info-Krisis.-Treinta millones de norteamericanos son pobres, lo cual demuestra que parias no los hay solo en la India. No se trata de hacer antiamericanismo primario, ni de engañarse con la ilusión de un falso optimismo, sino, más bien, de constatar la realidad y preguntarse, parafraseando a André Amalrik -autor en los años 60 de un profético libro titulado ¨¿Sobrevivirá la Unión Sovietica hasta 1984?¨- si en el próximo milenio los EEUU seguirán siendo un país hegemónico, incluso si, a la vista de sus crisis interiores -sus desintegraciones- seguirán existiendo como nación.
En realidad, todas las grandes potencias del pasado han sucumbido, más por crisis interiores que por amenazas exteriores. Es más, el éxito de una ofensiva exterior ha dependido siempre de la existencia de la crisis interior. La historia nos lo enseña desde la caída del Imperio romano hasta el desmantelamiento de la URSS.
PRIMERA DESINTEGRACION: LA GUERRA CIVIL RACIAL Y SOCIAL
A partir de las reivindicaciones cívicas de los años 60, con la presión de las comunidades negras y de los liberales americanos para obtener la igualdad de derechos civiles, se evidencia un problema que es a la vez racial y social. Parcheado a lo largo de los años 60 y de los 70 mediante drásticas leyes anti-racistas el problema distaba mucho de quedar resuelto. Larvaba entre la inmundicia de los ghettos y adquiría nuevas formas.
Los refugiados procedentes por la guerra del Vietnam, junto con las oleadas de "marielitos", de "espaldas mojadas", más tarde los exiliados nicaragüenses, los hijos de los primeros chicanos de los años 50, generaron nuevos ghettos. Con señas de identidad propia basadas fundamentalmente en la lengua los hispanos solo han tardado solo treinta años en convertirse en la minoría mayoritaria de los EE.UU y en otra fuente de disturbios raciales, como se podría preveer desde los tiempos del "West Side Story". Dentro de 25 años, el 40% de la población norteamericana hablará español y el 25% lo utilizará como lengua vehicular, con las transformaciones interiores e internacionales que esto pueda acarrear.
Si bien es cierto que desde 1975 ha crecido la clase media negra -hecho evidenciado a través de películas y teleseries- en realidad está reducida a una serie de individualidades, en unos cuantos Estados. A nivel global, y por las razones que la sociología puede encargarse de descubrir e interpretar -discriminación, pero no solo eso-, lo cierto es que las comunidades negras y chicanas, tienen una tasas de pobreza cinco veces más alta que la etnia blanca. Esta pobreza va intimamente ligada a la marginación, la delicuencia, la drogadicción, etc. hasta el punto de que en el momento actual, estamos ante una pescadilla que se muerde la cola: una cosa genera la otra y viceversa.
No se trata evidentemente de que el gigantismo de las grandes ciudades americanas genere delicuencia: en 1979 hubo 279 veces más robos, 14 veces más violaciones y 12 veces más asesinatos en New York que en Tokio, ciudad más grande. Así mismo en 1978 -y las cifras han crecido desde entonces- la tasa de encarcelamiento era de 200 recluso por cada 100.000 habitantes: 2,5 veces más que Gran Bretaña y 5 más que Japón.
El 43% de los delincuentes detenidos por delito violento son negros (solo el 11% de la población). El 72% de los autores de homicidios son negros, así como el 74% de los condenados por agresión con agravante, el 81% de los robos sin arma y el 85% de los atracadores a mano armada... Las estimaciones más conservadoras atribuyen 14 veces más probabilidades de que un negro cometa un asesinato que lo haga un blanco.
En los años 50, millones de negros emigraron desde zonas agrarias a núcleos industriales; en décadas posteriores tuvieron que sufrir la transformación de la economía yanki, con sus crisis cíclicas y la transformación de las industrias de producción de bienes, en industrias de servicios. Hoy la mitad de la población negra vive en ghettos de grandes ciudades: 7,5 millones. La pobreza, más que la raza es la consecuencia directa de estas cifras.
