jueves, 2 de enero de 2020

CINE Y FASCISMO (4 de 4) – CONCLUSIÓN Y ANEXOS



Conclusión

El cine italiano del Ventennio es más un cine de entretenimiento que un cine de propaganda del régimen. Mussolini se preocupó mucho más de forjar una industria del cine nacional fuerte y con iniciativa, que un instrumento pasivo al servicio del régimen. Menos de un 10% de las películas filmadas en aquellos 20 años pueden ser consideradas como específicamente de propaganda política, directa o indirecta. Salvo Camiccie Nera, película de la que se dice que al verla proyectada Mussolini lloró, la mayoría de cintas de ese tipo demuestran que el fascismo hasta finales de la década de los 30 no situó en su justa medida el valor del cine como instrumento de propaganda política.

En este artículo nos hemos centrado especialmente en el cine de propaganda durante el Ventennio. Ha sido inevitable que mencionáramos las realizaciones del régimen en este terreno (especialmente de la Mostra Bienal de Venezia y del Instituto LUCE), pero también, a la hora de concluir este artículo, hay que destacar que la industria cinematográfica italiana, trabajó con bastante libertad durante el Ventennio y no fue, contrariamente a lo que algunos pretendieron, una mera correa de transmisión entre el régimen y las clases populares, principales consumidoras de productos cinematográficos. Eso fue lo que permitió que, durante el Ventennio, las vocaciones cinematográficas se formaran libremente y así fue como directores que, en la postguerra alcanzaron fama internacional (Antonioni, Rosellini, De Sica), pudieran adquirir una experiencia importante en aquellos años.

Pero es evidente que si hay que destacar alguna de las creaciones del fascismo en materia cinematográfica como muestra perenne de su tarea de gobierno en este capto habrá que aludir a la Bienal de Venecia que todavía hoy sigue siendo, junto con el festival de Cannes, una muestra de la vitalidad (decreciente, por cierto) del cine europeo frente a su competidor hollywoodiense. Esto es lo que ha quedado del régimen fascista en el campo de la cinematografía, eso y Cineccità, la ciudad del cine, que todavía hoy sigue funcionando a un aceptable ritmo de trabajo.

 

CINCO CURIOSIDADES SOBRE EL CINE FASCISTA

1. El Istituto Luce

La idea de crear un ente paraestatal dedicado a la cinematografía se decidió, inicialmente, al periodista Luciano De Feo, preocupado por la forma de educar mediante la imagen a la población analfabeta. El Istituto se creó oficialmente el 5 de noviembre de 1925 obteniendo la calificación de “Ente moral” de derecho público. Previamente había existido como sociedad anónima con el mismo nombre. En sus estatutos figuraba como finalidad del LUCE “la difusión de la cultura popular y de la instrucción general por medio de visiones cinematográficas, comercializadas en las mejores condiciones posibles y distribuidas con fines de beneficencia y propaganda nacional y patriótica”. Desde 1927 elaboró el Giornale Luce, (del que se produjeron 428 ediciones a partir de 1927) considerado hoy como el precedente de todos los telenoticias italianos.

Solamente a partir de 1935, el Istituto Luce creó el Ente Nazionale Industrie Cinematografiche (ENIC) completamente dedicado a la producción de películas de ficción. Su primera producción importante fue Scipione l’Africano (1937) dirigida por Carmine Gallone (el director dijo al acabar la película: “Si no le gusta a Mussolini me pego un tiro”... la película a pesar de no gustarle excesivamente al Duce fue bien acogida por la crítica y el público).

En 1936, el Istituto Luce que hasta ese momento había dependido directamente de la Presidencia del Gobierno (Mussolini), paso orgánicamente al Ministerio de Cultura Popular y ese mismo año, estableció su sede en Cinecittà.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial el instituto siguió existiendo y produciendo numerosos documentales y películas, dirigido entre otros por Liliana Cavai, Ettore Scola, y otros conocidos directores italianos, muy alejados del fascismo. En 2009, la sociedad se fusionó con Cinecittà Holding, constituyéndose en sociedad anónima con el nombre de Cinecittà Luce. Como colofón a esta historia cabe decir que el 6 de julio de 2012, se creó el canal YouTube en donde se están incorporando progresivamente las películas más representativas de la historia del cine italiano (y buena parte de las que aludimos especialmente en este artículo).


