jueves, 8 de octubre de 2020

UN PLAN ECONÓMICO QUE NO FRENARÁ LA CRISIS Y QUE AGRAVARÁ LA CRISIS INSTITUCIONAL

  

Los que vivimos el primer “felipismo”, no podemos olvidar aquella promesa de “crear 800.000 puestos de trabajo”. Fue un buen slogan que la realidad desmintió. Donde decía “creación de puestos de trabajo” debía de haber dicho “firma de contratos laborales”. Algunos de 4 horas, otras de una semana y algunos, incluso de un mes de duración. Sánchez, hombre de poca imaginación y muchos plagios, ha calcado el eslogan felipista de hace 40 años, para, sin duda, encandilar a los que nacieron después. Porque el plan de medidas económicas del gobierno ni es plan ni tiene futuro. Ahora explicamos porqué.

Sánchez confunde la propaganda con la gestión del gobierno. Y eso es muy peligroso: la razón de Estado, con demasiada frecuencia dicta normas que la propaganda desaconseja. Pero, siempre es más fácil gobernar en el sentido de la corriente, la que siguen los peces muertos. Pero nadar contracorriente solamente es atributo de los políticos para los que el Estado y su misión es anterior y superior a su propio destino. No es el caso de Sánchez: lo vimos en la crisis del confinamiento que se inició aprisa y corriendo, cuando las UCIs empezaban a estar saturadas y la desescalada se inició cuando la ciudadanía empezaba a estar harta. Entonces se lavó las manos y transfirió el marrón a las comunidades autónomas, que es como decir al vacío. ¿Resultado? Hoy más de 55.000 muertos.

El gran problema de España es que el sistema de los ERTES (“ERTOS” en Cataluña…) no puede subsistir mucho tiempo, engañando a las cifras reales del paro. Para colmo, desde hace unas semanas no se habla de “la vacuna” y se ignora cuándo estará dispuesta, cuando y cómo se distribuirá y si llegará a tiempo para salvar la temporada turística de 2021. De momento, hoy se ha publicado que Grecia está “robando” mercado turístico a España. De la Costa Dálmata no se dice nada e, incluso, de Chipre que también se está llevando una parte del pastel. Hacer planes cuando aún no se sabe, ni se prevé cómo va a evolucionar la crisis, parece aventurado y, en realidad, solamente sirve de cara a la galería para demostrar que el gobierno “piensa”, “planifica” y “hace”. Pero es pura fantasía:

- Sánchez prefiere no “pensar” lo que ocurrirá en 2021 como la vacuna no haya liquidado radicalmente y para siempre esta pandemia.

- Prefiere no “planificar” algo que es demasiado complejo para explicar a los ciudadanos y que no podría realizarse sin un consenso general: a saber, que los males de la economía española dependen de la errónea estructura económica del país y que, sin turismo y sin construcción, fallan los dos pilares construidos durante los años 80 por el felipismo y luego reforzados por el aznarismo a expensas de cualquier otro.

- No “hace” porque el gobierno es demasiado diverso y se ve debilitado por la incrustación de personajillos irrelevantes procedentes de la banca (Escribá), por el moños y su trupe de perpetuos outsiders de la política y por las ministras de cuota, unas con aspecto de amargadas permanentes (Carmen Calva) y otras más preocupadas por su look que por su tarea (Nadia Calviño, Isabel Celáa).

Porque, a fin de cuentas, ¿qué es lo que propone el programa de “medidas económicas” presentadas por Sánchez?

- 800.000 puestos de trabajo en tres años... Dígame cómo van a ser esos puestos y su “calidad” y le diré si es aceptable o no. Porque 266.666 puesto de trabajo en tres años pueden ser “fijos” y bien remunerados, o meros contratos de cuatro horas con salarios de hambre. En España, vale la pena no olvidarlo, en estos momentos -la cifra la ha dado hoy mismo Caritas- trabajan dos millones de personas que viven ¡en la pobreza!

- Un PIB que ascienda un 2,5% anual... insuficiente para crear empleo. Siempre se ha admitido que éste se crea en España, a partir de un aumento del PIB del 3%.

- La “transición ecológica” es un chiste apto solamente para votantes y perpetuos engañados: esa medida debería haberse adoptado hace 15 años, no ahora. Ahora, ya no tiene excesivo interés el tránsito del motor de combustión interna al motor eléctrico: esa transición sigue su curso de manera irregular (de manera aceptable para utilitarios y estancado en el transporte), falta todavía mucho para que la ingeniería logre crear baterías que duren más se carguen en menos tiempo y den a los vehículos la autonomía que requieren sus actividades. Para colmo, si se trataba de “transición” en el tema de los vehículos, habría que estar mucho más atentos a los coches sin conductor guiados por sistemas 5G que a la “transición ecológica”. Eso sería estar en vanguardia de la modernidad. Sánchez ha logrado reiterar medidas con las que a Zapatero ya se le llenaba la boca: instalación de molinetas eólicas en todos los campos de España, paneles de energía solar a cascoporro y todo ello subvencionado…

- La “transición digital” corresponde también a otra época. Está claro que las compañas de telecomunicaciones se van a forrar con el sistema 5G y que España no precisa de un tontorrón sin ideas para garantizar el que tendremos buena posición en los nuevos anchos de banda… Pero nada de todo esto se deberá a la acción del gobierno, sino a la iniciativa privada.

