lunes, 20 de enero de 2020

Alemania 1930: 107 diputados con camisa parda (9 de 10) - ANEXO I - GELI RAUBAL EN LA VIDA DE HITLER


Tras el resultado electoral, Hitler se cambió a un piso más cómodo y espaciosos en el 16 de la Prinzregentenstrasse. Disponía de nueve habitaciones y estaba instalado en un barrio residencial de la capital bávara. Allí precisamente fue a vivir con él su sobrina Geli Raubal. “Geli”, diminutivo de Angela había nacido en Linz en 1908. Se ha dado por supuesto que Hitler mantuvo con ella una relación amorosa, algo que no parece confirmado por dato alguno. Es cierto que la tenía en alta estima y que soportó mal el suicidio de la joven, pero siempre dentro de las normales relaciones entre tío y sobrina. Su madre, Ángela Hitler, era hermanastra de futuro führer. La joven tenía 19 años menos que su tío.

Se la ha descrito como De constitución maciza, más bien robusta y atractiva, de carácter juguetón y rebelde, tenía caballo castaño oscuro y ondulado”[1]. Eran tres hermanos de una familia extremadamente modesta que había perdido a su padre en 1910. Su madre se hizo cargo de su educación. Hitler la conoció cuando era una niña recién nacida. La madre y los hermanos se trasladaron a Viena en donde Hitler los volvió a visitar. En los meses posteriores a extinguir la condena por el golpe frustrado de Munich, Hitler alquiló una villa en el Obersalzber en Alta Baviera. Propuso a su hermanastra el que se hiciera cargo de la administración de la casa. Se trasladó allí con sus tres hijos y fue en esas circunstancias cuando Geli conoció a su tío con más detenimiento. Tenía entonces 17 años. Solía acompañarle al teatro o a la ópera, iban también de comprar y paseaban juntos.

No hay absolutamente ninguna prueba de que existiera, como se ha insinuado, una relación incestuosa. Todo induce a pensar que se trataba de la clásica relación entre un tío que cuida a su sobrina tal como le ha pedido su hermanastra que lo haga. Hitler, en cierto sentido, ejercía de padre para ella. Estamos a principios de los años treinta, cuando la educación de los jóvenes era muy diferente a la actual. Las fotos de Geli Raubal nos la muestran casi siempre sonriendo, no hay duda de que se trataba de una muchacha extraordinariamente alegre tal como lo describen, además, los testimonios de quienes la conocieron. Pero, era inevitable que surgieran puntos de vista enfrentados entre tío y sobrina, especialmente, si este había asumido el encargo de que “no se desviara”. Parece ser que el primer problema vino cuando la joven manifestó su deseo de acudir a bailes. Hitler se lo prohibió en primer lugar, pero finalmente accedió a condición de que fuera acompañado por un guardaespaldas de su confianza. También parece que cuestionó algunos vestidos que quería utilizar la joven.


Poco a poco, la joven llegada de un ambiente rural se fue adaptando cada vez peor a la vida en un Munich que era completamente diferente a lo que había conocido hasta entonces. El incidente que protagonizó con Emile Maurice, guardaespaldas y chófer de Hitler, en aquel momento uno de sus hombres de confianza, dio mucho que hablar. Llegó a oídos de Hitler que Maurice había coqueteado con Geli. Hitler reaccionó violentamente hasta el punto de que Marice “pensaba que Hitler iba a matarlo allí mismo”. El distanciamiento se prolongó hasta que el 11 de mayo de 1935, cuando Maurice contrajo matrimonio con Hedwig Maria Anna Ploetz[2].

Matriculada inicialmente en la facultad de medicina, abandonó los estudios por los de canto. Sin embargo, nunca llegó a actuar públicamente por considerar ella misma que no estaba preparada. En 1945, interrogada por un oficial de inteligencia aliado, la madre de Geli comentó que la razón de la disputa final de su hija con Hitler fue su relación con un maestro de canto de Viena[3]. Poco después aparecía muerta en su habitación. La policía muniquesa realizó una exhaustiva investigación. Hitler tuvo una conversación con ella antes de partir para una gira electoral, a eso de las 17:00 horas. El personal de servicio en casa de Hitler, declaró que la joven, después de la conversación, al irse su tío, se había mostrado muy nerviosa. Fue la última vez que la vieron viva. Se fue a su cuarto y a la mañana siguiente apareció muerta. Nadie oyó el disparo. Al enterar del fallecimiento, Hitler volvió inmediatamente a Munich y hubo de responder a las preguntas de la policía. El detective anotó en su informe:

“Su sobrina estaba estudiando medicina, pero después no le gustó y se dedicó a tomar clases de canto. Poco después debía haberse presentado en público, pero no se sentía capaz y por eso quería continuar estudiando con un profesor de Viena. Hitler le dijo que él estaba de acuerdo, a condición de que la madre de ella le acompañara a Viena. Como ella no quería eso, él dijo haberle dicho, “entonces yo estoy en contra de tu plan de ir a Viena”. Ella se enojó por eso, pero no estaba muy nerviosa ni excitada y se despidió de él tranquilamente cuando se fue ese viernes en la tarde”[4].

