martes, 18 de mayo de 2021

CRONICAS DESDE MI RETRETE: 15-M ANIVERSARIO. LA EVOLUCIÓN DE LAS IZQUIERDAS

 

Lo que le ha ocurrido a la izquierda española en estos últimos 40 años es de traca. Vale la pena esquematizar el devenir de la izquierda en las últimas décadas para poder advertir que lo ocurrido con Unidas Podemos y con el PSOE-Sánchez, no es más que la fase terminal de disolución de la izquierda decimonónica y su conversión en “otra cosa” que ya no tiene nada que ver con lo que fue y que, más bien, cabría llamar “ultraprogresismo marciano”. Las fases recientes de degeneración de la izquierda pueden resumirse así:

1ª FASE: EL NUEVO PSOE DE FELIPE. Si bien el PSOE de Felipe González fue el hijo directo de la socialdemocracia alemana -mucho más que del PSOE histórico-, desde que ocupó el poder, su línea estuvo más próxima al PSI italiano, más preocupado en saquear los fondos del Estado y desviarlos para ellos y para los amiguetes que en generar conquistas sociales que transformaran al capitalismo. Esto quedó claro cuando, finalmente, Aznar llegó al poder y demostró que el modelo de la derecha no era muy diferente. Felipe era en 1973 marxista ortodoxo, a la izquierda Carrillo. El SPD alemán lo domesticó y lo financió y él, siervo obediente, se adaptó. Le exigieron abandonar el marxismo, y lo abandonó. Le exigieron entrar en la OTAN y entró el primero. Luego le ordenaron desmantelar la industria pesada española y lo hizo para mayor gloria de la siderurgia alemana. Ese oportunismo tuvo como contrapartida esperada, una primera oleada de corrupción que resultó escalofriante e impune en la España del siglo XX.

2ª FASE: EL COMUNISMO QUE YA NO LO ES TANTO. Desde 1976, Carrillo, Berlinguer (PCI) y Marchais (PCF), habían asumido que el “bolchevismo” era cosa del pasado. Los tanques en las calles de Praga en 1968 y la represión contra los trabajadores polacos en 1970, les convencieron de que el “modelo soviético” ya no tenía tirón en Europa Occidental. Así que se sacaron de la manga el “eurocomunismo”. Era una forma de adoptar un “look” menos tosco. La suerte los acompañó hasta que, a finales de los 70, los intelectuales empezaron a desengañarse del marxismo. El nuevo “look” eurocomunista perdió brillo. Luego vinieron las derrotas electorales y la crisis de la URSS (el PCE siguió recibiendo fondos de la URSS y de otros países del Este hasta la caída del Muro de Berlín). Así que no tenía sentido persistir en posiciones “marxistas-leninistas”, “marxistas ortodoxas”. El “eurocomunismo” languideció y, no fue el “ascenso de la lucha de clases”, lo que hizo que el PCE promoviera una estrategia frentista constituyendo Izquierda Unida, sino la sensación de haber perdido el tren de la historia. Pero, a mediados de los 80, el PCE-IU todavía recibía el voto de “intelectuales”, “personalidades del mundo de la cultura”, “jóvenes trabajadores” y “clase obrera”. Con Izquierda Unida, el PCE se replegó y quise ser un “frente de izquierdas moderadas” post-Guerra Fría. La “ideología” quedó aparcada en beneficio de la táctica política.

3ª FASE: TODOS CONTRA EL PP.- La primera victoria de Aznar en 1996 no fue una sorpresa para la izquierda. Había estado en el poder 13 años… pero, en absoluto había realizado una “política de izquierdas”, sino más bien una política socialdemócrata moderada que se pudo prolongar gracias a la preponderancia socialista en Cataluña y Andalucía, gracias a los grupos clientelares que fue sumando y a que el motor interno del partido era las posibilidades de corromperse con elevadísimo grado de impunidad. La derecha, no aportó nada nuevo a la situación, solamente que sus apoyos se concentraron en Madrid, Galicia, Valencia y Castilla-León. Todo siguió igual: Aznar tuvo un período de bonanza gracias a la llegada de “fondos estructurales” (producto de la liquidación felipista de amplios sectores de la economía nacional). Y empezaron a entrar inmigrantes. El PSOE e IU se dieron cuenta, a partir del 2000 que les iba a costar desbancar a Aznar que lucía ya mayoría absoluta. Y entonces se les ocurrió la idea brillante: “aislar a la derecha”. El ideador de la estrategia fue Pascual Maragall al frente de la gencat, cuando ya daba muestras de senilidad y tristes problemas neurológicos, junto con Carod-Rovira, de ERC, tras entrevistarse con ETA. Aquello se llamó “Pacto del Tinell” y es el responsable de que se haya producido en Cataluña un “procés”. El acuerdo se basaba en el consabido “todos contra la derecha”, lo que, en la práctica, significaba sólo “aislar al PP”. Para ello, la izquierda debió asumir diluidas las propuestas independentistas, transformándolas en “federalistas”.

