viernes, 11 de diciembre de 2020

> José Antonio, Falange y los CAUR (7 de 7) - Conclusiones

José Antonio y Falange Española mantuvieron relaciones con los CAUR y a través de esta organización pudieron obtener una subvención del régimen fascista italiano. Las actividades personales de José Antonio como diputado contrarias a que el gobierno español apoyara las sanciones propuestas por el Reino Unido contra Italia y la campaña que el partido realizó en la misma dirección, así como el informe sobre la situación política española elaborado por el líder de Falange Española a finales de 1935, fueron la contrapartida a esta financiación. 

En total, José Antonio había canalizado hacia Falange Española 50.000 liras cada mes de junio a diciembre de 1935 (esto es 350.000 liras), cantidad equivalente a 50–60.000 euros actuales. Una suma modesta hoy, pero relativamente importante en la época. El último recibo firmado por José Antonio data de la entrega realizada en París en noviembre diciembre de 1935. Luego la situación política se precipitó en España: elecciones de febrero de 1936, detención de José Antonio en marzo de ese año…

La carta enviada desde prisión en la que José Antonio pedía a Landini que entregara las cantidades a una persona de su “máxima confianza” no surtió efectos. Landini tenía la orden expresa de entregar esas cantidades solamente a José Antonio y a nadie más, mientras no recibiera órdenes expresas en ese sentido. Alguien fue a París a tratar de rescatar esa cantidad en nombre de José Antonio (y autorizado por éste), dato que se conoce por la carta enviada por Landini a su superior el 14 de julio de 1936: “Como te he dicho, la cuota mensual de Primo de Rivera están a tu disposición. No quise pagarlas (y te lo dije) a un fiduciario suyo por razones de elemental prudencia; además, para pagar siempre estamos a tiempo. No se sabe nada más. Si me fuera posible —dentro de mis posibilidades— trataré de procurarme libras esterlinas, ante la eventualidad de una devaluación del franco: pero hoy, medidas restrictivas impiden este cambio”, terminando: “Las cosas en España van de mal en peor; no será nuestra modesta ayuda las que hará triunfar el fascismo; si triunfase, se deberá apoyar fatalmente en nosotros...” (1). Cuatro días después estallaba la sublevación cívico–militar del 18 de julio. Landini, a finales de año, terminó reintegrando la cantidad que José Antonio nunca pudo retirar a la caja del Ministerio.  

Todo esto está suficientemente documentado como para que pueda seguir siendo negado o ignorado por los historiadores falangistas o por el propio movimiento falangista. Harían mucho mejor en integrar estos elementos en una historia de su movimiento. La negativa o el tratar de ignorarlos no es, desde luego, la mejor actitud. Sería incluso favorable para un redimensionamiento de la figura de José Antonio como dirigente político en lugar de como mito. José Antonio fue lo primero y, como veremos, solamente el franquismo lo mitificó a efectos de lograr la adhesión de sus partidarios y garantizar un sustrato social y político al régimen especialmente hasta 1943. Pero el José Antonio dirigente político, maniobraba para sacar adelante el proyecto en el que estaba embarcado. Sabía perfectamente que para hacerlo estaba obligado a apoyar al diablo en persona si hubiera sido necesario. No se vio obligado a hacer tanto: le bastó con ampliar y mejorar las relaciones que mantenía en Italia desde que había visitado el país con su padre, Miguel Primo de Rivera, en su período como Dictador. Aquellos contactos ya establecidos (y que renovó pocos días antes de la fundación de Falange Española, manteniendo una primera entrevista con Mussolini) fueron ampliados mediante el contacto con los CAUR. José Antonio prestó un servicio a Italia y fue remunerado por ello. Es así de simple. El “servicio” consistió en defender la lucha contra las sanciones que Londres intentaba imponer a Italia.

Eso fue todo. Todo lo demás, es pura anécdota: el papel de Giménez Caballero, el nombramiento de Jacinto Benavente como presidente del CAUR madrileño, las conferencias que el primero dio en Europa organizadas por Coselschi, tan pintoresco como él aunque mucho menos brillante.

Al ignorar la “táctica” joseantoniana en relación a Italia, los falangistas han caído habitualmente en errores de apreciación. El grupo seudo–hedillista FE–JONS(A) se equivocó al negar una y otra vez la presencia de José Antonio en Montreux alegando el famoso comunicado redactado en 1934 e ignorando que en 1935 sí había estado presente. Y lo negaban en un momento en el que dicha información ya estaba disponible en España para quien quisiera conocerla. Si simplemente hubieran asumido que José Antonio era un “político” y no ese mito que había construido la propaganda franquista y de la que ellos, los miembros de FE–JONS(A), paradójicamente, atacaban, si hubieran sido capaces de bajar a su líder del pedestal mítico en el que otros lo habían colocado y hubieran tratado de interpretar sus acciones en clave táctica, habrían evitado realizar una y mil veces, ellos y otros “disidentes” falangistas, caer en el ridículo y evidenciar su ignorancia histórica.

En su favor cabe decir que la personalidad de José Antonio registraba una curiosa duplicidad: por una parte estaba preocupado por cuestiones intelectuales, en tanto que lector empedernido, tendió a incorporar ideas nuevas durante su breve aventura política que no estaban implícitos en 1930 cuando era vicesecretario de la Unión Monárquica Nacional, ni siquiera cuando fundó Falange Española. Pero la otra parte de la personalidad era la de dirigente político, líder que no dudaba en acompañar a sus militantes a las primeras ventas del semanario FE, o a los parados de las CONS en las obras del paseo de la Castellana. No hay “un José Antonio”. Hay dos: el intelectual doctrinario y el dirigente político, militante y activista. Y no siempre los dos circulan en la misma dirección ni están unificados. Es evidente que la actitud de José Antonio ante los CAUR fue, ante todo “táctica”: públicamente negó su relación con la “internacional fascista” para asistir al congreso siguiente, después de entrevistarse por segunda vez con Mussolini.

Lo tienen muy difícil los falangistas que sigan manteniendo –atrincherados únicamente en la evolución doctrinal de José Antonio– que Falange fue siempre completamente ajena, exterior al fascismo y que tan solo tuvo con él coincidencias casuales...

NOTAS A PIE DE PÁGINA

(1) Cf. JL. Jerez, op. cit., pág. 186, los datos están extraídos de National Archives, Washington, D.C. T-586, Rollo 416, fotograma 007667, y Rollo 418, fotogramas 008749 y 008667.



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