lunes, 10 de diciembre de 2018

365 QUEJIOS (218) – FALANGE ESPAÑOLA Y LA GUARDIA DE HIERRO, PARALELISMOS Y DIVERGENCIAS (3 de 4)


El somero perfil que hemos recordado y que hacía a José Antonio y a Codreanu, tan similares y, al mismo tiempo, tan diferentes, puede completarse con el estudio sobre la composición sociológica de su movimiento y con algunas notas sobre los dos países en los que florecieron. También aquí existen similitudes notables y diferencias acusadas.

La sociología de Falange Española y de la Guardia de Hierro

En la entrega anterior, dijimos que Codreanu había destacado desde muy joven como líder universitario y que, loa Guardia de Hierro (y sus avatares anteriores, Legión del Arcángel San Miguel, y posteriores Todo por la Patria, Movimiento Legionario), fue el movimiento hegemónico entre los estudiantes y, a partir de cierto momento, el único movimiento al que estaban afiliados los estudiantes de las cuatro universidades rumanas interesados por la política.

En España se dio una situación parecida: las JONS, previas al nacimiento de Falange, solamente destacaron en la Universidad en donde su presencia se hizo notar a partir del curso 1932. Posteriormente, al aparecer Falange, el único sindicato que realmente tuvo presencia e implantación, fue el SEU que en la primavera de 1936 contaba con 10.000 afiliados y era el movimiento hegemónico en la mayoría de universidades españolas.

Esto determinó completamente el origen social de buena parte de los afiliados a Falange Española: jóvenes procedentes de la clase media. Sin embargo, en Rumania las cosas no eran exactamente las mismas. Los motivos por los que los partidarios de Coadreanu se habían hecho con el control de las universidades eran muy diferentes a los que habían determinado el ascenso del SEU en España.
En efecto, en Rumania, buena parte de la lucha estudiantil estaba determinada por el antisemitismo. La comunidad judía rumana, era extraordinariamente potente en aquel país, como veremos más adelante y copaba casi todas las profesiones liberales, estando sobrerrepresentada en la universidad. La actitud de los estudiantes codreanistas pidiendo un “numerus clausus” para los estudiantes judíos fue el motivo por el que su popularidad creciera en las aulas rumanas.

Lo que facilitó el ascenso del SEU en España fue el tratamiento que el gobierno republicano del primer bienio deparó a la Federación Universitaria Escolar, tenida como interlocutor único de los estudiantes con el ministerio y con las autoridades académicas. La combatividad del SEU lo convirtió -y su actitud ante el problema independentista catalán- en el curso de 1934-35 en la organización estudiantil con mayor crecimiento en torno a las que, pronto, se ubicaron los estudiantes tradicionalistas y los católicos (algunos de estos, en 1936 proponían la creación de un “frente nacional estudiantil” que, en el fondo, prefiguraba la coalición que apoyó a la sublevación militar del 18 de julio).

Así pues, ambos movimientos tuvieron un marcado carácter juvenil y estudiantil. Pero la Guardia de Hierro consiguió penetrar en ambientes que, al menos hasta el 18 de julio, habían permanecido cerrados para Falange Española. El campesinado, por ejemplo. Al igual que ocurrió en la Alemania de Weimar y en la Italia previa al advenimiento del fascismo, los campesinos se sumaron en Rumania, en primera fila, a la Guardia de Hierro en todas las regiones del país.

 

En España, este intento no pudo concretarse. A pesar de que, desde los primeros números de La Conquista del Estado ya se manifestara la intención de organizar un “Bloque Social Campesino” y que, luego, al producirse la unificación de las JONS con Falange, tras el mitin de Valladolid, la nueva organización promoviera una serie de actos en el ámbito rural, lo cierto es que la penetración falangista en el campo fue muchísimo menor y, prácticamente, irrelevante.

Así pues, puede decirse que la Falange histórica fue, como la Guardia de Hierro, un movimiento juvenil, pero, mientras en esta última, los jóvenes procedían de todos los estratos de la sociedad rumana (incluidos jóvenes oficiales del ejército, campesinos, aristócratas, clero ortodoxo, clase trabajadora, menestrales y clases medias), en Falange Española, los jóvenes procedían casi exclusivamente de la clase media y su marco de actuación fueron las universidades y los centros de bachillerato.

Es preciso recordar también algunos paralelismos entre Rumania y España: ambos países habían llegado tarde al proceso de industrialización, sus sociedades eran, en la época, fundamentalmente rurales. Vivían cierta inestabilidad política, si bien la monarquía rumana estaba más consolidada que la española y allí las fuerzas de izquierdas tuvieron mucha menos repercusión que en España

Relaciones con la derecha

Se trata de otro punto notable: los primeros afiliados de Falange Española procedían, prácticamente sin excepción de los medios upetistas y alfonsinos. Así mismo, puede decirse que casi todos sus cuadros tenían el mismo origen y se trataba de personas conocidas en los ambientes de derecha. Los mismos miembros del círculo de intelectuales que componían la “corte literaria” de José Antonio, eran corresponsables y conocidos de medios de la derecha, ABC, en primer lugar, y todos ellos coincidían en colaborar y ser apreciados por el portavoz intelectual de la extrema-derecha, Acción Española. Incluso, en grandísima medida, la financiación del partido en sus dos primeros años correspondió a círculos alfonsinos y se oficializó en función de los Pactos del Escorial en su edición de 1933, anterior a la fundación del partido, y de 1934.

Esto hizo que las relaciones entre José Antonio y Renovación Española por un lado y entre Jose Antonio y la CEDA, por otro, pasaran por distintos altibajos: Falange no ingresó, como esperaban los alfonsinos, en el Bloque Nacional formado por Calvo Sotelo lo que entrañó un enfriamiento de las relaciones y una hostilidad recíproca entre noviembre de 1934 y febrero de 1936. Con la CEDA, las relaciones no fueron nunca particularmente buenas, salvo en los momentos previos a las elecciones de febrero de 1936 en las que se negociaron candidaturas conjuntas. Siempre, en todos estos años, José Antonio estuvo en contacto con los dirigentes de las distintas formaciones de la derecha nacional (Renovación Española), de la derecha autoritaria (CEDA) y de la extrema-derecha (tradicionalistas y Bloque Nacional).

Pero, dado que el “proceso de maduración” de Falange Española fue tardío y lento, en los años 1934-36 el partido todavía era minúsculo como para poder jugar un papel, no sólo en la política española, sino en la recomposición de fuerzas anti-republicanas. En Rumania la situación fue completamente diferente: Codreanu siempre mantuvo buenas relaciones con los líderes de la derecha nacionalista y con los nacional-campesinos y, en los primeros momentos en los que su movimiento era todavía débil para tener peso electoral, llamó a votarles.

Mientras que la historia de la Falange histórica registra una relación amor-odio en relación a la derecha, a un derecha que condicionó su desarrollo en esos años, en Rumania, cuyo fascismo fue mucho más temprano, el movimiento cristalizó en un fuerte partido de masas, que siempre se entendió bien con la derecha nacional y con la extrema-derecha, de los que la Guardia de Hierro fue siempre el elemento más juvenil, más moderno y más consciente de que Europa había llegado a un punto de inflexión en el que los fascismos eran la gran alternativa.