Las estadísticas son escalofriantes: un negro pobre tiene 25 veces más probabilidad de ser atracado y lesionado que un blanco rico y 8 veces más posibilidades de ser asesinado que un blanco. El homicidio violento es la causa más habitual de muerte de los jóvenes negros de entre 15 y 24 años. Dos de cada cinco niños negros no llegarán a los 25 años de edad, morirán por asesinato o sobredosis. Pero esto no es todo: las familias de los ghettos negros son altamente inestables, a lo largo de los años 70, el número de mujeres negras que estaban al frente de familias creció en un 25% y el número de nacimientos extramatrimoniales lo hizo en un 50%.
Ante todo esto no fue de extrañar que los incidentes raciales de mayo del 1991 se extendieran a las principales ciudades americanas con una violencia que no se conocía desde 1969. A principios de julio del mismo año, volvieron a reproducirse. La cuestión racial, hoy más que nunca, sigue siendo un polvorín dentro de la sociedad americana.
SEGUNDA DESINTEGRACION: EEUU Y LA SEGUNDA RELIGIOSIDAD
Melvin Harris escribía: "En los años sesenta, los teólogos se preguntaban, sin esperanza, si Dios había muerto. En los setenta había multitud de personas en los EEUU que afirmaban haber visto a Dios, o que ellos mismos eran Dios"... En los años siguientes todo esto iba a agravarse.
La nueva izquierda american , la contestación de los años 60 y el movimiento hippie cabalgaron paralelamente a lo que Theodore Roszak calificó como movimiento "psico-místico-paracientífico-espiritual-terapeutico" compuestos por Swamis, Sris, Babas, Bawas, Yoguis, maharishis, maharis, Budas, Gurús, Don Juanes castanedianos, Jesús Freaks, cientólogos, moonies y un largo etc. Se trataba, por lo general, de sectas minoritarias, arraigadas sobre todo en la costa Este. En 1968 aparecían los primeros Jesús Freaks, en 1964 los Hare Krisna, 1958 la cientología y los primeros moonies, en 1971 Maharaj-ji, en esos años proliferaron grupos zen, taoistas, budistas, hinduistas, sufíes, chamanes castanedianos, todos ellos dentro del ámbito de la contracultura. En las más de las veces se trataba de exportaciones adulteradas de las religiones tradicionales de oriente. Todo esto era producto de la crisis de valores y no hay que sorprenderse por ello.
Estas religiones y creencias daban esperanza a gentes que tenían ante sí una crisis de valores e ideales, unos por exceso -exceso de oferta de consumo, que no les terminaba nunca de satisfacer- y otros por defecto -imposibilidad de alcanzar la propiedad de bienes de consumo-, y esto se mezclaba con un tradicional residuo calvinista: "El dinero es un símbolo; representa el éxito cuando se tiene y el fracaso cuando no se tiene", la frase es de Ron Hubbard, fundador de la cientología. No era el único gurú en pensar así.
Todas estas sectas pasan buena parte de su tiempo haciendo proselitismo y recaudando fondos para el gurú. Una antigua moonie declara: "El mesías (Moon) debe ser el más rico. Solo El está capacitado para tener dominio sobre todas las cosas. La Iglesia de Hakeen asegura que las donaciones que se le entregan se incrementan cuatro veces en un plazo de 90 días. Su pontífice hace pronunciar la siguiente exhortación a sus partidarios, a modo de mantra: "Mas Rico Más Deprisa, Mas Rico Más Deprisa, Más Rico Más Deprisa, etc.".
A lo largo de los años 80 el eje de la superstición se desplazó en EEUU de las sectas orientalistas a los telepredicadores que pusieron a su servicio la más temible de todas las armas del arsenal psicológico: la televisión. Sus programas son vistos en el mismo momento vía satélite desde todos los rincones de los EEUU, al prometerlo todo, abren su esperanza de audiencia a la totalidad de la población americana. A mediados de los años 80 Pat Robertson recaudaba para su iglesia casi 100 millones de dólares al año. Jerry Falwell, líder de otra secta, "Mayoría Moral" pedía fondos a través de 650 emisoras de TV: "Cristo no ocupa el corazón de un hombre hasta que no tiene su cartera"... dos millones de personas habían acudido a su demanda con donaciones de todos los calibres.
