martes, 12 de abril de 2022

HAN SONADO LAS ALARMAS: ¿QUÉ HACEMOS CON LOS "POPULISMOS"? AÑOS DECISIVOS

Ayer comentábamos que el paso de Marine Le Pen a la segunda vuelta de las elecciones francesas, no ha sido algo que pueda calificarse de espectacular, ni siquiera nada que no haya ocurrido antes. Sin embargo, lo más sorprendente es que hoy todos los medios de comunicación alertaban sobre el “peligro de la extrema-derecha”. Vox, Orban, Marine Le Pen, el mismísimo Putin, la extrema-derecha italiana, todos, absolutamente todos, son sombras amenazadoras sobre nuestras virginales democracias, indefensas e ingenuas… Así que hay que movilizarse para conjurar este maldito riesgo que puede poner en peligro la convivencia y ante el cual nos arriesgamos a perder “conquistas sociales” como la eutanasia, el aborto, la ideología de género o la mismísima salud del planeta… Ironizamos, por supuesto, pero ¿qué hay detrás de tanto alarmismo?

1. EL TOQUE DE ARREBATO, VERSION 2022

Lo decía el “verdugo de Yugoslavia”, Luis solana: “Algo habrá que hacer con Orban”. Dado los antecedentes del antiguo secretario general de la OTAN cabría preguntarse si no estará pensando en bombardear Hungría como ya hizo con Serbia. Aquí mismo, en España, el hecho de que el PP “renovado”, haya pactado en Castilla-León con Vox y miembros de “la extrema-derecha” hayan entrado en el gobierno de esa región, parece haber aumentado las alarmas.

Y, por si esto fuera poco, de los EEUU llega la noticia de que la popularidad de Joe Biden, cuyos movimientos, gestos y discursos son cada vez más erráticos y confirman que se trata de un pobre anciano, enfermo y sin capacidad siquiera para saber donde se encuentra, ha caído ¡por debajo de la del ex presidente Trump que ya acaricia nuevamente con volver a presentarse a las elecciones de dentro de tres años!

Para mayor desazón del progresismo, Marina Le Pen, que hace solamente año y medio, era presentada como un fenómeno político amortizado, no solamente ha pasado a la segunda vuelta de las elecciones, sino que otro candidato, situado a su derecha, ha demostrado que el espacio para el populismo es mucho más amplio de lo que inicialmente se creía. Hoy, para todos los grandes medios de comunicación mundiales, el “gran Satán” es la “extrema-derecha”.

2. NO AMENAZAN, NO MATAN, NI SIQUIERA QUIEREN GUERRAS SANTAS

Ahora bien, a poco que pensemos, veremos que los EEUU durante el período presidencial de Trump, ni en los ya 22 años en los que Viktor Orban es Primer Ministro de Hungría, como tampoco en los ayuntamientos en los que gobierna el partido de Marina Le Pen, o en las regiones austríacas controladas por el FPÖ, en ningún lugar -y son varios- en donde ha gobernado el “populismo”, se ha producido, ningún “recorte a las libertades”, ni mucho menos, medidas que justifiquen el que el “verdugo de Yugoslavia” se haga esa pregunta amenazadora. Entonces ¿por qué ese alarmismo?

La pregunta es todavía más pertinente en la medida en la que, en los programas de todos estos partidos populistas, no aparecen puntos que permitan intuir, medidas liberticidas, internamientos masivos, intervención en las comunicaciones privadas, o liquidación física de los adversarios políticos. Todos estos partidos no aspiran a otra cosa más que a reconocer algo que, parece evidente, a poco que se examine con un mínimo rigor la situación económica, política, social, de los países de nuestro entorno. Hay, desde luego, problemas ¡y de qué calibre! Pero, acaso, el menor de todos los problemas sea el “ascenso del populismo” que, en última instancia, lo que plantea es un modelo conservador de sociedad en la que el énfasis se sitúe de nuevo en la reindustrialización, el restablecimiento del orden público y la única amenaza para los dogmáticos de las ideologías de género, es que se les corte el grifo de las subvenciones públicas.

