jueves, 14 de mayo de 2020

ISRAEL, CAPITAL TANANARIVE. EL "PLAN RADEMARK" Y SUS ANTECEDENTES (2 de 3)


La “opción Madagascar” en Rumania

El proyecto polaco tuvo sus secuelas en Rumanía y Francia e incluso el futuro plan alemán de deportación a Madagascar sería altamente tributario de la intentona polaca.

En efecto, en diciembre de 1938, el Ministro de Colonias francés, Georges Mandel, propuso al Gobernador General de Madagascar acoger a judíos alemanes y austríacos que habían pedido asilo político en Francia. Los judíos austríacos, mayoritariamente comerciantes, habían solicitado, ellos mismos, instalarse en la isla. Como era de esperar, el Gobernador General contestó negativamente por el mismo motivo que se había opuesto a la instalación de comerciantes y artesanos judeo–polacos: su presencia crearía fricciones con las celosas asociaciones similares autóctonas que no estaban dispuestas a admitir competencia llegada de Europa. La iniciativa no tuvo continuidad.   

Algo más sólido fue el plan rumano del que se tuvo constancia entre 1937 y 1938. El jefe de gobierno rumano, Octavian Coga (14) consiguió mantenerse durante unos meses en el poder a finales de 1937 estableciendo una serie de medidas antisemitas. Coga era un decidido partidario de la “solución Madagascar” copiada de la medida intentada por el gobierno y la comunidad judía polaca. Había dicho: “Se les podría enviar lejos a alguna parte en una isla de la que no pudieran salir […] buques de guerra de todas las naciones circundarían esa isla […], Madagascar, por ejemplo”. A diferencia del caso polaco –gobierno con el que Francia mantenía buenas relaciones– la administración colonial no prestó ninguna atención al proyecto rumano.

> Madagascar en el antisemitismo inglés

En el Reino Unido la “solución Madagascar” contó con partidarios. Uno de ellos era Henry Hamilton Beamish (1873–1948), antisemita británico y uno de los primeros líderes fascistas de las islas. Beamish pertenecía a una familia de militares que habían contribuido a la constitución del imperio británico y se habían establecido finalmente en África, tras la guerra de los Boers. Su vocación política fue tardía y solamente se manifestó cuando regresó a la metrópoli en 1918. Apareció en Londres apadrinando una organización antisemita, The Britons (15) participando incluso en las elecciones de Claphan como candidato con el apoyo de los conservadores. A pesar de haber conseguido atraer al 43% de los votos, su candidatura fue derrotada. Pocos meses después se vio implicado en un proceso de difamación contra un oficial superior siendo condenado al pago de una fuerte cantidad, así que optó por abandonar el país y viajar por todo el mundo predicando el antisemitismo.


Hacia 1920, Beamish ya estaba convencido de que el bolchevismo y el judaísmo eran la misma cosa y fue entonces cuando (al parecer sin conocer la obra de Paul de Lagarde) desarrolló su proyecto de deportación de la comunidad judía europea a Madagascar. A su retorno se convirtió en el Vicepresidente de la Liga Imperial Fascista (Imperial Fascist League) y poco después ingresaría en la “Liga de los Países Nórdicos”. De retorno a África se estableció, finalmente, en Rodhesia del Sur donde fue diputado independiente próximo al fascismo resultando por ello internado en 1940. Fallecería en 1948.

El caso de Beamish y de The Britons no es único en el Reino Unido del primer tercio de siglo. El antisemitismo estaba relativamente extendido no sólo como efecto del caso Dreyfus que se había seguido con apasionamiento, sino también como resultado de una vieja tradición británica (hubo pogroms en 1290 y expulsión de los judíos que no fueron readmitidos sino hasta mediados del siglo XVII) y siempre existió un antisemitismo literario que se ha prolongado hasta no hace mucho, de la misma forma que especialmente las clases trabajadoras tenían cierta tendencia compartir estas actitudes.

