sábado, 19 de marzo de 2022

SÁNCHEZ, UNA VEZ MÁS, CONFIRMA SU PAPEL DE PERRO FIEL DE QUIEN LE PAGUE

Reconozco que, a poco de conocer el anuncio del gobierno español de cambiar su postura histórica ante el problema del Sahara, apoyando el plan de Marruecos de conceder una significativa autonomía para el Sáhara, me invadió una sensación de ira. Pero la ira es mala compañera y lo mejor, ante estos, episodios es reflexionar. La primera certidumbre fue que un acuerdo de estas características -al margen de cualquier consideración- se podría haber hecho hace 20, 40 años o dentro de 5 o de 10. Lo que no se podía hacer era en el momento más inoportuno, ahora, cuando existe una crisis energética y de suministros de gas natural a nuestro país… la parte mayoritaria del cual procedía, mira por dónde, de Argelia, el principal damnificado por este acuerdo Sánchez-Mohammed.

No soy de los que lloran por los “derechos humanos” de los telediarios, ni de los que se emocionan por argumentos tales como la “libertad de los pueblos oprimidos”, ni siquiera por la independencia del Sáhara que perdió mi apoyo desde 1970 cuando el Frente Polisario asesinó, a traición y por la espalda, a los primeros soldados españoles. Acepto que, en política internacional, solo hay intereses. Los que favorecen a nuestro país y los que le perjudican.

Sentí verdadera irá cuando el primer acto del “rey emérito”, con Franco todavía vivo, consistió en ir a “apoyar al ejército de África”, saludar a toda la oficialidad y, al día siguiente, firmar la retirada del Sáhara. Sí, estaba claro que no se podía conservar aquella colonia, pero sí se podía haber aguantado el chantaje de la “marcha verde” (organizada, por cierto, desde Washington y con funcionarios de la CIA dirigiéndola in situ) y, se podía haber cumplido el mandato de la ONU sobre el referéndum (que se podía haber adelantado para que no quedasen dudas ante el “derecho internacional” sobre cuál era el sentir del pueblo saharaui. Pero, todo se hizo mal desde el principio y, no fueron tampoco los “polisarios” los que más contribuyeron a clarificar las cosas. No se hizo porque EEUU temía que el nuevo país se alineara con Argelia, alineada a su vez con la URSS y quedara cortado el suministro de fosfatos a “Occidente”. Por eso estuvo allí la CIA encargándose de encarrilar la situación.

Marruecos ocupó el Sahara (y Mauritania, otra parte, a la que luego renunciaría). Es cierto que el Sahara era suficientemente pequeño, con poca población y muy dispersa, como para ser independiente y poder garantizar sus fronteras, su integridad y su propia subsistencia. Pero, el Sahara tampoco podía ser parte de Marruecos: sus habitantes ni se sentían, ni eran marroquíes. Así que lo que hizo Marruecos era facilitar un trasvase de sus excedentes de población a las arenas marroquíes, mientras los saharauis, tras las banderas del Polisario se iban a Argelia… en donde siguen 47 años después. La guerra que iniciaron desde Tinduf era insensata: después de los habituales golpes de mano propios de la guerra de guerrillas en el desierto, Marruecos -una vez más asesorado por la CIA- aunque formalmente se presentaba como “país de influencia francesa”- creó unos “muros defensivos” que contenían a los guerrilleros en zonas desérticas, despobladas y sin valor militar. El Polisario “cesó el fuego”, reconociendo la derrota de su ofensiva armada, pero no la de su causa política. Y, mientras Marruecos seguía con sus trasvases de población, España continuaba esforzándose en hacer “cumplir el mandato de la ONU” y, para ello, hasta la primera década del milenio, intentó una y otra vez hacer un “censo” de saharauis de pura cepa… Intento inútil porque el tiempo y el viento borra cambia hasta las dunas del desierto.

La política española era de “amistad con Marruecos”. Y la de Marruecos consistió en chantajear a España: con la inmigración, con el haschisch, con lo que fuera, extendiendo el cazo cada vez que el rey y su majzén tenían un capricho. A todo esto, Felipe González, optó por comprar gas natural a Argelia y, para traerlo a España, (hoy todavía no se sabe por qué, pero no creo que cueste mucho deducirlo) aprobó un trazado para el gaseoducto que pasa por Marruecos… enemigo ancestral de nuestro proveedor de gas y que ponía en manos de aquel país, la espita energética. Es posible que González pensara que eso supondría evidenciar “buenas intenciones” de España, algo así la “la renuncia preventiva” que popularizó la política exterior de ZP, pero es mucho más probable que los mismos que lo pusieron en el poder en Suresnes y sufragaron toda su carrera de abogadillo de pocos pleitos a presidente del gobierno español, se sugirieran ese trazado.

La política del gobierno español siguió sin variar en los períodos de gobierno del PP: Aznar alardeó de haber “reconquistado” Perejil, pero no dijo que los acuerdos negociados con Colin Powell, establecían que el peñón era “territorio español”… pero España no podía hacer efectivo ese dominio.

Nunca, en ningún momento, ningún gobierno español ejerció su derecho de veto en la Unión Europea a los acuerdos preferenciales suscritos con Marruecos que, entre otras cosas, suponían apuntillar a sectores de nuestra agricultura. Nunca, ni un gesto que pudiera ser considerado como hostil por Marruecos.

En 2020, el Polisario, sorprendentemente, anunció que reiniciaba la guerra contra Marruecos. Nada había que lo justificase, ni este reinicio de hostilidades tenia un objetivo claro. Pero lo cierto es que la declaración abrió una nueva fase en el conflicto entre los dos países del Magreb. Y, para colmo, el jefe del polisario fue atentado en una clínica español, desencadenando otra crisis que costó el cargo a la ministra de exteriores, González Laya.