- Reforzar la “formación profesional” es otro brindis al viento y cuando se oye de un socialista una consigna de este tipo, lo primero que se piensa, no es en refundar las “universidades laborales”, dignificar, promover y aumentar el número de especialidades y, sobre todo, en aproximar empresa y enseñanza laboral, sino, simplemente, en mantener la boca cerrada a los sindicatos, derramando sobre ellos, otros cientos de millones en concepto de cursos de “formación” que nunca, absolutamente nunca, han servido para nada más que para que los sindicatos siguieran firmando todo lo que les ponían bajo la nariz.

- Rehabilitaciones de viviendas para acondicionarlas a la “eficiencia energética”… mero eufemismo para aludir al sector de la construcción y a su futuro que, como podía preverse, ya no dependerá de la construcción de nuevas viviendas, sino de las reformas. El ideal de Sánchez sería que legiones de Pepe Gotera y Otilio recorrieran toda España colocando ventanas de cristales dobles, calefacciones de circuito cerrado, y cambiarán el gotelé por estucados de fantasía. Es la vieja idea de que la “construcción” es el motor de la economía española y que, si este funciona, todo irá bien.

Con este plan no se va a llegar a ningún sitio: en primer lugar, porque no es realista; se ha elaborado antes de que saber cómo va a evolucionar la crisis en 2021 e ignorando el daño permanente que la crisis Covid-19 de 2020 habrá dejado en nuestra economía.

Si se ha lanzado este “plan” no es por deferencia a los ciudadanos preocupados por su futuro, sino por exigencia de la Unión Europea para aflojar los 140.000 millones de pesetas prometidos (y que, en realidad, descontando lo que hay que aportar a Europa en el mismo plazo y los seis años en los que se partirá la ayuda, apenas suponen entre 6.000 y 7.000 millones anuales, insuficiente para todo). El Himno a la Alegría, tocado por el pianista Jaime Rodhes, no ha sido nada más que un clímax de coba para la UE, cuya función es idéntica a la del “¡Americanos, os recibimos con alegría!”, de Bienvenido Míster Marshall.

El plan, en sí mismo, es “blando”, irrealizable, voluntarista (el eslogan “España puede” es significativo: mejor uno que “puede” que un “impotente”, puro marketing) y sin bases sólidas: nos habla de “transiciones” que se producirían, quiera o no el gobierno, por iniciativa de empresas privadas y por la incorporación inevitable de las nuevas tecnologías (desde el 5G hasta los vidrios dobles). El resto de medidas es una música que conocemos demasiado bien y que ya ha fracasado en muchas ocasiones (durante el felipismo y durante el zapaterismo).

Lo cierto es que en marzo-abril estaremos ya con TRES BILLONES de deuda pública. Nos gustaría saber cuál será el “plan de pago”, de dónde saldrá el dinero para subvencionar tanto el “Programa de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española” (nombre oficial del engendro), cuánto va a subir el IRPF, y qué hacer cuándo se sepan las cifras reales de muertos por Covid-19, cuando se sepa exactamente si el PIB ha caído un 11 o un 17% y se conozca el volumen de los destrozos finales operados a la economía española, comprobándose que, en esta ocasión, no hay -como durante el zapaterismo- “países PIGS” (Portugal, Italia, Grecia y España) en los que mirarnos, sino que hemos logrado desbancar a cualquier competidor en la miseria.

Ante este plan que confirma la falta de plan del gobierno Sánchez, la noticia del procesamiento del moños y vicepresidente del gobierno, es casi una anécdota frívola.

Este plan no resolverá nada: ha sido pura propaganda política y, como tal, se diluirá, aumentando más nuestra deuda. No evitará que la crisis económica se transforme en crisis política y que ésta, finalmente, desemboque en crisis institucional como resultado. Y esta crisis política no será igual que se desató como resultado de la crisis de 2009: El independentismo catalán está demasiado debilitado y escarmentado para probar una nueva aventura, como la que probó tras la crisis de 2009. El PNV, por su parte, sin ETA es como un tigre de peluche. Los ánimos no están para ver la formación de nuevos partidos como en 2009 y, de producirse las peores previsiones. Y lo peor puede ocurrir cuando las masas se lanzan a la calle expontáneamente y sin que nada pueda contenerlas. Eso ocurre en momentos de desesperación y falta de perspectivas… como los momentos a lo que nos aproximamos.

Habrá que recordar que el “Palacio de Invierno” no está en La Zarzuela, sino en La Moncloa. Porque la crisis política a la que caminamos, apuntará al choque entre los dos palacios. Y todos tendremos que decidirnos por una u otra opción.