lunes, 19 de octubre de 2020

LA TRISTE HISTORIA DEL PROFESOR DECAPITADO Y LO QUE PIDE LA SITUACIÓN

 

Cuando el terrorismo es protagonizado por una organización, la sociedad puede defenderse a través de las fuerzas de seguridad del Estado: basta con investigar, detener y juzgar a los integrantes de la red. Pero cuando el terrorismo es protagonizado por decenas de chalados, tras los cuales no existe ninguna organización y sus acciones criminales son el resultado de una interpretación literal de sus creencias religiosas, no hay defensa posible. Hoy será éste el asesinado, maña aquel otro y, poco importa que la buena noticia sea que el terrorista sea liquidado en cuestión de minutos al carecer de infraestructura y ni siquiera haber previsto qué hacer después de cometer. ¡Qué puede importarle, si tiene la convicción de que renacerá en el “paraíso de Alá”, donde recibirá cuarenta palacios de jade, cada uno con cuarenta harenes y cada harén con cuarenta huríes y vivirá eternamente con treinta y tres años y erección permanente! Todo esto viene a cuenta del asesinato de Samuel Paty, profesor decapitado en Francia por el fanático islamista de turno.

El profesor, ni era conocido como “islamófobo”, ni siquiera como votante de Marine Le Pen; el profesor Paty era, más bien, un liberal progresista, de esos que creen que el diálogo lo resuelve todo y que se puede debatir con todos con paz y amor. Era tan respetuoso que, incluso, en la clase de “libertad de expresión”, antes de enseñar las caricaturas de Mahoma, dijo que, si algún alumno se iba a sentir ofendido, podía abandonar el aula. Lo hicieron algunos, pero una de las alumnas que se quedó informó a los islamistas y así empezó todo. Esta misma alumna, había publicado dos vídeos en redes sociales criticando al profesor, ofreciendo datos personales de él y, previamente, lo había denunciado por difusión de “pornografía” en la clase de educación sexual…

Me recuerda al asesinato de los redactores de Charlie Hebdo: en las entrevistas posteriores a los supervivientes, con una ingenuidad pasmosa, demostraban ignorar por completo lo que era el islam y desconocer lo que implicaba publicar una caricatura de Mahoma. Lo mismo le ocurrió al profesor Paty. Hay que tener en cuenta que, los medios de comunicación en Francia dan mucha audiencia a islamistas moderados que insisten en sus puntos de vista compatibles con la legislación europea y cierran las puertas a los radicales islamistas, de tal manera que los sectores liberales y progresistas de la opinión pública están predispuestos a considerar al islam como una religión tolerante, respetuosa con la libertad de expresión y ajena a los radicalismos… Y luego pasa lo que pasa

En cuanto al asesino, ni siquiera estaba fichado y no existían datos de que fuera un islamista radical. Había nacido en Moscú, de origen checheno. Un conocido propagandista islamista, Abdelhakim Sefraouni, presidente del “Consejo de Imanes de Francia”, visitó, junto con el padre de la alumna, al director del instituto y emitió una “fatwa virtual” contra el profesor. Se sabe cómo terminó.

El tal Sefraouni y los familiares del asesino, figuran entre los 9 detenidos por la policía francesa. Esta detención es importante porque se trata de la primera vez en que un alto cargo religioso de un país europeo haya amenazado e instigado el asesinato de alguien que no comparte sus ideas religiosas.  Lo sorprendente no es eso ¡sino que el fulano llevaba quince años siendo investigado por la policía como islamista radical tras promover continuamente actos violentos!

Sin contar las más de 200 iglesias incendiadas en Francia, entre las que se encuentran, vale la pena no olvidarlo, Notre Dame de París y la catedral de Nantes, en los últimos cinco años han muerto en Francia 259 personas, víctimas del terrorismo islamista. Si tenemos en cuenta que los matarifes de ETA, en medio siglo de actividad, asesinaron a 800 personas, la cifra de víctimas del terrorismo islamista en Francia habla por sí misma.

En cuanto al asesino, se trataba de un “refugiado” checheno. A pesar de tener antecedentes sólo por pequeños robos y delitos comunes, una hermana suya se había unido al Daesh en 2014 y sí está en busca y captura. Pero, lo más sorprendente -y en este asunto vamos de sorpresa en sorpresa- es saber que el ministro del interior francés anunció, después del asesinato de Paty, la expulsión de 231 extranjeros residentes ilegalmente en Francia y fichados por “radicalización islamista”, de los que 180 están en la cárcel. ¿Hacía falta un asesinato que ha generado la repulsa de la sociedad para acometer esta medida? ¿Cuántos asesinatos similares harán falta para entender que con demasiada frecuencia “refugiado” es sinónimo de “inmigrante ilegal con conciencia de islamista radical”?