4º FASE: EL ZAPATERISMO O EL FIN DE LA SOCIALDEMOCRACIA.- Con todo, el PSOE seguía desorientado y con problemas internos. El candidato que presentaron en 2003 carecía de tirón y era objeto de todas las ironías (Zapatero = ZP = Bambi). Ganó gracias a las extrañas bombas del 11-M y a que el PP había colocado en Interior a un siervo tan fiel como ineficaz. Zapatero ni tenía formación marxista, ni siquiera era un socialdemócrata a la alemana, sino, más bien, un individuo formado al calor de la ideología de los “derechos humanos” y cuya lectura de cabecera eran los documentos y revistas de la UNESCO. La ideología de los “derechos humanos” y el “progresismo”, a partir de entonces, se convirtieron en la única definición ideológica del PSOE, máxime cuando al llegar la crisis de 2008, en lugar de salir en defensa de los parados, ZP priorizó la defensa de la banca y del gran capital. Eso y la corrupción. En cuando a Izquierda Unida, había dejado atrás a Anguita y era una especie de coletilla del PSOE, un poco más ecologista que éste que, en lugar de “federalismo”, defendía el “derecho a la autodeterminación”. Sin darse cuenta, IU había ido perdiendo a su electorado obrero y el PSOE iba en camino de perderlo.

5ª FASE. LOS INDIGNADOS DEL 15-M. En 2008-2011, la sociedad española vivió una situación dramática. Seis millones de parados, sin perspectivas, con la economía colapsada (y no sólo por la crisis internacional, sino también por el fracaso del “modelo Aznar” de economía). Era inevitable que un sector de la población protestase en la calle. En los primeros días, las protestas fueron espontáneas. No había nadie detrás de ellas: la propia coyuntura las promovía. Pero unos días después, todo había cambiado. Seguían las tiendas y los acampados en las plazas, pero los discursos ya no tenían nada que ver con la globalización, con los desmanes de la banca, con el deterioro de los servicios sociales, sino que las discusiones se centraban sobre los “derechos de las minorías sexuales”, “el derecho a la ocupación”, “la legalización del porro” y el “papeles para todos”. La izquierda radical, siempre diestra en el uso de la demagogia, se había hecho con el control del movimiento de protesta y había impuesto sus temáticas obsesivas. No era una izquierda “marxista”, ni “bolchevique”, era algo peor: había irrumpido el “ultraprogresismo”. Tras su fundación y en las primeras elecciones a las que se presentó, Podemos logró engañar a una parte del electorado: incluso apareció en los spots electorales como patriota, no habló de Marx, ni de lucha de clases, ni de internacionalismo proletario. Su mensaje iba destinado a los que huían de la socialdemocracia, a los damnificados de la globalización, a los jóvenes y a las mujeres. Era legítimo…, pero era un engaño. En realidad, lo que había ocurrido es que el empequeñecimiento de Izquierda Unida, había hecho que muchos de sus cuadros se sentaran en el banquillo y nunca desempeñaran los ansiados “cargos públicos” que, a fin de cuentas, eran los que “dan dinero” y permiten realizar negocios a la sombra del poder. Pues bien, fueron esos miembros de IU, permanentemente en el banquillo de los reservas, los que habían decidido que, ahora, querían jugar ellos como titulares. Así nació Podemos.

