; no es posible que el voto de un policía valga lo mismo que el de un delincuente; no es posible que alguien que participa en iniciativas solidarias tenga el mismo voto que un okupa, además, subvencionado. Y hoy existen medios técnicos e informáticos suficientes como para dar a cada persona el “crédito” que merece. 

PENSAR EN EL SIGLO XXI, NO ACEPTAR LA HERENCIA DEL XVIII

Tenemos que pensar la democracia del siglo XXI, no vivir en la del siglo XVIII. Necesitamos una “metanoia nacional”, esto es, un “cambio radical de conciencia” nacional. Aceptar que tenemos unos gobiernos que nos están llevando directamente a la pendiente y que pueden hacerlo gracias a que una constitución avala sus exacciones.

Este país ha sido históricamente sorprendente: cuanto más hundido a estado con más rabia ha ejercido una especie de “efecto rebote”. Quizás lo que falta en la hora actual es “rabia”. Y seguramente el “cirujano de hierro” aparecerá suscitando rabia, revuelta y, por qué no emplear la palabra, revolución. Porque de eso se trata: de una verdadera revolución.