domingo, 8 de octubre de 2017

El independentismo ha calculado mal los “tempos”




Lo reconoce hoy Artur Mas, el capitán araña de la peripecia: “Catalunya no está preparada para la independencia”. Lo habían medido todo: décadas de inmersión lingüística y de adoctrinamiento en las escuelas, subvenciones sin límite a los medios de comunicación adoctrinadores, canales de radio y televisión que solamente difundirían retórica y mitos independentistas, tres referéndums… y, coño, cuando parecía que habían ganado y que, los neutrales se reblandecían por unos porrazos de los picos, resulta que el independentismo, a poco que sobreviva a la semana horrible que tiene por delante (a partir del 8 de octubre), tardará años en recuperarse. E incluso, lo más probable es que entre en el camino de la marginalidad. 

Uno ha visto ya tantos movimientos e ideologías que eran “cool” y guais un día y al día siguiente eran tenidos como arcaísmos, que no alberga la menor duda en que en 20 años el 11–S se celebrará en un teatrito próximo a cualquier gediátrico.

El mensaje del Rey llegó en el momento en el que los independentistas estaban más crecidos: ya solamente –pensaban– quedaba proclamar los resultados del refe-réndum y declarar la independencia. Total, a fin de cuentas al resto de España todo parecía importarles un higo, no tenían apenas respuesta en Cataluña, así que nada impedía cortar el débil hilo que mantenía unida Cataluña al resto del Estado.

Sin embargo, después del discurso del Rey todo empezó a ponerse en contra

  1. primero reaccionaron, tímidamente, vecinos que estaban hartos de caceroladas y trapos colgados desde hace siete años, 
  2. luego, el Constitucional declaró ilegal el pleno del parlament del martes 10 para proclamar la indepe, 
  3. un par de días después, los buques insignias de la alta burguesía catalana (el Sabadell, CaixaBank, Gas Natural, etc, etc) migraron al resto del Estado, 
  4. finalmente, cada vez más movilización popular españolista, primero en el resto de España, luego en la propia Cataluña… hasta el domingo en donde la manifestación se acerca en cifras al estándar del 11–S. 

El domingo a las 14:00 horas se tiene la sensación de que no son “cuatro partidillos fachas” los que están contra la independencia, sino que existe todo un movimiento nacional y popular que despunta, incluso en los rincones de la “Catalunya mes profona”… A partir de aquí, el independentismo puede entonar el morituri y considerarse otra doctrina (acaso la más simple) que entra en el basurero de la Historia. Nunca volverá a existir, ni un 6 de febrero de 1934, ni un 1 de octubre de 2016... Nunca.

Si algún tontopollas cree que con un referéndum cuestionable desde todos los puntos de vista (¿hay que creer obligatoriamente los resultados de la “consulta popular” dadas por la gencat y aceptar que suponen un “mandato del pueblo catalán” –como titulaba ayer La Vanguardia– que debe cumplir Puigdemont -en tanto que el seudo-referéndum era “vinculante”- para que declare la independencia?) alguien se tomará en serio la “DUI” esperando que la reconozca algún país (además de Kosovo, claro), lo lleva pero que muy mal. 

El techo de la “magna obra” de Puigdemont, Mas, Junqueras, la Forcadell y los “bienpagaos”, ha sido, simplemente, romper la sociedad catalana en dos y llegar al punto de no retorno ellos solitos y sin ayuda de nadie. Porque no era necesario llegar hasta donde lo han hecho. 

El margen para “negociar” (que era la única salida que tenían desde el principio) se les ha reducido extraordinariamente después de las movilizaciones populares del domingo 8 de octubre. Los “líderes independentistas” harían bien en valorar la nueva situación creada a las 14:00 del domingo cuando ni ellos podían creerse lo que veían y entender lo que se les viene encima: no podía haber detenciones sin antes demostrar que buena parte de la sociedad catalana estaba a favor de acabar por la vía drástica con siete años de revuelta independentista. Hoy, la libertad (y el patrimonio) de esta banda de chalados pende de un hilo ¡por que ya se ha demostrado que una operación de busca y captura sería apoyada por una parte de la sociedad catalana!

