Infokrisis.- El sistema mundial ya no da más de sí: o se sustituye o se desploma. Esta no es una crisis económica como las anteriores. Es la gran crisis de la globalización. La fragilidad del sistema mundial ha hecho que la primera crisis sea la última. Las medidas de rescate de los bancos emprendida por los gobiernos occidentales es un mero parche técnico. El problema no está en los bancos sino en el sistema económico mundial. O se le sustituye o se desploma. A elegir.
A fuerza de pensar en la liquidez bancaria, en el paro y en la pérdida de poder adquisitivo, perdemos la perspectiva y los árboles nos impiden ver las hojas. Los distintos aspectos de la actual crisis van mucho más haya de la economía, afectan a todos los órdenes de la sociedad.
¿Qué es la globalización? Nada bueno
La globalización es aquel sistema que asegura cinco factores:
1) Que los capitales podrán acudir a las bolsas en cada momento más jugosas. Con un “enter” de ordenador cientos de millones de euros o dólares pueden migrar de un país a otro en busca de un 0’5% más de beneficio.
2) Que las plantas de producción pueden mirar a los países con menos coberturas sociales, salarios más bajos y mayor proximidad a las fuentes de materias primas.
3) Que en los países del Primer mundo se puede rebajar el precio de la mano de obra importante trabajadores extranjeros.
4) Que un gobierno es legítimo no por su fundamentación jurídica y representativa, sino por abrir o no sus mercados al exterior.
5) Que los marines son el brazo armado de la globalización y cualquier casus belli vale para abrir nuevas guerras y convencer a los escépticos de las bondades del sistema.
¿A dónde lleva la globalización? A un mundo peor
Estos cinco elementos configuran la realidad del actual sistema económico mundial que tiene unas características extremadamente peligrosas:
1) Se trata de un sistema inestable en donde ni los capitales, ni las industrias, ni las personas, están fijos. Hemos regresado al tiempo prehistórico de los “nómadas”. La globalización ha arrojado por la ventana todo lo que es sedentario, estable, fijo, permanente.
2) La globalización no genera distribución de la riqueza sino aumento de las diferencias: entre países ricos y países pobres y dentro de cada país entre élites económicas y resto de la población. Se tiende a una mayor concentración de capitales en menos manos.
3) La transformación del Primer Mundo en zona de servicios y del Tercer Mundo en Meca de la deslocalización lleva a empobrecer a las clases medias y trabajadores en el mundo desarrollado y aumentar el volumen de la mano de obra esclava en los países receptores de la deslocalización.
4) Esta redistribución de la producción supone que el mundo desarrollado pierde puestos de trabajo que no hay forma de recuperar y, por tanto, pierde capacidad de consumo. Así pues, la globalización genera un aumento de tensiones sociales, tan sólo compensado en momentos de “vacas gordas” mediante un sistema de narcosis cultural que induce a la pasividad, a la fuga de la realidad y al fatalismo.
Todo esto es lo que podemos llamar un “mundo peor”. La globalización abordada en los últimos veinte años y presentada como panacea universal, va acumulando un formidable potencial explosivo de carácter social que va a ser difícil que estalle.
En estos momentos, la gran duda es si la globalización se desprenderá antes o después de que un estallido social le ponga fin.
Los tres focos del estallido social
Los eslabones más débiles en la cadena de la globalización son tres:
1) Las clases media europeas: dotadas de un alto nivel cultural y dirigidas por alfeñiques políticos. Estas clases medias, cada vez más empobrecidas y con una capacidad económicas más limitada no podrán eternamente soportar la presión que les precipita por el abismo del empobrecimiento.
2) Las masas explotadas asiáticas: que, antes o después, tomarán conciencia de su situación de explotación y exigirán derechos sociales y libertades políticas.
3) Los sectores engañados por la globalización que han abandonado sus países de origen emigrando a los países del Primer Mundo en donde se les prometía acceso a unos mercados de consumo que hasta ahora les siguen vedados.
La combinación de estos cuatro elementos generará distintos “frentes del rechazo” que acentuarán tensiones internacionales y en el interior de cada país.
¿Hacia dónde? Preparar la post-globalización
El sistema económico basado en la globalización es inviable e indeseable y lo ha demostrado con creces. Solamente la talla de enanos políticos de nuestra clase política es capaz de considerarla como indiscutible.
Hace falta empezar a pensar en el futuro del sistema mundial. Este sistema deberá basarse en cinco puntos:
1) Un mundo multipolar con un eje centrado en la alianza euro-rusa con voluntad de sustituir al actual mundo multipolar.
2) La división del mundo en zonas de economía integrada, protegidas por aranceles: nuestra zona no es otra que el espacio euro-ruso que debe configurarse como espacio económico-político autónomo.
3) Grabar con tasas el capital errante que migra de una bolsa a otra, estabilizándolo sobre los espacios de economía integrada.
4) Recuperar la capacidad de planificación económica de los Estados, necesaria en estos momentos en los que se ha percibido que los mercados no bastan para ordenar la economía mundial.