No hay en todo esto nada que pudiera considerarse particularmente extraño. Sin embargo, un poco más adelante, en la misma declaración hay un elemento que no suele citarse en los textos sobre el fallecimiento de Geli Raubal. Hitler prosigue su declaración ante el policía Sauer:

Ella había pertenecido a una sociedad que celebraba sesiones donde las mesas se movían y le había dicho a Hitler que allí había sabido que algún día moriría de muerte no natural. Después Hitler agregó que ella muy fácilmente podía haber tomado la pistola porque sabía dónde estaba, donde él guardaba las cosas”[5].

Es evidente que Hitler está aludiendo a que Geli Raubal había pertenecido a un círculo espiritista, muy habitual en la época. Aparte de “mover mesas” y de realizar otros efectos escénicos atribuidos a los “espíritus desencarnados”, en estos ambientes era frecuente “consultar a los espíritus” y formularles preguntas sobre los estudios, el amor, el dinero, el futuro en general. Se trataba –y se trata– de supercherías, pero susceptibles de alterar profundamente a naturalezas particularmente impresionables (de hecho, en esa misma época, no fueron infrecuentes los casos de espiritistas que optaran por el suicidio[6]).


El perfil de Geli Raubal es el de una personalidad extremadamente inestable, inmadura, interesada en frecuentar diversiones propios de su generación pero que a Hitler –como a cualquier otro tutor bajo cuya responsabilidad recayera la educación de una joven- le parecían poco interesantes, peligrosos o simplemente meras pérdidas de tiempo. El choque generacional hizo el resto y terminó en una de esas decisiones producto de una depresión momentánea surgida por no haber podido hacer su voluntad. Hasta ese momento, “tío Adolf”, como le llamaba su sobrina, había sido el sustituto de la imagen paterna que le causaba un profundo respeto. Era inevitable que una joven se sintiera también atraída por el entorno que rodeaba a su tío: hombres jóvenes solo algo mayores que ella, algunos con historiales heroicos que siempre trataban con respeto reverencial y una deferencia extrema a su tío. Eso y las posibilidades de ocio y diversión de una gran capital europea como Munich, fueron alterando el carácter de Geli Raubal que siguió siendo aquella joven alegre y desenfadada que había llegado del Obersalzberg como campesina y que en poco tiempo devino una estudiante frustrada con cierta tendencia a la vida bohemia.

Hitler parece ser un caso de persona, extraño pero no infrecuente, asexuada. Por las razones que fuera, no parecía prestar atención al sexo a pesar de haber seducido con su mera presencia a muchas mujeres de mundo. Por otra parte, el wagnerianismo le había introducido en un mundo de amor idealizado que parecía tener poca relación con el sexo físico. A esto había que unir su inquebrantable decisión de dedicarse a la política que excluía momentos de distracción. Hitler, en aquellos años, apenas supo lo que era el ocio. Cualquier cosa que hacía, una lectura, un momento de meditación, ver una película, lo hacía en función de su proyecto político-personal, el que, probablemente ya se había manifestado de manera confusa la misma noche que siendo un adolescente más joven aún que Geli Raubal a principios de los años treinta, intuyó tras la audición del Rienzi de Richard Wagner, tal como explicó su testigo privilegiado y amigo de juventud August Kubizech[7]. No rechazaba la compañía femenina, de hecho, hubo siempre muchas mujeres cerca suyo (Helena Henfstaengl, Henriett Hoffmann, Jenny Haug, la misteriosa Stefanie de Liz, Mimi Reiter, Unity Midford, Karoline Rascher, Eva Braun…), simplemente, entre sus planes no se encontraba el matrimonio.

No hemos encontrado ni un solo motivo que pudiera inducir a pensar en nada que no fuera la responsabilidad propia de un tutor sobre su pupila. Sin embargo, los enemigos políticos de Hitler decidieron desde el primer momento convertir el caso en un elemento para atacar a la que ya se había convertido en su bestia negra.

