jueves, 10 de diciembre de 2020

> José Antonio, Falange y los CAUR (6 de 7) - José Antonio y los congresos de Montreux (2ª parte)

Es significativo que Francisco Bravo, otro historiador falangista, mencione solamente en dos ocasiones en su libro a Mussolini (1) y ninguna a los CAUR, a los Congresos de Montreux o a Eugenio Coselschi. A pesar de su minuciosidad en algunos temas, Bravo evita cualquier de manera significativa, cualquier alusión a los pasos que José Antonio dio fuera de España. A pesar de todo, Bravo alude a que a finales de 1935: “Terminó aquel mes con una campaña activa en contra de las sanciones acordadas por el Parlamento, a propuesta del Gobierno, contra Italia por sus planes de conquista de Abisinia. Y de entonces arranca el que nuestros militantes–casi los únicos italianófilos del país denominasen abisinios a cuantos en todo momento se manifestaban contra el país hermano y su alto Jefe, Mussolini” (2).

Otro de los autores falangistas que despacha el tema de manera apresurada y de una manera contradictorio con lo que estamos intentando demostrar (a saber que, no solamente, participó José Antonio en el segundo Congreso de Montreux, sino que asumió las tesis centrales que justificaban su convocatoria en aquel momento) es David Jato, el cual escribe: “La Falange había declarado que no se sentía ligada a ninguna internacional ideológica y declinaba asistir a una reunión fascista en Montreux. Y aun cuando en el verano de 1935 José Antonio había accedido a la renovada invitación, lo hizo por una mezcla de cortesía y curiosidad, pues deseaba conocer a los distintos jefes fascistas europeos. Su intervención consistió en señalar lo contradictorio de la pretendida internacional de partidos nacionalistas” (3). Es inevitable ahora que hagamos alusión al contenido de la intervención de José Antonio en aquel encuentro.

José Luis Jerez es quien ha aportado datos más concretos sobre esa intervención. Escribe en José Antonio fascista:

El Jefe de Falange tuvo una breve intervención pública en las sesiones de trabajo, que duró algo más de quince minutos, de saludo a los asistentes. Hizo su entrada en la sala de reunión, donde se celebraban las sesiones, a las diez de la mañana del día 11 de septiembre, a la hora concertada con el presidente de los C.A.U.R. Coselschi, quien interrumpió el desarrollo del orden del día, según lo previsto y como golpe de efecto, para conceder la palabra a José Antonio en estos precisos términos, según consta en las actas taquigráficas:

“Me permitirán interrumpir esta exposición para saludar al representante de la Falange Española, Primo de Rivera que lucha denodadamente contra el comunismo en su Patria.

La Falange Española tiene una aureola de martirio y de gloria porque casi todos los días en las calles, se combate en España, y porque la juventud de este país vierte su sangre por defender el ideal que nos ha reunido a todos.

Estoy seguro de expresar los sentimientos de todos vosotros, saludando, en Primo de Rivera, a la joven España y os ruego guardar un minuto de silencio en memoria de los caídos que son numerosos de la Falange Española, y además a todos los caídos de todos los movimientos que aquí están representados”

"Primo de Rivera sigue desde hace mucho tiempo con simpatía nuestra organización y si no forma parte efectiva de ella es por las razones de política interior que el mismo os explicará. Para cuando hayamos formado el Frente Único, que será la conclusión de nuestras conclusiones, Primo de Rivera habrá, pienso, preparado a la opinión pública de su país que sentirá la necesidad de no estar ausente de una reunión como esta.



Pienso que los sentimientos de España en cuanto a esto —y si me equivoco que me lo diga Primo de Rivera— provienen de la aversión que tiene a verse mezclada en asuntos internacionales.

El español posee un individualismo que le empuja a rechazar toda organización internacional; pero ustedes verán por las conclusiones del Congreso del KOMINTERN que cuando se trata de construir un Frente Único se ve llegar hasta los partidos de extrema derecha socialista (radical–socialista) para desencadenar la revolución mundial que sería el fin de la civilización europea. Pienso, pues, que unirse no es hacer internacionalismo, sino responder con la unión de las fuerzas puras y sanas a la unión de las fuerzas que quieren desencadenar la revolución sangrienta” (4).

Entonces cedió la palabra a José Antonio el cual pronunció un breve parlamento cuyo texto íntegro reproducimos:

“Agradezco muy sinceramente la emocionante acogida que habéis tributado no a mí, sino a la Falange Española que combate cada día en las calles ensangrentadas de mi país. Me siento muy conmovido por vuestro recibimiento y os trasmito muy sinceramente el saludo de la Falange Española y el mío. De momento, estoy en la obligación de no participar en los trabajos de vuestra Comisión. El Presidente os ha dado las razones. España no está preparada todavía a unirse por mi mediación, a un movimiento de carácter no ya internacional, sino supranacional, universal. Y esto no sólo porque el carácter español es demasiado individualista, sino también porque España ha sufrido mucho por las Internacionales. Estamos en las manos de tres internacionales por lo menos: una masónica, una socialista, otra capitalista y quizá de otros poderes, de un carácter extranacional que intervienen en los asuntos españoles. Si apareciésemos ante la opinión española como unidos a otro movimiento, y esto sin una preparación lenta, profunda y difícil, la conciencia pública española, e incluso la conciencia democrática protestaría. Es preciso, pues, preparar a los espíritus en vista de estos trabajos supranacionales.