Siempre hemos albergado la oscura sospecha de que el independentismo ha estado dirigido por individuos tan ambiciosos e interesados como cortitos, verdaderos minusvalidos intelectuales y con una débil capacidad de razonamiento lógico. Todo lo que ha sucedido en Cataluña en las últimas semanas nos ha confirmado en esta sospecha. 

Ahora, claro está, toca “negociar”. ¿El qué? ¿Más autonomía? Esperemos que el Estado haya aprendido la lección: confiar en un nacionalista es como acostarte con un nido de alacranes en los pies y una boa constrictor al otro lado de la cama, con arañas venenosas en el techo y chinches, muchos chinches. Ni siquiera se puede negociar el que la “banda de los cuatro” (Puchi, Junqueras, Forcadell, Trapero) salga indemne de la astracanada ¿o es que ahora resulta que la “democracia español” va a confirmar que no existe “división de poderes”? ¿Quedarnos como estábamos? ¿Con los medios de comunicación y las escuelas adoctrinando a otro par de generaciones de catalanes en las excelencias de la independencia y en el “Espanya ens roba”? Va a ser complicado. Aquí ya nos conocemos todos, desde el período desde 1979 hasta hoy “nos hemos mojado el culo juntos muchas veces”: aquí ya todos han mostrado sus cartas. Negociar implica tener confianza. El Estado ya no la tiene en el independentismo y el independentismo ha demostrado sus intenciones: ¿negociación? ¿sobre qué bases? ¿para llegar a dónde? Hay muy poco margen para la negociación, aunque, siempre, claro está existe la posibilidad de una rendición incondicional y confiar en la generosidad del juez de guardia.

A una semana del 1–O, hasta los más ciegos empiezan a reconocer que el frenesí independentista ha concluido. La única duda es si el Estado va a tratar de resolver el asunto por la vía moderada (multas sobre el patrimonio e inhabilitaciones) o bien por la vía drástica (recuperación de competencias en materia de educación, disolución de la Comisión Catalana de Medios de Comunicación, intervención económica de la Generalitat, revisión del estatuto de los mozos de escuadra…). 

Sea como fuere, todo indica que la broma ha entrado en la fase terminal. Lo que el 8-O ha dejado claro es que un sector de la sociedad catalana y buena parte de la sociedad española piden medidas ejemplares para que estas situaciones de inseguridad y de división generadas desde órganos regionales creados para colaborar en la gobernabilidad del Estado no se repitan nunca más. Puchi y lo que queda de su gobierno, deberían pensar en dimitir, convocar nuevas elecciones autonómicas, antes de entrar en el furgón–jaula camino de Meco.

Queda una última cosa por decir. El 30 de septiembre el patriotismo español estaba muerto. Una semana después, salido de no se sabe dónde, ha resucitado. Claro está que el patriotismo español, de las últimas décadas es cíclico, reactivo y ligado a éxitos deportivos, mientras que el independentismo es obsesivo y victimista. Lo que sí parece evidente es que los partidos de izquierdas que se han intentado colocar como “tercera fuerza” con sus llamamientos a manifestarse “vestidos de blanco”, por la negociación, han demostrado que, al menos en Cataluña, interesan a pocos. 

¿Qué le ha fallado al independentismo? 

