lunes, 10 de diciembre de 2018

365 QUEJIOS (217) – FALANGE ESPAÑOLA Y LA GUARDIA DE HIERRO, PARALELISMOS Y DIVERGENCIAS (2 de 4)

Los liderazgos de Codreanu y de José Antonio Primo de Rivera fueron completamente diferentes. Corneliu Zelea Codreanu había nacido en 1899, era sólo ligeramente más mayor que José Antonio Primo de Ribera nacido en 1903. Sus partidarios los recordaron a ambos con similar carisma y energía interior. Los retratos que quienes los conocieron ofrecen de ambos son extraordinariamente similares: ambos causaron una particular sensación en su entorno, por lo tanto, cabría decir que se trató de “vidas paralelas”. Sin embargo, también aquí vale la pena hacer algunas matizaciones que pueden resultar interesantes.

Dos liderazgos diferentes para dos hombres diferentes

Al estudiar las biografías de ambos líderes, inmediatamente aparecen, junto a los paralelismos, las discrepancias: José Antonio es hijo de aristócratas y militares; la inmensa mayoría de sus amigos pertenecen a este medio y, en cualquier caso, a los medios acomodados; tenía tendencia a frecuentar y organizar tertulias eruditas en donde no faltaban intelectuales (lo que se llamó su “corte literaria”). Frecuentaba los restaurantes y clubs más conocidos del Madrid de la época y tenía las aficiones y gustos propios de un aristócrata de su tiempo. Su vocación política arranca de sus tiempos como estudiante.

El caso de Codreanu fue completamente diferente: Codreanu era hijo de la clase media rumana. Su padre era profesor universitario. Se trató de un hombre austero que ayunaba dos veces por semana. Solía vestir -antes de adoptar la camisa verde como uniforme del partido- el traje tradicional rumano en celebraciones y actos públicos. Desde siempre fue nacionalista y estuvo vinculado desde muy joven a los partidos de carácter nacionalista. A los 17 años militaba en la Guardia de la Conciencia Nacional, una organización patriótica.
José Antonio perteneció a la Asociación de Estudiantes de Derecho que dirigía Serrano Suñer y que era la alternativa a la Asociación de Estudiantes Católicos de Herrera Oria. Pero no destacó en aquel momento como líder estudiantil, a diferencia de Codreanu que pronto fue considerado como líder estudiantil, primero de su facultad (Derecho), luego de su distrito universitario (Cluj) y, finalmente, tenido como jefe indiscutible del movimiento estudiantil.

En este sentido: la vocación política de Codreanu es mucho más temprana, y a una edad en la que José Antonio, concluía brillantemente sus estudios de derecho, pero todavía no ejercía una decidida militancia política.

José Antonio comenzó a actuar políticamente en las filas de la Unión Monárquica Nacional, es decir, del movimiento monárquico alfonsino y lo hizo en 1930. En ese momento, Codreanu ya era un político extremadamente conocido en toda Rumania. Cuando contrae matrimonio en 1924 (tenía entonces 25 años), asisten a la boda entre 75.000 y 80.000 personas. Dicho de otra manera: Codreanu vivió en vida un “baño de masas” y fue el jefe de un movimiento fascista que agrupaba a un alto porcentaje de la opinión pública rumana que, con él en vida, constituía una alternativa sólida para los partidos democráticos y de la derecha nacionalista. José Antonio, en cambio, solamente se convirtió en mito tras su muerte y, en vida dirigió un partido que solamente en la primavera de 1936 dejo de ser un grupúsculo activista para convertirse en un prometedor movimiento de masas (lo cual solamente fue a partir del 18 de julio de 1936).

