miércoles, 7 de octubre de 2020

ANTE EL IRREMEDIABLE DETERIORO DE UNA ESPAÑA NARCOTIZADA Y ENFERMA TERMINAL

¿Alguien duda de que el país, especialmente la administración, haya dejado de “funcionar”? Hace poco, un millón de personas que habían pedido el “salario mínimo vital”, tan cacareado por los propietarios de Podemos, se quejaban de que llevaban meses sin que el ministerio correspondiente se pronunciara e ingresara las cantidades prometidas. No hace tanto, el gobierno exigía a los españoles que lleváramos permanentemente mascarillas que nadie se había preocupado de comprar y que solamente existían en los hospitales. Nunca como hoy las webs de los distintos departamentos del gobierno central y de los gobiernos autonómicos han tenido tantos recursos, teléfonos, emails… y nunca como hoy el ciudadano ha tenido tanto silencio como respuesta. Ayer mismo, me vi obligado a desplazarme a la central de correos para que me resolvieran una duda: ni contestaban al email, ni al teléfono. Y, como las desgracias nunca vienen solas, me fue imposible confirmar por teléfono, por correo electrónico o en la página de Facebook del CAP de mi pueblo, una información básica. Las noticias que leo en los medios son igualmente alarmantes: la sensación que da es que la administración, con la excusa del Covid, ha dejado de funcionar o está próxima al colapso y, no solamente, la sanidad, sino en los servicios básicos. De hecho, es milagroso que este país siga sobreviviendo después de todo lo ocurrido desde el mes de marzo.

Me temo que ni el gobierno, ni la oposición, se están dando cuenta de la gravedad de la situación y se refugian en las cifras del Banco de España -que son malísimas con una pérdida de PIB de entre el 12 y el 17%, con un paro que puede subir al 20-25% según los más optimistas y con una cifra de muertos que sigue aumentando (ayer murieron 484 personas de Covid). Iglesias sigue preocupado por la “prestancia” de su moño (el gran “avance” de Podemos, que ha dejado atrás los tiempos en los que “el moños” era “el coletas”). Medio país está hipnotizado por el nuevo culebrón protagonizado por el “ex trinca”, el tal Mainat, independentista catalán, que va revelando los niveles de degradación y estupidez de los propios protagonistas, incluidos el protagonista y su entorno personal y familiar. Sánchez aspira a rebajar la tensión con Felipe VI viajando con él a Cataluña, mientras Illa y Ayuso se acusan mutuamente de mentir en las cifras de muertos y contagiados en Madrid. Y sigue el culebrón. Y sigue. Y sigue…

Lo cierto es que el gobierno ya no tiene ni arrestos ni redaños para negar que los muertos hayan superado los 55.000 y prefiere enviar a los “antifas” a retirar las banderas nacionales puestos en su honor. La pandemia vuelve a cebarse en los ancianos… seguramente porque son los que están estos días más en relación con los nietos que han reemprendido las clases. Y, para colmo, Sánchez y Podemos se niegan a que existe una Comisión Independiente formada por médicos y científicos para evaluar las medidas adoptadas por el gobierno desde el inicio de la pandemia. El manifiesto de los científicos es el mayor bofetón recibido por Sánchez: “EN LA SALUD USTEDES MANDAN, PERO NO SABEN”.

La única esperanza para el gobierno es la llegada de fondos europeos -agotados antes de que crucen la frontera- y que Sánchez cometió el error de mendigar antes de conocer la situación exacta en la que quedaría nuestra economía al acabar la pandemia y, sin duda, pensando que luego habría más posibilidades de volver a poner el cazo de pedigüeño profesional.

Ayer veo un documental sobre China y cómo cambio su política económica cuando se desató la crisis de 2008. Si hasta ese momento priorizaba las exportaciones, a partir de entonces se preocupó del consumo interior. El resultado ha sido que en apenas 5-7 años, China será el líder mundial en comercio a sus 1.450 millones de ciudadanos, unirá un mercado mundial que asfixiará al resto de economías productivas, incluida la norteamericana. Un éxito para el gobierno chino gracias al seguimiento, a la capacidad de adaptación y a la planificación a largo plazo. Tres elementos completamente ausentes en las economías neoliberales y, no digamos ya, en la española.