La tradición democrática del Reino Unido hizo que ese antisemitismo no se expresara de manera tan agresiva y explosiva como en la Europa Continental ni siquiera durante el período de los movimientos fascistas de los años 30 y tuviera mucho más que ver con la edición de libros y panfletos que con la organización de manifestaciones antisemitas. Y eso generó también el que los antisemitas británicos a diferencia de los continentales, intentaran ofrecer soluciones para la resolución del “problema judío”. Beamish fue el primero, pero no el único el fijarse en la remota isla de Madagascar como destino hipotético de los judíos repatriados de las Islas Británicas. Otros como Arnold Spencer Leese (16) asumieron las tesis de Beamish y las reprodujeron en sus revistas. El tránsito de Leese al antisemitismo estuvo motivo por el kashrut (17), las leyes judías que regulan el sacrificio de determinados animales y que afectaban a sus amados camellos.

Poco a poco, el antisemitismo fue ganando espacio e intensidad en su vida hasta desbordar y superar al que hacían gala otros representantes del fascismo británico. Leese incluso acusó al propio Oswald Mosley de ser excesivamente blando con los judíos (18). La circulación de las publicaciones de Leese –que estaban en buena medida financiadas por el círculo antisemita que se movía en torno a Julius Streicher (19)–, fueran conocidas en Alemania, se unieron al dossier que inspiró el “Plan Rademark” o proyecto alemán de desplazamiento de los judíos europeos a Madagascar, pues no en vano, Leese hizo de esta propuesta un tema recurrente.

En 1938, por ejemplo, Leese había escrito en su ensayo Devilry in the Holy Land (Diabluras en Tierra Santa): "Es imperativo encontrar un hogar nacional para los judíos. El mejor de todos es Madagascar, lo que hace necesario que Francia y la población aborigen de la isla sean de algún modo retribuidos por los financieros judíos; en Madagascar o, si esta isla no estuviese disponible, en cualquier otro lugar, que los judíos no podrán abandonar bajo pena de muerte. No cabe otra solución" (20).

> Cruzando el Canal en dirección al Reich

Con estos antecedentes puede establecerse una primera conclusión: en 1939, cuando se inicia la Segunda Guerra Mundial, el tema de la emigración de los judíos a Magadascar había sido estudiado seriamente por varios países europeos. Paradójicamente, el país en el que se había alumbrado el proyecto –el Tercer Reich patria de Paul de Lagarde– era el único que en ese momento apostaba por la repatriación a Palestina. Sin embargo, cuando los ejércitos alemanes entraron en París y el mariscal Petain firmó el armisticio constituyéndose la “Zona libre” de Vichy, las cosas cambiaron durante unos meses. El gobierno de Vichy seguía administrando la isla de Madagascar y eso facilitó el que, una vez abandonado el proyecto de repatriar a los judíos alemanes a Palestina (véase RHF–V, artículo Cuando las SS negociaban con el sionismo) a causa de la guerra, ciertas esferas del III Reich, sin duda inspirados por las iniciativas polacas, rumanas, francesas y por los antisemitas británicos, recuperaron las tesis de Lagarde y plantearon la cuestión al gobierno de Vichy.

En 1938 el Ministro de Asuntos Exteriores Bonnet (21), se había entrevistado con Ribbentrop y tras quejarse de que los judíos alemanes seguían llegando a Francia, le comentó que su gobierno tenía intención de enviar 10.000 refugiados judíos a la isla (22). Por su parte, Hannah Arendt en su obra Eichmann à Jérusalem alude a la política hostil de Bonnet hacia los judíos: “poco después Georges Bonnet, ministro francés de Asuntos Exteriores contempló el envío a una colonia francesa de doscientos mil judíos extranjeros residentes en Francia. Bonnet llego incluso a consultar este tema con su homólogo alemán, Joachim von Ribbentrop en noviembre 1938 tras la “noche del cristal”, subrayando que “estaba muy interesado en Francia en encontrar también una solución al problema judío” (23). Todo esto convenció a Ribbentrop de que también Francia experimentaba la sensación de que existía un “problema judío” que era preciso solucionar.

El deterioro de las relaciones franco–alemanas a partir de 1938 hizo que estos primeros contactos no tuvieran continuidad, pero la derrota francesa de junio de 1940 y la creación del gobierno de Vichy facilitaron el que el plan pudiera ser de nuevo replanteado a través de un diplomático, Franz Rademark. El cómo llegó Rademark a ser encargado de la migración judía a Madagascar es un episodio largo pero que conviene detallar (24).