2. Sin novedad en el Alcázar

El episodio histórico del cerco del Alcázar de Toledo durante la Guerra Civil Española, paradójicamente, fue objeto de la filmografía italiana y jamás tuvo en el régimen franquista una película que le fuera dedicada. La película obtuvo un premio en la Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica. Dirigida por Augusto Genina en 1940 su título original fue L’assedio dell’Alcazar y se rodó íntegramente en Cinecittà, salvo algunas escenas de exteriores que se rodaron en Toledo. La película y su difusión fueron favorecidas por el Ministerio dell’Informazione e Propaganda. La película fue filmada con un despliegue de medios poco común en las producciones de la época y en el mercado español se distribuyó con el nombre de Sin novedad en el Alcázar.

Además de la narración exaltada de los hechos históricos que se produjeron en torno al asedio, la película destaca por reconstruir la vida diaria de los sitiados, sus sensaciones, sus sentimientos y su temores. Es, indudablemente, una película de propaganda pero su éxito en la época se debe precisamente a que no fue solamente eso. El propio Michelangelo Antonioni, que luego alcanzaría fama mundial como director del neorealismo italiano, elogió la cinta cuando esta fue proyectada en la Mostra de Venezia. Decía Antonioni: “Entre los momentos mejor conseguidos anotemos el pánico al primer bombardeo, el matrimonio in extremis y los últimos combates; páginas cinematográficas que compensan el leve impacto inicial de la película”.

No se trató de la única película sobre la Guerra Civil filmada en Italia. Edgar Neville en 1939 filmó en aquel país el largometraje Carmen fra i rossi que poco después fue proyectado en España con el título de Frente de Madrid. Entre ambas versiones se produjeron cambios sustanciales como el papel de protagonista principal que en la versión italiana fue ocupado por Fosco Giachetti y en la española por Rafael Rivelles. La versión española se perdió y hoy se da como irrecuperable, mientas que la versión italiana fue proyectada en aquel país en 2006 en Bologna, en el curso del XX Festival del Cinema Ritrovato.


3. La Corona de Hierro

Rodada en 1941, La Corona de Hierro fue la gran triunfadora de la Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica di Venezia. A su director, Alessandro Brasetti, le corresponde el título de mejor director italiano durante el Ventennio y, sin duda, el mejor director identificado con el régimen fascista. Después de cursar estudios en el Colegio Militar Italiano de Roma, atraído por el cine, ejerció como periodista y crítico del séptimo arte en el diario L’Impero. En 1926 fundó Il mondo e lo schermo, subtitulado “semanario ilustrado del conematógrafo”, que publicó un total de 22 números, sustituido luego por Lo Spettacolo d’Italia. Tras esta sólida experiencia como crítico abordó la filmación de películas fundando en 1928 la Cooperativa Augustus con la que filmó su primera película, Sole, en la línea ruralista del régimen. La película fue un fracaso comercial, pero Blasetti siguió en la línea emprendida filmando la primera cinta sonora italiana, Resurrectio (1930). Sus experiencias en cine histórico datan de ese mismo año cuando conoció a Ettore Petrolini, colaborando en la filmación de Nerone, con la que el régimen marcó su interés por las cintas de contenido histórico. En los años siguientes, Blasetti siguió filmando temas de interés para el fascismo (Terra madre en la que exaltaba la vida campesina, Palio de contenido populista), filmes impulsados por su creatividad mucho más que sugeridos por el régimen. Todavía hoy se duda si Vecchia Guardia fue filmada como testimonio de su fidelidad al fascismo o bien promovida por el régimen. Al producirse el hundimiento del fascismo, Blasetti no se sumó a la República Social evitando así la depuración de todos los elementos que habían colaborado con el régimen. Su habilidad consistió siempre en presentarse como mediador entre la industria del cine norteamericana y las necesidades de protección de la industria nacional. En la postguerra dirigió a los grandes actores del cine italiano y se integró como realizador en la RAI.

La Corona de Hierro fue presentada como producción “kolosal” del cine italiano, cosechando un gran éxito en ese país. Eran los tiempos en los que se intentaba favorecer la aceptación de la alianza con Alemania y, por tanto no puede extrañar que la película incluyera una serie de elementos “germanizantes” en la trama que no fueron apreciados en absoluto durante su estreno en Alemania (Göbbels comentó que hubiera sido menester “fusilar” al director...).