TERCERA DESINTEGRACION: LA REVOLUCION SEXUAL Y EL PURITANISMO
En la historia de los EEUU se alternan períodos de gran tolerancia de costumbres con otros de férrea represión. El hecho de que menos de la mitad de norteamericanos acudan a las urnas crea una distorsión entre la América oficial y la real y, si bien un buen porcentage de electores exige a su candidato una sobriedad total y puritana en materia de ostumbres, otro sector y buena parte de los no-votantes son partidarios de todo lo contrario. Esta situación esquizofrénica supone un nuevo desgarrón interior en el seno de la sociedad americana.
La América puritana condenaba la sodomización, incluso en el matrimonio, con cadena perpetua en el Estado de Georgia, 30 años de cárcel en Conneticut, 20 en Florida, Massachusets y Nebraska. En New Jersey la masturbación mutua dentro de la pareja, incluso casada, se castigaba con tres años de cárcel. En la totalidad de los EEUU se consideraba delito -y se condenaba a ocho años- las relaciones bucogenitales y después de un período de permisividad en los años 70, desde principios de 1990 se han producido nuevas leyes restrictivas.
La condena a la homosexualidad se realizaba, no en nombre de la heterosexualidad, sino en nombre de la continencia más absoluta. Se consideraba, así mismo, que la masturbación era la via más directa para morir de tisis y que esta práctica unto a la sodomización eran usuales entre seres dominados por el diablo.
Mientras dura su esplendor erótico, la mujer americana, con sus curvas espectaculares y rápido envejecimiento tiende a sustituir sus posibilidades de dar o redibir placer por un culto narcista hacia el propio cuerpo y un exhibicionismo notorio, tras lo que se esconde una profunda anestesia sexual y una incapacidad para gozar. No es raro que el Informe Hite y otras encuestas mas optimistas hayan cifrado el número de mujeres frígidas o incapaces de alcanzar el orgasmo en los EEUU en el 75%.
Todo esto se debia estallar en los años 60: de un lado la aparición de la nueva izquierda y de la contestación, estimuló el Women's Lib y el Gay Liberation Front. Hoy en cualquier ciudad media de los EEUU un gay puede contar con una red de asistencia gay que le cubra desde la búsqueda de empleo hasta el club social, los contactos, los servicios de fontaneria, asistencia jurídica, vestido, comida, etc. El viejo y tradicional "ghetto" gay ya no es tal ghetto. En algunas ciudades de la costa. Este es precisamente el ciudadano no-gay el que vive en el ghetto impuesto por su heterosexualidad.
Tres elementos centrales motivan la crisis de las relaciones sexuales: de un lado el carácter de la mujer americana, su falta de sensibilidad a la hora de hacer el amor, su anestesia sexual, agravada, en contrapartida, por una oferta pornográfica que excita hasta extemos inigualables la fantasía del burgués medio: éste percibe la abismal diferencia entre la realidad de la posibilidad erótica vivida junto a su compañera y lo ofrecido por su imaginación que, a su vez, es estimulado por la pornografía. Estos dos elementos, pornografía y falta de educación sexual, provocan la incapacidad del varón para estimular eróticamentte a la mujer y responder a las exigencias y técnicas de su sexualidad, diferentes a las propias. En este elemento hay que constatar también el elevado número de crímenes con un transfondo más o menos sexual, el elevado número de violaciones, los casos de crímenes en cadena absolutamente demenciales con motivación sexual, etc.
