lunes, 2 de diciembre de 2019

La revista El Fascio, catalizador de energías. Los misterios de un proyecto frustrado (4) – El proyecto y su puesta en marcha


Habiendo agotado los tres objetivos de este artículo (establecer el contexto histórico en el que nació, describir a los protagonistas menos conocidos de la revista, describiendo su entorno y sus circunstancias personales y, finalmente, intentar establecer la intencionalidad y la paternidad del proyecto) nos queda ahora realizar unas rápidas pinceladas sobre la breve andadura del mismo, obviando los contenidos que están a disposición del lector (1) y establecer, ya con más detenimiento, las conclusiones.

No se trató de una empresa particularmente “gloriosa”. Piénsese en lo que representa que una publicación que ha sido profusamente anunciada en todos los medios de la extrema-derecha, desde Acción Española, hasta La Época (2), pasando por La Nación e Informaciones, que ha conseguido movilizar a la totalidad de las energías que en ese momento pugnaban por la construcción de un “fascismo español”, a la primera dificultad (un secuestro policial –que no judicial- de prácticamente la totalidad de la tirada) bastara para detener la empresa y hacer que todos sus promotores la olvidaran. La cosa es bastante más sorprendente sobre todo si tenemos en cuenta que todos los periodistas que participaban en el “equipo” (incluido Ledesma y los suyos, pues, no en vano, habían adquirido experiencia en estas lides en La Conquista del Estado) habían vivido en los dos años anteriores suficientes arbitrariedades por parte de las autoridades republicanas.

No hay ni un solo dato –absolutamente ni uno- que nos explique porque nadie planificó la salida del segundo número, ni qué ocurrió después del secuestro policial de la publicación. Nadie habló en la postguerra, ni siquiera en los recuerdos íntimos, sobre lo que ocurrió el “día después”, el 17 de marzo de 1933. ¿De quién partió la decisión de no avanzar en la preparación del número? ¿Cómo es que no hubo una demanda judicial contra el Ministerio de Gobernación por el secuestro ilegal de una publicación en la que ni siquiera se aludía al gobierno Azaña en página alguna y todos los artículos estaban dedicados a la exposición de los grandes principios que debían informar al “fascismo español”? Nadie se ha planteado estas cuestiones y en la actualidad ya no existe nadie que pueda aportar dato alguno al respecto, así que, una vez más, en este asunto, estaremos obligados a formular conjeturas en las conclusiones.

Todos los autores suelen aludir a una reunión que tuvo lugar el 23 de febrero de 1933 en el domicilio de Ernesto Giménez Caballero en la calle Canarias 41. Estuvieron presentes Delgado Barreto, Ramiro Ledesma, Primo de Rivera, Sánchez Mazas y Juan Aparicio que constituían el “consejo de redacción”. Pero en esta reunión estaban presentes otras tres personas, el embajador italiano Rafaelle Guariglia, el periodista también italiano Cesare Alessandro Gullino y un periodista alemán, corresponsal de Telegraphen Union. Su presencia no deja lugar a dudas sobre la esperanza que los promotores de la empresa tenían en recibir apoyos exteriores. Al menos los estaban buscando.

Gullino había sido atraído al círculo en tanto que amigo de Emilio Rodríguez Tarduchy y ere el “fiduciario” en España de los Comités de Acción por la Universalidad de Roma (CAUR), embrión de lo que debería haber sido una “internacional fascista” (3). Había llegado a España en 1925 como corresponsal de la Agencia Stefani. A poco de llegar participó en la creación del Fascio Italiano de Barcelona que sería legalizado ante el Gobierno Civil de Barcelona el 19 de septiembre de ese mismo año (4). Uno de los encargos que recibió Gullino de Coselschi, su superior director en los CAUR, fue tratar de convencer a Primo de Rivera para que acudiera a la reunión de Montreux en 1935. Tuvo relativo éxito en esta misión pues el líder falangista acudió solamente como observador (5). Tras la guerra civil, Gullino pronunció en Madrid una conferencia en el XX aniversario de la Marcha Sobre Roma titulada Mussolini, modelo de periodistas (6).

En la postguerra, Gullino reunió una copiosa biblioteca sobre la guerra civil española y el fascismo español que fue adquirida en torno a 1965 por Ricardo de la Cierva, comisionado por Manuel Fraga para actualizar la historiografía española (7). Todavía en 1965 realizó una última aparición en Valencia como corresponsal de la Agencia Nationale Stampa Associata (ANSA) (8)

Rafaelle Guariglia era un peso pesado de la administración fascista. De familia noble, había entrado en el cuerpo diplomático en 1909 con París como primer destino, luego Londres, París de nuevo, Bruselas, para ser llamado en 1922 a Roma para participar en las conferencias internacionales que siguieron al fin de la Primera Guerra mundial. En diciembre de 1926 había sido nombrado Director General de Asuntos Políticos, Comerciales y Privados con Europa y al año siguiente fue destacado en misión diplomática a la corte etíope. Fue entre 1932 y 1935 cuando ocupó el cargo de embajador en Roma con la misión de estrechar lazos con la República española y lograr que ésta se distanciara del gobierno francés. A pesar de ser considerado como un fascista “fiel”, cuando se produjo la defección italiana, Guariglia ocupaba el cargo de embajador en Turquía, tomó partido por Badoglio siendo nombrado Ministro de Asuntos Exteriores. En calidad de tal, se entrevistó con su colega alemán Von Ribbentrop dándole su palabra de honor de que no su gobierno no trataría con los aliados... cuando ya había tratado, infructuosamente, de contactar con ellos a través de la Santa Sede y de la embajada italiana en Lisboa. En la postguerra se declaró fiel a la monarquía de los Saboya y fue elegido senador del Partido Nacional Monárquico el 8 de abril de 1954. Más tarde fue presidente de la Union Monarchica Italiana, falleciendo el 25 de abril de 1970. Uno de los encargos con los que había venido Guariglia en la maleta era el hacer que el fascismo se conociese mejor en España (9) y, seguramente, eso es lo que justificaba su presencia en la reunión. Guariglia, más adelante, facilitó el viaje de Primo de Rivera a Roma que le reportó una subvención de 50.000 pesetas al mes, entregadas personalmente al fundador de la Falange en la embajada de París y que prosiguió hasta la detención de este en abril de 1936.

