lunes, 10 de mayo de 2021

Un subgénero cinematográfico De la pornografía antinazi a las novelas “stalag” (2 de 8) - Naziploitation, situación y rasgos de un subgénero

En cinematografía se considera cine de explotación (en inglés exploitation film) al género de ficción caracterizado por enfatizar un detalle o elemento común que intenta hacer presentable algo que, en principio, puede resultar desagradable, lascivo, inaceptable o extremadamente morboso. Los distintos subgéneros de explotación toman un tema y lo convierten en eje de cualquier trama, de todas las tramas, a modo de variaciones sobre el mismo tema, lo extremizan, lo exageran y consiguen que todo el subgénero gire obsesivamente solamente en torno a ese tema: artes marciales, terror, vampiros y, por supuesto, los subgéneros que tienen que ver con el tema de este artículo, la pornografía anti–nazi. Se considera que el cine de explotación está compuesto por subgéneros: si el “género” es el tema general de la película que sirve para su clasificación, en este caso el cine de explotación está formado por subgéneros de la llamada Serie B.

Podemos considerar que hay tres subgéneros que, de alguna manera, están presentes en lo que hemos dado en llamar “porno anti–nazi”: el gore, la nazi exploitation y  el jewsploitation. El primero empieza a despuntar hacia la segunda mitad de los años 60, el segundo se inaugura oficialmente a principios de los 70 y alcanza su momento álgido en 1976–78. En cuanto a la jewsploitation, es un producto relativamente reciente que se inaugura con el milenio. No es raro que ninguno de estos subgéneros se empezara a “trabajar” en el lenguaje cinematográfico antes de la “crisis de los 60”; fue entonces cuando coincidieron la relajación de las costumbres y el abandono de los códigos morales que hasta ese momento habían constituido la norma de comportamiento de la industria del cine y, por tanto, saltaron por los aires muchas barreras que hasta ese momento parecían sólidas.

Las características que se encuentran en el porno–antinazi tienen mucho que ver con el cine gore, si bien no son propiamente gore. Como se sabe, el gore es cine de horror en el que las escenas muestran explícitamente asesinatos, desmembramientos y efusión de vísceras. En su período dorado, el gore basaba su éxito en efectos especiales realizados mediante procedimientos manuales consiguiendo resultados relativamente creíbles. Es el subgénero, por excelencia, en el que se utiliza como “materia prima” higadillos de pollo, sangre y restos de animales para dar una mayor credibilidad a las escenas. En realidad, el gore, en sí mismo, es un subgénero, pero frecuentemente participa en otros.

Históricamente se admite que, a pesar de que existieron precedentes desde los años 20 (en Intolerancia de Griffith, por ejemplo, aparece por primera vez en una mutilación en una película) no fue sino hasta 1963 cuando se inició oficialmente el recorrido con la película Blood Feast de Herschell Gordon Lewis. La película muestra misteriosos asesinatos que se suceden en un pueblo norteamericano; las víctimas son todas mujeres a las que se les ha amputado un miembro. Al final resulta que todo es obra de un hostelero egipcio, “Fuad Ramsés”, que con estos crímenes rendía culto sacrificial a la diosa Isthar. La actividad económica de Fuad facilitaba lo que era previsible: los miembros amputados y desaparecidos, en efecto, acababan en los menús de catering que servía. La película, sobre todo, tuvo éxito en autocines y, a pesar de que la crítica la acogió con frialdad y distancia, el público juvenil supo apreciarla. Era la primera película de Gordon que terminaría siendo una autoridad en el género inventado por él con su siguiente filme, 2000 Maníacos.

Durante los años 70, el gore interfirió frecuentemente con otro subgénero también presente en cierta medida en el porno anti–nazi, el llamado cannibal que, con la excusa de realizar documentales, mostraba escenas de canibalismo que se desarrollan en los lugares más remotos de África y Asia. Así como el gore tuvo especial aceptación en EEUU y allí fue donde se filmaron las cintas más significativas de este subgénero, el cannibal, en cambio, es casi completamente patrimonio de la filmografía italiana. Entre 1970 y 1980 se filmaron en ese país las grandes películas del género: Ultimo mondo cannibale (1977), La montagna del dio cannibale (1978). Holocausto cannibale (1980). Y este detalle es significativo porque también en ese país se rodaron una parte considerable de las películas de aluvión más significativas del porno–antinazi, coincidiendo también en el tiempo.

Llama la atención, por ejemplo, constatar que el director de La montagna del dio cannibale, Sergio Marino, alternaba el cine erótico–pornográfico con temas políticos de carácter antifascista que en los años 70 constituyeron la traslación cinematográfico del muy oficial teorema sostenido por la izquierda según la cual los servicios secretos del Estado y la policía conspiraban junto a los fascistas (dirigidos, además, por estos…) para anular las libertades republicanas. Véase, por ejemplo, su filme La polizia accusa: il Servizio Segreto uccide (1975) que siguió a Milano trema: la polizia vuole giustitia (1973) en donde aparece la figura un editor–terrorista interpretado por Richard Compte (alusión directa a Giorgio Freda, neofascista detenido en la época por la bomba de la Banca de Agricultura de Milán). Marino realizó también incursiones en el subgénero erótico: Lo strano vizio della signora Wardh (1973), Il tuo vizio è una stanza chiusa e solo io ne ho le chiave (1972), Cugini carnali (1974), etc.