El estallido de la guerra y el consiguiente cierre de fronteras hicieron imposible que los judíos alemanes abandonaran el III Reich. El Plan Palestina fue abandonado y la hipótesis que barajó Heinrich Himmler desde principios de 1940 de concentrar a todos los judíos alemanes a la zona no anexionada de Polonia fue atacada por Hans Frank y Hermann Goering, sin entrar en la fase de estudio técnico.

Tras el fracaso de estas iniciativas la Sección III del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reich (Abteilung Deutschland) actualizó de nuevo la idea de utilizar Madagascar como lugar de destino de la emigración judía. Consultado Reinhard Heydrich, jefe del SD, no tuvo ningún inconveniente en que el proyecto se estudiara en profundidad. 

En julio de 1938 había tenido lugar la Conferencia de Evian–les–Bains a iniciativa del presidente Roosevelt para discutir el problema de los refugiados judíos. Asistieron delegados de 32 países, de la Sociedad de Naciones y representantes de la Agencia Judía, del Congreso Judío Mundial y de la Organización Sionista Revisionista. El Congreso manifestó su simpatía a los refugiados judíos… que no se tradujo en medidas para admitirlos en ninguno de los países asistentes. Solamente algunos países iberoamericanos aceptaron admitir contingentes muy limitados de judíos y se logró que el Reich aligerara los trámites de salida. La República Dominicana fue la única que aceptó la llegada de 100.000 judíos (25).
Chaim Weizman (que sería el primer presidente del Estado de Israel y que asistió al congreso) declaró a la vista del resultado de la conferencia: “El mundo parece estar dividido en dos partes: Una donde los judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar” (26). El Reich ironizó también sobre la doble moral de los convocantes de la conferencia (27).  Desde la celebración de la conferencia, Himmler recordando que la “solución Madagascar” ya había sido contemplada por un precedente del movimiento nacional socialista, Paul de Lagarde y tuvo para sí que esa era la mejor solución y fue él quien tras el fracaso de su solución en la zona no ocupada de Polonia, impulsó también por su cuenta el plan a finales de mayo de 1940 cuando las tropas del Reich ya habían roto la Línea Maginot. Un mes después dos de los organismos más poderosos de Alemania, el Ministerio de Exteriores y las SS–SD avalaban el Plan Madagascar.

Además, este Plan tenía una ventaja sobre la “solución Palestina” intentada antes: evitaba seguir enfrentándose a palestinos musulmanes y cristianos: El hecho de que los judíos estuvieran aislados en un territorio de ultramar administrado por un país aliado de Alemania implicaba en última instancia que era posible ejercer un control sobre la comunidad judía, a diferencia de lo que hubiera ocurrido en Palestina cuando el propio SD había advertido que la creación de un Estado Judío implicaría para Alemania el tener en la zona a un enemigo irreconciliable (ver artículo en RHF–V Cuando las SS negociaban con el sionismo).

Notas a pie de página:

(14)  En 1943, los ingleses hicieron oficialmente entrega de la isla a la administración gaullista representante de la “Francia Libre”. Hasta entonces Madagascar había sido considerada como “colonia”, pero a partir de 1946, acabada la guerra y con los primeros vientos de la descolonización, fue convertida en “departamento de ultramar” lo que no impidió que pocos meses después los independentistas se sublevaran. La metrópoli concedió la independencia en 1960 siendo dirigida por un gobierno socialdemócrata más o menos estable durante 15 años. Sin embargo, entre 1975 y 1992 se hizo cargo del gobierno una dictadura militar. La presión internacional obligó ese año a la celebración simultánea de elecciones presidenciales y legislativas. Las primeras las ganó el candidato opositor y las segundas el antiguo dictador Didier Ratsiraka. La situación de inestabilidad que se gestó a partir de entonces, precipitó al país al borde de la guerra civil en 2002. A partir de ese año se consiguió estabilizar la situación con el reconocimiento de la jefatura de Marc Ravalomanana, empresario y predicador evangélico que gobernó hasta 2009 cuando fue derrocado por un golpe de Estado.

