viernes, 14 de mayo de 2021

Un subgénero cinematográfico De la pornografía antinazi a las novelas “stalag” (5 de 8) - Cuando el doctor loco es oficial de las SS… y mujer – De la naziexploitation a la jewsexploitation

Otra línea habitual en las temáticas de Naziexploitation es la del científico loco que realiza experimentos con los presos de un campo de concentración. Po algún motivo, estos científicos tienen una irreprimible tendencia a que sus experimentos sean de tipo sexual. Esa imagen ya había aparecido en la primera entrega de la serie sobre Ilse, la “loba de las SS”. De hecho, ella misma parece tener aspiraciones científicas y realiza experimentos con las prisioneras, lo que da lugar a algunas escenas de torturas sexuales. El tema será recuperado por otras muchas cintas en la segunda mitad de los años 70.

El tema del “científico loco” no es propio del cine de explotación, en realidad, su figura aparece con el mismo género de terror. La figura del doctor Frankenstein y del Doctor Jeckyll nos muestran a científicos perdidos en sus experimentos contranatura, pero en los que, a fin de cuentas, todavía permanece un átomo de lucidez. En el subgénero de Naziexploitation este átomo está completamente ausente: el científico (y con más frecuencia, la científica) están, de partida, locos de atar y, por si eso fuera poco, resultan ser impenitentes erotómaníacos, incapaces de sobreponerse a los impulsos lúbricos de su mente enferma. Poco más puede decirse de ellos.

La lista de películas que giran en torno al tema del “científico loco” supera la decena, de entre las que destacaremos, sin duda:

 La bestia in Calore (1977).– dirigida por Luigi Batzella (que en esta ocasión utilizó el seudónimo de “Ivan Katansky”), que se estrenó también con los nombres de La Bestia Caliente, The Beast in Heat, SS Hell Camp, Horrifiying Experiments of the SS Last Days. La filmografía del director lo emparenta especialmente con el spaghetti western de bajo presupuesto. Utilizó a menudo seudónimos, por lo que es difícil rastrear su filmografía: Paolo Solvay, AM Frank. Gigi Batzella, Paul Hamus, Dean Jones, Paul Serway y un largo etcétera. De hecho, hoy los historiadores del cine ni siquiera están de acuerdo en cuál era su verdadero nombre. Dirigió, además de westerns, películas de guerra, películas de terror vagamente eróticas y, especialmente en la segunda mitad de los 70, se dedicó al subgénero de naziexploitation con algunas películas aparecidas en un breve lapso de tiempo: Achtung! The Desert Tigers (1977). Por lo deslavazado de sus películas, lo improvisado del montaje y la mala calidad de los atrezzos, se le conoce como “el Ed Wood italiano” (para los no especialistas, les recordaremos que Ed Wood es considerado como el “peor director de la historia del cine”, y a fe que lo es). En esta película, la protagonista es una doctora nazi absolutamente enloquecida que realiza experimentos con un prisionero al que ha transformado en “bestia” tras haberle inyectado un misterioso suero. Es inevitable la referencia a otros clásicos de la historia del género de terror. Pero el objetivo de estos experimentos es conseguir un “soldado perfecto”, brutal, implacable y resistente, “la bestia parda” propiamente dicha, para probarlo se entrega al resultado mujeres capturadas para que proceda a su violación. La película alterna luchas entre partisanos y nazis con escenas de laboratorio con crueldad y sadismo en sobredosis. Los especialistas en este tipo de cine han encontrado una escena cumbre de la crueldad: un soldado lanza a un bebé por los aires, mientras otro le dispara como si se tratara de una pieza de caza. Algo debió fallar en el experimento de la doctora nazi que consiguió crear una “bestia” hipersexual a cuya jaula la científica (el título alude a ella como “verdadera bestia”) arroja muchachas por el simple placer de ver como las viola y descuartiza. Vale la pena añadir un dato que, sin duda, gustará a los amantes de la historia del cine. La “bestia” (el resultado del experimento) está protagonizada por Salvatore Baccaro, un vendedor de flores de rostro y miembros deformados (padecía acromegalia) y comportamientos freakys que ejercía su oficio en las inmediaciones Cineccitá hasta que un productor reparó en él y lo incorporó a varios papeles de hombre primitivo o, como éste, directamente de monstruo. En efecto, no hacía falta gastarse mucho en maquillaje (no olvidemos que estamos ante cintas de bajo coste), bastaba simplemente con mostrarlo desnudo con su rostro deformado para que el pobre florista causara espanto. En nuestra modesta opinión, ésta es la peor de las películas de un subgénero que jamás ha dado productos muy notables.