De otra parte, la crisis económica, los altos costos de la educación de los hijos, hicieron que el llamado "baby boom" de los años 50, desapareciera y las tasas de natalidad cayeran en picado. Estos sentimientos antinatalistas modificaron las costumbres eróticas y la moral sexual yankee. La incocrporación masiva de la mujer al mercado de trabajo, fue otro de los factores de la convulsión. "No es divertido ser padre" dicen las estadísticas. ¿Cómo iba a ser de otra manera?. En una sociedad hiperindividualista en donde domina el "yo, ante todo", no es raro que la paternidad sea considerada bajo un aspecto pragmático. Hoy el 15% de las mujeres norteamericanas han decidido conscientemente no tener hijos y se calcula que un 35% de los embarazos que desembocan en nacimientos no son deseados. Esto y la fragilidad de las parejas formadas en función de una atracción sexual puntual, las hace formadas absolutamente inestables -nuevamente no es este un mal específicamente americano, pero también aquí las tasas de divorcio son sensiblemente superiores- y, como resultado, la educación de los hijos se torna extremadamente problemática.
Finalmente, la aparición del movimiento de liberación de la mujer ha terminado por envenenar las relaciones entre los sexos: ante la agresividad de las reivindicaciones femeninas, el americano medio tienen la sensación que la mujer es alguién tosco, ofensivo, antiviril, descarado, grosero y que difícilmente acepta la penetración sino que la considera una agresión a su dignidad, por no hablar de otras prácticas que forman parte de las fantasías del varón: esa sensación de terror ante la propietaria de la vagina, hace que el varón se refugie en otros que sufren su mismo problema.
Hoy en EEUU una de cada tres mujeres vive sola completamente al margen de cualquier relación sexual. ¿Los resultados de la liberación de la mujer? Veamos un frente en el que su avance ha sido espectacular: el Ejército, hay mujeres en todos los escalones, pero después de un período de silencio vergonzante, esta incorporación se enfrenta a la fría realidad de las cifras: tras la guerra del Golfo se supo que 60.000 mujeres militares habían denunciado vejaciones sexuales y el haber sido violadas por sus compañeros de uniforme que no han respetado grados, ni insígneas.
CUARTA DESINTEGRACION: LA OFENSIVA DE LA DROGA
Uno de los miembros del cartel de Medellín, Carlos Ledher, fundador del partido Nacional Latino, hoy preso en EEUU, había sido claro y brutal: "La cocaína es la bomba atómica de los pobres (...)El problema de la droga es el problema de los EEUU: tenemos que vivir de algo para pagar la deuda externa generada por el FMI ¿que tenemos? La nieve blanca..." Hoy EEUU está carcomida por la droga como difícilmente puede estarlo ningún otro país.
En la formación de la beat-generation de los años 50 ya había tenido parte importante el culto a la droga. En los escritos de Ginsberg, Borroughs, Carl Salomon, William Lee, etc. ya se percibe la fascinación "por la otra realidad", la de la droga. Diez años después, con la popularización del LSD a través de Timothy Leary, todo esto iba a cobrar un nuevo impulso.
Hasta ese momento la droga era patrimonio de minorías: de un lado intelectuales de las playas de la costa Este, de otro, "cosa de negros". Los hippies hicieron del culto al LSD y a la marihuana un hábito. Ciertamente no se trata de drogas excesivamente peligrosas o que creasen una adicción insalvable. Por lo demás, el estómago de la sociedad americana podía digerir perfectamente, como una excentricidad o una anomalía minoritaria, los focos de drogadicción. El problema apareció cuando tres drogas irrumpieron en el mercado a lo largo de los años ochenta de forma masiva: la heroina de extremo-oriente, la cocaína latinoamericana y el crak derivado de la anterior. Y si bien es cierto que la primera y la última siguieron recluidos en ghettos cada vez más grandes, pero ghettos al fin y al cabo, negros e hispanos, la cocaína mordió entre los WASP, la clase dirigente blanca, anglo-sajona y protestante. Cuando los yuppies de New York empezaron a acudir a la Bolsa o a sus lujosas oficinas, completamente intoxicados por la droga, la administración Bush empezó a preocuparse.