Lo que ocurrió luego, lo sabemos todos: crisis de “refugiados” en la frontera, llegadas masivas (el 2022 la inmigración por allí se ha incrementado ¡un 240%!). Los dos años de Covid, la crisis energética, el conflicto ucraniano… Y bruscamente, el ministro de exteriores español, anuncia el acuerdo con Marruecos que, en un día, desdice las políticas de 47 años de España en la cuestión. Y esto llega en el peor momento: cuando la UE ha adoptado sanciones a Rusia que afectan, especialmente, a la cuestión energética.

El ministro Albares (al bar es, por cierto, donde podía irse, si me permiten el chiste fácil) dice en El Mundo que “el gobierno confía en que la mayor compra de gas por la invasión rusa calme a Argelia ante el giro en el Sáhara”… Si se entiende bien, esto implica que Argelia se “calmará” si le compramos más gas. Difícil. En realidad, lo que va a hacer es subir el precio del gas. En otras palabras, el consumidor español, perderá y lo notará cuando le llegue la factura de la luz. El sanchismo volverá a echar la culpa a Putin de la subida del precio de la energía… y asunto zanjado. Se paga más por que “estamos en el lado luminoso” de la historia, junto a los justos y honrados defensores de las “libertades ucranianas”. Somos tan solidarios que hacemos un pequeño sacrificio en nuestros bolsillos en defensa de un hermoso y pequeño país agredido por un coloso dirigido por un psicópata sádico. Tal es el “relato oficial” del sanchismo. Una vez más, la posverdad se impone sobre la Verdad, la mentira emotiva sobre la fría realidad. Pagamos usted y yo.

Hace menos de una semana El Independiente publicaba la noticia de que España en estos momentos está comprando ya más gas natural a EEUU que a Argelia. Compramos a EEUU el 32,9% del total de gas que consumimos, a Argelia en 23,’2% y a Rusia menos del 5% (frente al 17% el año anterior)... Así pues, el problema energético de España es que compra a un proveedor que lo vende mas caro (EEUU que lo transporta en barcos metaneros como gas licuado), mientras que el gaseoducto Argelia-Marruecos-España permanece cerrado.

Las noticias sobre Marruecos y el gas se venían prolongan imperceptiblemente desde principios de 2022. Eran noticias que apenas interesaban. No aparecían reflejadas en los informativos que priorizaban el Ómicron y Ucrania. Pero están ahí: a principios de febrero pudo leerse en El País: “Nuevo gesto de acercamiento de España a Marruecos”. La notica era surrealista a pesar de que pasó desapercibida. Si hasta ahora el gaseoducto España-Argelia servía para llevar gas en dirección sur-norte, ahora el gobierno español autorizaba a Marruecos a utilizarlo en sentido inverso: para que Marruecos compre gas a terceros proveedores (EEUU como podía esperarse), lo deposite en puertos españoles del sur y desde allí se canalice en dirección a Marruecos a través del gaseoducto que llevaba entonces tres meses sin utilizarse.

Todo lleva a Estados Unidos. Perdón, no a “Estados Unidos”, ni siquiera al arterioesclerótico que duerme en la Casa Blanca, sino a los verdaderos poderes económicos gobiernan en aquel país. Han apostado por dar un nuevo zarpazo a través de la energía (no en vano uno de los objetivos del Fondo Económico Mundial, estado mayor del neoliberalismo es la “transición energética” eufemismo para justificar las exacciones de las compañías del sector con la excusa de las “energías renovables” y de las “energías verdes”). El mundo se mueve con energía, cuantos más concentrado esté el sector energético, más se podrán realizar aumentos de precios. Pero el problema es Rusia que produce buena parte de la energía mundial hasta el punto de que pueda exportarla. Y el gobierno ruso está en el “lado oscuro”, no en el “luminoso” presidido por el Fondo Económico Mundial y su Agenda 2030, Rusia está fuera de su disciplina, por eso se trata de cortar las relaciones comerciales y el suministro energético ruso mediante una “guerra” provocada por el deseo insensato de la OTAN de colocar sus misiles en las taquillas del metro de Moscú…

Ahora empiezan a tener sentido todas las noticias que se encuentran en internet sobre gas, Marruecos, los suministros norteamericanos, y las decisiones de los títeres políticos que, como Sánchez, están en el cargo, no como representantes del pueblo español, sino como delegados del Foro Económico Mundial. Y no les importa absolutamente nada el que sea nuestro pueblo el que deba pagar la tiranía de los beneficios de las empresas gaseras norteamericanas.

Más que nunca, hoy, es preciso entender que, o se está en el verdadero “lado oscuro”, el que se agrupa detrás de los intereses multicolores del Fondo Económico Mundial y de su Agenda 2030, o se están en el “lado justo” de los que luchan contra la tiranía de las gentes dinastías financieras, de los grandes consorcios financieros dueños de las gaseras y contra el imperio decadente que cada vez tiene más inestabilidad interior y exige más a sus vasallos.

Esto es lo que está en el fondo de la cuestión de este peregrino acuerdo sobre el Sáhara, adoptado al dictado por el gobierno Sánchez. Aquí no manda el PSOE, ni los pobres podemitas abocados hacia su autodestrucción, aquí no mando Sánchez ni sus “ministros y ministras”, ministrillos todos, aquí manda el Foro Económico Mundial. Aquí y en Ucrania, y en Canadá, y en Marruecos, por mucho que la posverdad diga otra cosa.