Experiment Love Camp (1976).– dirigida por Sergio Garrone, película que también se proyectó con los nombre de Lager SSadis Kastrat Kommandantur. El tema central es el clásico científico loco que ofrece un trasplante de testículos a un oficial de las SS. La propaganda de la época lo presentó como una denuncia a los “experimentos inhumanos de los nazis” (si bien, antes de la guerra, en Francia era precisamente un exiliado ruso que no tenía nada que ver con el nazismo, el doctor Voronoff, quien había realizado experimentos de trasplantes de testículos de mono a humanos con los resultados que cabía esperar…). La película fue prohibida en algunos países como el Reino Unido y ha pasado a la historia del cine por mostrar en el cartel publicitario la figura de una mujer desnuda colgada por los pies de una cruz… escena que no tiene nada que ver con el contenido de la cinta. En cuanto al director Sergio Garrone (n. 1926) cabe decir que se estrenó con los spaghetti–western de bajo presupuesto en 1967. Luego, a partir de 1974, filmó varias películas de terror con Klaus Kinsky como protagonista y de ahí pasó a las películas de naziexploitation. En los años 80 todavía filmó algunas cintas semipornográficas todas ellas olvidables y de calidad exigua.

SS Lager 5 l’inferno delle done (1977).– dirigida por Sergio Garrone, director igualmente de Lager SSadis Kastrat Kommandantur el año anterior. El film empieza con fragmentos de documentales sobre campos de concentración, montañas de cadáveres, lo que parece sugerir que el film aspira a ser algo más verídico y realista que el anterior sobre el Kastrat Kommandantur, pero a la primera escena filmada por Garrone esta idea queda desmentida y asistimos, una vez más, a la llegada de unas prisioneras, todas hembras, bellas y jóvenes al campo de concentración. A partir de ese momento somos conscientes de que lo que vamos a ver es otro producto típico del subgénero. Quizás el elemento más original (e improbable) es que una de las protagonistas es una partisana negra jamaicana que, tras haber pasado la revista humillante de sus captores mostrará a lo largo de toda la película sus rotundas curvas, en ocasiones en actos sexuales explícitos, en otras como objeto de torturas no menos explícitas y ocasionalmente bajo las duchas junto a cuerpos de otras presas. Hasta aquí, como puede verse, se trata de una película de subgénero típica que aporta poco o nada al mismo. Al igual que en todas las demás películas de este jaez aparecen dos figuras sine qua non: el médico judío que intenta proteger a las muchachas y el sádico nazi que, junto con la bestia de las SS y los inevitables números de lesbianismo sadomasoquista, no pueden estar nunca ausentes de este tipo de cine. Repiten la mayoría de los actores y actrices de la anterior cinta de Garrone, con lo que, llegado un momento, se tiene la sensación de un dejá vû, a pesar de que esta segunda entrega es notoriamente inferior a la primera. Una parte sustancial de la trama gira en torno a experimentos científicos: los médicos queman deliberadamente a las reclutas, sin anestesia, para hallar la manera de trasplantar piel. Vemos como se arrancan lenguas y uñas de cuajo con tenazas, como se introducen palillos de madera en las uñas, se marca a hierro candente, se machacan cráneos y se masacran prisioneras a puñetazo limpio. Como las astracanadas todavía no han llegado a su fin, una revuelta de prisioneras encabezas por la jamaicana, demuestra que las presas disparan mejor y matan más que las curtidas tropas de las SS. Unas modestas explosiones que hubieran avergonzado al mariscal Vorochilov indican que el Ejército Rojo está a punto de llegar al campo...           

