sábado, 16 de enero de 2021

CARTAS DESDE MI RETRETE – EL RETRASO DE LAS ELECCIONES CATALANAS

 

El “govern Català” (esto es, la “administración independentista de la gencat”, que no es exactamente lo mismo) ha anunciado un aplazamiento de las elecciones autonómicas. Esto si que es un verdadero “golpe de Estado” (a medida de la pequeñez de la gencat) y no lo del Congreso de los EEUU. Debió ser en enero de 2020 cuando Torra dio la legislatura por concluida (“cuando se aprueben los presupuestos de la gencat”). Pero ahora la culpa de todo es del Covid, incluso de que se retrasen las elecciones en Cataluña…

Ya se sabe: si la economía va mal es por culpa del Covid (la economía iba a ir mal en 2020, con Covid o sin), si los gobiernos de todo el mundo pierden popularidad es por el Covid (en absoluto porque el ciudadano esté harto de gobiernos corruptos), si la gente se muere es por el Covid (… y, claro que se muere por el virus, como se muere también porque el sistema sanitario está fallando desde mucho antes de su irrupción), si llega más inmigración es por el Covid (…no por la “paguita” garantizada a los que llegan a Europa), si no hay igualdad sexual es por el Covid (… como demuestra el hecho de que hayan muerto un 88% de hombres más que de mujeres), si la administración del Estado se está paralizando es, claro está, por el Covid (y no porque la falta de autoridad y el desinterés), y si en Cataluña nada funciona no es, desde luego, porque la gencat siga empeñada en el proyecto indepe, sino por el jodido Covid que obliga incluso, mira por donde, a retrasar las elecciones.

Excusas de mal pagador. La ciudadanía está harta de Covid, pero mucho más harta de que -particularmente, en Cataluña- se le haya obligado a medidas cada vez más absurdas (las “franjas horarias” en la restauración son la puntilla de toda una larga serie de despropósitos). Sánchez se desentendió del Covid cuando comprendió que seguir apareciendo él y sus ministrillos cada día en los medios, empezaba a pesar en la intención de voto. Ahora es cuando las Comunidades Autónomas empiezan a entender que, dar la cara, si bien les sirve para demostrar quién tiene “poder” y que sirven para algo, también erosiona su imagen ante la opinión pública.

De ahí que, la gencat haya decidido que, en Cataluña, unas elecciones solamente pueden tener lugar cuando haya todas las garantías de que son los indepes quienes las ganan y siguen en el gobierno aunque sea coaligados con otros.

Las encuestas no les son favorables: la “independencia” sigue bajando y está en la frontera del 40%. En realidad, no debería ser superior al 30-35% que es el porcentaje de población que habla habitualmente catalán (sería absurdo pensar que un castellano parlante optara por el independentismo, sin olvidar que no todos los que se expresan en catalán son indepes). Además, no lo olvidemos, el independentismo está multidividido: cada día más. JxCat cree necesitar tiempo -unos meses más- para poder superar en intención de voto a ERC. Y, además, ERC, el partido al que pertenece Pere Aragonés, cree que existe el riesgo de que el “efecto Illa” se traduzca en un incremento de votos para el PSC… Cuando más lejos estén las elecciones del anuncio de Illa de ser candidato de su partido, mejor para ERC.

El PP, por su parte, tampoco tiene claro si sus resultados van a mejorar o si sufrirá otro bocado por parte de Vox, o si seguirá creciendo a medida que se amplíe -que se ampliará- la crisis terminal de Ciudadanos (partido que, por su parte, es consciente de que sus resultados se habrán mermado en relación a los obtenidos en 2017.

No puede extrañar, por tanto, que sea el PSC y Vox los únicos partidos que no han aceptado el retraso electoral y estudian presentar un recurso contra el “aplazamiento por motivos sanitarios”. Lo que ha determinado el aplazamiento es, únicamente, la esperanza de JxCat en mejorar sus posiciones y el miedo a quedar cuatro años fuera del poder (lo que supondría la asfixia económica de la camarilla de Waterloo) de celebrarse las elecciones en febrero.

Ahora bien:

1) No hay ningún elemento objetivo que permita pensar que, en mayo, la situación sanitaria en Cataluña estará mejor de lo que lo está ahora mismo. La lentitud con la que se están administrando las vacunas y las mutaciones del virus retrasan más y más la salida del túnel. Y pueden hacer que en mayo estemos ante la cuarta o la quinta ola del Covid-19 o la segunda del Covid-20…

2) La estrategia del retraso electoral, en gran medida habilitada por Puigdemont desde Waterloo, es su última carta. Lo ha sido desde que instó a Torra a permanecer en su puesto hasta la inhabilitación. El razonamiento de Puigdemont es: cuando más se retrasen las elecciones, el electorado estará más resabiado con ERC.

3) Si ERC ha aceptado la estrategia del retraso electoral se debe a que sabe que Sánchez apuesta por un gobierno “tripartito” (PSC-ERC+Comun) y, aunque la carta Illa se deshinche, Sánchez siempre puede recurrir a “negociación con ERC” seguida del “indulto presos” antes de las elecciones para evidenciar que es una “salida razonable”, tanto al final del “procés”, como al futuro gobierno de la gencat y que relanzaría el rol y la popularidad de ERC (al menos entre los indepes).

Por todo ello, nada esencial cambiará con este retraso. Lo único que se demuestra es que el oportunista y esta democracia son de plastilina: se pueden modelar -y de hecho se modelan- a gusto del que tiene el poder (en este caso JxCat) que fija el día y la hora que más le conviene. Pero que, en la otra parte, el PSC-PSOE está dispuesto a utilizar artimañas propagandísticas (ayer el nombramiento de Illa y mañana la negociación para el indulto con ERC) para encaramarse de nuevo al gobierno de la gencat. Todo, claro está, en nombre de la democracia y en bien de los electores…

Mientras, Cataluña pugna por ser una de las regiones del Estado en las que el Covid ha hecho una mayor escabechina y en donde las medidas adoptadas, excéntricas e inútiles, han garantizado el final de un 20-30% de la hostelería.