6º FASE: DE PODEMOS A UNIDAS PODEMOS.- En 2015, IU debió reconocer que su recorrido político se había terminado. El PCE seguía existiendo como sombra, pero carecía por completo de influencia, el resto de componentes de IU ya no existían y los medios parecían amar más a los dirigentes de Podemos, así que aceptaron someterse, y antes de perderlo todo, presentarse en coalición. Pero aquello distaba mucho de ser un “frente”: era, como máximo, una suma de una miríada de círculos, grupos locales, federaciones, grupos sectoriales obsesionados por sus propios temas, partidos y sectas políticas trotskistas y neo-trotskistas que buscaban parroquia sobre la que influir e individuos descarriados que en pos de un sueldazo para tener un lugar bajo el sol. Un conglomerado de esta magnitud empezó a tener problemas interiores: no había cargos para todos, así que empezaron las disensiones (Mas Madrid, Catalunya en Comú, Mareas), enmascaradas como variantes estratégicas que, en realidad, evidenciaban la atomización de la izquierda que permanecía fuera de la burocratización del PSOE. Los sectores más “chillones” empezaron a tener un protagonismo desmesurado dentro de la coalición. Iglesias lo aceptó: a fin de cuentas, se trataba de hacer lo que antes habían hecho otros partidos, tener una base clientelar que garantizase el “suelo” de su opción, para permitir que los altos cargos del grupo seguirían cobrando sueldos y sueldazos. Eso, y esperar un golpe de fortuna que les permitiera entrar en alguna coalición de izquierdas y ampliar horizontes lucrativos. Unidas Podemos encontró esa base en cuatro grupos sociales: inmigrantes recién nacionalizados, minorías LGTBI+ radicales, ni-nis en busca de “salario social” y colgaetes fumaporros. La presencia creciente de estos grupos en la sociedad, les daba fundadas esperanzas en que, sumados, les garantizarían un “suelo electoral”.

7ª FASE: LA RECONVERSIÓN IDEOLÓGICA DEL PSOE

Zapatero supuso para el país una “catástrofe nacional”, pero mucho más una tragedia para el PSOE. Cuando abandonó el poder, en lugar del superávit que había dejado Aznar en las cuentas públicas, había un agujero de casi un billón de euros. Insostenible. Hoy es considerado como un obtuso con el cerebro desquiciado por sus lecturas desordenadas y erráticas. Los que se disputaban la secretaría general, eran una corte de mediocridades, sin el más mínimo carisma y, lo que era peor, sin ideas: entonces a alguien se le ocurrió que el rey de los mediocres, aquel en el que la distancia entre sus capacidades reales y sus ambiciones era mayor, ponerlo al frente del partido por su única cualidad: tenía buen aspecto y podía suscitar una riada de votos femeninos y gays. Así empezó el “sanchismo”. Pero Pedro Sánchez tenía un problema: era un oportunista, pero sin la brillantez de Felipe; y, a diferencia de ZP, carecía por completo de ideales y de modelos para el país. Ese vacío absoluto solamente ocupado por un ego sobredimensionado, enfermizo y maníaco. Su razonamiento fue: “el PSOE es de izquierdas, por tanto, vamos a ver por dónde circula la izquierda en nuestro país”. Y entonces miró a Podemos y se dijo: “pues eso, pero más moderado y con un corte de pelo y americana en lugar de coleta, chándal y porro en ristre”. Ese es el PSOE de hoy: el hermano ideológico de Unidas Podemos. La única diferencia es que el sanchismo mira los sondeos del CIS e IU le basta con saber que asume marginalidades varias garantes del famoso “suelo electoral”. Era lógico que, antes o después, las simetrías electorales, facilitaran las convergencias entre ambos.

8ª FASE: LA IZQUIERDA HACIA SU HOLOCAUSTO CANIBAL

El vacío ideológico del PSOE que el sanchismo ha cubierto con los mismos fragmentos ideológicos utilizados por Podemos, diluidos y con un look algo más presentable, explica, por sí mismo, el descalabro electoral madrileño, mucho más que la oposición de Ayuso a las medidas de confinamiento del sanchismo. En efecto, si para Podemos, la ideología LGTBI+, el recurso a la inmigración, a los “nuevos españoles” recién nacionalizados, a los porreros y a los ni-nis, garantiza el “suelo electoral”, no hay que olvidar que la mayoría de argumentos presentados por estos grupos solamente pueden definirse en términos de “post-verdad” (esto es, de argumentaciones emotivas, sentimentales, pero, en absoluto racionales) y que, si bien sirven para cosechar permanentemente un mínimo de votos, rebotan e, incluso, son consideradas como aberraciones por parte de ciudadanos que tienen la funesta manía de pensar. O, dicho de otra forma: la deriva ideológica de Podemos, sirve a Podemos, pero, ni siquiera diluida y con un look postmoderno, puede servir para que el PSOE se mantenga en el poder durante mucho tiempo. El hecho de que, en el interior del PSOE, existan miembros del colectivo LGTBI+, tanto o más radicales que los de Podemos, confirma que, una vez una formación ha asumido una línea doctrinal -el “ultraprogresismo” en el caso de la izquierda española- tiende siempre a sus fatales consecuencias finales y aumenta siempre su velocidad de caída. El PSOE, hoy está en esta actitud y es significativo que la generación socialista de la transición (los Guerra, los Leguina, los Corcuera, los Ibarra) se sienta completamente desvinculada del partido, al igual que los que han constituido su electorado tradicional (clase obrera, clase media baja e intelectuales). Podemos y el PSOE, o el PSOE y los disidentes de Podemos, o todos estos y las izquierdas regionales, están destinados a devorarse unos a otros tratando de sumar votar y a falta de mejores estrategias.