La trama cuenta a su manera una vieja leyenda itálica cristianizada. La Corona de hierro, ha sido forjada con uno de los clavos de la cruz de Cristo. La expedición que la transporta enviada por el emperador de bizancio al papa como signo de paz, atraviesa un territorio hostil en el que Licinio ha derrotado a Artace y se está a punto de firmar un tratado de paz que es arruinado con el asesinato de este último por parte de Sedemondo y estableciendo un régimen de esclavitud para su pueblo. Tras esto intenta apoderarse de la Corona de Hierro exterminando la escolta que la custodiaba, pero la reliquia se sustrae a la usurpación hundiéndose milagrosamente en la tierra. Una anciana profetiza que el comportamiento de Sedemondo será castigado, que al fratricida le nacerá una mujer y a la víctima un varón y que ambos se amarán trágicamente. Así ocurre en efecto 20 años después, haciendo efectivo su amor en medio de la resistencia de Sedemondo y bajo la amenaza de Eriberto, rey de los tártaros. Finalmente, tras indecibles penalidades, la reliquia recuperada, también milagrosamente, seguirá hasta su destino en Roma, mientras Arminio e Tundra se casan y pacifican el reino.

Blasetti siempre declaró –y es posible que esta fuera la intención originaria– que la cinta tenía una intención pacifista y era una fábula contra la violencia. En realidad, en esa época, las potencias del Eje, insistían en su voluntad pacifista y en su intención de negociar las cuestiones que les importaban. La película supone un punto de encuentro de muy distintos elementos, todos fácilmente reconocibles, desde la tragedia griega de Edipo, hasta el mito del Grial y desde las leyendas arcaicas itálicas hasta los viajes de Marco Polo, pasando por las sagas nórdicas, los cuentos de Andersen e incluso Tarzán.
Si hoy se recuerda todavía a la película es por el hecho de haber mostrado por primera vez el seno desnudo de una mujer (durante unos pocos segundos) en el cine sonoro italiano, el de Clara Calami.


4. Cinecittà. Obra predilecta del fascismo

En el barrio romano de Tuscolana (barrio que tanto en el período fascista como en el neofascista tuvo una gran actividad política, siendo la cuna de Avanguardia Nazionale), iniciaron sus actividades en 1937 los estudios de Cinecittà. Inicialmente, fueron propiedad de Cinecittà Luce, configurándose como el “vértice de la industria cinematográfica italiana”, incluida de la producción televisiva. Hasta 2010 se habían filmado 3000 películas en aquellos estudios, 90 de las cuales fueron nominadas para algún Oscar, obteniéndolo 47 de ellas. Los mejores directores de la postguerra (incluidos Fellini, Coppola, Visconti o Scorsese) trabajaron allí. En la Cinecittá sigue existiendo como sociedad privada con participación (minoritaria) del Estado, dirigida por Luigi Abete y compuesta por un amplio completo de edificio y estudios distribuidos a lo largo de 40 hectáreas en los que se encuentran 22 platós, aislados acústicamente, con sus servicios (camerinos, oficinas, salas de montaje, almacenes, etc). Los estudios disponen también de una piscina de 7.000 metros cuadrados y de servicios de postproducción, laboratorios, salas de proyección y de conferencias, restaurantes, etc.

A lo largo de 1931 las autoridades culturales fascistas se convencieron definitivamente de la necesidad de contar con un instrumento de cultura popular y de propaganda que, además, facilitara a la incipiente cinematografía italiana convertirse en una gran industria. En 1934, Luigi Freddi, militante de primera hora del Partido Fascista, futurista y amigo de Galeazzo Ciano, recibió el encargo de constituir una Direzione Generale della Cinematografia. Freddi, amigo del cineasta norteamericano Griffith, tomó como modelo para el proyecto, a Hollywood. Su idea era promover la creación de una gran industria nacional italiana que dispusiera de una infraestructura suficiente para facilitar el trabajo en todos los niveles. La Ley Alfieri, promulgada en 1939, asentó esta industria sobre la base de la autarquía y el proteccionismo hacia las producciones nacionales. Entre las iniciativas de su Direzione se constituyó el ENIC en cuyo ámbito nació Cinecittà.