Reagan ya había enviado expediciones punitivas a Bolivia (marines en 1984 con resultado nulo), Bush intentó por todos los medios comprometer a los gobiernos latinoamericanos en una cruzada contra la droga que solo ha logrado recortar los excesos colombianos y exterminar a los miembros más combativos del cartel de Medellín (y mucho menos a los de Calí y a la narcoguerrilla), pero que apenas ha disminuido el tráfico...
Entre una población sana, socialmente fuerte y disponiendo de valores de referencia, la droga no puede filtrase sino muy capilarmente y nunca impregnar todo el tejido social. En una sociedad enferma, en cambio, la droga no es más que el epifenómeno -uno de los muchos- que revela la existencia de problemas mucho más profundos.
QUINTA DESINTEGRACION: EL DESASTRE MILITAR
Todo lo anterior podría parecer excesivamente subjetivo y con escasa fuerza para conmover a un coloso económico-militar como los EEUU. Pero es que precisamente, en estos frentes donde la situación alarmante. En un chiste publicado en abril del 91 en "The Washington Post" se podía ver un general americano durante una rueda de prensa en la guerra del Golfo: "Hemos destruido sus carreteras, sus puentes, sus infraestructuras y su economía está de rodillas -se refiere a Irak- ...así estamos iguales". La economía de rodillas, tal era la realidad a principios de los años noventa.
En 1960 al 40% de los PNB mundial pertenecía a los EEUU. Treinta años más tardeeta cifra había caído al 25%. La diferencia entre importaciones y exportaciones no ha dejado de desequilibrarse: hoy los EEUU importan el doble de lo que exportan, hace treinta años, la relación era justamente la contraria. ¿El famoso complejo militar-industrial? en los años 80 parte de la industria floreció gracias a sus contratos con el Pentagono: este sector progresó el 45% mientras que en la industria no militar, creció un 8%. La Iniciativa de Defensa Estratégica, el último estirón armamentístico de la "era Reagan", constituyó un balón de oxígeno para el sector, solo que como evidencia J. Riviere -"Los EEUU en el horizonte de la 3ª Revolución Industrial"- "El sector militar de la industria americana es el peor gestionado, el más fraudulento y el más ineficaz de todos".
Hay que desmitificar la "eficacia militar americana". Vietnam fue el espejo del desastre de un ejército. Pero en los años siguientes estos síntomas de ineficacia no han dejado de evidenciarse: la invasión de Granada, planeada para ser resuelta en cuatro horas, se prolongó por espacio de dos días y medio. Otro tanto ocurrió en Panamá en la intervención vergonzosa contra Noriega. Solo el 30% de los bombarderos que atacaron Tripoli en 1985 alcanzaron sus objetivos. Tres de los ocho helicopteros que participaron en la frustada operación de rescate de los rehenes de Teherán, fallaron en el momento crucial y se incendiaron sin ayuda de nadie. Años despues un capitan de destructor nervioso derribaria en el golfo Pérsico a un avión civil confundiéndolo con un bombardero iraní. Realmente poco si tenemos en cuenta lo poco que se sabe de cierto de la operación "Tormenta del Desierto": el misil "Patriot" falló en un 40% de intercepciones a pesar que se enfrentaba con anticuados missiles "Scud" (en los días de guerra se habló de un 96% de éxitos...). También los misiles Tomahawk y los aviones invisibles F-117A, están muy lejos de cumplir las espectativas de eficiacia que las autoridades militares americanas les atribuyeron en 1991. la victoria sobre Irak se debió al empleo de la misma técnica utilizada contra Alemania en la última fase de la guerra, el empleo masivo de los bombarderos de terror sobre las poblaciones civiles, machacando indiscriminadamente infraestructuras, industria y, solo aleatoriamente, ejército.
La ineficacia militar no lo es todo: puede ser sustituida -como de hecho lo ha sido en las últimas conflagraciones en las que los EEUU se han visto involucrados- por la concentración de poder destructor. Pero tal concentración solo es posible si la maquinaria de producción esttá bien engrasada: ¿lo está?.