A decir verdad, sabemos que se trata de partidos “extremistas” solamente por que nos lo remiten constantemente los medios de comunicación, no porque, en sus programas, haya nada que sugiera “radicalismo agresivo y violento”. De hecho, son partidos “de derecha” (con parte de cuyo electorado procede de la izquierda sociológica), mucho más que “de extrema-derecha”. De la misma forma que el PP es un partido de “centro-derecha”, así se afirma, así parece y así es en la práctica, Vox es una formación situada… a su derecha, esto es, en la derecha-derecha que es algo muy diferente a la extrema-derecha. A poco que reflexionemos, y busquemos noticias, nunca militantes de Vox han atacado o destruido tenderetes o locales de otras formaciones políticas… y, sin embargo, es habitual, que sus puestos de propaganda se vean hostigados y violentados por radicales de izquierda.

Así pues, no termina de entenderse el alarmismo desatado.

3. LA PEOR NOTICIA PARA LA CORRECCIÓN POLÍTICA

Hoy, hemos amanecido con distintas encuestas y opiniones sobre las elecciones presidenciales francesas. Al parecer, Macron ganará de aquí a trece días, pero por un margen muy estrecho de votos, acaso el más estrecho en toda la historia de las presidenciales francesas y, también, con un número de abstenciones que promete ser más alto que en ocasiones anteriores. Esto no ocurre en un pequeño país centro-europeo, o en un remoto horizonte iberoamericano, sino en Francia, uno de los dos motores, con Alemania, de la Unión Europea.

El problema de unas elecciones no es quién gana y quién pierde, sino cómo se gana y cómo se pierde, o lo que es lo mismo: por cuánto se gana o por cuánto se pierde. Porque si los márgenes son muy estrechos, lo más probable que ocurra es que, en la siguiente convocatoria, puedan invertirse los términos y el electorado, después de toparse varias veces contra la misma piedra, decida cambiar sus hábitos electorales y renunciar al “más vale malo conocido que bueno por conocer”. En Europa se está llegando a ese punto.

Si no se ha producido un cambiar espectacular en las tendencias del electorado es porque los guardianes de la “corrección política”, los grandes tertulianos y analistas creadores de opinión, alertan una y otra vez sobre el riesgo que conlleva votar a la “ultraderecha”, pero lo cierto es que la ineficacia de las soluciones neo-liberales y progresistas, así como el creciente caos social, es una invitación a probar nuevas opciones.

4. LA TORMENTA PERFECTA QUE SE AVECINA

Crisis energética, proceso inflacionario, deuda pública impagable, caos social creciente, problemas de delincuencia y neo-delincuencia o meta-delincuencia, corrupción política, progresiva brutalización de las sociedades, fragilidad psicológica de las nuevas generaciones, instalación de la posverdad y del relativismo en detrimento de las verdades reales y objetivos, pérdida de cualquier referencia superior, son elementos que se unen a los generados por el tránsito de la tercera a la cuarta revolución industrial. La gran paradoja es la que enunciara Marcuse en los años 60: justo cuando los avances científicos han generado el caldo de cultivo que permite a una sociedad decir que está cerca de la Utopía… la realidad indica que vivimos una distopía creciente e irremediable, mientras no se reconozca y se cambie el paradigma de civilización.

Hasta ahora, las crisis han sido sectoriales: crisis de “terrorismo internacional” a principios del milenio, seguida de “intifadas” de la población musulmana en Europa y aumento del terrorismo yihadista, crisis económica en 2007, luego crisis bancaria, luego crisis de la deuda, más tarde, luego los conflictos arancelarios entre China y EEUU, los dos años de Covid, y ahora, el conflicto de Ucrania que enmascara el gran conflicto que estallará en los próximos años: la crisis del a globalización, crisis energética en Europa, crisis de suministros, inflación descontrolada, descontento social creciente, chispazos de “guerra étnica”, situación de quiebra técnica de muchos Estados ante la imposibilidad de pagar la deuda, aumento de la presión fiscal sobre las clases medias, exasperación de la corrupción político-administrativa… Nada que no hayamos visto hasta ahora, pero todo sumado y coincidiendo en unos pocos años: lo que puede ser considerado como una “tormenta perfecta”.