El 26 de septiembre de 1935 un incendio destruyó la productora Cines de Via Veio, tras la cual Freddi habilitó en lo que entonces eran las afueras de Roma, en pleno campo, 50 hectáreas dedicadas a producción que ofreció a Cines y a otras empresas italianas del sector. La zona era propiedad de distintos aristócratas latifundistas y las obras iniciadas el 26 de enero de 1936 se concluyeron el 28 de abril de 1937.

Ese primer año se filmaron 19 películas, cantidad que fue aumentando con el paso del tiempo llegando a 48 en 1940, 59 en 1942 y 25 cuando tuvo lugar en hundimiento del fascismo en 1943. A partir de entonces, la República Social Italiana traslado la capital del cine a Venecia que ya por entonces había logrado una consolidada fama gracias al festival de cine bienal, en lo que se llamó Cinevillaggio. Cinecittà fue ocupado por los alemanes durante la guerra utilizándolo como cárcel para sospechosos de colaborar con la resistencia.


5. El festival de Venecia

Otra de las realizaciones del fascismo que sobrevivieron hasta el final del régimen y pudieron prolongar su vigencia hasta nuestros días, es el Festival Internacional de Venecia (también conocida como Biennale di Venezia o simplemente la Mostra de Venezia) cuya primera edición se abrió el 6 de agosto de 1932. La idea originaria surgió del conde Giuseppe Volpi di Misurata (que sería el primer presidente de la Mostra), del escultor Antonio Mariani y de Luciano Feo. El festival se considera que fue la primera manifestación internacional de este tipo. En aquella primera ocasión la Mostra se celebró en el Hotel Excelsior y registró la presencia de películas que han pasado a la historia del cine: Prohibido de Fran Capra, Gran Hotel de Edmund Gulding, Los Campeones de King Vidor, el Frankenstein de James Whale, etc.  Las salas donde se realizaban las proyecciones fueron frecuentadas por 24.000 espectadoras y asistieron las grandes estrellas de la época: Greta Gardo, Clark Gable, Fredric March, Wallace Beery, Hames Cagney, Loretta Young, John Barrymore, Joan Crawford, Vitorio De Sica, Boris Karloff, etc. La primera película proyectada fue El doctor Jekyll de Rouben Mamoulian.

Dado que la primera experiencia había sido todo un éxito de crítica y público, el gobierno italiano decidió celebrar una segunda muestra dos años después, del 1 al 20 de agosto de 1934. La única diferencia en relación a la primera edición fue que, así como la primera no fue competitiva, en esta segunda se distribuirían premios, el primero de todos, la Coppa Mussolini, para la mejor película. Aun no existía un “jurado” y los premios fueron otorgados en función de las opiniones de algunos expertos y del parecer del público. Otros premios instituidos entonces fueron la Grandi Medaglia d’Oro dell’Associazione Nazionale Fascista dello Spettacolo y los premios a la mejor interpretación que correspondió a Katherine Hepburn. A partir de la edición de 1935 y hasta la postguerra no se admitieron películas soviéticas.

En 1937 se inauguró el Palazzo del Cinema, de estilo modernista, que durante unos años fue sede de la Mostra. Hasta ese momento, el festival había podido ir creciendo en fama e influencia, sin embargo, a partir de 1938, el alineamiento de Italia con las posiciones del III Reich, modificaron la situación. Las películas alemanas, empezaron a ganar la partida a Hollywood y los actores y directores norteamericanos fueron pasando progresivamente a segunda fila. En ese año Olympia de Leni Riefenstahl recibió el máximo galardón. Era evidente que, el régimen fascista, además de promover la industria italiana del cine, estaba colaborando a la formación de un cine europeo que era mirado con desconfianza desde Hollywood. Esta tendencia quedó todavía más clara cuando ese año (1938) se celebró una retrospectiva dedicada al cine francés.

En los años siguientes, la agravación de las tensiones internacionales hicieron que el protagonismo del festival se centrara en las producciones de los países del Eje y de sus aliados, interrumpiéndose en 1943. No sería hasta 1946 con la guerra concluida, cuando el festival reabrió sus puertas.

CINE Y FASCISMO 1
CINE Y FASCISMO 2
CINE Y FASCISMO 3

CINE Y FASCISMO 4