9ª FASE: EL DÉCIMO ANIVERSARIO DEL 15-M O CUANDO EL HOMENAJEADO ES UN ZOMBI

Y llegamos a estos días en los que los nostálgicos rememoran hace diez años cuando dormían bajo las lonas y querían tomar el cielo por asalto. Es casi tan ridículo como cuando tipos fofos, grasientos, barrigones, calvorotas y abandonas te cuentan lo que hacían en París en mayo del 68. La izquierda que ya no tiene futuro, se refugia en el pasado, lo idealiza, lo maquilla y escribe hagiografías sobre sí misma. El tránsito del marxismo a la socialdemocracia, de la socialdemocracia a la “ideología Bambi-UNESCO” y de esta al ultraprogresismo, ha terminado mutando a la propia izquierda, restándole su base social y sustituyéndola por un conglomerado de marginalidades varias en el que se reconoce tanto el sanchismo como los restos de Unidas Podemos. A la izquierda le va a ser muy difícil desandar lo andado y salir de la vía muerta en la que se encuentra. Su única solución es procurar que el número de marginados y de outsiders aumente: solamente así se elevarán sus posibilidades electorales. Y ese aumento, en España, solamente puede producirse por tres circunstancias:

- aumento del voto independentista en las comunidades periféricas. La paradoja es que, cada vez más, la no-España es más decisiva a la hora de gobernar España.

- aumento de los “nuevos españoles”, procedentes de la inmigración masiva (en el momento de escribir estas líneas la prensa publica que solamente ayer entraron 5.000 inmigrantes ilegales en Melilla, de los que 1.500 son MENAs) a los que se ofrece nacionalidad y subvenciones a cambio de paz étnica y religiosa.

- aumento de la agitación LGTBI+ y máximos beneficios y subvenciones a todo aquel que proponga “ideologías de género” y los predique en la enseñanza, en los medios de comunicación y en el asociacionismo. Insistirán en supuestas e insoportables “desigualdades”, no dudaran en falsear estadísticas para afianzarlas y se prometerá conjurarlas mediante “discriminación positiva” y subsidios.

- aumento del número de subsidiados que recibirán lo justo y necesario -el famoso “salario social” a cambio de nada- que les situará fuera del mercado laboral, pero con garantías de sobrevivir mientras vivan sus padres y de languidecer en silencio entre comida basura, tele basura, porno y porrito entre los labios.

La evolución de la sociedad española hacia una pirámide dotada de una amplísima base formada por estos grupos subvencionados e improductivos, con un grupo medio sobre él, la antigua clase media, aquellos que cobran salarios superiores a 1.400 euros y con contrato fijo, se situarán en el escalón superior, mientras que en la cúspide de la pirámide estará aquella minoría que, por algún motivo, goza de una situación económica privilegiada. Pues bien, los dirigentes de la izquierda aspiran a situarse en la cúspide de la pirámide gracias a los votos clientelares de las bases de la misma: a esto lleva el ultraprogresismo.

Las elecciones ya no se ganan por los programas, se ganan por el “electorado cautivo”. Las distintas izquierdas caníbales de hoy, no aspiran a otra cosa más que a generar ese tipo de electorado clientelar que les garantice su permanencia en el poder. Eso es la izquierda. Por eso la partidocracia es inviable a medio plazo, a menos que uno acepte que nuestro destino es algo parecido a la sociedad descrita por Orwell en 1984.