5. LA IMPOSIBLE ESTABILIZACION DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Una “tormenta perfecta” de este tipo, implica, necesariamente, cambios socio-políticos. Pensar que las actuales estructuras de poder, que datan de 1945 en Europa, van a salir indemnes de una crisis de este tipo equivale a pensar en un mundo sin gravedad. Hoy se puede especular frívolamente con estupideces sobre los problemas de minorías hiperminoritarias (transexuales, y con todas las variantes incluidas en las siglas LGTBIQ+, que, en el mejor de los casos, no pasan de ser, homosexuales incluidos, un 5-7% de la población europea), se puede especular con la “transición energética” y con la necesidad de implementar “energías limpias”, más o menos esperanzadoras… o fantasiosas, es posible, incluso, perder el tiempo, sobre cómo “salvar al planeta” o a tal o cual especie de insecto y disminuimos “la desigualdad”, “la discriminación” y “le multiculturalismo”…, pero todas estas discusiones, bizantinas unas, bizarras otras, lastradas por los prejuicios de la corrección político, dejarán de tener sentido en el momento en el que se desate la “tormenta perfecta”. Y está al caer.

De hecho, si los “confinamientos” y las restricciones generadas por el Covid se han prolongado durante dos años, al margen de cualquier lógica científica, ha sido porque, manteniendo encerrada a la población e inmovilizada en su pequeño hábitat individual, se reducía automáticamente y al máximo el consumo y, por tanto, se retrasaba, lo que ahora ya se ha reconocido, como el principal problema económica occidental: la inflación.

La “tormenta perfecta” hace muy difícil, el que pueda producirse una estabilización del mundo globalizado. De hecho, se trata de un proyecto imposible. Lo normal hubiera sido “globalizar” el mundo, cuando las condiciones económico sociales, fueran idéntica en todos los continentes, pero, desde el principio, los procesos de deslocalización industrial era evidente que iban a conducir a desequilibrios, déficits industriales en determinadas zonas y a dejar planear sobre el planeta la posibilidad de que el aumento del precio de los combustibles hiciera aumentar los precios de las mercaderías enviadas de uno a otro lugar del planeta.

Así mismo, podía pensarse que el trasvase de poblaciones africanas a Europa, iba a generar necesariamente problemas étnicos, de convivencia, de orden público, religiosos y culturales. Pero, con la deslocalización se buscaba aumentar el rendimiento del capital invertido y los beneficios, y con los trasvases étnicos se pretendía convertir Europa en un mosaico multicultural en donde fueran imposibles las respuestas sociales únicas, las protestas masivas y las huelgas generales. Así mismo, para salir de la crisis de 2007 se “imprimió papel”, se subvencionó a todo lo subvencionable… sin pensar que el valor del dinero iría disminuyendo y la inflación aumentando. Cualquier solución aportada por el sistema, genera nuevos y más graves desequilibrios: la estabilización del sistema es imposible en estas circunstancias.

6. FORO ECONÓMICO MUNDIAL: FORO “TRIFUNCIONAL”

El Foro de Davos, hoy Foro Económico Mundial, no es una “conspiración”: es el foro en el que los “señores del dinero” (o, mejor dicho, sus representantes), informan a aquella clase política que perciben como favorable a sus intereses, de las orientación que se trata de seguir en los próximos meses, para que los negocios sigan viento en popa y para que estos sepan lo que se espera de ellos y lo que deben hacer. A estos encuentros son, igualmente, invitados, magnates de la prensa y la comunicación, que, a fin de cuentas, serán los encargados de hacer digeribles estas orientaciones para la ciudadanía. Esta estructura “trifuncional” recuerda particularmente a la que describió Georges Dumezil como propia de las “sociedades indoeuropeas”: un “poder espiritual” (ahora, económico, a través de los señores del dinero, sumos sacerdotes de la economía), un “poder guerrero” (la clase política que manifiesta su voluntad de poder a través de las luchas electorales) y una “función productiva” (hoy representada por los medios de comunicación, simples mecanismos de transmisión de los objetivos, y a través de los que se lanzan los nuevos “productos” ideológicos habilitados por el Foro Económico Mundial.

Las orientaciones, ni siquiera son creadas por los “señores del dinero”, aquellos que envían a sus delegados y a sus hombres de confianza a Davos para debatir cada año y marcar línea y objetivos. Son simples algoritmos destinados a conducirnos a un “mundo feliz” huxleyano. Y estos algoritmos advierten del gran riesgo. Todo el proyecto “homogeneizador” de la humanidad tiene un riesgo: que se desate la “tormenta perfecta” antes de que se hayan habilitado en todos los países, leyes y medidas que garanticen la inexorable marcha hacia el objetivo final, ese “mundo feliz”, tan igualitario que todos podremos considerarnos como granos de arena de una playa, sobre la que los “señores del dinero”, la élite, podrán extender sus hamacas y disfrutar de un mundo completamente estabilizado en el que no exista más dios que el capital, ni más realidad que la cuenta de resultados.