Por otra parte, en la biografía de José Antonio, tal como resalta, entre otros, Stanley G. Payne, su liderazgo fue “atípico”: tuvo algunas crisis, pensó en abandonar el mando en algunas ocasiones y si no lo hizo fue por la responsabilidad contraída con los camaradas asesinados. Al mismo tiempo, su pensamiento político está en formación y en evolución e incorpora distintas fuentes a lo largo del período entre 1933 y 1936. José Antonio no es líder indiscutible del partido hasta el Primer Consejo Nacional en octubre de 1934, cuando se disuelve en triunvirato que formaba junto con Ledesma y Ruiz de Alda. Codreanu, a la inversa, tiene, desde muy joven la vocación, la actitud y el papel de líder universitario. Su liderazgo no ofrece nunca lugar a dudas, ni nunca tiene la tentación de retirarse o renunciar a este papel. Su pensamiento tampoco evoluciona: el mismo Codreanu que forma la Legión de San Miguel Arcángel es el que resulta asesinado en 1938 por órdenes del Rey Carol. Desde muy joven sus ideas: nacionalismo, corporativismo, adaptación del fascismo a Rumania, anticomunismo, antiliberalismo y concepción cristiana de la vida, se manifiestan y coagulan en un conjunto que permanece inalterable.


Sus biógrafos suelen destacar también que se trató de líderes de gran personalidad, atractivo físico, que no nunca pasaron desapercibidos en los ambientes que frecuentaron: ambientes que, como hemos visto, eran completamente diferentes. Ahora bien, las observaciones sobre los dos líderes nos llevan a considerar algunos elementos que están ligados a sus personalidades.

Terrorismo y violencia política

La posición de Codreanu y de José Antonio en relación a la violencia es, paradójicamente, muy próxima y, al mismo tiempo, distante. José Antonio, a pesar de la retórica inicial sobre “los puños y las pistolas”, demostró haberse lanzado al ruego político, sin tener una idea exacta de lo que implicaba la creación de un “partido fascista español”. Cuando las primeras actividades falangistas excitaron la agresividad de la izquierda, José Antonio se negó a realizar represalias. Ese mismo gesto es el que vemos en Codreanu que durante mucho tiempo, retiene a su Guardia de Hierro para evitar un enfrentamiento directo con la Corona. Así pues, hay en este mucho paralelismo.
También existe paralelismo en el hecho de que en Falange Española existía una franja más combativa y agresiva (la Primera Línea) que en alguna ocasión actuó por cuenta propia, mientras que en la Guardia de Hierro el Grupo de Obreros Legionarios, especialmente tras el asesinato de Codreanu empezaron a actuar por su cuenta y a generar disturbios en los barrios judíos de la periferia de Bucarest.

En ambos casos, y en tanto que partidos “fascistas”, Falange Española y la Guardia de Hierro eran organizaciones paramilitares, que no desdeñaban el entendimiento con la violencia, cuando era menester. Ahora bien, una cosa es la violencia política y otra el terrorismo. Éste último puede ser considerado como la estrategia que utiliza la premeditación para la comisión de algún acto violento, especialmente atentados con bomba o asesinatos políticos.

En el caso de Falange Española, el atentado frustrado cometido contra el vicepresidente de las Cortes, doctor Jiménez de Asúa, en represalia por la agresión el día anterior a dos estudiantes, uno tradicionalista y otro falangista, tiene su equivalente en el asesinato que el propio Codreanu realizó pistola en mano, asesinando al jefe de policía Manciu, conocido torturador en 1924. Posteriormente, se produjeron otros atentados, nunca indiscriminados y siempre selectivos, contra responsables de la represión contra la Guardia de Hierro. En 1933 un comando legionario asesinó al presidente del consejo de ministros, Ion Duca, y, posteriormente, tras el asesinato de Codreanu, otro comando ejecutó al presidente del consejo de ministros, Armand Calinescu. En ambos casos, y siempre que los codreanistas cometían un atentado de este tipo, se entregaban inmediatamente a la policía: su ética prescribía que, en tanto que cristianos, matando cometían un pecado que se expiaba en la tierra entregándose a la justicia civil. En España, los atentados cometidos por falangistas no registraron un punto de vista similar. Los que atentaron contra Jiménez de Asúa, por ejemplo, o fueron detenidos o pudieron escapar a Francia gracias a los buenos oficios del alfonsino Ansaldo que, a petición de Ruiz de Alda, los sacó del país en su avioneta.