En lo que se refiere al “periodista alemán” hay que decir que Telegraphen Union, no era un diario, sino un grupo de prensa y una agencia fundada en 1913 por la fusión de varias empresas menores. En 1916 fue adquirida por Alfred Hugenberg, empresario de comunicación alemán que llegó a presidir el Deutschnationale Volkspartei (DNVP), partido nacionalista y conservador que sostenía al Mariscal Hindenburg y que se alió con el NSDAP en los últimos años de la República de Weimar hasta el punto de que Hugenberg fue ministro de Agricultura y Alimentación en el primer gobierno de Hitler. Su grupo de prensa estuvo formado por medio centenar de cabeceras. El 1 de enero de 1934, TU y la Wolffsche Telegraphenbüro fueron nacionalizadas por Goebbels convirtiéndose en la Deutschen Nachrichtenbüro (DNB). En ningún lugar figura el nombre del corresponsal, pero indagando en quién era el corresponsal de DN en esa época, puede inferirse que se trató del barón von Gross quien ostentaba la dirección de la agencia en Madrid (10). Se trataba de un aristócrata bien relacionado con la aristocracia española alfonsina (tal como demuestran las dos cálidas noticias que publicó sobre él ABC. Es posible que fuera el propio Giménez Caballero quien lo invitara ya que había dado una gira de conferencias por Europa, incluida Alemania y estaba relacionado con intelectuales de ese país o quizás el propio Primo de Rivera (debió conocerlo durante la dictadura de su padre pues ya entonces era corresponsal en Madrid). También hay que especular sobre el motivo de su presencia en la reunión, si bien lo más probable es que los impulsores de la revista intentaran contactar a través suyo con el gobierno de Hitler a fin de recabar una subvención como intentaban hacer con el gobierno italiano (y obtuvo, poco después, Primo de Rivera para su Falange Española) o, al menos, disponer de informaciones de primera mano sobre aquel país.

Estas dos personalidades extranjeras completan el cuadro de la reunión. Lamentablemente se ignora si hubo alguna reunión previa a ésta. Debió haberla pues en esta ocasión da la impresión de que todo estaba ya hablado y ultimado y se limitaron a leer los artículos que se iban a publicar (11). Así pues, existieron reuniones previas a esta (12) sobre las que nadie es explícito y en el curso de las cuales se modeló el “consejo de redacción” con Delgado Barreto al frente, flanqueado por José Antonio Primo de Rivera, Ernesto Giménez Caballero, Rafael Sánchez Mazas, Ramiro Ledesma Ramos y Juan Aparicio (13).
La existencia de reuniones previas es todavía más probable si tenemos en cuenta que “Con anterioridad a su salida, El Fascio fue profusamente anunciado. Ello hacía que pudieran percibirse las reacciones de la gente, y también que aumentasen de día en día los pedidos de los corresponsales, que a última hora rebasaban los 130.000 ejemplares” (14). La revista Bromas y Veras, a la que Delgado Barreto seguía vinculado, también jaleó la aparición de la revista y un mes antes de la aparición sentenciaba en un titular “A España no la puede salvar más que el fascismo”. El 23 de febrero, justo el día en que tenía lugar la reunión en casa de Giménez Caballero para ultimar la aparición de la revista, se volvía a insertar un comentario: "El fascismo es la conjunción de todos los que sienten los dolores de la Patria y quieren remediarlos" y el 2 de marzo anunciaba para el 9 de marzo la aparición de la revista (15). También el diario La Nación anticipó el acontecimiento, como igualmente lo hizo la revista Gracia y Justicia que, el 11 de marzo, cinco días antes de la aparición de El Fascio, insertaba en la página once otro comentario sobre la próxima aparición de la revista (16).

Se sabe también que se publicaron anuncios es La Nación y en La Época y que todo esto fue suficiente para causar un importante revuelo especialmente en los medios de la izquierda marxista y en la UGT. Los vendedores de prensa se negaron a distribuirlo si bien era cierto que los promotores de la empresa parecían haber puesto en marcha una estructura de distribución propia formada por los grupos que apoyaban la iniciativa y por otros nuevos que se constituyeron entonces.

Así, por ejemplo, Mario González Zaera declaró haber recibido una carta de Emilio Rodríguez Tarduchy (hombre de Primo de Rivera en el proyecto de El Fascio) a principios de 1933 en el que le nombraba “presidente” de la sección de Sarria (Lugo) del “Fascio Español”. González Zaera, que entonces era presidente de los laboratorios Kober, según él mismo declaró, lo abandonó todo “por servir”. Posteriormente sería nombrado Jefe Territorial de Galicia (17). Es de suponer que otros grupos locales recibieron el mismo encargo y se aprestaron a la tarea hasta llegar pedidos que superaban los 130.000 ejemplares. Nada de todo esto puede hacerse sin una preparación previa minuciosa y prolongada, pero ni Ledesma ni nadie más hacen referencia a cuándo empezaron los trabajos.


Por lo que dice Ledesma es posible situar los elementos que llevaron al lanzamiento de la revista el 16 de marzo en dos hechos: la llegada de Hitler al poder (finales de enero del 33) y la descomposición del gobierno de Azaña después de los sucesos de Casas Viejas (principios de enero del 33). Debió ser a lo largo de este mes cuando Delgado Barreto se puso manos a la obra amparado por una situación nacional e internacional extremadamente favorable.

Si hemos de creer a Ledesma la presencia de los jonsistas en el consejo de redacción era poco menos que forzada, lo que contrasta con las dos páginas que elaboraron, no como colaboraciones periodísticas, sino como simple propaganda de partido, de sus propias siglas e incluso de su dirección (calle Acuerdo 16). Se incluía una extraña autoentrevista con Ledesma en la que las preguntas eran simplemente signos de interrogación sin que mediara frase alguna (18), referencias sobre las JONS de Valladolid (el grupo de Redondo) y sobre Antonio Mendoza (un estudiante de 16 años, herido en la frente en la Universidad y presentado como “el primer herido fascista”).

La actitud despreciativa que Ledesma muestra hacia la experiencia de El Fascio contrasta con la puntualidad con la que se comprometió él y sus siglas con el mismo (19). La lectura de la revista permite pensar lo que se habló en las conversaciones previas. Dado que existían dificultades para “unificar” en una sola organización todos los proyectos que en ese momento estaban en marcha en el “área fascista”, le revista pretendía formar un “directorio central” de coordinación (20). Hay que leer íntegramente ese artículo para entender la situación de esos núcleos en la época (y, sin embargo, el artículo ha pasado completamente desapercibido para la mayoría de historiadores (21)). El artículo, indudablemente, fue escrito por Delgado Barreto (22), lo que indica, de paso, que a él pertenece la paternidad del mismo y eso le permite hablar con cierta autoridad.