7. EL GRAN RIESGO PARA LA AGENDA 2030

La Agenda 2030, crea objetivos fantasiosos, problemas inexistentes e impide, por todos los medios, que se discuta las bases sobre las que se levanta toda la construcción. Y estas bases son dos, globalización y multiculturalismo. Todo es discutible salvo es. Si la globalización es un producto teorizado y abordado por el Foro Económico Mundial, el multiculturalismo es el producto de las fantasías que la UNESCO ha sostenido desde su fundación. Por que la UNESCO es algo más que esa simpática institución que declara a la “paella” o a la tortuga de las Galápagos, “patrimonio de la humanidad”. La UNESCO es el laboratorio de ideas de “reforma social”, creada, precisamente por Julian Huxley, para alcanzar ese “mundo feliz”, la novela escrita por su hermano Aldous, en la que se definía, un futuro que entonces era de ficción, pero que se trataba de llevar a la práctica.

Ahora bien, ese proyecto, está avanzando a velocidad cada vez más acelerada: a ello ha contribuido, precisamente, la pérdida de cualquier tipo de soporte doctrinal por parte de la izquierda. Al hundirse el marxismo como patrón de interpretación de la historia, al caer, uno tras otro, los mitos de la izquierda obrerista, este sector se vio obligado a asumir otra “ideología” (esto es, otro esquema de interpretación de la realidad) y pasó al “lado oscuro” al que había combatido desde el siglo XIX: aceptó la globalización alineándose con el neocapitalismo, yendo un paso más allá de las resoluciones del Congresos de Bad Godesberg en la que el SPD alemán aceptó el capitalismo; luego, aceptó el igualitarismo uniformizador promovido por la UNESCO, y convirtió el “mundialismo” en su paradigma cultural. La defensa de los desheredados, la defensa de los trabajadores, se convirtió en la defensa de la inmigración, en el igualitarismo a ultranza y en la defensa cerrada de las “ideologías de género”.

Mientras, la derecha, permaneció, igualmente, confusa tras el hundimiento del Muro de Berlín. Se había quedado sin enemigo. Ni la OTAN tenia ya sentido, ni el eje atlántico podía justificarse sin un “enemigo” que acechara. Así pues, se crearon otros. La derecha dejó de ser “conservadora” y, reconoció que ya no quedaba nada por conservar, así que se optó por convertirse a lo que podríamos llamar “progresismo de paso corto”, frente al “progresismo acelerado” de la izquierda. A partir de los años 90, la política en Europa se había convertido en un conflicto de matices entre centro-derecha y centro-izquierda, una carrera de dos velocidades, en las que el centro-izquierda iba más acelerado hacia la meta final que el centro-derecha, pero siempre, ambos, en dirección al mismo objetivo: mundialismo y globalización.

Era un camino difícil, casi imposible de alcanzar: no solo las diferencias económicas entre continentes eran un obstáculo insalvable, sino también la naturaleza humana. Según la UNESCO, la “educación” es capaz de vencer los condicionantes genéticos del ser humano. La UNESCO cree que lo humano es como un “ficus benjaminus”, cuyos troncos pueden retorcerse y entrelazarse a voluntad en sus primeros años, y luego parecer gruesas columnas salomónicas. Pero no es así: la naturaleza humana, no es vegetal. Tiene uso de razón y cerebro pensante: se le puede crear falsos objetivos y señuelos que atraigan momentáneamente su atención, pero, en cualquier momento, alguien puede dar la voz de alarma y decir: “este camino no lleva a ningún sitio”, “la globalización y el multiculturalismo son el caos y la pérdida de toda identidad, nacional, personal, incluso sexual”. Y la más temida: “Hay que emprender otro camino”.

Por eso, no puede extrañar que allí en donde se han aposentado en el poder fuerzas que trabajan para ese “nuevo orden mundial”, estén tratando por todos los medios (desde la aplicación del Acta Patriótica en los EEUU, en 2001) en crear mecanismos de control de la opinión pública, castigar penalmente a la disidencia y crear leyes de excepción aplicables para momentos de crisis, que garanticen armas constitucionales para limitar las libertades y garantizar que las voces de protesta serán ahogadas, reprimidas, silenciadas o marginadas.