La detención de Sefraouni es todavía más significativa en la medida en que se había enfrentado a los “imanes moderados”. Y tenía un buen apoyo para hacerlo: El Corán. En otras ocasiones ya hemos extraído frases del libro sagrado de la tradición islámica que constituyen verdaderas llamadas a masacrar infieles. Se dirá que en muchas religiones existen frases parecidas y que en el Antiguo Testamento también se encuentran frecuentes llamamientos a la violencia o que el propio Cristo maldijo a las ciudades de Betsaida y Corazaín que lo habían acogido mal, o expulsó con violencia a los mercaderes del templo, etc. Sí, esto es cierto, pero también es más cierto que ningún practicante del cristianismo se toma estos textos como ejemplos a seguir, algo que no ocurre con el islamismo, la única religión por la que alguien hoy está dispuesto a matar y morir (a la vista de la recompensa prometida que, por cierto, no es manca). Es esto y no otra cosa, lo que hace del islamismo una religión diferente.

Lo normal sería que, a la luz de lo ocurrido en los últimos seis años, la difusión en Europa del islam estuviera controlada y limitada. En lugar de eso, lo que tenemos es que es la única religión que se enseña en aulas en la Europa laica. Últimamente en Cataluña, se ya se dan clases en ocho centros públicos de islamismo, en un “proyecto experimental”. Es la misma Cataluña en donde el 17 de agosto de 2017 unos islamistas arrasaron en Las Ramblas al no poder cometer un atentado de mayor alcance. En total, 16 muertos para mayor gloria de Alá…

Hemos señalado reiteradamente que el gran problema de la religión islámica es la facilidad con la que un “islamista moderado” se desliza hacia posiciones “radicales” y como, manejando los textos coránicos, se consigue justificar cualquier masacre. Esto hace que un islamista “moderado” de hoy pueda pasa a ser un islamista “radical” mañana. ¿Cómo se controla un fenómeno así? Yendo a las raíces del problema y tomando medidas excepcionales.

Gracias a los iluminados que han generado las corrientes migratorias hacia Europa, estamos en un momento en el que el continente se enfrenta a la posibilidad de una guerra civil que será, a la vez, racial, religiosa y social:

- guerra civil racial porque la inmensa mayoría de islamistas residentes en Europa pertenecen a grupos étnicos no europeos.

- guerra civil religiosa porque las únicas tensiones religiosas que existen en el continente tienen como origen una forma de entender el islam.

- guerra civil social porque los islamistas residentes en Europa realizan una mala lectura de su situación (se trata de grupos subsidiados) y la izquierda los considera el “nuevo proletariado” que ayudará a abatir a la “burguesía conservadora”.

Urgen medidas para evitar actos de terrorismo, organizado o espontáneo, de carácter islamista. Citamos algunas que nos parecen imprescindibles:

- Consideración del islam como una religión diferente a cualquier otra, en la medida en que no defiende solamente principios propios de cualquier otra forma religiosa, sino formas radicales de ponerlos en práctica.

- Cese de toda inmigración procedente de países islámicos o con mayoría islámica.

- Prohibición de difundir el Corán sin podarlo de aquellas frases que supongan llamamientos a la violencia.

- Expulsiones de imanes radicales y vigilancia continua sobre focos de radicalismo.

- Limitaciones a la difusión del islam en Occidente.

- Prohibición de abrir nuevas mezquitas con fondos procedentes de países islámicos.

Me gustaría que algún partido asumiera, al menos, alguna de estas exigencias. La debilidad se paga y Europa pagará cara la debilidad inducida por la clase política. Sí, ya sé que, en Europa, ni los Macron, ni la Merkel, ni mucho menos un Sánchez, tienen la más mínima intención de adoptar ninguna medida que pueda ofender a la comunidad islámica.

En ese caso, vale la pena que nos vayamos preparando para la perspectiva de la guerra civil religiosa, étnica y social. Y que nos hagamos a la idea rápidamente, porque algunos islamistas ya están instalados en ese territorio agresivo.