SEXTA DESINTEGRACION: LA QUIEBRA ECONOMICA
Los EEUU son hoy el país más endeudado del mundo: un billón de dólares. El Estado federal, cada día, él solo, aumenta su deuda en 1.000 millones de dólares ("Le Monde Diplomatique", 14.06.92). No es raro que la inversión pública haya descendido al 0,3% (contra el 2,1% en Francia y el 5,1% en Japón). Desde 1985 la balanza de pagos da un resultado negativo.
Desde el punto de vista de la economía de mercado, un sistema económico es sano en tanto que produce riqueza, pues bien, cada vez son más el número de americanos cuyos ingresos dependen de rentas no proporcionadas por el trabajo (el 17% en 1950, el 24% en 1982). Ahora bien, las actividades que provocan estas rentas generalemente tienen lugar fuera del territorio nacional. Y aquí entra un nuevo elemento en consideración: las empresas multinacionales.
El proceso de acumulación de capital ha sido uno de los factores que han generado la aparición de empresas multinacionales, por lo demás ligadas a dos fenómenos: la entrada en escena de un nuevo tipo de gestor, el yuppie, y la agudización de las tendencias al oligopolio.
El yuppie no crea riqueza, no produce, no tiene contacto directo con los mecanismos de base del sistema industrial, su horizonte se reduce a una oficina, un teléfono y una terminal de ordenador. Su tarea no consiste en planificar producción, realizar estudio de mercado, ni nada por el estilo, sino en comprar y vender empresas en nombre de su consorcio industrial; no se trata solo de compras y fusiones que afecten solo al mismo ramo de actividad de la empresa matriz, sino de todo tipo de empresas cuya compra a bajo precio y su posible venta a precio incrementado -aun antes de haber sido rentabilizada- supongan una operación especulativa con alicientes. No es raro que por este proceso se encuentren ligadas a IBM empresas del sector alimentario, ni que fábricas textiles pertenezcan al consorcio Ford.
En 1975 las 200 primeras compañías industriales tenían un patrimonio mayor que las 500 primeras compañías de 1955. En 1982, las 50 mayores sociedades de los EEUU poseen el 42% de todo el activo utilizado en la producción, mientras que las 500 primeras son dueñas del 72% (los datos son de Melvin Harris, "La cultura norteamericana"). Cuatro compañías de automóviles controlan el 99% de la producción nacional, el 90% de los cereales de desayuno, el 92% de la producción de vidrio plano, el 90% de turbinas y motores, el 90% de lámparas eléctricas, el 85% de los frigoríficos, el 84% de cigarrillos...
A través del proceso de fusiones y compras se producen situaciones de olipolio en la casi totalidad de sectores industriales. No se llega al monopolio -prohibido formalmente- pero nadie niega que las cuatro compañías que controlan cada sector -y que, por lo demás, están entrelazadas por un complicado tejido de corporaciones bancarias- pueden ponerse en cualqueir momento de acuerdo para fijar los precios máximos y mínimos pasando la "libre concurrencia" a la categoría de bella intención.
Luego queda la cuestión de la calidad ausente desde los años 50 en las manufacturas americanas. Véanse algunos ejemplos espectaculares: en 1979 la Ford retiró 16.00 Mustangs y Capris del 70 por defectos en la dirección, 77.000 furgonetas fueron retiradas porque los latiguillos de los frenos delanteros eran defectuosos; 70.000 camiones ligeros no pasaron el control de calidad por problemas en las suspensión. Las cosas no iban mejor en General Motors: 172.000 Monza, Sunbird y Starfires del año 78-79 fueron retirados pro problemas de dirección. Los "Cadillacs" que en los años 50 fueron símbolo de la capacidad productora del imperio, veinte años despues sufrieron 41.500 bajas prematuras por problemas en la inyección.