Esto no funciona y no es por que el gobierno Sánchez esté compuesto por un atajo de inútiles, impresentables e ignorantes -que lo está-, sino porque es el propio sistema creado en 1978, el que ha entrado en crisis. Basado en el oportunismo, en el empobrecimiento cultural del pueblo español, en una clase política de baja calidad y en una ausencia de planificación, con un país roto por 17 “jaulas” autonómicas (así las calificaba ayer Puigdemont y en esto hay que darle la razón: en estas 17 jaulas está parcelada y encerrada la opinión pública a la que no se le ha consultado nunca si aprecia este sistema autonómico, caro, inestable y de dudosa eficacia, o si pasamos página y lo sustituimos por un Estado de verdad, digno de tal nombre, capaz de planificar, ordenar, establecer políticas a largo plazo y con exigente con sus gestores.

No falla el gobierno Sánchez. Falla la constitución. La constitución del 78 ha permitido que, no solamente en sanidad “manden los que no saben”, sino que también ocurra lo mismo en política interior, en industria, en comercio exterior, en cultura y educación, en inmigración, en política económica… MANDAN, PERO NO SABEN. La diferencia con anteriores gobiernos la da el hecho de que, hoy, en la mesa del consejo de ministros, se sienten impresentables que no serían ni siquiera admitidos por los seguratas en la puerta de una discoteca de polígono marginal. No me extraña que se nieguen a comisiones de investigación: están logrando paralizar la administración.

¿Qué hace falta? Lo que hace falta no es un “programa de mínimos”, es una póliza de supervivencia para nuestro país. Y estos puntos nos parecen oportunos y ajustados a la gravedad del momento:

- Gobierno de salvación y unidad nacional, compuesto por técnicos y expertos te indudable capacidad y patriotismo que acometa tres objetivos:

1) Afrontar la pandemia y explicar por qué somos líderes mundiales en número de muertos por cada 100.00 habitantes. Técnicos y expertos, ante políticos chapuceros y oportunistas sin escrúpulos.

2) Reformar la economía, renegociando el tratado de adhesión a la UE y restando protagonismo a sectores de escaso valor añadido de los que hoy dependemos (construcción, hostelería y turismo). Reforma de la estructura económica antes que inercia hacia el abismo.

3) Movilizar a la sociedad civil pasando por encima de partidos políticos que ya ni representan opciones ideológicas, ni programas que algún día serán cumplidos, sino bandas de saqueadores del dinero público. Revitalización de la sociedad civil. Disminución del peso de los partidos.

4) Liquidar el Estado de las Autonomías, reduciendo el presupuesto, disminuyendo la carga fiscal y realizando un plan a largo plazo para disminuir la deuda pública.

- Golpe de timón de la Casa Real para enderezar la situación y descalificar, de una vez por todas y para siempre, a una clase política inservible, insalvable e impresentable y a una constitución que urge revisar y modificar.

No somos particularmente optimistas. Si el país ha llegado hasta donde se encuentra hoy es porque ha demostrado ser capaz de tragar carros y carretas. Con una sociedad civil desmovilizada y narcotizada, pocos parecen darse cuenta de que la parálisis está empezando a alcanzar a todos los organismos y servicios del Estado. Estos días se publicará el “plan de reactivación económica” elaborado por el gobierno Sánchez-moños. Se prometerán millones y millones para “reactivar” la economía (aun antes de haber conocido los efectos exactos de la pandemia) que nunca serán otra cosa más que limosnas para parados, ni-nis e inmigrantes y, como no llegue la vacuna anti-Covid en primavera, en septiembre de 2021 con una segunda campaña turística quebrada, veremos lo que sobrevive de las costuras del país.

Ante esta situación, insistimos, la Casa Real tiene que tomar la iniciativa o de lo contrario arriesgarse a seguir reinando en un país quebrado por el gobierno de los ineptos, fragmentado por las autonomías, gobernado por los que “mandan, pero no saben” y con una sociedad civil narcotizada a la que se han superpuesto oportunistas de todos los pelajes en partidos políticos que llevan 40 años saqueando el país y conduciéndolo hacia el abismo.

Y, por cierto, ya tenemos un pie en el vacío.