lunes, 7 de octubre de 2019

Crónicas desde mi retrete (22) LA MORENETA , ÚLTIMA ESPERANZA INDEPE


Jamás perdonaré a los padres escolapios el que durante mucho tiempo me hicieran creer que la Virgen de Montserrat era la “única virgen negra y era catalana”. Luego resultó que había decenas en todos los idiomas europeos. Era a finales de los 50 y el Monasterio gozaba de buena salud como “corazón espiritual de Cataluña”. Luego, claro está, vino el polémico abad Escarré, lo que hoy se llamaría “mal rollo” en el interior de la abadía, su transformación en reducto del “nacionalismo moderado”, el olvido de los 23 monjes de la abadía fusilados durante la guerra civil mientras Companys miraba a otro lado, el declive de la abadía durante el periodo de gobierno de Jordi Pujol, la exaltación de los “monjes sodomitas” y la “normalización” del “lobby gay” compuesto por una fracción de monjes (ser escolanet en Montserrat tiene más peligro que un menor en el jardín de infancia de Michael Jackson…). Tal es el resumen de 80 años de historia del otrora “corazón espiritual de Cataluña”, que hoy no pasa de ser un destino turístico: la historia de una triste e irremediable decadencia.

Lejanos están los tiempos en los que los aplecs carlistas celebrados en Montserrat superaban en número y asistencia a los independentistas. Lejanos están los tiempos en los monjes se dedicaban al estudio y a la meditación lejos del “mundanal ruido”, siendo ejemplo de lo mejor de la regla benedictina. Porque el pasado 7 de octubre de 2019, Montserrat se convirtió en el escenario de la última payasada del independentismo que permite añadir nuevas comparaciones jocosas a la recopilación que ofrecimos: “eres más falso que Jordi Pujol rezando en Montserrat”, o esta otra, casi obligada, de “Tiene más fe que Torra esperando que la Moreneta dulcifique la condena del 1-O”.


El acto fue hasta tal punto bochornoso, inoportuno y grotesco que incluso la propia abadía se vio obligada a desvincularse del sarao: “El Monestir no vol ni por posicionar-se a favor o en contra d’opcions polítiques concretes”. En el mismo comunicado se recalcó que la misa era organizada por un “grup de cristians”, en absoluto de una misa vinculada al monasterio, para concluir que Monserrat es la “casa de tothom”.

El acto se convocó como “velada en solidaridad con los presos políticos y exiliados” y el plato fuerte, a parte de la presencia de Jordi Pujol (que seguramente acudió para rezar que la UDEF no le descubriera más bolsas de basura repletas de millones de euros en paraísos fiscales), fue la lectura de una oración escrita por el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer (que tras su regreso de EEUU empezó a proclamar al “Cristo Negro” entre la iglesia luterana alemana, con el éxito que cabía esperar). La lectura de la oración en la que se llama al “diálogo” y al “escrutinio de las urnas”, se acusa a los “débiles” de arroparse en la “arrogancia” y pide que “ni siquiera una chispa de odio invada nuestros corazones”, se cerró con enfervorizados aplausos de los asistentes.

Al acto asistió Quin Torra, el clan de los Pujol presididos por su godfather, y algunos consellers en plan de guardianes de las esencias del “procés”, incluidos los líderes del Institut de Nova Historia de Catalunya, esos que van diciendo que De Vinci era catalán y Cervantes era "Sirvent" antes de ser Shakespeare, catalán of curse. 

El acto no es casual. Llega solamente unos días después de que la gencat conmemorara el segundo aniversario del 1-O encendiendo 131 bombillas en las cumbres de Montserrat para conmemorar a los 131 presidentes de la Generalitat de Cataluña… entre los que se cuenta el godfather, su sucesor condenado por los tribunales y cuya multa ha sido pagada por la ANC, el pobre diablo de Walterloo, el lamentable Maragall y el irrelevante Montilla.

Confundir a la Generalitat histórica con la gencat que sufrimos hoy es algo aventurado. A fin de cuentas, la Generalitat era una institución tradicional de Cataluña, estamental y sus presidentes fueron de muy distinto valor y relieve. 

Afortunadamente, la mayoría no fue como Pau Clarís que separó a Cataluña de España, vendiéndola a Francia -y pagando la cama, porque Clarís tuvo que pagar la manutención, honorarios y envío de 3.000 soldados franceses a ocupar la región- ni, desde luego, como Macià cuya proclamación de independencia tampoco duró más allá de unas horas, o Companys, en 1939 el político catalán más criticado por los suyos al haber convertido a Cataluña en un campo de tiro de la FAI contra la derecha catalana, de los independentistas contra la CNT, de los psuqueros contra la CNT-FAI y de los chekistas rusos contra los trotskystas autóctonos y foráneos… en un todos contra todos, ante el que Companys, simplemente, miró quién era más brutal en cada momento para apoyarse en él a despecho de las barbaridades y crímenes que hicieran (y él mismo también aprovechó la confusión para solventar algún pleito personal). Joyitas, algunos de estos “presidents”…

Y ahora, en 2019, segundo aniversario del 1-O, sin masas, y con pocas luces fuera de las bombillas encendidas en Montserrat. Con una sentencia que se prevé durilla y ante la cual la ANC no tiene claro si podrá o no pagar las multas sumadas de todos los condenados (a las que se suman las que generarán los segundos y terceros juicios que vendrán en breve y luego las responsabilidades del “perjudicado” de Waterloo y de su clique). “Ho tornarem a fer…”. Si, ya, claro…

Sin masas, en retirada, lo que queda del “procés” ya no cree ni en el pueblo de Cataluña, ni siquiera en los resultados de un referéndum pactado, solamente cree en el “milagro”. Al igual que algunos solamente se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, en Cataluña, lo que queda de los indepes, tiene que recurrir a desenterrar el “corazón espiritual de Cataluña” (que se ha hundido como tal, no durante el franquismo, sino durante el período democrático posterior) en un momento de crisis extrema del independentismo. Si esto no lo salva la Moreneta, no lo salva nadie.

Luces e ideas de pocos watios, discursos de luteranos olvidados y apelaciones a un "corazón espiritual" que fue y ya no es, para llamar a un milagro que, como cualquier milagro, nunca se producirá… Los indepes cavan trincheras en el terreno de lo irracional, última defensa de un proyecto que destilaba irracionalidad desde que Pascual Maragall empezó a dar la brasa con su “nou estatut”. ¿O es que en el fondo de todo nacionalismo romántico no existe un poso de irracionalidad?