El somero perfil que hemos recordado y que hacía a José
Antonio y a Codreanu, tan similares y, al mismo tiempo, tan diferentes, puede
completarse con el estudio sobre la composición sociológica de su movimiento y
con algunas notas sobre los dos países en los que florecieron. También aquí
existen similitudes notables y diferencias acusadas.
La sociología de
Falange Española y de la Guardia de Hierro
En la entrega anterior, dijimos que Codreanu había destacado
desde muy joven como líder universitario y que, loa Guardia de Hierro (y sus
avatares anteriores, Legión del Arcángel San Miguel, y posteriores Todo por la
Patria, Movimiento Legionario), fue el movimiento hegemónico entre los
estudiantes y, a partir de cierto momento, el único movimiento al que estaban
afiliados los estudiantes de las cuatro universidades rumanas interesados por
la política.
En España se dio una situación parecida: las JONS, previas
al nacimiento de Falange, solamente destacaron en la Universidad en donde su
presencia se hizo notar a partir del curso 1932. Posteriormente, al aparecer
Falange, el único sindicato que realmente tuvo presencia e implantación, fue el
SEU que en la primavera de 1936 contaba con 10.000 afiliados y era el
movimiento hegemónico en la mayoría de universidades españolas.
Esto determinó completamente el origen social de buena parte
de los afiliados a Falange Española: jóvenes procedentes de la clase media. Sin
embargo, en Rumania las cosas no eran exactamente las mismas. Los motivos por
los que los partidarios de Coadreanu se habían hecho con el control de las
universidades eran muy diferentes a los que habían determinado el ascenso del
SEU en España.
En efecto, en Rumania, buena parte de la lucha estudiantil estaba
determinada por el antisemitismo. La comunidad judía rumana, era extraordinariamente
potente en aquel país, como veremos más adelante y copaba casi todas las profesiones
liberales, estando sobrerrepresentada en la universidad. La actitud de los estudiantes
codreanistas pidiendo un “numerus clausus” para los estudiantes judíos fue el motivo
por el que su popularidad creciera en las aulas rumanas.
Lo que facilitó el ascenso del SEU en España fue el
tratamiento que el gobierno republicano del primer bienio deparó a la
Federación Universitaria Escolar, tenida como interlocutor único de los
estudiantes con el ministerio y con las autoridades académicas. La combatividad
del SEU lo convirtió -y su actitud ante el problema independentista catalán- en
el curso de 1934-35 en la organización estudiantil con mayor crecimiento en torno
a las que, pronto, se ubicaron los estudiantes tradicionalistas y los católicos
(algunos de estos, en 1936 proponían la creación de un “frente nacional
estudiantil” que, en el fondo, prefiguraba la coalición que apoyó a la sublevación
militar del 18 de julio).
Así pues, ambos movimientos tuvieron un marcado carácter
juvenil y estudiantil. Pero la Guardia de Hierro consiguió penetrar en
ambientes que, al menos hasta el 18 de julio, habían permanecido cerrados para
Falange Española. El campesinado, por ejemplo. Al igual que ocurrió en la
Alemania de Weimar y en la Italia previa al advenimiento del fascismo, los
campesinos se sumaron en Rumania, en primera fila, a la Guardia de Hierro en
todas las regiones del país.
En España, este intento no pudo concretarse. A pesar de que, desde los primeros números de La Conquista del Estado ya se manifestara la intención de organizar un “Bloque Social Campesino” y que, luego, al producirse la unificación de las JONS con Falange, tras el mitin de Valladolid, la nueva organización promoviera una serie de actos en el ámbito rural, lo cierto es que la penetración falangista en el campo fue muchísimo menor y, prácticamente, irrelevante.
Así pues, puede decirse que la Falange histórica fue, como
la Guardia de Hierro, un movimiento juvenil, pero, mientras en esta última, los
jóvenes procedían de todos los estratos de la sociedad rumana (incluidos
jóvenes oficiales del ejército, campesinos, aristócratas, clero ortodoxo, clase
trabajadora, menestrales y clases medias), en Falange Española, los jóvenes procedían
casi exclusivamente de la clase media y su marco de actuación fueron las
universidades y los centros de bachillerato.
Es preciso recordar también algunos paralelismos entre
Rumania y España: ambos países habían llegado tarde al proceso de
industrialización, sus sociedades eran, en la época, fundamentalmente rurales.
Vivían cierta inestabilidad política, si bien la monarquía rumana estaba más
consolidada que la española y allí las fuerzas de izquierdas tuvieron mucha menos
repercusión que en España
Relaciones con la
derecha
Se trata de otro punto notable: los primeros afiliados de
Falange Española procedían, prácticamente sin excepción de los medios upetistas
y alfonsinos. Así mismo, puede decirse que casi todos sus cuadros tenían el
mismo origen y se trataba de personas conocidas en los ambientes de derecha.
Los mismos miembros del círculo de intelectuales que componían la “corte
literaria” de José Antonio, eran corresponsables y conocidos de medios de la
derecha, ABC, en primer lugar, y todos ellos coincidían en colaborar y ser
apreciados por el portavoz intelectual de la extrema-derecha, Acción Española. Incluso, en grandísima
medida, la financiación del partido en sus dos primeros años correspondió a
círculos alfonsinos y se oficializó en función de los Pactos del Escorial en su
edición de 1933, anterior a la fundación del partido, y de 1934.
Esto hizo que las relaciones entre José Antonio y Renovación
Española por un lado y entre Jose Antonio y la CEDA, por otro, pasaran por
distintos altibajos: Falange no ingresó, como esperaban los alfonsinos, en el
Bloque Nacional formado por Calvo Sotelo lo que entrañó un enfriamiento de las
relaciones y una hostilidad recíproca entre noviembre de 1934 y febrero de 1936.
Con la CEDA, las relaciones no fueron nunca particularmente buenas, salvo en
los momentos previos a las elecciones de febrero de 1936 en las que se negociaron
candidaturas conjuntas. Siempre, en todos estos años, José Antonio estuvo en
contacto con los dirigentes de las distintas formaciones de la derecha nacional
(Renovación Española), de la derecha autoritaria (CEDA) y de la extrema-derecha
(tradicionalistas y Bloque Nacional).
Pero, dado que el “proceso de maduración” de Falange
Española fue tardío y lento, en los años 1934-36 el partido todavía era
minúsculo como para poder jugar un papel, no sólo en la política española, sino
en la recomposición de fuerzas anti-republicanas. En Rumania la situación fue
completamente diferente: Codreanu siempre mantuvo buenas relaciones con los
líderes de la derecha nacionalista y con los nacional-campesinos y, en los
primeros momentos en los que su movimiento era todavía débil para tener peso
electoral, llamó a votarles.
Mientras que la historia de la Falange histórica registra
una relación amor-odio en relación a la derecha, a un derecha que condicionó su
desarrollo en esos años, en Rumania, cuyo fascismo fue mucho más temprano, el
movimiento cristalizó en un fuerte partido de masas, que siempre se entendió
bien con la derecha nacional y con la extrema-derecha, de los que la Guardia de
Hierro fue siempre el elemento más juvenil, más moderno y más consciente de que
Europa había llegado a un punto de inflexión en el que los fascismos eran la
gran alternativa.
Falange Española – Guardia de Hierro, paralelismos y
diferencias (4)