Tomando elementos del gore y del cannibal, los años 70 estuvieron tachonados por una serie de filmes, todos de muy escaso valor cinematográfico, que discurrieron por los mismos senderos y terminaron por converger con lo que se conoce como subgénero de Naziexploitation. 

La primera película que empezó a definir este subgénero fue Love Camp 7 (1969) dirigida por un tal “Lee Frost”, sin duda un seudónimo. De los dos guionistas, Wes Bishop y Bob Cresse, se cree que el primero es también un seudónimo y el segundo corresponde a uno de los actores que aparece en el filme interpretando el papel de un sádico oficial de las SS. Así pues, da la sensación de que el “guionista” hizo un papel a la medida de sus fantasías eróticas.

El argumento de la película es débil y apenas sirve como excusa para dar pie a escenas de crueldad. Dos agentes inglesas se introducen en un campo de concentración para realizar una misión. Allí comprueban que las reclusas son utilizadas como prostitutas y habitualmente, humilladas, torturadas y violadas. También este destino les aguarda a las dos agentes que sufren abusos por parte de los oficiales alemanes. La película termina con una escena que se convertirá en clásica en este subgénero y que aparece aquí por primera vez: la batalla final con la que concluye el intento de fuga organizado por las agentes. En España, este film se estrenó con el nombre de Campo de Concentración nº 7.

La cinta se convirtió pronto en una “película de culto” y a ello contribuyó sobre todo el hecho de que fue censurada en Australia y sufrió análogo tratamiento en otros países. Con ella, el subgénero de Naziexploitation irrumpió en la historia del cine. A esta siguieron dos películas estrenadas en 1971 y 1972 respectivamente, The big doll house y The Bib Bird Cage, ambas protagonizadas por Pam Grier, que terminaron por dar el impulso definitivo y consolidar el subgénero, a pesar de que su consagración definitiva llegaría con Ilsa: She Wolf of the SS (1974) que daría lugar a varias secuelas. Quizás valga la pena detenernos un poco en estas cintas para comprobar su falta de originalidad y sus características siempre reiterativas.

The Big Bird Cage, dirigida por Jack Hill cuenta –o mejor, trata de contar– la historia de una joven, Terry, resistente encerrada en un campo de concentración. Las presas son capaces de cualquier cosa para satisfacer a sus guardianes con tal de conseguir algo para comer. Sus carceleros, por supuesto, las torturan con un sadismo bastante tosco y en absoluto refinado. Terry, a partir de ser internada en el campo, entiende que su única salida es apoyar en las mujeres más determinadas a huir del campo de concentración.

En cuanto a The Big Doll House nos muestra un guion similar, pero en este caso los guardianes no son nazis, ni el campo de concentración se encuentra en la vieja Europa, sino que en la selva filipina. También aquí el guion es una excusa para las escenas de sexo, las únicas que verdaderamente interesan al espectador que opta por ver este film, un sexo, por supuesto, sado–masoquista y extremadamente duro. El por qué este film figura en esta relación, aun a pesar de no responder al tema del artículo, el porno anti–nazi, se debe a que en 1971, cuando se estrenó, el subgénero de Naziexploitation todavía no está asentado ni solidificado y no se tenía todavía la conciencia de se estaba realizando un cine de determinadas características. Es evidente que el director (en ambos casos Jack Hill) intentó introducir una variación en ambas para evitar que ambas cintas fueran excesivamente parecidas. Ambas, por lo demás, están protagonizadas por una juvenil Pam Grier (que tras una carrera desigual y en punto muerto será “resucitada” por Tarantino para su Jackie Brown, ópera primera del director norteamericano). El guión de The Big Bird Cage será elaborado por el propio director, mientras que el de The Big Doll House tendrá como autor a Don Spencer.

En realidad, la obra cinematográfica de Jack Hill es bastante amplia y especializada en el “cine de explotación”. Nacido en 1933 siempre ha alardeado de su ideología progresista, e incluso “feminista”. Quentin Tarantino dijo de él que era el “Howard Hawks del cine de explotación”. En realidad, Tarantino y Hill tuvieron como musa a la actriz de color Pam Grier (que protagonizó cuatro películas con Hill), hija de Clarence Grier y de Gwendolyn Samuels. Ésta, a su vez, debutó en el cine en 1970 con Beyond the valley of the dolls, dirigido por Russ Meyer, un director de cine norteamericano especializado en películas eróticas con gran eclosión de violencia. Análogo recorrido tuvo Pam Grier en el arranque de su carrera cinematográfica.

Cabe decir que, a diferencia de otras cintas de este subgénero, las dos películas de Hill fueron producidas en los EEUU por New World Pictures y eran coproducciones USA–Filipinas. La compañía se fundó en 1970 y se disolvió en 1997, estando dirigida hasta 1983 por Roger Corman, un director especializado en cine de terror de bajo presupuesto. Corman, por cierto, es un director hijo de católico y judía y, por tanto, medio judío (a pesar de haber sido criado como católico), así que hay que suponer que este origen étnico le predispuso a la temática del subgénero de Naziexploitation.