Delgado Barreto empieza reconociendo que existen distintas corrientes de un mismo proyecto (“Y así, nos hemos visto gratamente asediados por innumerables personas que pertenecen a grupos, a centros, colegios, sociedades, etc., coincidentes en unos ideales que, con estos o los otros matices, son, en definitiva, los del fascismo”) que no puede ser sino “la base de ese gran a base, debe ser la base del gran movimiento — completamente legal, de licitud sin sombras y de alto valor patriótico— que conduzca a la estructuración del nuevo Estado”. Acto seguido pasa revista a esas corrientes y, de manera significativa empieza por la formación con la que él mismo se siente más identificado: “Empezando por los nacionalistas del doctor Albiñana—al que sería injusto no rendir aquí el homenaje que merecen sus sacrificios por sus ideas nacionalistas y el calvario a que se encuentra sometido”. Menciona luego a “los elementos republicanos que quieren esa forma de Gobierno, pero no aceptan la confusión con el marxismo y menos la preponderancia de éste” (sin duda se está refiriendo al grupo de García-Valdecasas). A continuación alude a las JONS,(“llegando hasta el sindicalismo nacional de las JONS”). Para, finalmente, dar la solución al problema de la coordinación (que no unificación):

“… todos los grupos que ya se encuentran constituidos debieran, a nuestro entender, designar una persona destacada que representara a cada uno de ellos en una especie de Ponencia o Comité provisional. Este concretaría los puntos de convergencia de todas las agrupaciones y colectividades representadas, que, unidas ya con una organización común, designarían la Junta Central que procediera a los trabajos de organización”.

Lo matiza en el siguiente párrafo:

“A nuestro juicio, esa organización debería hacerse agrupando a los afiliados por oficios o profesiones y haciendo que en cada provincia se formara un Directorio Corporativo, por designación de aquellos grupos”.

Deberían formarse, pues, directorios provinciales y, a partir de ahí, constituir un Directorio Nacional. Tal es el proyecto de unificación, tal como fue enunciado por Delgado Barreto en marzo de 1933.

Podemos entender por qué los jonsistas se sumaron al mismo: les garantizaba el disponer de una nueva plataforma de difusión y, al mismo tiempo, les respetaba su autonomía. En nuestro artículo sobre La concepción estratégica de Ramiro Ledesma (23) quedó suficientemente claro que los jonsistas consideraban (al menos desde los últimos números de La Conquista del Estado) que la formación de un gran partido fascista debería formarse por “agregación” de corrientes, más que por absorción por la más potente. Y, por eso, no podían sino estar identificados con lo que planteaba Delgado Barreto. El temor de los jonsistas consistía, simplemente, en que el resultado de la “agregación” fuera algo parecido a la Unión Patriótica que surgió como soporte civil de apoyo a la dictadura de Primo de Rivera. En esa circunstancia, el movimiento carecería de garra y mordiente para atraer a la juventud. La idea del “directorio” convencía a todos, incluidos los jonsistas, aunque fuera enunciada, sin duda, por quien, junto con Rodríguez Tarduchy, era el más acérrimo exponente del viejo primorriverismo, Delgado Barreto.

El visto bueno de los jonsistas –cuya posición debió de manifestarse en las reuniones previas en las que, posiblemente Ledesma no pudo asistir por encontrarse cumpliendo dos meses de prisión a causa de un artículo sobre el nacionalismo catalán escrito dos años antes en La Conquista del Estado, reuniones a las que debió asistir en sustitución suya, Juan Aparicio– a este artículo y al proyecto de fusión progresiva que encerraba se debía a la inclusión en el mencionado artículo del parágrafo titulado ¿Se puede ser fascista y pertenecer a otras agrupaciones?. Delgado Barreto escribía: “Aunque el fascismo absorberá, naturalmente, andando el tiempo, a todos los grupos y partidos, porque éstos son cada día más insuficientes para la misión de gobierno, y, desde luego, inservibles para hacer frente al gran enemigo, al formidable enemigo que, por estar organizado en masas, impone que sean otras masas las que detengan su avance, a la pregunta que se nos hace de si se podría pertenecer al Fascio sin abandonar el grupo político a que se pertenezca, nosotros creemos que debería contestarse afirmativamente, al menos durante el período de organización y consolidación, aunque ya es sabido que el haz representa todo lo contrario de esos fraccionamientos”. En el fondo, lo que Delgado Barreto había hecho –y es fácil deducirlo- era interpretar el sentir del único grupo que, entre todos los participantes, se había visto obligado a teorizar una estrategia de fusión: el de los jonsistas.

El subtítulo de la revista era el adecuado para una fase de “agrupación primitiva de fuerzas”: “Haz Hispano” (24). La idea de “haz” implica agrupación (como la palabra más provocadora y significativa en su tiempo de “fascio”), unión en la armonía. Delgado Barreto quería, así mismo, tranquilizar a las partes: en el estado de maduración que correspondía a marzo de 1933, escribe, “no se puede hablar ahora de Jefe, de Caudillo. Ni se improvisan, ni se forjan (…) Aparecerá cualquier día, en una polémica, en un mitin, en un artículo, en una manifestación. Y con un gesto, con una palabra o con una mirada, se impondrá a todos. Y el pueblo dirá: ¡Ese es!”.

La alarma de los jonsistas está todavía más justificada si tenemos en cuenta que se eligió como fecha de publicación de la revista el 16 de marzo. No se trataba de una feche casual entre muchas otras, sino del tercer aniversario de la muerte de Miguel Primo de Rivera. Seguramente, los jonsistas no repararon en el significado de la fecha, ni nadie les informó de ello y es muy probable que el encono y la decepción con la que Ledesma trató aquella experiencia en su ¿Fascismo en España? se deba, precisamente, a que se sintió engañado y manipulado por los “upetistas” que relegaron sus colaboraciones a las últimas páginas de la publicación y no le informaron del significado de la fecha de aparición (25).

Lo menos que puede decirse del proyecto, a la vista de todo lo anterior, era que tenía una alta dosis de improvisación, un oportunismo innegable y distaba mucho de estar maduro. Por tanto, no puede sorprender tampoco su final y el que todas las partes hicieran, más o menos, mutis por el foro y prefirieran –salvo Ledesma- no hablar apenas del mismo en los años que siguieron (26). Sin embargo, es mucho más sorprendente que un proyecto de este tipo suscitara las alarmas gubernamentales y un clima de franca expectación en la calle (27) que llevó al desenlace final: la FUE declaró que impediría la difusión de la revista en la Universidad, la UGT (28) decretó la huelga de los vendedores de revistas para impedir la difusión y finalmente la policía de Galarza realizó la operación que llevó al secuestro de la mayoría de la tirada: por encima de 100.000 ejemplares requisados (29). Incluso intentaron impedir que la publicación se imprimiera (30).

Los promotores limitaron sus protestas a una nota de prensa que reprodujeron solamente los medios de prensa vinculados a la extrema-derecha (la que reproducimos fue la publicada en La Nación el mismo 16 de marzo):

Una nota de “El Fascio”.- "Esta mañana, antes de que saliera un solo número a la calle, fue secuestrado por la Policía, sin mandamiento judicial alguno, la edición íntegra de El Fascio. Trátase de una revista puramente doctrinal, propaladora de ideas que hoy prevalecen en naciones amigas de España y se están abriendo paso en todo el mundo. No había en nuestro periódico una sola línea en que se aludiera al Gobierno ni se combatiera al régimen, porque El Fascio venía a combatir por algo más grande y permanente: la formación de un nuevo Estado gremial, sindical, corporativo, conciliador de la Producción y del Trabajo y con seriedad bastante en su estructuración y en sus masas para contener el avance de las propagandas y de los procedimientos disolventes que, a nuestro juicio, representa el marxismo en todas sus formas, según se está comprobando, desgraciadamente, en España. El Fascio declaraba que su preocupación no era el régimen, sino el Estado; porque mientras éste no capte masas que le permitan resistir a las acometidas del internacionalismo sectario, mantener la unidad nacional y proyectar sobre el mundo la recia figura de una España independiente, firmemente organizada para todas las eventualidades defensivas y ofensivas, no tiene derecho a proclamar su consustancialidad con ningún régimen. El socialismo, por lo que se advierte, ha visto en la predicación de estas doctrinas un enorme peligro para su ya quebrantada situación, que azotan, de una parte, sindicalistas y comunistas, y de otra, elementos conservadores, dentro de la propia República, y acordó, en reunión de sus entidades, que El Fascio no llegara al público, apelando, para impedirlo, a todos los procedimientos. No necesitaron poner en práctica el acuerdo, porque esta misma madrugada la Policía, tanto en Madrid como en provincias, se incautó de la copiosísima edición de nuestra revista. Cuando las circunstancias nos permitan reproducir este primer número de El Fascio, para cuya publicación se habían cumplido todos los requisitos legales, los españoles juzgarán. Por ahora, todas las demás apelaciones nos parecen inútiles." Madrid, 16 de marzo de 1933 (31).


También en Acción Española se publicó un artículo firmado por Joaquín Arrarás (32) y que apareció el mismo día en el que resultó secuestrado El Fascio:
«Se anuncia la formación de un bloque fascista. Sin decirse hasta ahora los nombres de sus directores ni detallarse sobre su organización, el hecho es que se habla del fascio y que son innumerables las personas que lo esperan con la mayor curiosidad. Por desconocer, como antes decimos, los nombres de sus organizadores y sus propósitos, no nos es dable, un comentario concreto. Pero sí podemos decir que la noticia de la aparición del fascio, ha sido un revulsivo para los hombres y la prensa revolucionaria. Resulta curioso observar la metamorfosis que han sufrido los adversarios del fascio, en pocos días. Ante los primeros rumores, pareció obligado el gesto despreciativo. Nos reímos, decía El Liberal, con carcajada histérica. No faltó la consabida alusión a las camisas, que unos propugnaban porque fueran rosa, y otros porque fueran lila (33).
Apenas unos pocos miles de ejemplares se salvaron del secuestro policial. En Madrid fue interceptada una furgoneta con 40.000 ejemplares (34). Solamente unos pocos fajos de revistas pudieron llegar a los distribuidores y aun así, fueron igualmente secuestradas por la policía (10.000 ejemplares para Irún, Pasajes, Tolosa y Éibar). Al parecer, un vendedor que en Madrid había conseguido hacerse con un puñado de revistas fue agredido en Cuatro Caminos por miembros del Partido Comunista que le arrebataron los ejemplares y los quemaron. En la calle de Alcalá y en la Puerta del Sol se produjeron incidentes entre jonsistas e izquierdistas (35).

El diario monárquico ABC despachó el tema con unas pocas líneas escritas por su director el 17 de marzo, que dieron a José Antonio Primo de Rivera la ocasión de enzarzarse en una polémica con su director Juan Ignacio Luca de Tena. El hecho de que esa polémica tuviera lugar en un diario de amplia tirada hizo que la discusión pasara a primer plano y con ella el nombre de Primo de Rivera (“hijo del dictador”) pasara a ser conocido como uno de los aspirantes a liderar el futuro partido fascista, algo que hasta ese momento había pasado completamente desapercibido y que, incluso es probable que el propio interesado hasta entonces no albergara esa intención.

En la polémica se percibe con cierta claridad que en ese momento Primo de Rivera estaba fermentando ideas y tratando de adaptar el fascismo a la sociedad española. Hay que creer a Primo de Rivera cuando, en el curso de esa polémica se define “como estudiante que ha dedicado algunas horas a meditar el fenómeno [fascista]”, manifiesta que le duele que ABC despache el tema “con unas cuantas frases desabridas” y, a partir de ese momento, explica su concepto de “fascismo” y por qué es necesario en España. El editorial de Luca de Tena fue publicado el 17de marzo y la respuesta de Primo de Rivera el 22 del mismo mes, es decir, cinco días después. En cierto sentido, los contenidos de la polémica, así como el artículo firmado con la “E” en la página 2 de El Fascio, anticipan, casi al pie de la letra el discurso fundacional de la Falange en el Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933 (36). Así pues, durante toda la primavera y el verano de ese año, Primo de Rivera fue matizando sus ideas, completándolas y formando lo esencial de aquella pieza oratoria, al tiempo que contactando con núcleos y preparando el lanzamiento del partido. Su ambición de convertirse en caudillo del “fascismo español” no aparece antes de la polémica con Luca de Tena, sino después, a raíz del efecto generado por la misma (37). Incluso niega explícitamente en esa primera intervención que aspire a ese puesto.

La respuesta de Luca de Tena es la propia de un hombre de orden, tras definir la misiva de Primo de Rivera como “calurosa apología fascista”, se inquietaba por los medios a través de los que el “naciente fascio” aspira a conquistas el poder en España, para defender luego al liberalismo. La respuesta de Primo de Rivera se publicó como carta abierta en La Nación y posteriormente en el ABC y en ella aludía por primera vez a la idea de “servicio” (Sólo se alcanza dignidad humana cuando se sirve. Sólo es grande quien se sujeta a llenar un sitio en cumplimiento de una empresa grande...") a partir de la cual se estructuraría –especialmente durante la guerra civil y en la postguerra, todo lo relativo a la “ética y al estilo” falangista. A la vista de que la polémica no estaba resultando favorable para Luca de Tena y que había convertido a su diario en medio de expresión de las ideas del “fascismo español”, el 23 de marzo el director de ABC decidió zanjarla. Si bien es cierto que se trató de un duelo a florete entre “finos estilistas” de la pluma, no es menos cierto que se evidenció la superioridad de Primo de Rivera y la fuerza de sus argumentos. En nuestra opinión el resultado de la polémica fue lo que animó a Primo de Rivera a encabezar el proyecto de fundación de Falange Española.

El episodio demostró algo que Ledesma ya intuía: que para formar un movimiento fascista y estar en condiciones de polemizar con los grandes del periodismo y de la cultura, no solamente era preciso cargarse con razones intelectuales, sino también tener un apellido ilustre: es indudable que la polémica jamás hubiera sido aceptada por Luca de Tena, ni de haberse producido le habría llevado a contestar con tanta finura, si hubiera sido el propio Ledesma o Albiñana quienes hubieran enviado la carta de protesta por las “líneas desabridas” publicadas por ABC en relación al fascismo y a la revista. Y es que, en España, era significativo de la falta de tradición democrática, el que el líder de un partido fascista tuviera que salir de la aristocracia del blasón. Nada parecido a lo que había ocurrido en Italia con un Mussolini hijo de un herrero o con un gris Adolf Hitler, artista y cabo del ejército.

NOTAS
(1) En la Biblioteca Nacional se encuentra depositado un ejemplar del número 1 de la revista, digitalizado por la propia institución y muy accesible a través de programas P2P.
(2) El diario La Época publicaba, en su edición del 13 de marzo, un interesante artículo escrito por C. Fernández Cuenca titulado "Nueva política. Hacia un fascismo español", en donde se lee: "Parece que por fin va a haber un fascismo español. Se trata de unir en un solo haz, que engrosará rápidamente a todos los grupos, grupitos y elementos aislados que sueñan o por lo menos simpatizan con el fascismo como única fórmula de salvación nacional. Desde luego, ya se anuncia la aparición inmediata de una revista portavoz de la nueva doctrina sistematizada para su función más eficaz [...] La existencia de un propósito organizado de fascio español, o, mejor dicho: de fascio a la española, me llena de sano júbilo" (el fragmento está tomado del Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo CXC. Nº I. Enero-abril 1993, pág. 97.
(3) Cfr. Fascismo y franquismo, Ismael Sanz Campos, Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2004, pág. 53. Tras producirse la fundación de Falange, con la posterior incorporación de las JONS y la subsiguiente escisión de Ledesma, Gullino debía de mantener una relación privilegiada con Ledesma si nos atenemos al informe que fechó en julio de 1934 en el que afirma que en caso de producirse una escisión en el interior de Falange Española, Primo de Rivera y el Marqués de Eliseda quedarían con el 25% de la organización, mientras que “el movimiento típicamente español, jonsista… quedaría confiado a Julio Ruiz de Alda, Ramiro Ledesma y Juan Antonio Ansaldo” (cfr. Relazione nº 2. Organizazzione “FE de las JONS”, julio de 1934. Archivio Centrale dello Stato, Ministero della Cultura Popolare, sobre 243).
(4)  Cfr. Cataluña bajo vigilancia…, op cit., pág. 48
(5)  Cfr. Falange, historia del fascismo español, Stanley Payne, Ed. Ruedo Ibérico, París 1965, pág. 66.
(6)  Cesare Alessandro Gullino, Mussolini, modelo de periodistas, Afrodisio Aguado, Madrid 1942.
(7)  Cfr. Idealistas bajo las balas, Paul Preston, Editorial Debate, Madrid 2007, pág. 124.
(8)  Cfr. ABC, edición del 26 de junio de 1965, pág. 85.
(9)  Para más datos sobre su papel en España puede leerse Cataluña bajo vigilancia. El consulado italiano y el fascio de Barcelona, Arnau González i Vilalta, Publicacions de l’Universitat de Valencia, 2009, especialmente pág. 148 y sigs. Así mismo, es accesible el libro escrito por Raffaele Guariglia, Primi passi in diplomazia e rapporti dall’ambasciata di Madrid (1932-1934), Edizione Scientifiche Italiane, Nápoles 1972. Mussolini contra la Segunda República, Ismael Sanz, Edicions Alfons el Magnànim, Institució Valenciana d'Estudis i Investigació, 1986, págs. 106-109. Ernesto Giménez Caballero: entre la vanguardia y el fascismo, Enrique Selva, Pre-Textos, 2000, pág. 235. En todas estas obras queda confirmada la presencia de Guariglia en la reunión en casa de Giménez Caballero.
(10)  En el diario ABC, edición correspondiente al 15 de julio de 1932 se da la siguiente noticia en la pág. 37: “En Bad Suinemunde (Alemania= ha dado a luz con felicidad una hermosa niña la distinguida esposa del doctor Francisco von Gross, redactor-corresponsal de la Telegraphen Unión, nacida Annemaria von der Forst y von Hamm”. Se trata del corresponsal de TU en Madrid. Un año después, 40 días antes de la reunión en casa de Giménez Caballero. El 11 de enero de 1934, el mismo diario ABC ofrece otra noticia en la misma página 37: “Representante en Madrid de la Oficina de Prensa Alemana.- Reunidas en una sola entidad las Agencias Telegraphen Union y Wolff, se ha constituido en Berlín la Deutsches Nachricchtenbüro (Oficina de Prensa alemana) y ha designado para su representante en Madrid al distinguido periodista, que desde hace años actúa en esta capital, D. Francisco Ritter von Gross, quien conoce perfectamente la vida política de nuestro país. El Sr. Von Gross ha acreditado siempre en sus informaciones una absoluta objetividad y un gran amor a España”.
(11)  Cfr. Biografía apasionada…, op. cit., pág. 57.
(12)  Es Juan Aparicio quien, sin duda, da una referencia más explícita de cómo se desarrolló esta reunión en un artículo, inicialmente publicado en La Gaceta Regional el 20 de noviembre de 1938 y luego recopilado en la obra Dolor y memoria de España (Ediciones Jerarquía, 1934, págs. 255 y 256) que puede ser consultado íntegramente en http://www.plataforma2003.org/libros/dolor_y_memoria/dolor.htm): El grupo redactor de El Fascio se había completado: Delgado Barreto, José Antonio, Giménez Caballero, Sánchez Mazas, Ramiro Ledesma y yo. El éxito se presentía unánime, porque la expectación de toda España encargó hasta cerca de 100.000 ejemplares del primer número, pero carecíamos de local, de un pequeño despacho para escribir y reunirnos. Así se improvisó el único número de El Fascio. Dentro de un automóvil, en una casa ajena. Don Manuel Delgado Barreto había pasado la gripe y nos invitaba a que le visitáramos en su hotelito de las afueras de Madrid. José Antonio nos condujo en su coche, algo apretados, pero pletóricos de optimismo. José Antonio se sentía contento, aunque nos anticipó, durante el camino, su zozobra de autor ante un artículo que nos diría después: Cada uno, como si se tratara de primerizos noveles, que se prestan ánimos y consejos recíprocamente, declamamos nuestras cuartillas en común. José Antonio había escrito bajo la rúbrica de "Orientaciones" un ensayo acerca del Estado nuevo. Este artículo se publicó firmado con la inicial de su título nobiliario, una simple "E". El Marqués de Estella aún se resistía a prescindir de los vínculos históricos de su pasado familiar. Don Manuel leyó sus chirigotas. Ledesma, una entrevista consigo mismo, o sea, con Ramiro Ledesma Ramos; Sánchez Mazas, unas páginas de 1927, sobre el yugo y las flechas; yo, la primera exégesis poética de nuestro escudo y la "Camisa Negra" -apelación a la batalla entre un paralelo del Duce y Ortega y Gasset-; Giménez Caballero, su copiosa colaboración variada, su coloquio con Ruiz de Alda, su interpretación de Mussolini, sus puntos de partida para un gran movimiento nacional, para una conquista del Estado, para una organización sindical de España. Por estos triunfos venideros brindamos los seis con benedictino, ofrecido por Barreto. Parecíamos colegiales por el ademán y profetas por el empeño. Nuestro júbilo era extensivo y se perpetuó durante el regreso. Otra vez en el automóvil, volvían a retozar las cábalas y los augurios. Corría el coche empujado por un hálito de la campiña de Roma. La conversación se había tornado romana por completo. Ramiro, como un joven Viriato discrepante, se encerraba en sí; yo recordaba mi latín de Salustio en la conjuración de Catilina, Rafael Sánchez Mazas hablaba y hablaba de sus recuerdos romanos -fantasías, amores y erudición-. José Antonio nos propuso el tuteo. Ernesto Giménez Caballero mentó a César. Por primera vez profetizaba José Antonio que era Augusto, que sería el hijo de César”.
(13)  Cfr. ¿Fascismo en España?, op. cit., pág. 35.
(14)  Idem.
(15)  Cfr. http://www.filosofia.org/hem/med/m010.htm
(16)  En todos estos casos se trataba de órganos de prensa vinculados a Delgado Barreto o de los que este había sido fundador y seguía manteniendo buenas relaciones, lo cual abunda en la opinión de que el periodista lo que intentaba era aprovechar una coyuntura política favorable para lanzar un medio de prensa adaptado a un sector que veía “comercialmente” prometedor. Así pues, El Fascio era un “producto” a consumir por los incipientes y numerosos ciudadanos y grupos ganados por el fascismo que creaban un “mercado” de aceptables dimensiones como para augurar un buen resultado.(17)  Cfr. Testimonio de Manuel Hedilla, Maximiano García Venero, Ediciones Acervo, Barcelona 1977. Ed. Digital, pág. 72.
(18)  La entrevista es todavía más extraña si tenemos en cuenta su contenido. A las posiciones ya conocidas de Ledesma por sus anteriores publicaciones, Ledesma añadía una inédita hasta entonces: el carácter “revolucionario y católico” de las JONS: “—¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España. Pero quede bien claro que las JONS aceptan muy poco, se sienten muy poco solidarias de la actuación política de los partidos católicos que hoy existen en España. Viven estos apartados de la realidad mundial, y al indicar como metas aceptables las conquistas y los equilibrios belgas, denuncian un empequeñecimiento intolerable de sus afanes propiamente nacionales, españoles”. Para quien haya seguido la trayectoria intelectual de Ledesma, cuesta entender estas líneas si no se recurre a cierto “adaptacionismo” de Ledesma hacia sus “compañeros de viaje”. Es cierto que el padre Manuel Villares, en las últimas semanas de vida de Ledesma, pudo hablar con él abundantemente en prisión sobre religión e incluso afirma haberlo recibido en confesión, lo que equivaldría a una conversión al catolicismo de última hora ante el hecho de una muerte cierta. Para ampliar información sobre todo esto puede leerse la obra de Tomás Borras, Ramiro Ledesma, Editora Nacional, Madrid 1971, pág. 713-782
(19)  Ledesma escribió en ¿Fascismo en España? (op. cit., pág. 37): “Repitamos que fue una gran ventaja que la aventura de El Fascio terminase apenas nacida. Se iba desde él a una segunda edición del antiguo upetismo, que, naturalmente, para quienes representaban un sentido nuevo, nacional-sindicalista y revolucionario, hubiera significado el mayor de los contratiempos. Hubiera representado, asimismo, la renuncia a hacer del movimiento una cosa propia, una cosa de la juventud nacional, con su doctrina, su táctica y sus propósitos, en absoluto desligados de la carroña pasadista y superviviente.”
(20)  Cfr. Artículo publicado en la página 5, titulado Conjunto u organización. ¿Cómo ha de formarse el núcleo inicial de fascismo?
(21)  Solamente Ferrán Gallego lo menciona de pasada en la pág. 145 de Ramiro Ledesma y el fascismo español, Editorial Síntesis, Madrid 2005.
(22)  El artículo comienza con este párrafo en donde esta paternidad queda aclarada: “Ya decimos en un editorial de la primera página que nosotros no hemos venido a organizar ni a dirigir el fascismo, porque no somos más que propaladores y defensores de una idea que creemos puede determinar la salvación de España, si los españoles que sepan serlo prescinden de menudos partidismos y no ven más que estos dos grandes aspectos: de un lado, los que quieren la destrucción por la destrucción misma, y de otro, los que se oponen a ella con un espíritu firmemente constructivo”. Y añade: “… se nos plantea un problema inicial y se nos pide un consejo”. Justifica el artículo alegando: “Y así, nos hemos visto gratamente asediados por innumerables personas que pertenecen a grupos, a centros, colegios, sociedades, etc., coincidentes en unos ideales que, con estos o los otros matices, son, en definitiva, los del fascismo. Pues esa puede ser la base, debe ser la base del gran movimiento —completamente legal, de licitud sin sombras y de alto valor patriótico— que conduzca a la estructuración del nuevo Estado, sin detenerse ahora a pensar cómo haya de llamarse el régimen que lo represente, porque el problema es mucho más hondo”.
(23)  Cfr. Revista de Historia del Fascismo, nº XXI, págs. 4-125.
(24)  No está claro si se trataba de una casualidad o bien de algo deliberado el que las dos iniciales de Haz Hispano fueran la HH, que en aquellos mismos momentos estaba siendo reproducido en toda Alemania en el grito de Heil Hitler. Como se sabe, los “fascistas” españoles de aquella época, a pesar de reconocer que el “fascismo español” sería diferente a cualquier otro aparecido en el extranjero y, por tanto, “nacional”, tenían cierta tendencia a jugar con las iniciales: la “F”, por ejemplo, aparece en todos los proyectos de la época: Frente Español, Falange Española, en la medida en que se trataba de mantener la misma inicial que “fascismo”. Hay que poner este rasgo en el haber de un movimiento que era, esencialmente, juvenil y, por tanto, proclive a manifestaciones ingenuas de su fe política. En el último parágrafo del artículo que comentamos va en la misma dirección cuando Delgado Barreto escribe: “En todos estos movimientos hay una parte espectacular atrayente, sugestiva. El vestuario, el saludo, les distintivos. No rechazamos ni condenamos nada, porque todo eso forma ambiente, despierta curiosidades, fomenta deseos... Pero nos parecería preferible que se esperase las posibilidades de una uniformidad (…) no podemos oponernos, ni estaremos investidos de autoridad para el caso, a que un grupo de ciudadanos se llame fascista, y se engalane como quiera, y salude como le plazca; pero tampoco tenemos en ello la más mínima responsabilidad”. Tras la lectura de estas líneas es más fácil entender por qué Ledesma había escrito sobre Delgado: “Era un hombre que no tenía, posiblemente, del fascismo más que ideas muy elementales, y hasta incluso falsas” (¿Fascismo en España?, op. cit., pág. 35).
(25) Con estos datos pueden entenderse mejor la hostilidad de Ledesma cuando realiza el balance final de la aventura frustrada: “Repitamos que fue una gran ventaja que la aventura de El Fascio terminase apenas nacida. Se iba desde él a una segunda edición del antiguo upetismo, que, naturalmente, para quienes representaban un sentido nuevo, nacional-sindicalista y revolucionario, hubiera significado el mayor de los contratiempos. Hubiera representado, asimismo, la renuncia a hacer del movimiento una cosa propia, una cosa de la juventud nacional, con su doctrina, su táctica y sus propósitos, en absoluto desligados de la carroña pasadista y superviviente. Los jonsistas, a la vista de aquella gente, y después de alegrarse de la suspensión, volvieron a sus tiendas, pues comenzaba para ellos su mejor etapa, la que los convirtió en señaladores y orientadores innegables del nuevo movimiento” (¿Fascismo en España?, op. cit., pág. 36).
(26)  En el que se considera el único libro escrito expresamente sobre Falange Española antes de la guerra, Arriba España de Pérez de Cabo (prólogo de José Antonio Primo de Rivera, 1ª Ed. 1935, 2ª Edición corregida, Orense 1939) siquiera se alude a la experiencia de El Fascio, y tan solo se menciona ocasionalmente la palabra en la página 23: “El Estado totalitario nacionalsindicalista no se justifica por su propia omnipotencia, sino como instrumento necesario de la sociedad para garantizar la libertad y labrar la felicidad individual y la grandeza de la Patria. Nuestra organización no es, pues, esencialmente dictatorial. Pero sí es jerarquía. En la construcción de nuestro sistema queremos acomodarnos a la naturaleza humana; y ésta impone, por la desigualdad radical de los hombres, la ordenación jerárquica de la sociedad. En este punto coincidimos con las ideas del fascio, como coincidimos siempre, y sólo entonces, que el fascio se acomoda a las normas sugeridas e impuestas por la naturaleza. Mussolini ha dicho textualmente: “No hay derecho real y racional sin que haya jerarquía, efectiva y legal. Quien dice jerarquía, dice escala de valores humanos. Quien dice escala de valores humanos, dice escala de responsabilidades y de deberes, antes que de libertades y de derechos. Quien dice escala de responsabilidades y de deberes, dice disciplina”. Por su parte, Pilar Primo de Rivera, apenas escribe en Recuerdos de una vida (Editorial Dyrsa, Madrid, pág. 19): Antes de que la Falange tomara forma se produjo el intento de publicar la revista El Fascio. El proyecto no cuajó. Las autoridades republicanas recogieron íntegra la edición del primero y único número, que llevaba fecha 16 de marzo de 1933. No se repitió la aventura, debido a que la Falange quiso clarificar desde el primer momento sus contornos, y el nombre de El Fascio se prestaba a confusión, porque la Falange no fue nunca un movimiento totalitario al estilo de los establecidos en Europa”. Finalmente, sorprende que ni siquiera en el proceso a Primo de Rivera en Alicante, se le preguntara por aquella iniciativa, a pesar de que el fiscal parecía muy preocupado por la palabra “fascio”. José María Mancisidor en Frente a Frente (Editorial Almena, Madrid 1975, edición digital, pág. 29) traslada la única pregunta en la que apareció en el juicio la palabra “fascio”: “Fiscal: ¿Es cierto que en la misma prisión, y una temporada de ocho o quince días, estuvo usted casi en constante comunicación con elementos reaccionarios, monárquicos, desafectos al régimen, fascistas, que se saludaban ustedes desde la galería, los que estaban en contacto directo con usted, y por una reja conversaban con el saludo: «El Fascio ha de triunfar»? José Antonio: Lo del Fascio es una expresión que no hemos empleado nunca y que comprenderá el señor Fiscal que me molesta. Somos sencillamente afiliados a Falange Española, pero no enemigos del régimen. Estaban detenidos aquí desde antes de llegar yo, y aunque estábamos formalmente separados, como había bastante tolerancia en el régimen de la cárcel, nos veíamos con frecuencia y nos saludábamos”. En la temprana Historia de la Falange Española de las JONS de Francisco Bravo (Ediciones FE, Madrid 1940) aparece una alusión de apenas 8 líneas a El Fascio: “La primera aparición del grupo congregado en torno a la juventud prometedora de José Antonio se produjo con ocasión "de la frustrada aparición de un semanario que quiso titularse El Fascio (16 de marzo de 1933). Aquella ocasión dio lugar a los primeros contactos de las J. O. N. S. y del grupo que seguía a José Antonio. La única estimación que el intento puede merecernos a estas alturas-lograda la plenitud doctrinal del nacionalsindicalismo y bien