Lo dijo Lao-Tsé hace 2.500 años y la historia lo ha repetido
una y mil veces: “La justicia es como el timón. Hacia donde se le da,
gira”. Para ser más claro: existen leyes y formas de aplicarlas, pero
éstos por mucho que se intente, nunca podrán ser objetivas, ni en su
elaboración, ni en su ejecución. Los comportamientos humanos siempre son
subjetivos y responden a intereses más profundos que los que aparecen en la
superficie. Todo esto viene a cuento de la famosa “sentencia” (la primera de
las que seguirán).
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA JUSTICIA EN EL SIGLO XXI
Soy de los que opina que la justicia ganará mucho cuando
(en lugar de “vista oral”, toneladas de papeleo inútil, jueces, fiscales,
acusaciones particulares, testigos, garantías procesales y demás), sea un
ordenador portátil conectado en red, un programa ad hoc y un simple detector de
mentiras de última generación, el que reúna pruebas, recoja testimonios en
forma de tests, registre antecedentes, oiga las alegaciones (también en forma
de tests) realizadas por las partes y dicte sentencia, según el leal saber y
entender de un puto chip, hasta ahora el ingenio más objetivo que ha parido la
tecnología.
Todo esto no demoraría más que el tiempo que se tarda en
introducir las respuestas (insisto, tipo test) y en que una impresora láser
escupa los folios. Incluso, durante ese tiempo, otra impresora en 3D podría
modelar la celda ad hoc para cumplir la pena (más o menos dotada de comodidades
según la gravedad del delito). Todo esto, por supuesto, conectado al Aranzadi a
bases de datos de jurisprudencia, etc, etc. Y si, además, las leyes las elabora
un programa informático en función de las necesidades de la sociedad y no de
los equilibrios parlamentarios, mejor que mejor.
¿Deliro? En absoluto, creo firmemente en la Inteligencia
Artificial, en su futuro y creo que, puestos a ser ciega y objetiva, nada lo
haría mejor que un chip y el software correspondiente.
DOS VISIONES PARA UNA MISMA SENTENCIA
De lo dicho hasta aquí podrán deducir que el derecho no es
lo mío ni me ha interesado jamás desde que a los 16 años cuando leí la frase de
Leo-Tsé. Por lo tanto, no esperen que me haya leído la totalidad de la
sentencia que condena al “núcleo promotor” del 1-O. Lo que he visto me ha
sorprendido en algunos puntos. La sentencia hoy carece de interés en una España
“facciosa”, en la que nada es verdad ni es mentira, como dice el refrán, sino
que todo depende del régimen de identidades que uno adopte.
La consigna de La Vanguardia en todos sus artículos
es decir que las penas han sido “muy duras”. El ABC de Madrid en cambio,
opina todo lo contrario, que los encausados, prácticamente, estarán en semilibertad
en unas semanas. Los que se manifestaron en el aeropuerto, seguramente,
opinaban que tenían el derecho de fastidiar los planes de miles y miles de
personas, era en nombre de la “república catalana” y los que se veían privados
de llegar a sus destino creían que esa misma “república” era cosa inexistente y
de idiotas. Pero todo esto es irrelevante, lo verdaderamente importante es
que la sentencia, ha dado en el clavo en muchos aspectos.
OTRA PALETADA DE TIERRA SOBRE LA TUMBA DEL INDEPENDENTISMO
Los interesados y la prensa subsidiada dirán que se trata de
un juicio político. Es posible que lo crean así, pero la sentencia no los ha
condenado por lo que piensan, ni siquiera por lo que hicieron -¿puede existir una
pena lo suficientemente dura para castigas el haber roto a una comunidad
radicalmente en dos en función de dogmatismos nacionalistas elaborados al calor
del romanticismo del siglo XIX e inasumibles en esta época de “post-nacionalismo”?-
¡SINO POR “PILLAR” FONDOS DESTINADOS PARA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA CATALANA
Y DESVIARLOS HACIA OBJETIVOS QUE SOLAMENTE INTERESABAN AL PROYECTO POLÍTICO INDEPENDENTISTA
EN EL CUAL NI SIQUIERA CREÍAN Y QUE, PARA COLMO, ERA QUIMÉRICO!
