viernes, 15 de octubre de 2010

Ni contención del gasto público ni prudencia. Así se dilapida nuestro dinero

Infokrisis.- La “ayuda al desarrollo” y a las más inverosímiles ONG son un pozo sin fondo para la hacienda pública. La política de inmigración figura entre la más obscena del gobierno Zapatero. En lucha antiterrorista, al menos, ha habido una prudente marcha atrás y lo mismo puede decirse en la aventura autonómica emprendida por los socialistas en la anterior legislatura. Pero en inmigración cualquier rectificación parece excluida por los planes del presidente del gobierno. Y es ahí, justamente ahí, en donde haría falta con más urgencia, desandar lo andado y sustituir la “improvisación y la chapuza” por una política digna de tal nombre.

En 2009 el déficit público habrá aumentado extraordinariamente y seguramente se situará en torno a los 30.000 millones de euros. No hay ninguna garantía de que la sangría se detenga en diciembre del 2009, sino que es más que posible que siga aumentando.

En diciembre de este año nos habremos aproximado a los 3.000.000 de parados y un año después es más que posible que hayamos superado la barrera de los 4.000.000. El gasto social que representa el pago de subsidios y seguros de paro va a ser de tal calibre que será necesario contener el gasto público.

Zapatero y el derroche presupuestario

Hay áreas de la administración en donde se dilapidan cientos de millones de euros al año. El gobierno está subvencionando a las más absurdas ONGs, cubriendo en algún caso hasta el 80% de su presupuesto (como el caso que denunciamos del Movimiento contra la Intolerancia) sin que su tarea sea en absoluto relevante, ni reaicen ninguna aportación tangible a la sociedad salvo el enriquecimiento de sus administradores.

El otro frente que será preciso recortar es el de la, eufemísticamente llamada “ayuda al desarrollo”. La intención del gobierno ZP de alcanzar en esta legislatura la barrera-fetiche del 0’7% debe ser revisada. Aunque nuestro país gozara de una desahogada situación económica habría que preguntarse si esa ayuda sirve para algo.

¿Salvar vidas o sostener a tiranuelos?

Cuando se formula esta cuestión a cooperantes, ONGs y profesionales de la “ayuda humanitaria”, la respuesta es siempre la misma: “con que salve una vida, ya es suficiente”. De hecho, nuestro actual 0’5% de PIB destinado a ayuda al desarrollo no solamente no salva vidas, sino que probablemente contribuye solamente a que muchos tiranuelos africanos sigan masacrando a su población.

Cuando se viaja a cualquier país africano, tanto en Marruecos como en Malí o Mauritania, en los comercios se pueden ver las bolsas de arroz o harina de Cruz Roja con la indicación: ”Ayuda humanitaria. Prohibida su venta”. Hoy, la ayuda humanitaria sirve sólo para que una banda de progres y snobs laven su conciencia pensando que hacen algo “por los pobres”.

En realidad, nuestros fondos de “ayuda humanitaria” languidecen en las bancas suizas en cuentas cifradas cuyos titulares son los tiranuelos africanos. O centroamericanos. Países como Nicaragua reciben ingentes ayudas de fondos solo por el hecho de ser gobernados por amigos de ZP como el “comandante” Ortega, al margen de que su propia familia lo haya denunciado como violador incestuoso y pedófilo.

Viajar por el mundo tirando de talonario

En período de “vacas gordas” nadie se preocupaba por este 0’5%. A fin de cuentas, el superavit de las cuentas permitían arrojar a los pobres eso y mucho más. A Zapatero se le llenaba la boca exhibiendo en NNUU y en los mítines las abultadas cifras de “ayuda al desarrollo”. Moratinos llegó a desarrollar el Plan África, basado solamente en el ingenuo método de hacer amigos tirando de talonario.

Cada ve que Leyre Pajín o la vicepresidenta del gobierno o el propio Moratinos toman el jet con destino a cualquier país insolvente es cuestión de echarse a temblar: podemos apostar con que el viaje costará entre 5 y 40 millones de euros en “ayuda al desarrollo” que, simplemente, por presentarse como “ayuda humanitaria”, parece libre de toda crítica. Y debería ser todo lo contrario.

Si esa ayuda no se fiscaliza hasta el último euro se corre el riesgo –como ya ha ocurrido- de que cualquier ayuda a los países pobres esté bajo sospecha. Hoy hemos alcanzado ese punto de desconfianza: ni una sola vez el gobierno socialista nos ha explicado para qué ha servido esa “ayuda al desarrollo”, nunca nos han presentado un logro realizado con el dinero de nuestros impuestos, jamás hemos visto un proyecto educativo con pies y cabeza que haya cristalizado… sabemos eso sí, que los excedentes de algunas editoriales ligadas al partido del poder, se han enviado a países como Bolivia como “ayuda”… ayuda ¿a quién? Al país receptor o a la “empresa de los amigos”.

Las exigencias impuestas por la crisis

Hoy más que nunca es urgente que el Estado se fije dos objetivos: ayudar con eficacia y disipar las reservas que tiene la población sobre el destino de la “ayuda humanitaria” y la tarea de las ONGs. Para eso será preciso aplicar estrategias consistentes en:

1) Cortar toda ayuda con países que no colaboren al 100% en la repatriación de inmigrantes.

2) Cortar toda ayuda a gobiernos dictatoriales y sanguinarios que restringen los derechos humanos.

3) Suspender toda ayuda humanitaria a países en los que existan serias sospechas de que los fondos y los bienes enviados se dilapidan o se desvían hacia otros objetivos.

4) Realizar auditorías oficiales a todas las ONGs que hayan recibido más de 60.000 euros en ayudas públicas para comprobar si el dinero público se ha destinado a los fines programados y en su defecto entregar los datos a la fiscalía general del Estado para que actúe en consecuencia.

5) Restringir las ayudas y los beneficios fiscales solamente a las ONGs que realmente realicen una función social.

6) Llevar ante el Tribunal Internacional de La Haya a países que no hayan respetado los acuerdos bilaterales firmados por España.

7) Depurar responsabilidades en la cúpula de Interior y en la cúpula del ministerio de Trabajo e Inmigración sobre los “maletines” entregados irresponsablemente a policías y autoridades de los países receptores de vuelos de repatriación.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen