sábado, 26 de septiembre de 2015

Diario de la Desesperanza (XVI)


¿Tener fe en las elecciones? Nunca he creído que una campaña electoral pudiera servir para algo verdaderamente importante. Louis Ferdinand Celine decía de las elecciones: "Nunca voto, sé que la mayoría de la gente es idiota así que ya sé quien va a ganar". Los estoicos romanos lo decían con más sutileza: "Hagas lo que hagas, no te preocupes, te equivocarás". De lo bajo nunca puede salir lo alto, como de una cagarruta jamás se podrá reconstruir la tersura originaria de una manzana. Y el pensar que un 51% de violadores puede tener razón en algo sobre el 49% de gentes honestas, me revuelve las tripas. No es que no sea demócrata (todos los que me conocen saben que discuto con no importa quién sobre lo que haga falta). Lo que no soy es "parlamentarista" (parlamento = lugar donde se habla). Y lo que creo es que hoy hacen falta más proyectos, más imaginación, más decision y menos palabras. Las campañas electorales me molestan profundamente porque son sólo palabras. Triste y pobres palabras que se lleva el viento y que olvida pronto la memoria del elector. 

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La soberanía cuesta cara esa es la cuestión. Y además es ilusoria. ¿Sería una Catalula independiente, verdaderamente independiente? Claro que no, como no lo es España en este momento. Desde 1945 vivimos una situción de soberanía limitada impuesta por los vencedores a través de esa correa de transmisión que es la ONU. Sin olvidar que cuanto más pequeño es un país, menos independiente es de las garras de la alta finanza, los espaculadores y los "señores del dinero". Entonces ¿para qué buscar una independencia imposible? RESPUESTA: por un prurito pequeño-burgués y para poder exteriorizar unas pocas obsesiones (bandera en lugar de trapo, himno en lugar de canción de venganza, embajadas en lugar de casas regionales...) y culminar la larguísima historia de fracasos históricos de Cataluña con el mayor de todos: una .cat dotada de una independencia que no sirve para nada.

Soy catalán, nacido en Cataluña y con uno de los apellidos catalanes más antiguos que existen. Puedo remontar mi árbol genealógico hasta el siglo XV. Rechazo tener pasaporte catalán y, desde luego, nunca lo aceptaré. No he nacido con esa nacionalidad y una simple votación no me la va a cambiar. No tengo otro lugar para retornar: mis raíces son catalanas y están aquí. La ventaja es que "en mis viajes a lo largo y ancho del mundo" me he sentido bien en todas partes, he empatizado con todos los lugares en los que he vivido. He reído, disfrutado y aprendido de todos ellos. Soy poco nacionalista. Nada, en realidad. Hoy no me siento precisamente orgulloso de ser español (JA decía lo de "amamos a España porque no nos gusta", bueno, pues eso pero más concreto: esta España de hoy no me dice nada y no veo fuerzas, energías, decisiones, ni proyectos suficientes para constrir otra). En caso de independencia, asombrará el número de catalanes de origen o de adoptación que nos negaremos a viajar por el mundo con pasaporte catalán y a que una simple votación nos cambie la nacionalidad.

Si la "unidad de España" se tiene que apoyar en este impresentable de raíces inciertas, mirada de psicópata y actos que lo confirman, y si esta es la última baza del PP para cerrar la campaña... francamente, eso evidencia que el PP NO TIENE NADA QUE OFRECER: él ha sido corresponsable de los desmanes del nacionalismo, él ha encontrado a CiU como su principal valedor en Cataluña durante años y años, él ha cubierto las vergüenzas de los Pujol hasta que estos han decidido que el gran negocio era romper la baraja. Sin proyecto nacional, incapaces de elaborar un destino y una misión para España que ustificara su unidad, incapaces de ser herederos e intérpretes de nuestrahistoria... ahora, en el fin de campaña el PP trae a Sarkozy para escenificar ante todo el electorado que anda más perdido que el papa Bergoglio en la Meca. 

Si alguien creía que Podemos iba a ser la gran esperanza blanca de las elecciones catalanas se equivoca. Han bastado dos semanas de campaña electoral para que pasara en las encuentas del segundo al cuarto puesto. Demasiadas ambigüedades (Cataluña ¿es o no es una nación? ¿a favor de la independencia o contra la independencia? ¿con el soberanismo o contra el soberanismo? No han convencido y han pasado a ser una copia de la posición del PSC. Y, ya se sabe, para votar a la copia más vale hacerlo al original. La mala campaña de Podemos está en el origen de la recuperación del PSC, partido desahuciado hace unos meses. Francamente: nos hubiera gustado que apareciera otra izquierda más beligerante y no una reedición del "ni chicha ni limoná" socialista.