La sentencia especifica todo esto:
MALVERSACIÓN.- La sentencia reconoce que algunos de los acusados eran algo parecido a estafadores que se apoderaron de fondos públicos para desviarlos hacia su particular proyecto político.
ESTUPIDEZ.- Que los condenados eran unos débiles mentales por “haber intentado la secesión, sin disponer de los más elementales medios para doblegar al Estado”. Es decir, que el proyecto era quimérico, mal pensado, peor diseñado, e incluso ingenuo e infantil.
ENGAÑO.- Que ni siquiera querían proclamar la independencia sino simplemente “presionar al Gobierno de la Nación para negociar”.
CAOS.- Que el fanatismo de unos, los intereses particulares de otros, generaron confusión entre lo que era legal y lo que creían que era “democrático”, y de ahí salió esa absurda idea de un referéndum improvisado en urnas compradas en Todo a 1 euro chino.
PUSILANIMIDAD.- Que los acusados “ya sea por decisión personal, ya por efectividad de las medidas cautelares de prisiones, desistieron incondicionalmente de la aventura emprendida”. Que se rajaron a la vista del abismo en el que ellos mismos se habían colocado.
Pasarán los años, pasarán los gobiernos, pasarán las
subvenciones y los medios de prensa, cambiará la opinión de las masas… pero esta
sentencia permanecerá como otra paletada de tierra sobre la tumba ideológica del
independentismo. Creo, firmemente, que la sentencia es muy dura, no por las
penas de prisión, sino por los considerandos y porque, incluso una travesura
hay que castigarla con un par de cachetes en el culín del niño díscolo. Y esto
es lo que ha sido esta sentencia.
MANIFESTACIONES DE AYER Y PROBLEMAS DE MAÑANA
Mientras, los indepes, ganando amigos. En esta ocasión,
nadie está aludiendo a “huelga general”. Lo único que los indepes pretenden son
“acciones demostrativas” que tiendan a “internacionalizar” el conflicto. Esta
es otra de sus equivocaciones: a poco que un juez o un periodista extranjero
lea los casi 500 folios de la sentencia se dará cuenta de que las ideas de MALVERSACIÓN,
ESTUPIDEZ, ENGAÑO, CAOS Y PUSILANIMIDAD son las que han llevado a los
condenados a las celdas del hotelito que la gencat les ha preparado.
Los manifestantes de ayer estaban de espaldas a la
realidad que ellos mismos van a tener que sufrir mañana y que no pasa por
ninguna de las avenidas preferidas por el independentismo: crisis económica
internacional, islamización de Cataluña, aumento insoportable de la
criminalidad en la sociedad catalana, puestos de trabajo en industria y
servicios que se perdieron y que no vuelven, agricultura catalana en ruinas,
una sociedad partida en tres (indepes, unionistas e inmigrantes), quiebra del
sistema educativo, degradación progresiva de la sanidad, fiscalidad creciente
hasta lo insoportable y abusivo, endeudamiento del Estado y de la Autonomía
hasta más allá de lo razonable, suciedad y malos olores en las calles,
incivismo elevado a la enésima potencia, precios de los transportes elevados
para el salario medio, consumo de todo tipo de drogas generalizado y creciente,
jóvenes poco exigentes consigo mismos y con los productos que consumen, seguridad
alimentaria mínima y, para colmo, cada
vez mas víctimas en las calles, no por vehículos de motor, sino por
bicis, patinetes, en unas ciudades con entramados cada vez más indescifrables
de carriles… y paro aquí.
Y ante esto -o quizás para huir escapar a esta
triste realidad de la que el independentismo en buena parte es responsable- el “gobierno
autonómico” propone defensar a unos que han sido condenados por MALVERSACIÓN,
ESTUPIDEZ, ENGAÑO, CAOS Y PUSILANIMIDAD.
No ha sido una sentencia dura por las penas de prisión, ha
sido una sentencia demoledora por los considerandos. Oscuridad y oprobio para
la gencat indepe.