La explicación oficial que dio el NSDAP se limitó a explicar que se había producido un accidente al dispararse fortuitamente el arma mientras Geli la manipulaba. Sea como fuere, en las semanas siguientes al accidente, Hitler cayó en una profunda depresión, tanto por los comentarios suscitados en la prensa sensacionalista y de izquierdas como por la pérdida en sí misma de uno de los pocos lazos que tenía con su familia. Pasó un tiempo en casa de su editor, Adolf Müller, en las orillas del Tegernsee, mientras que los servicios jurídicos del NSDAP dirigidos por Hans Frank, bloqueaban los ataques de la prensa sensacionalista[8]. Uno de los que más insistieron en difundir historias inverosímiles y sórdidas fue, precisamente, Otto Strasser[9], cada vez más aislado e incluso abandonado por su hermano. Estos y otras fuentes poco dignas de crédito, hoy no son tomadas en consideración por ningún historiador serio y solamente aportan algunas líneas a libros escandalosos de bajo nivel[10].

Geli Raubal fue enterrada en el Cementerio Central de Viena. Hitler tardó unos cuantos días en superar la crisis nerviosa. Solamente reapareció al cabo de diez días en Hamburgo. Sus camaradas, optaron por ofrecerle una calurosa acogida. En el mitin que siguió demostró estar de nuevo en forma.

Cuando ocurría este episodio la situación volvía a precipitarse con el nombramiento de Von Papen como canciller.




[1] Hay solamente una obra dedicada a Angela Raubal y su relación con Hitler: Hitler and Geli, Ronald Hayman, Bloomsbury, EEUU, 1998. A pesar de ser un estudio histórico repite episodios poco o mal documentados, incluso da por cierto rumores, es el único realizado con un mínimo método sobre esta relación. 
[2] Sacerdote católico y periodista que colaboró en la redacción de Mi Lucha con Adolf Hitler. Miembro de la Orden de los Jerónimos. Era colaborador habitual del Munchener Beobachter en donde escribió innumerables artículos sobre el “ateísmo judío”. Después de la Primer Guerra Mundial colaboró con los freikorps y fue miembro de la clandestina Organización Cónsul. En 1923 fue jefe de redacción del diario antisemita Miesbacher Anzeiger y era uno de los más conocidos clérigos del ambientes völkisch bávaro. Fue así como se convirtió en confidente de Hitler, asesor para cuestiones religiosas y uno de los miembros de la tertulia del Café Heck al que acudía diariamente Hitler antes del golpe de Munich (cf. Hitler’s Priest: cathólic clergy and National-socialism, Kevin P. Spicer, Northern Illinois University Press, EEUU, 2008, págs. 37, 39 y 76. También Catholicism and the Roots of Nazism: Religious Identity and National Socialism. Dereck Hastings, Oxford University Press, EEUU, 2009, págs.. 67- 68, 116, 119-120).
No están claros los motivos por los que fue ejecutado en la Noche de los Cuchillos Largos. Se dice que Emil Maurice le disparó personalmente a causa de haber sido la persona que comunicó a Hitler que coqueteaba con Geli Raubal (Die SS, Tragödie einer deutschen Epoche, Gerald Reitlinger, Ed. Desch, Brekendorf, pág. 452).
[3] Cf. Explicar a Hitler. Los orígenes de su maldad, Ron Rosenbaum, Siglo XXI Editores, pág. 167.
[4] Ídem, pág. 152.
[5] Ídem.
[6] Desde siempre, existe toda una amplísima literatura espiritista en torno al suicidio (véase por ejemplo, el clásico, Bajo la luz del espiritismo, Gerard Encausse “Papus”,  Editorial Kier, Buenos Aires, 2002, en donde hay un capítulo íntegro dedicado al suicidio, pág. 64-72, o El espiritismo, Ramón Cal y Monmany, Barcelona 1867, cuyo Capítulo IX está igualmente dedicado al suicidio, págs. 84-87). El anómalo porcentaje de suicidad que suele producirse en los medios espiritistas puede deberse a esta tendencia a tratar el tema de manera obsesiva (hoy se sabe que la noticia de un suicidio en un medio de comunicación genera inmediatamente una oleada de imitaciones).
[7] August Kubizech, Hitler, mi amigo de juventud. Editorial AHR, Barcelona 1955, págs. 143-151.
[8] Hitler 1889-1936, Ian Kershaw, Círculo de Lectores, Barcelona 1999, pág 356.
[9] Ídem, pág. 354.
[10] Entre otros: Las arpías de Hitler, La participación de las mujeres en los crímenes nazis, Wendy Lower, Editorial Crítica, 2013; Los arcanos negros de Hitler, Robert Ambelain, Robin Books Ediciones, Barcelona, 2005 (especialmente páginas 194-197 y 184-197) y Los enigmas de Hitler, José Antonio Solis Miranda, Cadena 100 Editores, La Coruña, 2008 (págs. 113-114), entre otros muchos.