Estas cuatro condiciones para abrir el tiempo nuevo de la post-globalización serán tachadas por los economistas liberales como medidas “socialistas”. Estos esquematismos simplistas dan la medida de su talla intelectual. No son “socialistas” más que para las mentes obtusas cuyo liberalismo nos ha llevado a la crisis actual.
(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
A fuerza de pensar en la liquidez bancaria, en el paro y en la pérdida de poder adquisitivo, perdemos la perspectiva y los árboles nos impiden ver las hojas. Los distintos aspectos de la actual crisis van mucho más haya de la economía, afectan a todos los órdenes de la sociedad.
¿Qué es la globalización? Nada bueno
La globalización es aquel sistema que asegura cinco factores:
1) Que los capitales podrán acudir a las bolsas en cada momento más jugosas. Con un “enter” de ordenador cientos de millones de euros o dólares pueden migrar de un país a otro en busca de un 0’5% más de beneficio.
2) Que las plantas de producción pueden mirar a los países con menos coberturas sociales, salarios más bajos y mayor proximidad a las fuentes de materias primas.
3) Que en los países del Primer mundo se puede rebajar el precio de la mano de obra importante trabajadores extranjeros.
4) Que un gobierno es legítimo no por su fundamentación jurídica y representativa, sino por abrir o no sus mercados al exterior.
5) Que los marines son el brazo armado de la globalización y cualquier casus belli vale para abrir nuevas guerras y convencer a los escépticos de las bondades del sistema.
¿A dónde lleva la globalización? A un mundo peor
Estos cinco elementos configuran la realidad del actual sistema económico mundial que tiene unas características extremadamente peligrosas:
1) Se trata de un sistema inestable en donde ni los capitales, ni las industrias, ni las personas, están fijos. Hemos regresado al tiempo prehistórico de los “nómadas”. La globalización ha arrojado por la ventana todo lo que es sedentario, estable, fijo, permanente.
2) La globalización no genera distribución de la riqueza sino aumento de las diferencias: entre países ricos y países pobres y dentro de cada país entre élites económicas y resto de la población. Se tiende a una mayor concentración de capitales en menos manos.
3) La transformación del Primer Mundo en zona de servicios y del Tercer Mundo en Meca de la deslocalización lleva a empobrecer a las clases medias y trabajadores en el mundo desarrollado y aumentar el volumen de la mano de obra esclava en los países receptores de la deslocalización.
4) Esta redistribución de la producción supone que el mundo desarrollado pierde puestos de trabajo que no hay forma de recuperar y, por tanto, pierde capacidad de consumo. Así pues, la globalización genera un aumento de tensiones sociales, tan sólo compensado en momentos de “vacas gordas” mediante un sistema de narcosis cultural que induce a la pasividad, a la fuga de la realidad y al fatalismo.
Todo esto es lo que podemos llamar un “mundo peor”. La globalización abordada en los últimos veinte años y presentada como panacea universal, va acumulando un formidable potencial explosivo de carácter social que va a ser difícil que estalle.
En estos momentos, la gran duda es si la globalización se desprenderá antes o después de que un estallido social le ponga fin.
Los tres focos del estallido social
Los eslabones más débiles en la cadena de la globalización son tres:
1) Las clases media europeas: dotadas de un alto nivel cultural y dirigidas por alfeñiques políticos. Estas clases medias, cada vez más empobrecidas y con una capacidad económicas más limitada no podrán eternamente soportar la presión que les precipita por el abismo del empobrecimiento.
2) Las masas explotadas asiáticas: que, antes o después, tomarán conciencia de su situación de explotación y exigirán derechos sociales y libertades políticas.
3) Los sectores engañados por la globalización que han abandonado sus países de origen emigrando a los países del Primer Mundo en donde se les prometía acceso a unos mercados de consumo que hasta ahora les siguen vedados.
La combinación de estos cuatro elementos generará distintos “frentes del rechazo” que acentuarán tensiones internacionales y en el interior de cada país.
¿Hacia dónde? Preparar la post-globalización
El sistema económico basado en la globalización es inviable e indeseable y lo ha demostrado con creces. Solamente la talla de enanos políticos de nuestra clase política es capaz de considerarla como indiscutible.
Hace falta empezar a pensar en el futuro del sistema mundial. Este sistema deberá basarse en cinco puntos:
1) Un mundo multipolar con un eje centrado en la alianza euro-rusa con voluntad de sustituir al actual mundo multipolar.
2) La división del mundo en zonas de economía integrada, protegidas por aranceles: nuestra zona no es otra que el espacio euro-ruso que debe configurarse como espacio económico-político autónomo.
3) Grabar con tasas el capital errante que migra de una bolsa a otra, estabilizándolo sobre los espacios de economía integrada.
4) Recuperar la capacidad de planificación económica de los Estados, necesaria en estos momentos en los que se ha percibido que los mercados no bastan para ordenar la economía mundial.
Estas cuatro condiciones para abrir el tiempo nuevo de la post-globalización serán tachadas por los economistas liberales como medidas “socialistas”. Estos esquematismos simplistas dan la medida de su talla intelectual. No son “socialistas” más que para las mentes obtusas cuyo liberalismo nos ha llevado a la crisis actual.