(15) Paul Anton Bötticher, también conocido como Paul de Lagarde (apellido materno), nacido en 1827 estudió en el Friedrich–Wilhelm–Gymnasium de Berlín, estudió teología protestante y cultura orienta en la que finalmente se especializó. Viajó a Londres y París (donde conoció a Ernest Renan). En marzo 1869 fue nombrado profesor de la Universidad de Göttingen donde enseñó lenguas orientales hasta su muerte. Falleció de cáncer poco después de regresar de un viaje de estudios a Italia el 22 de Diciembre de 1891. Paul de Lagarde es prácticamente desconocido en España incluso entre los historiadores y ninguna de sus obras ha sido publicada en nuestro idioma. En la obra Dios en el exilio: lecciones sobre la nueva mitología, escrito por Manfred Frank y Agustín González Ruiz (Ediciones Akal, Madrid 2007, págs.. 87–90) se realiza una pequeña exposición de las ideas políticas de Lagarde. En cuanto a sus ideas religiosas puede consultarse La crisis de la razón, John W. Burrow , Editorial Crítica, Barcelona 2001, págs. 192 y sigs. La mejor obra sobre Lagarde es La pensee de Paul de Lagarde, 1827–1891: Contribution a l'etude des rapports de la religion et de la politique dans le nationalisme et le conservatisme allemands au XIXeme Siecle, Jean Favrat, Librairie H. Champion, París 1979.

(16) Cfr. El racismo, génesis y desarrollo de una ideología de la modernidad, Carlos Caballero, reproducido en varios sitios web entre otros: http://www.arbil.org/%2822%29raci.htm; el artículo demuestra que el caldo ideológico del racismo se dio en aquellos países en donde había crecido el protestantismo y el liberalismo.



(17) El concepto de “espacio vital” (o Lebensraum en alemán) no era de Lagarde, sino que había sido inicialmente elaborado por uno de los fundadores de la ciencia geopolítica, Friedrich Ratzel, contemporáneo del primero. La idea central era que existía una relación entre dos conceptos cuantificables: “espacio” y “población”. La existencia de un Estado digno de tal nombre –es decir, de un Estado que corresponda a un Pueblo– solamente quedaba asegurada en cuanto existiera “espacio suficiente” (vital) para albergar a la población y atender a sus necesidades. Tanto Ratzel como otros miembros de aquella generación de geógrafos (Rudolf Kjellén o Hilford Mackinder) consideraban que la región vital del planeta se encontraba entre el cuadrilátero de Bohemia–Morabia y Asia Central y sostenían que quien dominara esta zona (el Heartland, literalmente, el “corazón de la tierra”), dominaría el mundo. En el Capítulo XIV de Mi Lucha, (véase http://www.radioislam.org/historia/hitler/mkampf/pdf/spa.pdf, pág. 112–121) Hitler recupera esta tesis (que con posterioridad a Lagarde había sido desarrollada por especialmente por Karl Haushofer, amigo íntimo de Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler). En su análisis, Hitler escribe: 
Si en conexión con estos antecedentes, examinamos los acontecimientos políticos de nuestro pueblo durante los últimos mil años, rememoramos las numerosas guerras y luchas libertarias y, por último, analizamos el resultado de toda esta historia, tendremos que confesar que de este mar de sangre, emergieron, propiamente, sólo tres realidades culminantes que bien merecen considerarse como los frutos perdurables de sucesos perfectamente definidos de la política exterior y de la política alemana en general: I) La colonización de la Marca Oriental llevada a cabo principalmente, por los Bayuwares. II) La conquista y la penetración del territorio al Este del Elba. Y III) la formación del Estado de Prusia y, con ello, el fomento sistemático de un especial concepto político y del instinto de la propia conservación y defensa del ejército alemán, a base de organización y de acuerdo con las necesidades de la época” (op. cit., pág. 113). Esto le lleva a ver que el Volk alemán sigue una tendencia expansiva hacia el Este. En definitiva, su idea no era restaurar las fronteras anteriores a 1914 sino conquistar “espacio vital” y nuevos territorios en el Este para garantizar el sustento de la población y la adquisición de nuevas tierras para colonizar. No es raro, pues, que la obra de Paul de Lagarde experimentara un inesperado revival durante el III Reich y que con su caída se olvidara completamente.