perfilado su contenido y su misión en la vida de España-se deduce de su carácter de síntoma precursor. Gobernaba todavía el bienio azañista, de lamentable recordación, a cuyo cargo quedó la frustración del 14 de abril de 1931. Y mientras el país hervía de violencias y el nuevo régimen se desquiciaba, aquel periódico, anunciado a bombo y platillo por un periodista madrileño, que si representaba algo no era precisamente un valor de características fascistas, era ya un barrunto de las posibilidades nacionalsindicalistas que el porvenir habría de reservar” (pág. 4). Finalmente, Adolfo Muñoz Alonso en Un pensador para un pueblo, capítulo José Antonio y el Fascismo, ni siquiera recuerda el episodio limitándose a decir que “A JOSÉ ANTONIO no le agradaba el vocablo, ni lo usó nunca para su Movimiento. Dato de singular importancia, si se recuerda que el nombre no hace a la cosa. Su desgana por el vocablo es tan clara, que afloró en 1936, en junio, cuando se pretendió conjurar con su fonía actitudes propias o ajenas, tildando de "fascistas llenos de viento" a los madrugadores de un totalitarismo conspirado por las derechas empavoridas. JOSÉ ANTONIO no sintió respeto alguno por el ropaje ortográfico, aunque sintiera admiración por MUSSOLINI y reconocimiento profundo y sincero por la obra y por la severidad del gesto y de la intrepidez del Duce” (pág. 4).
(27)  Ledesma, reflejando ese clima, escribe: “El Gobierno asistía con bastante inquietud a esta realidad. Pero más aún que el Gobierno, los socialistas, a quienes una salida así, descarada y desnuda, de un periódico fascista, al mes y medio escaso de ser batida por Hitler la socialdemocracia alemana, les parecía intolerable. Al mismo ritmo que aumentaba la expectación de la gente crecía la inquietud del Gobierno, que se disponía a movilizar su aparato policiaco. En esto, de modo apresurado y espectacular, se reunieron las directivas del partido socialista y de la U.G.T. El acuerdo consistió en anunciar que ambas organizaciones se disponían por sí, y con todas sus fuerzas, a impedir la publicación y venta de El Fascio, si las autoridades no se adelantaban a suspenderlo gubernativamente.” (¿Fascismo en España?, op. cit., pág. 35)
(28)  “La víspera de la fecha de aparición del periódico fascista, a las 10 de la noche, se celebró una reunión en la Agrupación Socialista Madrileña, entre los Comités de las Juventudes Socialistas y la Junta Administrativa de la Casa del Pueblo, para tratar de impedir la difusión de El Fascio. El día 18, a las cuarenta y ocho horas de su fallida salida, en la Casa del Pueblo se ratifica que "Los directivos gráficos han acordado también que sus afiliados no confeccionen 'El Fascio'" (cfr. http://www.filosofia.org/hem/med/m010.htm).(29)  “El 16 de marzo debió haber aparecido El Fascio; pero el Gobierno azañista, quebrantando una vez más las normas liberalísimas de su engendro constitucional, ordenó en la madrugada la recogida de toda la edición y la supresión indefinida del periódico, que -quizá felizmente- no se volvió a intentar resucitar. Todo ello sin mandamiento judicial ni razón legal alguna. De nada sirvieron las protestas de sus fundadores” (Ximénez de Sandoval, Biografía apasionada…, op. cit., pág. 98).
(30)  Finalmente se imprimió con 16 páginas y formato tabloide en los talleres gráficos La Mañana de la calle Marqués de Monasterio, 3 (La prensa carlista y falangista, op. cit., párrafo 25)
(31)  Cfr. On line http://www.rumbos.net/ocja/jaoc2054.html
(32)  Joaquín Arrarás Iribarren (1898-1975), corresponsal de El Debate en diversos destinos internacionales, en 1925 pasó a dirigir El Diario Montañés que innovó completamente al que comprometió con la causa monárquica justo en la decadencia de la dictadura de Primo de Rivera. Se reintegró en El Debate en 1929 y a partir de ese momento colaboró con cierta frecuencia en Acción Española. Jefe de redacción del diario Ya entre 1935 y 1936 y editorialista de ABC, debió afrontar 28 procesos por difamación. Al iniciarse la guerra civil, el general Mola le encargó junto a Juan Pujol que organizase la prensa y propaganda de la Junta de Defensa, siendo nombrado en 1937 Director de Prensa. Escribió varios libros: La última noche del Alcázar(1937) y la que sería la primera de las muchas biografías consagradas a Franco (1937) y en colaboración con Jordana de Pozas El sitio del Alcázar de Toledo (1937). Su obra más famosa es, desde luego la Historia de la Cruzada Española, que contó con la colaboración de José María Pemán y los famosos dibujos del carlista Carlos Sáenz de Tejada. En los años de la postguerra siguió vinculado al aparato de propaganda franquista. Fue condecorado junto a Salvador Dalí con la Orden de Isabel la Católica en 1962.
(33)  Joaquín Arrarás, «Actualidad española», Acción Española, nº 25, 16 de marzo de 1933, páginas 62-63
(34)  Cfr. ¿Fascismo en España?, op. cit., pág. 36
(35)  Cfr. Datos recogidos en http://www.filosofia.org/hem/med/m010.htm
(36)  Véase por ejemplo este fragmento que aparece en la polémica con Luca de Tena y que luego repetirá íntegramente en el Teatro de la Comedia con muy pocas variaciones: “El Estado liberal no cree en nada, ni siquiera en sí propio. Asiste con los brazos cruzados a todo género de experimentos, incluso a los encaminados a la destrucción del Estado mismo. Le basta con que todo se desarrolle según ciertos trámites reglamentarios [...] Han pasado las horas de esa actitud estéril. Hay que creer en algo ¿Cuándo se ha llegado a nada en actitud liberal? Yo, francamente, sólo conozco ejemplos fecundos de política creyente, en un sentido o en otro. Para encender una fe, no de derecha —que en el fondo aspira a conservarlo todo, hasta lo injusto-—ni de izquierda —que en el fondo aspira a destruirlo todo, hasta lo bueno—sino una fe colectiva, integra- dora, nacional, ha nacido el Fascismo”.
(37)  Tiene razón Ximénez de Sandoval cuando escribe en su Biografía Apasionada (op. cit., pág. 102): “La polémica permitió otra cosa: que el nombre de José Antonio se incrustara ya en el pensamiento de los españoles como el del futuro caudillo de la Revolución Nacional. Prueba de ello fueron los millares de cartas, telegramas y visitas que llegaron al despacho de José Antonio.”