lunes, 28 de septiembre de 2015

Diario de la Desesperanza (XVIII)


Las elecciones de ayer y las declaraciones de la clase política en las horas siguientes demuestran especialmente que nada va a cambiar: los soberanistas seguirán con su erre que erre, los no soberanistas son su “cúmplase la constitución” y las izquierdas socialistas y podemitas con su “ni soberanismo ni españolismo sino todo lo contrario”. Como podía preverse, estas elecciones no han solucionado nada.  Todo va a depender ahora de la capacidad de digerir los resultados que tenga cada parte. Y me temo que tal capacidad es mínima. Se abre un período de alta inestabilidad que, para colmo, se trasladará a todo el Estado cuando en las elecciones de diciembre el PP no pueda revalidad sus resultados, y necesite de algún socio para seguir gobernando. ¿Y Podemos? ¿ya no es una amenaza para la “estabilidad”? Las elecciones catalanas también han contribuido a redimensionar a esta fuerza, tanto como la gestión de sus alcaldes… no se puede decir que el balance de todo esto haya sido muy brillante. Razón tenía Pablo Iglesias cuando desaconsejaba participar en las municipales y autonómicas… veremos lo que queda de él en las generales.

Cataluña: una tierra, dos identidades. Eso es lo que han confirmado los resultados de las últimas elecciones catalanas. Algo que ya se sabía, pero que la Generalitat soberanista se obstinaba por negar.  La buena noticia es que la identidad catalana y la identidad española están unidas por una relación de contigüidad. No hay más brecha que la que ellos mismos se quieran poner. Y a decir verdad, el nacionalismo lleva cavando brechas más y más. Su proyecto no es más que ser independientes, con todas las ventajas y sin ningún inconveniente. Lo primero, la hacienda única (dadle a Mas la hacienda catalana y rebajará su entusiasmo soberanista). El problema es que en Cataluña ya no hay dos identidades contiguas, sino tres. Sobre 7.500.000 de habitantes de Cataluña, 1.500.000 han nacido en países extranjeros de los que 1.000.000, quizás algo más, son países islámicos (del Magreb, de África negra y de Paquistán). Y aquí sí que no hablamos de “identidades contiguas” ni de “brechas artificiales”: las brechas que existen, culturales, religiosas y antropológicas son muy profundas. Además su tasa de reproducción es cuatro veces superior a la española (y no digamos a la catalana). Y no nos engañemos: hacen rancho aparte salvo para exigir subsidios y ayudas sociales. Inintegrables en un mercado laboral deshecho, inintegrables en las costumbres y tradiciones catalanas y españolas, en 20 años supondrán un 30% de la población catalana… con o sin independencia. No albergamos la menor duda de que la identidad española y la catalana son complementarias y no están en contradicción , ni tiene porqué chocar… salvo que alguien pretenda que una domine a la otra. Lo que pasa es que el tercero en discordia, “ya están aquiiií”… y se equivocan los ingenuos soberanistas si pretenden hacer de un islamista un “bon català” como hicieron con un andaluz, un murciano, un extremeño o un castellano viejo…

“El área metropolitana evita la victoria independentista en votos…”. Título de La Vanguardia, demostrando una vez más la miserabilidad de este medio y lo tendencioso de sus titulares. La noticia viene a decir que en el área metropolitana (donde se concentra la mayoría de población catalana), el soberanismo ha sido derrotado. Correcto. Así pues, el título de la noticia debería ser, en aras de la claridad: “Derrota independentista en el área metropolitana”, pero eso no sería bien visto desde la Generalitat soberanista. Así pues, hay que aludir a “victoria independentista”… aun cuando en el área a la que alude la noticia se trate de una “derrota independentista”. Sin olvidar que en todo el rotativo, hasta ahora boletín interno de CiU , la palabra “elecciones plebiscitarias” no aparece ni por asomo. “Una información tendenciosa para un pueblo desinformado…”, lema de la Dirección de Medios de Comunicación de la Generalitat de Cataluña.

El IBEX abre con mínimas pérdidas tras las elecciones catalanas… titula La Vanguardia una noticia innegable. Aunque, realidad, debería haberse titulado así: “Los resultados electorales frenan el proceso soberanista y generan pérdidas mínimas en la bolsa”. Los políticos siempre dicen en la noche electoral lo que están obligados a decir. Todos han ganado y el que no ha ganado encuentra motivos para su júbilo. Los tertulianos, comentaristas y plumíferos decimos lo que nos viene en gana, unos en función del sentido común, otros en base a sus preferencias políticas o a quienes le pagan… pero sólo los inversores emplean la noche de las elecciones en meditar sobre los resultados y actuar en consecuencia. Si vencían los soberanistas se producía la debacle en las bolsas españolas. ¿No se ha producido? Luego el “peligro independentista” en un “tigre de papel”. Seguirán aparentando vida: pero el tiempo juega contra ellos en todos los terrenos. Su techo está por debajo de los dos millones de votos. Carecen de fuerza social para casi todo, incluso para exigir una Hacienda Catalana. Los inversores lo saben. Por eso el IBEX no se ha inmutado apenas.