Los jefes están obligados, con mucha frecuencia, a refrenar a sus propios partidos. Si yo comprometiera mi condición de Jefe, iría probablemente contra la opinión de la mayoría de mi partido. Ahora bien, ustedes saben que la Falange Española, para su gloria y su desgracia, ha tenido ya treinta y cuatro muertos (combatimos todos los días; Barone me decía hace un momento que los periódicos franceses relatan un encuentro en el que hemos tenido la suerte de triunfar, pero en el que ha habido muertos y heridos) y esto me crea lazos más fuertes que el sencillo deber o la vanidad y me amarra a mi puesto de Jefe... Estoy atado por la sangre de nuestros mártires, por lo que no me considero autorizado a contrariarlos. Pero creo que frente a los peligros comunistas e internacionalistas hay que reconocer que los pueblos civilizados tienen el derecho y el deber de transmitir esta civilización a los más retrasados.

Yo creo que todos nosotros estamos obligados a preparar la opinión en nuestros diferentes países antes de iniciar una acción colectiva. Yo prometo a todos vosotros hacer lo que pueda en este sentido y despertar una conciencia nacional.

Ahora debo abandonar esta reunión por las razones que he expuesto y también porque tengo varios trabajos que realizar. No obstante, espero poder participar próximamente en vuestras reuniones" (5).

Lo que puede deducirse de esta corta intervención (la presentación de Coselschi y la intervención de José Antonio apenas abarcaron 10 minutos en total) es:

1) Que José Antonio no ha acudido a Montreux en nombre propio, sino de Falange Española.

2) Que transmite que España “no está preparada” para una iniciativa de ese tipo.

3) Que previamente José Antonio ha pactado con Coselschi esta intervención.

4) Que existe un compromiso personal para “preparar” al partido y a los españoles para una participación más activa en un proyecto como el que representaban los CAUR para “una acción colectiva”.

5) Que espera poder participar en otras reuniones cuando las circunstancias hayan madurado.

No hay en esta intervención síntoma alguno de disidencia o rechazo en relación al proyecto. No podía haberla por la sencilla razón de que el gobierno italiano estaba ayudando a Falange Española. No podía haberla porque José Antonio rendía servicios al gobierno italiano (informes políticos sobre España e intervenciones en el parlamento en orden a lo que el gobierno italiano pretendía al convocar la segunda reunión de Montreux de los CAUR: evitar que los distintos países votaran de manera favorable a las sanciones contra Italia por la invasión de Abisinia…). No es que José Antonio fuera para excusarse por no poder asistir. Es que José Antonio fue a Montreux para lo esencial: recibir informaciones sobre la actitud a adoptar ante la cuestión de Abisinia. Ya hemos visto la línea que defendió poco después sobre el tema en el debate parlamentario sobre las sanciones. Un artículo “muy duro” sobre la materia debía haberse publicado en el semanario Arriba del 2 de octubre de 1935, pero no llegó a publicarse al haber quedado suspendido la revista por decisión gubernamental. El dicho artículo atacaba la política anti–británica y a la diplomacia de aquel país en relación a la cuestión de Abisinia (6).


NOTAS A PIE DE PÁGINA

(1) F. Bravo, op. cit., págs. 49 y 43.

(2) Ídem, pág. 49.

(3) D. Jato, op. cit., pág. 102.

(4) J. L. Jerez, op. cit., pág. 147-148. La fuente de la que ha extraído el dato es el Acta taquigráfica de las reuniones de la Comisión para la Entente del Fascismo Universal. Montreux, 11 de septiembre de 1935, reproducida por Gisella Longo. I tentativi per la costituzione di un'internazionale fascista: gli incontri di Amsterdam e Montreux attraverso i verbali delle riunioniStoria contemporanea XXVII, 1996. Las mismas actas de las reuniones fueron consultadas por M. Cuzzi, op. cit., pág. 214-215, autor que ha recurrido al documento “Reunion de la Commission pour l’Entente du Fascisme Universel, Montreux (Hotel Palace) 11 de septiembre de 1935”, pág. 5, en ACS, Carte Asvero Gravelli, Busca 4, Fascicolo 4. Otra referencia a esta intervención se encuentra en la obra de Antonio Gibello, José Antonio ese desconocido, Editorial Dyrsa, Madrid 1985, págs 193-4.

(5) Reproducido de J.L. Jerez, op. cit., pág. 148. Publicado por primera vez en España en Fuerza Nueva, núm. 498, 24 de julio de 1976.

(6) J. L. Jerez, op. cit., pág. 149.