Hasta ahora, el último producto del subgénero se filmó en 2008 y pasó casi completamente desapercibido: Blitzkrieg: Escape from Stalag 69 dirigida por Keith J. Crocker, director del que apenas constan datos en las historias del cine y del que únicamente se sabe que nació el 26 de abril de 1965 en Long Island, se cuenta de él que hizo algunos cortometrajes en 16 mm con títulos significativos (De Sade 88, Dia de Acción de Gracias, Un cuento de Zombies, etc.). En 1997 filmó su primera película The Bloody Ape, basada en un cuento de terror de Allan Poe, Los crímenes de la calle de la Morgue. El éxito no acompañó a la cinta quizás porque había pasado ya el tiempo de la Hammer y de los Roger Corman habituados a filmar cine de terror de bajo presupuesto. Solamente diez años después alguien le confió la tarea de dirigir esta cinta que esperaba reactualizar el subgénero de naziexploitation a la sombra de la película de Tarantino, Malditos Bastardos. La película pasó sin pena ni gloria. La productora, Cinefear, era propiedad del propio Crocker y no consta que haya lanzado ninguna otra película; si, en cambio, consta que, de tanto en tanto, esta misma empresa publica un catálogo de películas en CD y VHS de explotación sobre varios temas.

El guion de este postrero producto del subgénero, en sí mismo, no es particularmente original a pesar de que la figura del “científico loco” planee continuamente sobre la cinta. Nuevamente estamos en Alemania en 1945, en el Stalag 69 manejado por un sádico oficial de las SS, Helmet Schultz, que convierte a sus prisioneras en esclavas sexuales. La película, intenta deliberadamente ser un remake de la considerada como “obra maestra” del subgénero, Ilse: She Wolf of the SS. En el momento actual, cuando han pasado ya cuatro años de su distribución en salas, puede decirse, que no ha logrado el objetivo de renovar el género. Los gustos y las aficiones del público discurrían por otros derroteros.

Jewsploitation tras la muerte de la Naziexploitation...

Extinguido el porno–antinazi que, salvo esta última secuela, apenas logró prolongarse hasta principios de los años 80, hubo que esperar veinte años hasta que empezaron a percibirse rasgos de un subgénero nuevo que se ha dado en llamar Jewsploitation. Los protagonistas son siempre judíos, ocasionalmente situados en el marco de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. El sexo explícito, el asesinato, el erotismo violento y la crueldad en sí misma, son los ingredientes habituales de este género. Se trata de un género reciente que solamente ha irrumpido con el nuevo milenio y que, en realidad, puede ser considerado, en cierta medida, como una prolongación del subgénero de Naziexploitation.

La Jewsploitation irrumpió con la película The Believer (2001), curiosa historia de un neonazi cuya popularidad crece hasta el punto de convertirse en líder del grupo nazi; lamentablemente, el muchacho, además de nazi… es judío. No puede extrañar, por tanto, que paralelamente a este liderazgo, estudie hebreo, se forme como rabino y siga la Torah. Esta obra, que mezcla judaísmo ortodoxo y neonazismo radical, mereció un premio en el festival de cine alternativo de Sun Dance.

A la vista del éxito que tuvo esta cinta, dos años después se filmó The Hebrew Hammer, en clave de comedia, en la que un judío ortodoxo intentará rescatar la fiesta de Hanukkah de las garras del malvado hijo de… Santa Claus. El género de la comedia fue de nuevo utilizado en este subgénero en la cinta You Don’t Mess with the Zohan (2008) cuyo protagonista es un agente del Mosad que abandona el servicio para cumplir el sueño de su vida, convertirse en peluquero y estilista en Nueva York…

La misma película de Tarantino Inglorious Basterds (2009) es encuadrada en este subgénero. Una mujer presencia la ejecución de su familia por orden del coronel de las SS Hans Landa. Huye a París con nueva identidad y abre un cine. Por otra parte, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt), entrena a un grupo de judíos (“los bastardos”) para realizar operaciones de comando. Todas las partes se encuentran en el cine para ejecutar sus respectivas venganzas.

El éxito de estas películas animó a Kevin Tyler Asch a filmar en 2010 la que, hasta ahora, es la última entrega de este subgénero, Holy Rollers. Si las anteriores (salvo The Believer) eran comedias, ésta es un verdadero dramón que nos muestra a judíos hasídicos entrando drogas en los EEUU y Europa (algo que, efectivamente ocurrió en los años 90, cuando muchos jóvenes judíos de esta comunidad asumieron esta tarea de “mulos” para las mafias del narcotráfico). El protagonista, sin saberlo, decide unirse a esta tarea, pensando que está transportando medicinas, sin embargo, los ingresos procedentes de este tráfico le permiten vivir el lujo, la vida nocturna, las orgías, etc, es decir, todo aquello que está en contradicción con su comunidad.