8. “ELLOS”, TODAVÍA NO HAN VENCIDO

Estamos en unos momentos en los que los “señores del dinero”, “huelen” su triunfo. Pero, también, son conscientes de los riesgos: aún no disponen de los mecanismos legislativos suficientes como para poder imponer su criterio y ahogar cualquier reacción en contra de la globalización y del mundialismo. Además, conocen perfectamente, la proximidad de la “tormenta perfecta” que tenemos sobre nuestras cabezas y saben que, al desatarse, es muy posible que los electores opten por el doble salto mortal sobre el vacío, apostando por opciones que estén más allá del centro-derecha y del centro-izquierda. Los “populismos”, por ejemplo. Por eso precisan cubrirlos de oprobios, desactivarlos, aislarlos y, como proponía el PSOE, “crear un cinturón de protección” ante ellos.

De hecho, si las alarmas han sonado en Francia (la victoria de Macron se augura como una “victoria pírrica”), en España, la clase política se ha visto impactada por la presencia de Vox en el gobierno de Castilla-León. Los verdugos liberticidas como Solana se preguntan: “¿Qué hacemos con Vox?”, “¿Qué hacemos con Marine Le Pen?”, no solo “¿Qué hacemos con Orban?” o “¡qué bien nos deshicimos de Trump!”.

Para colmo, hoy nos hemos levantado con una noticia escalofriante para los partidarios del “nuevo orden mundial”: el aumento de la intención de voto hacia Vox está próxima a producir el “sorpasso” sobre el PP. Dicho de otra manera: de producirse tal “sorpasso, el PP, simplemente, desaparece del escenario político, como ha desaparecido Ciudadanos.

No es raro, por tanto, que el PP haya optado por colocar poner a Núñez Feijóo, al frente del partido, (ver el artículo FEIJÓO, ÚNICO CANDIDATO. EL PP, CON EL FORO ECONÓMICO MUNDIAL, FRENTE A VOX) y que éste, desde el primer momento, haya alertado sobre que NUNCA pactará con Vox, sino que su partener preferencial será… el PSOE. Feijóo, con esta declaración se sitúa a un lado de la trinchera, aquel en el que se encuentran, tanto el Foro Económico Mundial, como la UNESCO, los globalizadores y los multiculturalistas.

Pero, la amenaza del “sorpasso” está ahí, no solo en España, sino en Francia y puede reproducirse la situación húngara (donde ni siquiera el “todos contra Orban”, funciona). La situación, por tanto, es la siguiente: el mundialismo globalizador todavía no ha operado las reformas legislativas suficientes como para amputar a la “oposición al nuevo orden mundial” es lugar bajo el sol de la política. Y este lugar, hoy secundario, puede verse magnificado en el momento en el que se desate la “tormenta perfecta” con toda su violencia. Incluso, sin necesidad de que las cosas lleguen hasta ese extremo, el desorden creciente, la sucesión de problemas económicos y de convivencia, el agotamiento de las fórmulas de centro-derecha y de centro-izquierda en Europa, puede conducir, de manera imprevista, a un triunfo del “populismo” y a impedir que el objetivo huxleyano de la Agenda 2030, se realice. Y eso si que supondría una verdadera catástrofe para los “señores del dinero”.

Ellos saben que todavía no han vencido. Es más, saben que su poder deriva solamente de la influencia que da el dinero para operar sobre una clase política degenerada y sobre unos medios de comunicación que comen de la mano. Pero, saben también, que para superar la “tormenta perfecta” sin perder posiciones, precisarán crear más “señuelos”, introducir más reformas liberticidas. Por eso están acelerando el paso en estos últimos tres años. Por eso todavía nos quedan espacios de libertad. Por eso, los dos próximos años son decisivos: intentarán por todos los medios, afianzar su poder, aumentar su arsenal de “posverdades”, crear más señuelos, presionar fiscalmente, forzar gobiernos de “gran coalición” en Europa, los únicos que pueden hacer aprobar leyes que modifiquen las constituciones hoy existentes para cercenar libertades, aumentar el control sobre la opinión pública y neutralizar definitivamente, no sólo a los “populismos”, sino a cualquier forma de los disidentes.

Estos si son, una vez más, “años decisivos”.