(18) Cfr.Über die nächsten Pflichten deutscher Politik, Paul de Lagarde, reimpreso en Schriften für Deutschland (Stuttgart: Kroener, 1933).

(19) Cfr.la obra revisionista La controverse de l’extermination des juifs par les allemands, Jean Marie Noidefeu, http://www.vho.org/aaargh/fran/livres2/bdf2.pdf, pág. 14, nota 3.

(20)     La famosa obra de Theodore Herzl Der Judenstaat: Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage (El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía), que se publicó en febrero de 1896 apareció nueve años después de que Lagarde hiciera pública su propuesta malgache. Existe una traducción francesa accesible de la obra de Herzl: L’État Juif, L’Herne, París 1970. Es probable que Herzl desconsiderara precisamente la ubicación del “hogar nacional judío” en la isla sencillamente porque Lagarde era ya en esos momentos un notorio antisemita y asumir sus propuestas no hubiera sido entendido por sus propios partidarios.


(21) Para una historia breve de los khazaros, cfr. Khazares (Jázaros) & Ashekenazim, David Defranc, publicado en  http://beisashkenaz.blogspot.com/2010/01/khazares–jazaros–ashkenazim.html

(22) Cfr. Breve historia de los judíos de Polonia, Paul Ludsgarten, http://www.generaciones–shoa.org.ar/espanol/textos/textos_ot_breve_historia.htm

(23) Sobre la situación del antisemitismo polaco en esa época cfr. Los judíos en la modernidad europea: experiencia de la violencia y utopía, Victor Karady, Siglo XXI de España Editores, Madrid 2000, pág. 230 y sigs.

(24) Cfr. Antisemitism in interwar poland 1919–1939, por World Future Foudation,
http://www.worldfuturefund.org/wffmaster/Reading/Total/Polish%20Antisemitism.htm

(25) Le pouvoir colonial et les communautés étrangères à Madagascar de 1896 à 1939, Tesis doctoral de Sophie Salomone, 1990, Aix en Provence, reproducido en  http://www.lemedicaldelareunion.com/tmc.htm, entre otros méritos, ésta tesis establece las vicisitudes concretas y el contexto histórico por el que atravesó el proyecto polaco.

(26) Datos extraídos de Le pouvoir colonial… op. cit.

(27)  Goga era dirigente del Partido Nacional Cristiano (Partidul Național Creștin), que había surgido de la fusión de la Liga para la Defensa Nacional–Cristiana de Alexandru Cuza (mentor de Corneliu Zelea Codreanu) y el Partido Nacional Agrario presidido por el propio Octavian Goga. La nueva formación fue el principal competidor de la Guardia de Hierro de Codreanu. Ambas formaciones hacían gala de posiciones antisemitas. Cuza en la época de la fusión tenía ya 78 años por lo que el verdadero jefe de la formación era Goga. El símbolo del partido fue la esvástica y la formación recibió apoyos del III Reich; contaban con un grupo paramilitar, los lãncieri que se enfrentaron en muchas ocasiones a la Guardia de Hierro. Goga en 1936 consiguió reunir a 200.000 camisas azules en la “marcha sobre Bucarest”. Alfred Rosemberg intentó unir el partido de Goga (al que apoyaba) con la Guardia de Hierro (apoyada por Italia) para las elecciones de 1937, pero fracasó. A pesar de que Goga obtuvo un tímido crecimiento y 39 escaños, la Guardia de Hierro le superó con 66 escaños. El nuevo gobierno presidido por Cuza y Goga, empezó a aprobar decretos antisemitas sin contar con el respaldo del parlamento. Al igual que en Polonia, la medida principal de discriminación fue el decreto 169 de 22 de enero de 1938, en el que se establecía la revisión de la ciudadanía de los hebreos y exigía la presentación de pruebas que acreditasen la nacionalidad en un periodo máximo de 40 días. Un tercio de las documentaciones presentadas fueron rechazadas, perdiendo la nacionalidad rumana 225.222 ciudadanos en su inmensa mayoría judíos. Pocos días después el rey Carol II obligó a dimitir a Goga, proclamó la dictadura, disolviendo los partidos políticos y derogando la mayoría de medidas antisemitas.