Pero en otros sectores más discretos de la economía las cosas no iban mejor hasta el punto de que un vendedor de tostadoras ironizaba sobre la pretensión de Bush de liderar el mundo: "¿Cómo podemos dirigir el mundo si no somos capaces de fabricar una tostadora?" ¿A qué se debe todo esto? Fundamentalmente al desinterés del trabajador americano: obrero en una gran corporación industrial, nada le une como productor al consumidor que compra lo que él ha fabricado. Melvin Harris ironiza: "No es probable que un hombre se construya una lanza cuya punta se vaya a desprender en medio del combate, ni que una mujer teja su propio cesto con paja podrida", pero esto supone una relación íntima entre productor y usuario: nada de todo lo cual se percibe en las macrosociedades modernas.
La crisis del sector industrial agravada por los intentos de optimizar beneficios trasladando parte de las industrias a zonas con mano de obra más barata del Tercer Mundo, es paralela al aumento del sector terciario de la economía ¿Por qué se produce este fenómeno? La falta de calidad de los productos manufacturados se puede eludir momentáneamente mediante campañas de publicidad masiva que mostrarán, "sin lugar a dudas" que el producto en cuestión -por defectuoso que pueda ser- es el mejor del mercado. Esto esto unido a la aparición de nuevas tecnologías que abundan en el crecimiento de este sector, hace que aumenten las ocupaciones de servicios e información y disminuya la oferta de puestos de trabajo productores directamente de bienes. El sociólogo Daniel Bell escribe al respecto: "Si una sociedad industrial se define como productos de vienes y la industria decisiva en la configuración de la fuerza de trabajo, los EEUU han dejado de ser una sociedad industrial".
DIAGNOSTICO FINAL: ¿SOBREVIVIRAN LOS EEUU HASTA 2010?
En 1991 Busch dijo: "Hoy podemos ver un nuevo mundo, la perspectiva de un nuevo orden mundial. La guerra del Golfo ha sido el primer desafío a este nuevo mundo y nosotros hemos respondido, mis queridos ciudadanos [...] Oimos tan a menudo hablar del conflicto en el cual están nuestros jóvenes, del fracaso de nuestras escuelas, del hecho que los productos americanos y los trabajadores americanos son de segundo orden. No lo creais. La América que hemos visto en el Golfo era de primer orden [...] Hemos visto la excelencia incluso encarnada en el missil Patriot y en los patriotas que los han hecho funcionar". Más adelante añadía: "Ningún sistema de desarrollo ha encarnado la virtud tan completa y rigurosamente como el nuestro. Nos hemos convertido en el sistema más igualitario de la historia y uno de los más armoniosos". Y finalmente terminaba pidiendo para los EEUU el liderazgo mundial, dada su "alta talla moral".
En este apresurado repaso no exhaustivo hemos visto lo que queda de América, lo que es América; y eso no es todo: los factores de crisis y su incidencia en profundidad y superficie son de tal calibre que se muestran absolutamente irreversibles. Las líneas de tendencia en todos los ámbitos de la política, la economía y la sociedad, llevan a escalones progresivamente más degenerados y a una velocidad de caída, cada vez mayor.
El diagnóstico para nosotros está claro, mientras persista su crisis interna, América está condenada, no morirá por la ofensiva de enemigos que la acosen en sus fronteras, se desplomará interiormente víctima de sus carencias, conflictos y contradicciones. Y lo que es más importante: sin duda con América se hundirá también la ideología que le es propia. Así como la crisis de la URSS entrañó la desparición del comunismo como ideología, la quiebra de los Estados Unidos puede generar una superación de los valores que hasta ahora han caminado junto a la bandera de las barras y estrellas.
Estas dos crisis abrirán -están abriendo- un espacio de libertad para que las energías orientadas a edificar alternativas maduren y se concreten. Nunca como hoy, en los últimos cincuenta años, las condiciones objetivas para un cambio de sistema han sido tan favorables, nunca como ahora el sistema al servicio del capital ha estado tan cerca de su desintegración.
© Ernesto Milà – infoKrisis – infokrisis@yahoo.es" (escrito en 1994)