  1. No han entendido que en el siglo XXI la formación de nuevos Estados es algo que pertenece al pasado, no al mundo globalizado, 
  2. Se han creído más fuertes de lo que eran, han creído en las cifras de asistencia a sus 11–S y al 1-O, pensaban que representaba a “tota Catalunya” y no a un 30–35% y hablaban en nombre del “poble catalá”, creyendo que el 65–70% no tenía nada que decir o renunciaba a decir nada. Creían que “su” concepto de “democracia” era el único que podía existir en su jardín.
  3. Han creído que existía una realidad social independentista más allá de un tejido asociativo irreal hinchado artificialmente mediante cuarenta años de subvenciones a cascoporro, olvidando que los sectores que le apoyaban eran un mosaico de funcionarios de la gencat, borrokillas arrabaleros de la CUP, buenas gentes de periferia de la “Cataluña profunda” y tejido social subsidiado.
  4. Han manejado mal, muy mal, los “tempos”, ignorando que, al final, los últimos movimientos son los que deciden la partida y que ésta se prolongaba innecesariamente y ha terminado cansando a un amplio sector de la sociedad catalana y española que estábamos -personalizo- literalmente hartos de tanta obsesion nacionalista e independentista. 
  5. Finalmente, han calculado mal los “apoyos internacionales” a su favor: ahí la responsabilidad ha sido de Romeva del que esperamos un buen día conocer sus gastos en viajes aquí y allí ¡todo para hacerse una foto con Jimmy Carter el cacahuetero, foto pagada off curse!

Por todo ello, el independentismo está hoy a las 14:00 horas en situación de jaque dado por el adversario. Decimos jaque, no jaque–mate. Pero en apenas una semana, desde el punto de vista militar, ha pasado de “ofensiva estratégica” a “defensiva estratégica”, después de unos días de “equilibrio de fuerzas”. Los “tempos”, ah los tempos… 

Para el independentismo todo terminaba el día en que se proclamaran los resultados del “mandato dado por el pueblo catalán a su presidente”… Después, “lógicamente” (según la lógica absurda del independentismo), tenía que declararse la independencia que, dado que según su imaginario, “Catalunya es rica i plena” debería ser aceptada por todos, empezando por el Estado Español que seguiría comerciando con Cataluña, comprando a Cataluña y avalándolo en su entrada triunfal y rápida en la UE ¡como si aquí no hubiera pasado nada! ¡tal era la fantasía absurda de la “revolución de las sonrisas”! ¡Señor, señor! ¡Menos inmersión lingüística y más lógica aristotélica¡ !Menos historia-ficción y más sentido común!

Cualquier mentalidad lógica es capaz de identificar los “tempos” con los que se ha movido el Estado por este orden: 

  1. Identificando desde que se iniciño el “procés” el núcleo duro del independentismo con la corrupción del 3%, con el clan mafioso de los Pujol. Incluso hasta una semana antes del 1–O se pringó a Puchi en una estafa de la compañía de aguas en Gerona mientras era alcalde.
  2. Utilizando los recursos jurídicos del Estado para advertir primero, presionar después e imputar finalmente a los insensatos que movían el sarao independentista.
  3. Mostrando en los días previos al 1–O síntomas de que podía reaccionar y que, de hecho iba a reaccionar y hacer, sino imposible el referendo, sí al menos restándole, no sólo legalidad, sino incluso legitimidad.
  4. Reaccionar el 1–O con fuerza limitada dejando que salieran de la madriguera los núcleos más duros del independentismo (en especial en los mossos que han quedado tocados y hundidos y su “jerarquía” evidenciada.
  5. Sacando, finalmente, la figura del Rey y, a partir de ahí, dejando que fuera la sociedad la que reaccionara tanto en Cataluña como en el resto del Estado. 


¿El resultado final? Que sólo quienes ven TV3 (un 13% de la población catalana, tampoco vayamos a exagerar), leen La Vanguardia (el Ara no sirve no se lee ni se recurre a él siquiera para envolver bocatacalamares) y oyen CatRadio y RAC1 (como La Vanguardia propiedad del “conde de Godó”, que, por cierto, menudeo papelito ha hecho...), creen que el independentismo está vivo. En realidad, es un zombi que se mueve porque la gencat todavía aporta fondos… el día que tengan dificultades por pagar la broma, el zombi dejará de tener carburante y ni siquiera hará falta machacarles en esa cabecita loca suya...